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25 poemas aleatorios | |
Aquí está el pecho, mujer, Que ya sé que lo herirás; ¡Más grande debiera ser, Para que lo hirieses más! Porque noto, alma torcida, Que en mi pecho milagroso, Mientras más honda la herida, Es mi canto... | |
Una corona, no, dadme una rama de la adelfa del Gévora querido, y mi genio, si hay genio, habrá obtenido un galardón más grato que la fama. No importa al porvenir cómo se llama la que el mundo decís que dio al olvido; de mi patria en el alma está escondido ese nombre, que aún vive, ... | |
Tejiendo estoy. Mi estancia conmovida da forma a un corazón, punto por punto. Ahorcada en mi laurel separo, junto, se me escapan los hilos de la vida. Tejiendo estoy. La prenda sostenida se quiebra ante la pena que barrunto. Me lastima tu ausencia y su conjunto en la rabia ... | |
Recostado en la arena, el buen Abul Jaqam te había prometido una noche de amor. Tras la primera unión se ha quedado dormido hasta el amanecer. Y tú has tenido tiempo de ver en él la imagen de las hogueras leves del ocaso, la imagen exacta, ausente y lenta de la muerte. ... | |
Cadáveres amados los que un día Ensueños fuisteis de la Patria mía, Arrojad, arrojad sobre mi frente Polvo de vuestros huesos carcomidos! ¡Tocad mi corazón con vuestras manos! ¡Gemid a mis oídos! ¡Cada uno ha de ser de mis gemidos Lágrimas de uno más de los tiranos! ¡Andad... | |
polvo serán, mas polvo enamorado. Francisco de Quevedo La cercanía infranqueable entre sus cuerpos. Un puente de miradas donde se cruzan y se separan. En sus labios: un vaivén de palabras o de silencios no la lenta fragua del beso. ... | |
¡Ven, que quiero desnudarme! Ya se fue la luz y tengo cansancio de estos vestidos. ¡Quítame el traje! Que crean que he muerto, porque desnudo mientras me velan el sueño descanso toda la noche; porque mañana temprano, desnudo de mi desnudo, iré a bañarme en un río, ... | |
No hay relación entre las cosas y aquello que las encarna. La realidad acaso es un vacío y su copia en el espejo la evidencia de su precariedad. Los nombres van por el mundo retratando la angustia de no ser lo que nombran. La gente corre afanada hacia el vagón del metro... | |
De tu múltiple boca huyen las salivas negras como buscando los cruentos olores de cada orgasmo muerto. No crezca en la fatiga de tu cráneo ninguna memoria de muchachas cocinándose en un sudor luminoso que otros cuerpos encendieron. Sí cada objeto de piedra de jugos de gases... | |
Cuando en los pueblos la tarde cae de polvo a púrpura, en Bejucal o en Santa María del Rosario, Calabazar, rincón de soledades, Artemisa del alma o misterioso Guáimaro, la gente se va a los parques. Desde la tierra los ojos lentos suben a la locura del murciélago yendo y ahondando... | |
De pie, frente al área de llegadas, he descubierto que el amor concentrado por la espera vuelve a los humanos seres blandos que, de un momento a otro, desaparecerían por las coladeras; actitud tan solo pospuesta por el infinito placer que supone el encuentro con la persona amada. ... | |
Escritos cualquier día entre 1980 a 1984 ¡Un día más! ¡Déjame, Señor, vivir los suficientes para tenerlos de nuevo conmigo! El corazón duele mucho más de lo que el poeta puede decir. El corazón es una congoja constante y la ansiedad del regreso es una golondrina tímida asustada ... | |
23 Me detengo a fijarme en otros cuerpos. Gordos, delgados, altos, grandes, bajos. Cuerpos pequeños, ínfimos, enormes, huesudos, desgarbados y contrahechos. Vigilo cuando allegan a mi lado por si entre ellos surgiera, de improviso, el cuerpo que tenía, ansiosamente buscándome, ... | |
Nunca he visto gozosa la discordia, no conozco el olor que tiene el campo después de la batalla. Nunca he visto caballos sin jinete entre las picas vagar y entre los muertos. No conozco la voluntad de ser invulnerbale ni el estupor que nace con la herida. | |
Las calles de Alejandría están llenas de polvo, el resoplido de carros viejos y un clima ardiente y seco cerrándose en torno a cada cosa viva. Incluso la brisa trae sabor a sal. En el letargo de las dos de la tarde hay un ansia secreta de humedad y el tendero busca en sueños, con obstinación, ... | |
¿Dónde fue ese vigor tumultuoso? ¿Ese romper las olas con el pecho? Y al mismo tiempo esa sutileza, ese oler la hierba mojada que tras de sí deja la tormenta, antes incluso de que ésta llegue. A ningún sitio, sino aquí, a este cuerpo cuya respiración ansiosa cada vez más ... | |
Cambios pequeños y tenaces. Bajo el cielo ya un grado de luminosidad o de tibieza. Ha caído más polvo sobre el piso o la silla. Pequeñísima arruga se dibuja o se ahonda. Hay un nuevo matiz en el sonido de la voz familiar (¿Lo notarías?) En un coro confuso de entreveradas voces ... | |
La cabra suelta en el huerto andaba comiendo albahaca. Toronjil comió después y después tallos de malva. Era blanca como un queso, como la luna era blanca. Cansada de comer hierbas, se puso a comer retamas. Nadie la vio sino Dios. Mi corazón la miraba. ... | |
Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa. Unas veces cae mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados. Otras veces cae con furia, y uno piensa en los maremotos que se han tragado tantas espléndidas islas de extraños nombres. De cualquier... | |
¿Serás, amor, un largo adiós que no se acaba? Vivir, desde el principio, es separarse. En el primer encuentro con la luz, con los labios, el corazón percibe la congoja de tener que estar ciego y sólo un día. Amor es el retraso milagroso de su término mismo: el prolongar el hecho mágico, ... | |
De espaldas esa imagen de un caballero de Magritte, con una luna tierna sobre la coronilla,el cielo es tan profundoque no está concluido,ni la más fija estrella, y el buscador inmóvil de luciérnagas es un ancianodisfrazado de niño, un rey en su corona de hierro transparente, mientras suena ... | |
Era la ciudad de jaime gil era el solsticio, su nocturna impaciencia quien extendía un incendio de hogueras prevenidas por la cima vegetal de las terrazas eran brasa san juan y nuestros cuerpos, era la tarde en que ardían felices multitudes, ríos de cobre, jóvenes de... | |
El que fui hace veinte años me mira en el reposo de su fotografía barbada y expectante. Va subiendo en el bonde del noble corcovado, habrá de retratarse otra vez junto al Cristo que observa a Guanabara con los brazos abiertos y señala los límites del mundo que protege. . ... | |
A pedazos van cayendo los terrones angustiados del tiempo. Afuera: el niño. El pantalón roto y el verdor pestilente. Pájaros negros -despiadados- siguen su vuelo. Él está solo sin un ángel y sin un sueño. Impasible. Inmóvil. Sus ojos en la lejanía miden su hambre. A lo lejos: esplendor cohetes a la luna ... | |
La mejilla de mi amado es como una rosa por la belleza de su blancura; Cuando está entre la gente es irritable, pero, a solas, es amable. ¡Cuándo se hará justicia al oprimido, cuando el injusto es el juez? Selección: María de Jesús Rubiera Mata. | |
