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25 poemas aleatorios

 

   Los amantes de Pompeya

   Odette Alonso

primeros versos

La luna era distinta hace un segundo te iluminaba entraba por la hendija como un sorbo. Moriremos de amoramiga mía presiento que un tropel desciende de las cumbres siento su oleada tibia presionando mi espalda. Moriremos de amor todos los vientos llegan como una manotada ...

 

   Los mariscadores de caracolas

   Derek Walcott

primeros versos

Dado que la peluda ortiga, la bifurcada mandrágora y la maligna seta, la baba de sapo o el afilado y espinoso erizo son, por su naturaleza, venenosos, no deberíamos dudar de lo que murmuran haber visto con sus ojos de luna los mariscadores de caracolas. ¿Quién es este príncipe? ...

 

   Magdalena

   Silvia Favaretto

primeros versos

No me hables. No me hables porque las palabras, asesinas, callan las emociones. Palabras verdugos, testigos de la muerte del tiempo, palabras que nos echan en cara nuestro límite de criaturas mortales. Hastío de las palabras, sonidos ridículos que tartamudeo para decirte lo que siento ...

 

   Tu cuerpo está a mi lado...

   Jaime Sabines

primeros versos

Tu cuerpo está a mi lado fácil, dulce, callado. Tu cabeza en mi pecho se arrepiente con los ojos cerrados y yo te miro y fumo y acaricio tu pelo, enamorado. Esta mortal ternura con que callo te está abrazando a ti mientras yo tengo inmóviles mis brazos...

 

   Navidad, sí, navidad

   André Cruchaga

primeros versos

Las escenas del aliento son las mismas: —augurios, destellos de arcanos, Incensarios en las sienes, mientras en el fondo De cada pecho, amanecen ojos húmedos, Ilusiones, disfraces y velámenes junto A un mundo sin estrellas. En el quicio de la puerta, hecha de adobe...

 

   La estación de los nortes

   José María Heredia

primeros versos

Témplase ya del fatigoso estío El fuego abrasador: del yerto polo Del septentrión los vientos sacudidos, Envueltos corren entre niebla oscura, Y a Cuba libran de la fiebre impura. Ruge profundo el mar, hinchado el seno, Y en golpe azotador hiere las playas: Sus alas baña Céfiro en frescura, ...

 

   Rambla de los moros

   Juan Vicente Piqueras

primeros versos

a Fernando Montes Bajo el amparo antiguo de una encina, a su sombra que es luz, paz y memoria, miro las mariposas indecisas, el sueño raudo de una golondrina que vuela y es la primavera vez. (pienso en mi privilegio de pensar y me parece pero, caída, perversión) ...

 

   Ciudad murada

   Neus Aguado

primeros versos

Tus ojos medievales, quizá grises quizá verdes, y los ojos azules mencionados en la literatura occidental. Palabras inapropiadas como pingüinos en el Sahara, y el saber que nunca supimos. Preferir lo zafio a lo sublime como un mandato que nos destierra del paraíso y nos conmina ...

 

   Hombre y perro

   Manuel del Cabral

primeros versos

Hombre que vas con tu perro: con tu guardián. Cuida mi voz, como el perro cuida tu pan. Perro que vas con un hombre que amigo tuyo no es... Acércate un poco al pobre, huélelo bien. Fíjate que tengo boca, fíjate en mí. Mira que soy hombre, pero .., con estas manos vacías cómo me parezco a ti. ...

 

   Delante del fuego

   Floriano Martins

primeros versos

Mi padre envejecido delante del fuego, árbol no más resguardado en temblores. Oh dulce tiniebla, ¿tu edad se extingue para siempre? ¿Qué oscuro cántico separa al hombre del júbilo de su muerte? Tierra y hombre delante del fuego, niebla la voz de las cenizas. La lengua no puede ...

 

   En el centro del año

   Jaime Labastida

primeros versos

Hoy he tocado tu corazón, sombra desnuda o vorágine o sola nota de dolor obstinado. Hoy he tocado tu corazón en las yemas de los dedos y he oído el mismo agudo acento que llevó a los amantes al amor desgarrado y a los pactos suicidas. El año está en su centro y se desploma ...

 

   Vana invitación

   María Enriqueta Camarillo

primeros versos

-Hallarás en el bosque mansa fuente que, al apagar tu sed, copie tu frente. Dijo, y le respondí: -No tengo antojos de ver más fuente que tus dulces ojos; sacian ellos mi sed; son un espejo donde recojo luz y el alma dejo... -Escucharás, entonces, los latidos del gran bosque ...

 

   Cuando se viene al mar

   Manuel Ponce

primeros versos

Cuando se viene al mar, uno se llena de rumor de Dios. Porque la voz de Dios y la del mar, cuando quieren cantar, son una sola voz. Se viene a ver también lo que no todos ven: la mano que ocasiona tanto vaivén. El Viejo Molinero que mueve las aspas de la noche y el día, como...

 

   Una pared invisible

   Orlando González Esteva

primeros versos

Una pared invisible me separa de quien fui. Tiene que haber por ahí una puerta. Lo imposible, posible. La arquitectura de la realidad viciada abierta a una bocanada de aire, misteriosa y pura. No sé dónde está esa puerta, mas sé que en cualquier momento una ráfaga de viento ...

 

   El desterrado

   Enrique Díez-Canedo

primeros versos

Todo lo llevas contigo, tú, que nada tienes. Lo que no te han de quitar los reveses porque es tuyo y sólo tuyo, porque es íntimo y perenne, y es raíz, es tallo, es hoja, flor y fruto, aroma y jugo, todo a la vez, para siempre. No es recuerdo que subsiste ni anhelo que permanece; ...

 

   Decir ahí es una flor difícil...

   Eduardo Milán

primeros versos

Decir ahí es una flor difícil decir ahí es pintar todo de pájaro decir ahí es estar atraído por la palabra áspera cardo y por el cardenal cardenal decir ahí es decir todo de nuevo y empezar por el caballo: el caballo está solo ahora está solo no hay ahora oscuro no hay ahora de silencio no hay ahora ...

 

   Tercer Oriente (83)

   David Escobar Galindo

primeros versos

Lo natural es que resucitemos. Nuestra vida es un eco de las puntuales estaciones. La disciplina crepritante del día y de la noche. La alianza inmemorial de la tormenta con el arco iris. Y la alternancia fiel de los deseos y de las renuncias. Por eso más allá del dogma sacro-- lo natural ...

 

   El universo resuena como llovizna...

   José Acosta

primeros versos

El universo resuena como llovizna sobre el agua, imperceptible como el susurro de un árbol al crecer. Estamos encerrados en una dimensión oscura; la noche es la sombra de una pared lejana; Dios vive del otro lado. No te has preguntado ¿a quién le ladran los perros? ¿Qué ven que tú no puedes ...

 

   Me llegabas en la brisa y en la espuma...

   José Angel Buesa

primeros versos

Me llegabas en la brisa y en la espuma, tú, la perdida para siempre... Tú, la que ennoblecías el sabor del recuerdo, que ahora llegas más casta y más ausente... Me llegas en el viento que huele a lejanía, me llegas en la sal que sabe a muerte, tú, sombra arrinconada en un silencio; ...

 

   Palabras a los muertos

   Juan Gil - Albert

primeros versos

Oh muertos, desconocidos hombres que pueblan mi mundo de fantasmas, y que errantes sobre nuestros caminos de la vida, pesan como los árboles frutales, abrumados, hacia el suelo profundo. No será ya posible evitar vuestro espectro que asoma con ahínco detrás...

 

   Epitafio para un vivo

   Santiago Azar

primeros versos

Espero poder colocar una flor sobre el cemento de mi propia tumba, una raza de estrellas colmadas de manos. Espero una almohada feliz en el nicho de la eternidad, un paso silencioso por entre mi heridas. Sépase que fui honesto con los grillos, consecuente con los sueños de los pájaros, ...

 

   La espera

   Cé Mendizábal

primeros versos

En el patio, su padre silba y aguarda mientras sus dedos persiguen un tornillo al interior de una quejumbrosa lata. El rito del envejecido perro es alargar el hocico a los cuatro puntos cardinales todos los minutos, todos los días. En las habitaciones se ha detenido la geometría. ...

 

   El devoto

   José Watanabe

primeros versos

En este profundo depósito de catedral, hieráticos como una triste cuadrilla de obreros de yeso los santos esperan al restaurador. En un altar y otro fueron deteriorándose, atacados por las moscas, las polillas y los abusos de la fe. Aquí ya no son San Francisco, San Valentín, ...

 

   Watteau en Noguent-Sur-Marne

   Guillermo Carnero

primeros versos

En el brillante centro de la sala se oye las risas y el reloj. En cuatro círculos giran las Estaciones, y las Gracias recatan su desnudez en el coronamiento. Ágatas y nogal, si se entrelazan a los pies del reloj, la caja oprime las resonantes cuerdas, los finísimos flejes y el contenido cauce ...

 

   Última elegía

   Carilda Oliver Labra

primeros versos

Yo podría decir que estoy en primavera bajo un aire oloroso a luz definitiva, y podría tapar la mirada bisiesta que se me está cayendo afuera de la vida; y ser de flor, de lluvia, de mariposa buena, semejante a este cielo cuidado por la brisa, a la ignorancia simple con que quiere una abuela, ...