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25 poemas aleatorios | |
Yo, para todo viaje siempre sobre la madera de mi vagón de tercera , voy ligero de equipaje. Si es de noche, porque no acostumbro a dormir yo, y de día, por mirar los arbolitos pasar, yo nunca duermo en el tren, y, sin embargo, voy bien. ¡Este placer de alejarse! Londres, Madrid, ... | |
Los mendigos escapan del tallo de las plantas en gruesas gotas de dignidad y mármol. Vuelan por el día como los primeros leños en el monumento espeso del aire de los suspiros. Sobre los techos crecen a toda hora ciegos presuntuosos pero los hilos de un muerto extraño . ... | |
Primeramente es la lengua que debe ser domada torcida mutilada extirpada. Juramentos de pureza sobre los Santos Evangelios: contestar que sí. Reconocimiento del hereje en los días de fiesta. Primer signo: por sus ojos encajados de ver malos espíritus. Segundo: rostro... | |
no me puedo librar de ese ojo que mira desde el cuadro mis imperfecciones. toda mi culpa de vivir y querer inventándome. me estoy buscando y tengo miedo casi un miedo fanático de haber sido cómplice inacabada porque tambien sonreí cuando quería matar. mis mentiras ... | |
La ducha no funciona. La sartén convierte en picadillo lo que se supone que tenía que ser nuestra comida. Abro el grifo del fregadero y me quedo con él en la mano. El perro está cojo. La mujer con la que vivo ha terminado de ponerse mala de los nervios. El teléfono no deja de sonar. ... | |
Virgen hincada empieza a ser visible atisba desde sus miembros como alguien escondido al fondo de su cuerpo la punta de su pie bajo su muslo asoma como un haz vivo que atraviesa la sombra en su oscuridad cuerpos vírgenes miran y a sus costados caen sin gemido soplando... | |
Inmóviles las manos, el cuerpo abandonado, así, cerrar los ojos y dejarse abatir por la tormenta. Antiguas voces llaman. Ya no es hora. Sangre, amor, amistad, ternura, ¡fuera! No quiero vuestros rostros de alegría, vuestras sedientas máscaras de cera. Dejadme así, tan sola, primitiva, salvaje, ... | |
Años de soledad, años de prisa. La pirámide, el ala y el desgaste. Después de aquellos años regresaste, iguales la belleza y la sonrisa. Algo sentí, no sé por qué, desierto, y era por eso, al fin, que había llorado. Algo en tu corazón había cambiado, imperceptible casi, pero cierto. Algo... | |
Quién desatará tus tobillos para que vueles por las noches Quién dibujará con un filo el contorno de tus labios Quién liberará tus besos Quién beberá el oro de tu pecho Quién pintará acuarelas con tus ojos No lo sé Hace algún tiempo me relegaste de aquellas tareas ... | |
Me dejaste abajo de un farol Juan Gilberto Soy el premio menor, la equivocación manifiesta, el príncipe pálido, la pizza fría de tu pijama party, Soy el pelotazo en contra, el problema mismo, el garrón engangrenado, el último orejón del tarro sin dulce la resaca. Soy el separado, ... | |
Estas noches así basta la luna que redonda en su luz sube a los altos cielos sin prisa, tan segura, de brillar y morir para mañana volver sobre este cielo en que la vemos. No basta, a veces, con mirar un árbol estas noches así, trémulo y solo, tan seguro de hojas y de pájaros y de un beso... | |
El que fue paraíso de la casa se fue, y en su lugar vino el infierno: heme aquí desdichado después de venturoso. Llegó el ocaso del sol y le siguió una negra noche. De:Poemas del fuego y otras casidas Recopilación, edición y traducción de Teresa Garulo | |
(Soneto) ¿Quién te ha dado tu hacienda o tu dinero? O son fruto del trabajo honrado, o el haber que tu padre te ha legado, o el botín de un ladrón o un usurero. Si el dinero que das al pordiosero te lo dio tu sudor, te has sublimado; si es herencia, ¡cuán bien lo has empleado!; si es un robo, ... | |
Ahora Zurita me largó ya que de puro verso y desgarro te pudiste entrar aquí, en nuestras pesadillas; ¿tú puedes decirme dónde está mi hijo? A la Paisa A las Madres de la Plaza de Mayo A la Agrupación de Familiares de los que no aparecen A todos los tortura, palomos del amor, ... | |
Yo no quiero mirar lo que he mirado a través del cristal de la experiencia, el mundo es un mercado en que se compra amor, voluntad y conciencia. Amigos... es mentira... no hay amigos, la verdadera amistad es ilusión, ella cambia, se aleja y desaparece, con los giros que da la situación. Amigos ... | |
Nadie, ni el silencio me abre como tú, ni el tiempo. Mujeres de carne y verso. Antología poética femenina en lengua española del siglo XX. Edición de Manuel Francisco Reina. La esfera literaria. 2002 | |
Tal vez el mundo sea bello, cuando el sol claro lo ilumina, pero yo sé que hay hombres tristes como la lluvia gris y fría. Carlos Bousoño: La tristeza Al final del día Todo va quedando inerme La noche está ahí como una calleIntransitable: Musgo sin espejos Humus sin puertas ... | |
Aquel hombre no tuvo nunca historia, Pero tenía Historia como todos Los hombres. Cierta crisis...Le apenaba. Recordar. Una vez habló, sereno. Evoco mi prisión, no mis prisiones . Fue muy breve mi paso por la cárcel. Cárcel en horas de mortal peligro. Nos rodeaban sólo fraticidas. ... | |
Sólo hay un hombre que habla de otras cosas. Por ejemplo hay un hombre que habla de una calle de un apellido suyo que llegó en algún barco de una mujer morena que se perdió en su almohada de un líquido morado que en sus alas llega como una carta hasta su casa. ... | |
La muerte del pastor Balada eglógica I Se lo dijo a la fontana el llanto de una aldeana; ya el carrizal no lo duda, que oyó gemir al Poeta. Todo, todo lo trasuda: el sauce y la mejorana... Es bien cierto: ¡Pobre nieta!... Lo cuenta en su lengua ruda la Soledad rusticana; lo deplora la campana ... | |
Por aquí habré pasado tantas veces. No puedo recordarlas. Más lejana que el Ganges me parece la mañana o la tarde en que fueron. Los reveses de la suerte no cuentan. Ya son parte de esa dócil arcilla, mi pasado, que borra el tiempo o que maneja el arte y que ningún augur ha... | |
QUIJOTE I Capítulo XIV Ya que quieres, cruel, que se publique, de lengua en lengua y de una en otra gente, del áspero rigor tuyo la fuerza, haré que el mismo infierno comunique al triste pecho mío un son doliente, con que el uso común de mi voz tuerza. Y al par de mi deseo, que se esfuerza a decir ... | |
Cristo, bájate ya de tu cruz y lávate las manos, lava tus rodillas y tu costado, peina tus cabellos, calza tus sandalias y confunde tus pasos con todos los pasos que te buscan por la cordilleras y el mar; por las comarcas; por el aire, por las alambradas de los caminos. Tú solucionas cualquier cosa, ... | |
Yo escribí cinco versos: uno verde, otro era un pan redondo, el tercero una casa levantándose, el cuarto era un anillo, el quinto verso era corto como un relámpago y al escribirlo me dejó en la razón su quemadura. Y bien, los hombres, las mujeres, vinieron y tomaron la sencilla materia, ... | |
Cenizas del silencio, silencio sin ceniza. Señales mudas en visible papel. La palabra está a salvo, el hombre vivo. Sobre la tierra la lluvia está escribiendo su epitafio. La muerte bajo la lluvia, al pie del cementerio escucha tu oración. Tres ortodoxos cipreses camina... | |
