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25 poemas aleatorios | |
Es la noble cabeza negra pena, que en dos furias se encuentra rematada, donde suena un rumor de sangre airada y hay un oscuro llanto que no suena. En su piel poderosa se serena su tormentosa fuerza enamorada que en los amantes huesos va encerrada para tronar volando... | |
quotallá estará también la castañera de ocho pares, y el humo de los céntimos, y el vaho en los bolsillos Leopoldo Panero, Escrito a cada instante Pero no sólo los mendigos, padre, van al paraíso van también aquellos que aun más asco dan también estos mendigos del ser que acezan ... | |
Mientras los niños crecen y las horas nos hablan tú, subterráneamente, lentamente, te apagas. Lumbre enterrada y sola, pabilo de la sombra, veta de horror... | |
No, no sé bien si me veré en los altos de una farmacia frente al Mar del Sur, en una noche de Setiembre tibio; en cambio amanecido a las orillas de una laguna en medio del desierto, exactamente nueve meses antes (que Huacachina así se llama el punto); no se cual será la visión... | |
Extravió el ángel su arca en una botella una botella guarda muchas vidas en su mar de arena moluscos remotos que escriben historias en caminos de sal sal en grano de ella misma que adormecen en sus cristales al hombre sin memoria hombre hecho hombra de su costilla ... | |
Cuerpos tendidos, cuerpos infinitos, concretos, olvidados del frío que los irá inundando, colmando poco a poco. Cuerpos dorados, brazos, anudada tibieza olvidando la sombra ahora estremecida, detenida, expectante, pronta para emerger que escuda la piel ciega. ... | |
¡Oh día grande de la luz eterna! ¡Día sin fin!, la noche en ti no alterna, quizá va a despuntar tu primer rayo, yo te espero sin ansia ni desmayo; se acabarán mis males pasajeros, y empezarán los bienes verdaderos. Yo aspiro a un trono de inmortal grandeza, trono que nunca acaba cuando ... | |
Dejar un verso para la hora triste que en el confín del día nos acecha, ligar tu nombre a su doliente fecha de oro y de vaga sombra. Eso quisiste. ¡Con qué pasión, al declinar el día, trabajarías el extraño verso que, hasta la dispersión del universo, la hora de extraño azul confirmaría! ... | |
Te veo mientras pasas sellado de granates primitivos, por el turquí completo de Moguer. Te veo sonreír; acariciar, limpiar, equilibrar los astros desviados con embeleso cálido de amor; impulsarlos con firme suavidad a sostener la maravilla exacta de este cuartel del incesante mundo. ... | |
Hoy estoy sin saber yo no sé cómo, hoy estoy para penas solamente, hoy no tengo amistad, hoy sólo tengo ansias de arrancarme de cuajo el corazón y ponerlo debajo de un zapato. Hoy reverdece aquella espina seca, hoy es día de llantos de mi reino, hoy descarga en mi pecho... | |
Aprendí de los clásicos a no esperar nada de nadie y todo lo que en el misterio se madura... probarlo. Ya no soy jardín, pero aún hay algo de hierba después de los cuarenta años. Frutos salvajes porque ni el árbol de la vida ni el del conocimiento, volvieron a crecer. ... | |
Y si regresas con otra mitad que te puso el mundo perdida ya en la memoria de la piel bajo tus manos ausente el gesto del antiguo abrazo no me busques. Te prefiero limpio y humano como cuando nos bebimos los dos intentando atrapar la plenitud. | |
Nace del verbo dar, como si el corazón tuviera mango. Está hecha de lo que le falta, jamás se guarda nada para si. Podría medir el mundo, acunarlo, transportar su misterio, sus... | |
Sólo un gesto audaz bastó para revelarme el significado de todo cuanto allí existía. Supe entonces, que una flor bien podía ser todo el jardín. Que la palabra, todas las palabras. Que una mirada, todos los ojos. El universo, una masa oscura. Me brotaron Arrau y Huidobro, ... | |
En mí, por otra parte, calmo dormitorio, necia, entre paréntesis, como si no entendiera que esto se acabó: Atrás de las ventanas, aúlla la Patria, la escucho hasta aquí, donde llegué, aunque no fuera huyendo de su dolor. Patria es una loba herida. Es la leona privada... | |
¡Si yo no pido tanto! ¡Si yo no pido tanto! Amor es lo que pido. Briznas de amor para esta sed del mundo, tan grande y tan sumisa. Un diminuto amor, pero constante, que dé su mano al que su mano tienda, que limpie las miradas y los ojos llene de dulcedumbre. Algo de amor en esos corazones ... | |
Fui sólo sombra habitada por el desdén, por los caprichos de la luz vagante. Fructificó en mi ser la desventura y puntualmente repartí sus dones; a veces la alegría dejaba en el aire su estela. Árbol solitario, pan de la multitud, fui lo que pude. De repente todo se va muriendo. ... | |
Nunca le puse precio a una palabra. Es mi condena y es mi dignidad. Quiero que quede claro ahora que empiezo. Acaso amé, a las veces, aquella ilusión hambrienta: la arquitectura del mundo. Ya no la amo. Escucho las hojas secas preferidas por el viento, la fragante nobleza nocturna ... | |
Hemos visto noches de miradas eternas. Los crucifijos esperan el reencuentro con sus dioses. Mañana es posible. Las ciénagas han muerto de frío a la intemperie. Ahora, tus ojos no vacilan en el llano. Las comadres enlutecen de rubor cuando el grito quiebra nuestros huesos. ... | |
Cuando el Señor, la mano fatigada de modelar en barro las figuras, quiso formarle a él, notó que el barro era muy poco, preparó el que había para plasmarle, y meditó un momento: Con el poco de barro lo haré enjuto, pero lo apretaré con energía; lo haré delgado, resistente, como vara de acero . ... | |
Qué importa que tu puñal Se me clave en el riñón? ¡Tengo mis versos, que son Más fuertes que tu puñal! ¿Qué importa que este dolor Seque el mar y nuble el cielo? El verso, dulce consuelo, Nace al lado... | |
Te decía en la carta que juntar cuatro versos no era tener el pasaporte a la felicidad timbrado en el bolsillo, y otras cosas más o menos serias como dándote a entender que desde antiguamente soy tu cómplice cuando bajas a los arsenales de la noche y pones toda tu alma ... | |
Mamá persigue, es el juego. Al final del corredor la pared nos detiene. Se adelanta el instante desde lo asegurado: llega el abrazo, mimoso. La mano izquierda sobre su pecho firme, pequeño bajo un pañuelo de pico. Su cuello huele a árbol de té. Corre una gota de sudor hacia el hombro ... | |
XIV Difícilmente, avanzando milímetros por año, me hago un camino entre la roca. Desde hace milenios mis dientes se gastan y mis uñas se rompen para llegar allá, al otro lado, a la luz y el aire libre. Y ahora que mis manos sangran y mis dientes tiemblan, inseguros, en una cavidad rajada ... | |
Qué lástima que yo no pueda cantar a la usanza de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan! ¡Qué lástima que yo no pueda entonar con una voz engolada esas brillantes romanzas a las glorias de la patria! ¡Qué lástima que yo no tenga una patria! Sé que la historia... | |
