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listado de poemas en audio por primeros versos letra e

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2272 poemas con la letra "e"

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Aquel bicho de Jesús Munárriz
En el desván crujen las ratas que mordisquean mi desvelo, roedores pavoneándose por atavismos del cerebro, despertando ratas dormidas en la costumbre del recuerdo: toscas pinturas de barraca narrándome...
El violinista suicida de Carlos Samayoa Aguilar
En el desván, muy solo, sombríamente solo de un sonoro silencio circuido, el violín empolvado sueña y duerme, Sin el dulce consuelo de un sonido… Ha mucho que las manos milagrosas Del virtuoso exquisito ya no existen. Y él se ha quedado así, afluado y firme. Dulce y...
A mi amada de Roberto Fernández Retamar
En el Día de los Enamorados, el domingo, he despedido a mi amada. Subió al ómnibus de la mano de su compañero, Que en la otra mano llevaba una guitarra remendada. Se sentaron sonrientes en el primer asiento: ella ocultaba su tristeza con un giro de sus bellos ojos, ...
El miedo de Alejandra Pizarnik
En el eco de mis muertes aún hay miedo. ¿Sabes tú del miedo? Sé del miedo cuando digo mi nombre. Es el miedo, el miedo con sombrero negro escondiendo ratas en mi sangre, o el miedo con labios muertos bebiendo mis deseos. Sí. En el eco de mis muertes aún hay miedo. ...
El miedo de Alejandra Pizarnik
En el eco de mis muertes aún hay miedo. ¿Sabes tú del miedo? Sé del miedo cuando digo mi nombre. Es el miedo, el miedo con sombrero negro escondiendo ratas en mi sangre, o el miedo con labios muertos bebiendo mis deseos. Sí. En el eco de mis muertes aún...
En el embravecido... de Ernesto Aguirre
En el embravecido océano de tus ojos un dolorido pez por un instante fue visto buscando tierra firme.
Permanencia de los jardines de Gioconda Belli
En el enrevesado espeso matorral de mis floraciones has laborado embriagado de almizcles. No hay almácigo desperdiciado en este amor donde a diario te desafío a que encuentres el brote más reciente. Nunca dije que sería un jardín de senderos bien delineados. Me construí...
El muñeco roto de Marilina Rébora
En el entusiasmo del dulce embeleco, nunca imaginara que tal vez un día, con peluca suelta quedara el muñeco, los ojos ausentes, la testa vacía. Sin fondo, un abismo, semejaba el hueco del cráneo desierto, y en esa agonía, a pesar de todo, resonaba el eco del tierno Mamá , ...
Sonatina. En el espejo he visto el Mar… de León de Greiff
En el espejo he visto el Mar, el Mar sordo. La cimera cubríanle nubes grávidas de borrasca, la faz en movimiento delirante bullía con un hervor preñado de mútilos cadáveres cárdenos, a la deriva. Cegaba con telones cinéreos la angustia, propugnando saltar...
En un libro guardada está de Ramón del Valle Inclán
En el espejo mágico aparece toda mi vida, y bajo su misterio aquel amor lejano se florece como un arcángel en un cautiverio. Llega por un camino nunca andado, ya no son sus verdades tenebrosas, desgarrada la sien, triste, aromado, llega por el camino de las rosas. ...
Transmutación de Alejandro Aura
En el espejo retrovisor se proyecta su boca besucona no veo sus ojos yo a solas desde acá soy alma de los dos...
En el extraño bazar... de José Martí
En el extraño bazar Del amor, junto a la mar, La perla triste y sin par Le tocó por suerte a Agar. Agar de tanto tenerla Al pecho, de tanto verla Agar, llegó a aborrecerla; Majó, tiró al mar la perla. Y cuando Agar, venenosa De inútil furia, y llorosa, Pidió al mar la perla hermosa, Dijo la mar...
Arte poética 4 de Adriano Corrales
En el festival de las artes o en la feria del libro el poeta expresa que la poesía es la cenicienta nada menos cierto la zapatilla se revende de ciudad en ciudad de puerto en puerto vale justo sus palabras Selección del autor
Incompletamente de Juan Gelman
en el filo de la belleza que corta la vida/la devuelve a su no ser/la vida grita el no ser de la belleza/ en ese estáramos se quema la cebolla descuidada/la tristeza/ el amor al revés/¿cuándo se llora en este valle?/ciudadanos entreguen su dolor para hacer tiempo/ insoportalbe es todo viaje ...
Lecho de helechos de Octavio Paz
En el fin del mundo, frente a un paisaje de ojos inmensos, adormecidos pero aún chisporroteantes, aún destellantes, me miras con tu mirada última —la mirada que pierde cielo—. La playa se cubre de miradas absortas, escamas resplandecientes. Se retira la ola...
En el fondo de la estancia... de Juan Ramón Jiménez
En el fondo de la estancia un instante nos hallamos; la sombra nos envolvía y nadie quiso mirarnos. Yo sentí que me embriagaba el perfume de los nardos que le prendí aquella tarde sobre su vestido blanco. Como entonces nos queríamos nuestros sueños se cruzaron: yo me encontré ...
Altas Hojas: VIII de Cecilia Bustamante
En el fondo de todas las cosas, intermitente y sin descanso, está el corazón. Aquí habitaron los hombres de todos los tiempos Y su polvo ennnoblece los embriones de las plantas. !Quién pudiera escuchar su palabra de fuego en la noche oscura, y cogerla ardiente y elevarla ...
Yo en el fondo del mar de Alfonsina Storni
En el fondo del mar hay una casa de cristal. A una avenida de madréporas da. Un gran pez de oro, a las cinco, me viene a saludar. Me trae un rojo ramo de flores de coral. Duermo en una cama un poco más azul que el mar. Un pulpo me hace guiños a través del cristal. En el bosque verde ...
Madrigal escrito en invierno de Pablo Neruda
En el fondo del mar profundo, en la noche de largas listas, como un caballo cruza corriendo tu callado callado nombre. Alójame en tu espalda, ay refúgiame, aparéceme en tu espejo, de pronto, sobre la hoja solitaria, nocturna, brotando de lo oscuro, detrás de ti. Flor de la dulce luz ...
Efialtes de Jorge Luis Borges
En el fondo del sueño están los sueños. Cada noche quiero perderme en las aguas obscuras que me lavan del día, pero bajo esas puras aguas que nos conceden la penúltima Nada late en la hora gris la obscena maravilla. Puede ser un espejo con mi rostro distinto, puede ser la creciente ...
En el frío de tu sonrisa de María Monvel
En el frío de tu sonrisa no quedaba ya resplandor ... pero aun la carne se me eriza cuando pienso en aquel amor !. Veinte años apenas los míos. ¡Pudiste haberme dado el ser! Tú eras crepúsculo sombrío y yo era un claro amanecer!. En ti no había ya memoria de la pasada juventud. ...
Ordalía de Domingo F. Faílde
En el fuego pondré siempre mi mano, que prueba es de mi fe para probarte, y bajaré contigo a los infiernos por arder más profundo y encendido. Mas si en prenda de amor quemarme quieres, envuélveme en tus brazos y cubre con tus piernas mi cintura: que no me sea posible sino ser llamarada ...
Carmencita de José Antonio Cedrón
En el gancho escondido que pende de la noche deja secar los trapos. Gotas de sangre dulce le roban las muñecas. Ella pone su mano de disculpa, obediente a la regla que baja como una guillotina y el poco de dolor le cuenta un cuento que nadie le ha contado en esta vida.
Ruiseñores de nuevo de Juan Gelman
en el gran cielo de la poesía/mejor dicho/ en la tierra o mundo de la poesía que incluye cielos/astrosdioses/mortales está cantando el ruiseñor de keats/siempre/ pasa rimbaud empuñando sus 17 años como la llama de amor viva desan juan/ a la teresa se le dobla el dolor ...
La leve pisada del demonio nocturno de César Moro
En el gran contacto del olvido A ciencia cierta muerto Tratando de robarte a la realidad Al ensordecedor rumor de lo real Levanto una estatua de fango purísimo De barro de mi sangre De sombra lúcida de hambre intacto De jadear interminable Y te levantas como un astro desconocido ...
La perfecta dormida de Homero Aridjis
En el hálito ardiente de su propio sonido quema y en su ámpula germina la crisálida La libélula transcurre bajo el sol Rompe la quieta corriente del instante el río que ha pasado comparece al golpe del nuevo movimiento Se recuesta en el agua el esplendor Otras criaturas tañen las olas ...
La Ardilla de María Victoria Atencia
En el hayedo, sobre la cruz de un árbol salta una ardilla y me parecen propias y conforme a la naturaleza sus movilidades y afán frente a un otoño ocre y ya inminente, su alternativa de árbol, su afán recaudatorio. Su memoria será quien me soporte. Quedé ayer sepultada ...
En el hidrante las gotas caen... de Juan Rulfo
En el hidrante las gotas caen una tras otra. Uno oye, salida de la piedra, el agua clara caer sobre el cántaro. Uno oye. Oye rumores; pies que raspan el suelo, que caminan, que van y vienen. Las gotas siguen cayendo sin cesar. El cántaro se desborda haciendo rodar el agua sobre...
En la casa del miedo de Damaris Calderón
En el hueco de la mano como un pájaro el miedo hace su pequeño nido.
En el hueco de tus manos de Susana Reyes
En el hueco de tus manos pongo tu nombre y lo bebo a sorbos, tus minerales se licuan con mis soles y en la memoria la leyenda de tu cuerpo se vuelve mariposa, limpio las soledades a tus pasos, entonces te acuno entre mis ojos entonces te limpias el sudor y recoges mis ...
Desde el fondo del cielo de Elena Medel
En el interior del automóvil ella imagina nubes, semáforos, zapatos. La luna –hoy color afluente- guiña sus cráteres, entrecerrando su luz. Junto a ella, él piensa en regalarle el corazón de un oso...
La mariposa de Lilian Serpas
En el jardín de plenilunio lleno su tríptico de pétalos se posa, con la fijeza de una mariposa que congelara en flor su desenfreno. Tiene en su cáliz de candor un pleno aire más fino que nevada rosa, y del perfume, doncellez premiosa, la suave gala de blancor sereno. Vuelta de niebla ...
Jardín escrito de Ulalume González de León
En el jardín que recuerdo sopla un viento que mueve las hojas del jardín donde ahora estoy escribiendo En el jardín que imagino sopla un viento que mueve las hojas del jardín que recuerdo Y en el jardín donde ahora estoy escribiendo sopla un viento que mueve las hojas sin jardín: ...
Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma de Jaime Gil de Biedma
En el jardín, leyendo, la sombra de la casa me oscurece las páginas y el frío repentino de final de agosto hace que piense en ti. El jardín y la casa cercana donde pían los pájaros en las enredaderas, una tarde de agosto, cuando va a oscurecer y se tiene aún el libro en la mano, eran, me acuerdo, ...
Habitaciones interiores de Edel Morales
En el lado oscuro de la claridad doce girasoles germinan y se agotan —mana la sangre. Los jarrones descansan sobre telas y las telas se agotan —mana la sangre. El artista (ya inmóvil, todavía adolescente) fragmenta su miedo y lo esparce en las flores —mana la sangre. Desde...
La estrechez del mundo de Luis Raúl Calvo
En el límite de todo, tú adorada mía ahora que la sal del hierro no corroe los ligamentos del esperma, vienes a mí blanca, etérea, elevando tus ojos rojizos por las gargantas del océano. Condenado amor, la estrechez del mundo se interna en los mares ultrajados ...
Durante el Renacimiento, siempre hablamos de amor de Carlota Caulfield
En el llamado Libro de Cocina, códice V, de la Universidad de Pisa, leí una receta verdaderamente curiosa titulada Anónimo deseado . No me es permitido reproducir la receta, sólo puedo decir que metí ls manos en una pasta fría y que trabajé con la imaginación hasta ...
En el mar de la mujer... de Antonio Machado
En el mar de la mujer pocos naufragan de noche; muchos...
El gallo habanero de José Juan Tablada
En el matinal gallinero con el rendimiento caballero, en torno a su hembra enreda el arabesco de su rueda sin cesar el gallo habanero; cual blanco albornoz el plumón envuelve su fiero ademán; ¡por su cresta-fez bermellón y el alfanje de su espolón, el gallo es un breve sultán! Junto a la gallina coqueta, ...
Las cuatro negras de Colón de Enrique Díez-Canedo
En el mercado) Blanco y azul, rosa y verde; nada que ajuste y concuerde sino en la desarmonía. Son estas cuatro matronas como banderas chillonas, cuya extraña algarabía tiene alardes inauditos, tiene...
Bar, ese hombre de Héctor Rosales
En el mostrador anudó su actualidad, y el mar del tenebroso recipiente lo llevó, remo a vaso, vaso a remo, hasta la isla de marca similar. Las aves traían restos de navios, leves escudos de rutas diluidas. Para el infierno sobraban pasaportes, sobraban días...
Llamas vino de Francisco Caro
En el móvil la luz de tu llamada, dices: mi cuarto frío… sé de un par de cuerpos leña que se anhelaron, ¿arde en la tuya mi boca recordada? Te respondo que ya, que acudo en nada, que derrito el asfalto de la tarde, que ni un hueco en la mía que no guarde ascuas, ¿sigue… la tuya...
Ronda de la ceiba ecuatoriana de Gabriela Mistral
En el mundo está la luz, y en la luz está la ceiba, y en la ceiba está la verde llamarada de la América! ¡Ea, ceiba, ea, ea! Árbol-ceiba no ha nacido y la damos por eterna, indios quitos no la plantan y los ríos no la riegan. Tuerce y tuerce contra el cielo veinte cobras verdaderas, y al pasar...
La guillotina de Leopoldo Castilla
En el Museo de la Ciudad de Liege, seca, inminente, la guillotina espera -igual que una bestia al llamado de su cría- el gemido del vacío. Los poderosos extirparon piezas inútiles de la máquina de matar: de la víctima el nombre propio; el relámpago del héroe; del inmolado...
En el negro callejón... de José Martí
En el negro callejón Donde en tinieblas paseo, Alzo los ojos, y veo La iglesia, erguida, a un rincón. ¿Será misterio? ¿Será Revelación y poder? ¿Será, rodilla, el deber De postrarse? ¿Qué será? Tiembla la noche: en la parra Muerde el gusano el retoño; Grazna, llamando...
Piedra del sueño de José María Álvarez
En el oro más fino cincelado. Cuántas veces dedos anhelantes lo habrán apartado para que una melena oliendo a mujer cayese abandonada sobre unos hombros mórbidos. Ahora, muerto en esta vitrina, parece reírse de nosotros, reprocharnos que...
Cuerpo del delfín (fragmento) de Fayad Jamís
En el palacio de la memoria, en el humo del cuerpo, una palpitación extraña, un remoto aleteo: la sombra roja de un delfín entra suavemente. ¿Qué importa la marca del arpón? ¿Qué importa si el nombre del barco es Little Fish o Cheval ? ¿Qué importa el rostro encendido del arponero? ...
Urgencia de Carlos Trujillo
En el papel la sombra de la mano Los dedos encogidos estrujando esta pluma No paro hasta que pare la última palabra Ahogada en esa tinta de su vientre de plástico Sólo sombras de sombras las sombras de esta sombra Sombra la sombra de la mano sobre el témpano...
La muerte de la luna de Leopoldo Lugones
En el parque confuso Que con lánguidas brisas el cielo sahúma, El ciprés, como un huso, Devana un ovillo de de bruma. El telar de la luna tiende en plata su urdimbre; Abandona la rada un lúgubre corsario, Y después suena un timbre En el vecindario. Sobre el horizonte malva De una mar argentina, ...
Otoño de Manuel Machado
En el parque, yo solo... Han cerrado y, olvidado en el parque viejo, solo me han dejado. La hoja seca, vagamente, indolente, roza el suelo... Nada sé, nada quiero, nada espero. Nada... Solo en el parque me han dejado olvidado, y han cerrado. Selección: Guido Ferrer