25 poemas aleatorios | |
PROVERBIO 1 Luz de la tarde, tórtola que añora Plañir del mar, otoño que se dora! Nada hay mas dulce ni mas triste a un tiempo Que ese amor de mujer que ruega y llora! 4 Ni lloro trágico ni heroica risa. No soy alud. ¿Por qué vivir de prisa? La Vida, alegre o desdichada, tiene Un refugio supremo, ... | |
¿De quién es ese extraño Dios? ¿Ese que ahora véndennos rigurosamente medido? ¿Por qué desde su dura cruz dicen que exige nuestro odio? ¿Por qué a su cielo único y solitario no pueden subir nuestras bellas serpientes de colores nuestros jóvenes hijos embriagados en la celebración ... | |
Ningún río puede atravesar dos veces al mismo hombre. La naturaleza es dadivosa pero insegura, la suerte, en cambio, se basta a sí misma. Vislumbre de las cosas que se muestran son las cosas ocultas. No existe vacío sin movimiento. No es posible que sea todo lo que no es siempre. ... | |
Amado Nervo, suave perfil, labio sonriente; Amado Nervo, estrofa y corazón en paz: mientras te escribo, tienes losa sobre la frente, baja en la nieve tu mortaja inmensamente y la tremenda albura cayó sobre tu faz. Me escribías: Soy triste como los solitarios, ... | |
Entre nosotros crece la ropa en las mañanas se atraviesan mil veces los oficios nos mueven los deberes el futuro las cosas. Por si no fuera mucho alguien propone la medida para que no te vayas dicen es necesario el regateo. Pero tus manos son mi tiempo y no quiero jugar ... | |
Hoy aquella joven se casó. Mañana seguramente se cortará el cabello se pondrá pantuflas y será tan vieja como su mamá. | |
Ojalá que la duda me asalte siempre para no caer en la tentación de adueñarme de esta, aquella o cualquier verdad; para mantenerme incrédula, insegura y libre, libre del pecado de la certidumbre total. (De: La quinta soledad) | |
Los ojos de la presa están sellados por una tela de almidón, de su nariz el agua surge, los estornudos se han hecho tan frecuentes, que el hombre ha cambiado la flecha por el pañuelo azul que pasa por sus labios. Selección del poemario inédito UN GRITO EN EL ARCA de Isolda ... | |
46 Era celeste aquella casa donde cayó Leonel. 47 Con resplandores ftálico claro brilla el lago Nero. 48 Cae la tarde ftálico oscuro sobre lentos olvidos. 49 Flores, ojos de azul cinc fulminante siguen mirando. 50 En azul Prusia me contaban los cuentos de mar y guerra. ... | |
Pequeña centinela, caes una vez más por la ranura de la noche sin más armas que los ojos abiertos y el terror contra los invasores insolubles en el papel en blanco. Ellos eran legión. Legión encarnizada era su nombre y se multiplicaban a medida que tú te destejías hasta el último ... | |
Vivir. Ser o no ser no es el problema sino planchar la ropa atizar el fogón escribir unos tiernos y antiguos poemas mirarse en el espejo el otro rostro del rostro descubrirse lobo triste por las noches por las mañanas mujer cuerda. Ser ejemplar y sobria y verbigracia Mantener todo en orden ... | |
Me llamas con tu apenas verde Con el movimiento de tu luz y tu sueño sepultado Me llamas con tu orilla de distancia amaneciendo con tu nada en retorno y silencio Perfil de voz sobre el naufragio No puedo ir Ni puedo oír las ropas entrañables Ni el canto de las velas envidiadas Por el destino al pie ... | |
Como en un sueño, cuando todo estaba perdido Zurita me dijo que iba a amainar porque en lo más profundo de la noche había visto una estrella. Entonces acurrucado contra el fondo de tablas del bote me pareció que la luz nuevamente iluminaba mis apagados ojos. Eso bastó. ... | |
Del atlántico mar en las orillas desgreñada y descalza una matrona se sienta al pie de sierra que corona triste pinar. Apoya en las rodillas los codos y en las manos las mejillas y clava ansiosos ojos de leona en la puesta del sol; el mar entona su trágico cantar de maravillas. ... | |
Viniste a posarte sobre una hoja de mi cuerpo Gota dulce y pesada como el sol sobre nuestras vidas Trajiste olor de madera y ternura de tallo inclinándose Y alto velamen de mar recogiéndose en tu mirada Trajiste paso leve de alba al irse Y escandido incienso de arboledas tremoladas ... | |
Qué presentido sol o luna aparecida dio con el océano de tus lágrimas. No sé si eras una mariposa o el límite de una estrella. Eras tú misma... Ave que truncó su melodía en este cielo esculpido de sueños. Acaso eras una lágrima de nieve o una rosa que se desnuda en el alba. Acaso... ... | |
La cabeza descalza del olvido por el viejo arenal de cierta llama, qué música de dioses raya mi pensamiento -como al de todos los humanos-, me contagia de sales quietas, irrepetibles; y en algún punto de la noche se unen el cazador y su destino. 21-III-75 | |
De pronto, al mirarla a la cara era ojos, solojos. Sus dos ojos eran globos cristalinos que al fundirse en uno se hacían una sola esfera de cristal. Que sol ni que luna, ni que estrellas. Ella era solojos. (De: Golondros) (Selección: María Cristina Orantes) | |
a la playa de las aves. de los peces distantes. de las olas vidriosas y el color de la sal. a la playa de los seres. de los niños. de los perros realengos yo no voy. me quedo en esta playa innombrable del lenguaje. en esta que inmóvil me baña de sonidos. en esta que compone. en esta... | |
Vi un ramito de violetas brotó el llanto Pensé en Darío agonizando en su Nicaragua natal Pensé en todos los herederos de Cervantes que no fueron laureados ni amados Lloré por Góngora loco por Vallejo enfermo por Gavidia anciano Maestro tu prosa tu verso me alivian Nabucodonosor ... | |
Dos cuerpos que se juntan desnudos solos en la ciudad donde habitan los astros inventan sin reposo el deseo. No se ven cuando se aman, bellos o atroces arden como dos mundos que una vez cada mil años se cruzan en el cielo. Sólo en la palabra, luna inútil, ... | |
Difícilmente, avanzando milímetros por año, me hago un camino entre la roca. Desde hace milenios mis dientes se gastan y mis uñas se rompen para llegar allá, al otro lado, a la luz y el aire libre. Y ahora que mis manos sangran y mis dientes tiemblan, inseguros, en una cavidad... | |
Espíritus de seis alas, seis espíritus pajizos, me empujaban. Seis ascuas. Acelerado aire era mi sueño por las aparecidas esperanzas de los rápidos giros de los cielos, de los veloces, espirales pueblos, rodadoras montañas, raudos mares, riberas, ríos, yermos. Me... | |
En las márgenes del río Máximo, a la caída de la tarde, hice que pasara el tiempo —abstraído en la contemplación. Una hora —un milenio— de gozosa indiferencia hacia las formas de lo real —un siglo cada tarde me permití ese verano. Entonces no conocía otro lenguaje que los habituales juegos... | |
Suelta rayos el aire entre lo oscuro. Los gérmenes del agua hacen su ronda. Va sangrando la tierra a la redonda. Y el fuego estalla, helado y prematuro. No sabemos si hay aire en el futuro. La fiebre hace que el agua no responda. Tierra aterida sin que el sol se esconda. Y fuego errado ... |