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25 poemas aleatorios | |
I El padre es un tosco labriego fornido, áspero y velludo gigante broncíneo. ¡La madre, una hembra con hombrunos bríos, desgarradas formas, groseros aliños! ¡Y ved el misterio!... La niña ha nacido pequeñita y blanca como flor de espino. ¡La teta es tan grande como el angelito! Parecen el bronce ... | |
Mi ventana se asoma a Regent 8242;s Park. Soy esa piedra que nace junto al hombre, un ojo tras otro por el camino de luciérnagas estériles. Gotea su llanto sobre el césped oscuro de mi piel, y muere en la curva del día a las puertas del infierno. Perdidos estamos en la mirada ... | |
Las vertientes las órbitas han perdido la tierra los espejos los brazos los muertos las amarras el olvido su máscara de tapir no vidente el gusto el gusto el cauce sus engendros el humo cada dedo las fluctuantes paredes donde amanece el vino las raíces... | |
¡Ven, que quiero desnudarme! Ya se fue la luz y tengo cansancio de estos vestidos. ¡Quítame el traje! Que crean que he muerto, porque desnudo mientras me velan el sueño descanso toda la noche; porque mañana temprano, desnudo de mi desnudo, iré a bañarme en un río, ... | |
Deliquios del Divino Amor en el corazón de la criatura y en las agonías del Huerto. I El habla delicada del Amante que estimo, miel y leche destila entre rosas y lirios. Su meliflua palabra corta como rocío, y con ella florece el corazón marchito. Tan suave se introduce su delicado silbo, que duda ... | |
1 Quise que me conociera como realmente soy. Dejé atrás todas las trampas. En estado de alcohol grité, imploré, ofendí; vomité dolor y miedo sobre su regazo. Cuando me vio, sombrío en la humedad, febril por el desorden, revolcado y puro, casi un recién nacido, sin duda por el tanto amor, ... | |
Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad y la mujer que amo con una boina azul. Yo conozco la música de un barracón de feria barquitos en botellas y humo en el horizonte. Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad. Ni la noche tumbada sobre el ruido del bar ni los labios... | |
Emplumado común, zanate asesino, hueles la imprudencia del dé- bil. Ignoras la oscuridad de tu plumaje y el ansia cabrona de la ciudad que te cerca y te arrincona cada vez más. Soportas los estertores luminosos con holgada resignación y jamás darás por acabada ... | |
¡Vamos! ¡De nuevo no me acoséis, no hagáis preguntas huecas y mucho menos esa. La intención inicial era un paseo, y me quede a vivir. Por un rato nomás, no para siempre. Y me objetáis que miento, que vine para ver si era posible, sí, por fin, se revelaba la oculta, luminosa sombra.. ... | |
Ya volvieron. La melancólica quietud de unas cuartillas blancas, hadas encantando paisajes, montañas, estrellas, mar y noches; siendo silencios eternos... hablan. Mas sus hechizos rutilantes, como efluvios de felicidad, convierten la imaginación en magia. Sólo mar, ¿pues qué es... | |
En aquella ciudad morada y mustia los mulos del carbón, los níveos pescadores escanciaban la forma serena de mi angustia, iniciaron el fúnebre ajedrez de sus rumores. Era mi vida un sueño confuso de hondos seres, los ojos inflexibles de ilusión se me abrían a beberle... | |
¡Cuánto te odio distancia! Vestida de puta disimulas tu ingenuidad, con tu ligero de olvido alimentas el recuerdo ¡cuánto te odio distancia! La rabia que llevo dentro te la debo a ti ¿contenta? ¡deberías! porque no puedo matarte Te escupo en la cara si miro una foto y entrada la noche ... | |
Dicen, suspiran, nombran, llaman, cantan. Arrullan o se agitan, iracundas, dan nombre al mundo y al nombrarlo crean la realidad feroz de su quimera. Tú te marchas. Te vas, pero se quedan tus manos en mi ser, me reconocen como dulce extensión de las caricias. Soy suya. Me poseen, ... | |
Del otro lado no sabemos nada, ni si haylo ni si no, nada de nada. Los que creen que iremos a algún sitio, a algún algo, y los que no creemos por un igual andamos de informaos: pura imaginación... | |
Esta tarde llueve, como nunca; y no tengo ganas de vivir, corazón. Esta tarde es dulce. ¿Por qué no ha de ser? Viste gracia y pena; viste de mujer. Esta tarde en Lima llueve. Y yo recuerdo las cavernas crueles de mi ingratitud; mi bloque de hielo sobre su amapola, más fuerte ... | |
Así, verte de lejos, definitivamente. Tu vas con otro hombre, y yo con otra mujer. Y sí que como el agua que brota de una fuente aquellos bellos días ya no pueden volver. Así, verte de lejos y pasar sonriente, como quien ya no siente lo que sentía ayer, y lograr que mi rostro se quede indiferente ... | |
46 Era celeste aquella casa donde cayó Leonel. 47 Con resplandores ftálico claro brilla el lago Nero. 48 Cae la tarde ftálico oscuro sobre lentos olvidos. 49 Flores, ojos de azul cinc fulminante siguen mirando. 50 En azul Prusia me contaban los cuentos de mar y guerra. ... | |
Cuando se me alborotan los espermios, qué veo, qué veo, digo yo: veo a mis pescaditos navegar por los úteros, enamorados de cuanto óvulo cae. Toma este matamoscas y extermina a los ángeles, después con grandes uñas arráncales las alas. Ya veo sus muñones, ya los veo arrastrarse: ... | |
Yo digo: estoy cansada de la lluvia, de la neblina, de la bruma incierta. Quiero volver al sol y estar contigo simplemente, en la arena. Comienzo a odiar el gris, me estorba el humo y sé que la ceniza es harapienta. Quiero mares de añil, y no estos ríos hechos como de lodo y de miseria. ... | |
La venta de Cidones está en la carretera que va de Soria a Burgos. Leonarda, la ventera, que llaman la Ruipérez, es una viejecita que aviva el fuego donde borbolla la marmita. Ruipérez, el ventero, un viejo diminuto bajo las cejas grises, dos ojos de hombre astuto , ... | |
Ya antaño fue cantada por bardos y juglares en floridos romances más dulces que mis versos pero tú, cantor henchido de pensar transparente le pusiste a la página vendimias olvidadas ni altar ni linaje ni providencia alada puede tener más sueño que tu negada lira donde sólo la luna desciende ... | |
No me dejes, amor, en la añoranza. Dame, por fin, seguro y alto vuelo. Desarráigame, fíjame. Recelo que aquí no lograré paz ni bonanza. Mi sed inextinguible se abalanza y busca un ancho río, paralelo de un mísero y exhausto riachuelo. ¡Amor! Sacia mi sed; dame pujanza para volcarte ... | |
En el patio, su padre silba y aguarda mientras sus dedos persiguen un tornillo al interior de una quejumbrosa lata. El rito del envejecido perro es alargar el hocico a los cuatro puntos cardinales todos los minutos, todos los días. En las habitaciones se ha detenido la geometría. ... | |
Primero Duelen las farolas. Un papel volante gris escapa la calle que me lleva al parque regresa a mi al ojo de mi padre abriéndome la puerta. Segundo Alrededor las formas que vagaron la vida más querible cuando aún no la sabía. Después todos los bancos lánguidamente recostados a mi espalda ... | |
Oye la palpitación del espacio son los pasos de la estación en celo sobre las brasas del año Rumor de alas y de crótalos tambores lejanos del chubasco crepitación y jadeo de la tierra bajo su vestidura de insectos y raíces La sed despierta y construye sus grandes jaulas de vidrio donde tu desnudez ... | |
