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25 poemas aleatorios | |
Tú me dijiste: no lloró mi padre; tú me dijiste: no lloró mi abuelo; no han llorado los hombres de mi raza, eran de acero. Así diciendo te brotó una lágrima y me cayó en la boca…mas veneno: yo no he bebido nunca en otro vaso así pequeño. Débil mujer, pobre mujer... | |
Ante las viñas abrasadas por el invierno, pienso en el miedo y en la luz (una sola sustancia dentro de mis ojos), pienso en la lluvia y en las distancias atravesadas por la ira. De: El libro del frío | |
Dedicado a Leo Le Gris-Bostezador Señor. Estamos cansados de tus días y tus noches. Tu luz es demasiado barata y se va con lamentable frecuencia. Los mundos nocturnales producen un pésimo alumbrado y en nuestros pueblos nos hemos visto precisados ... | |
Hacia dónde me pides que marche, hacia qué Vellocino, hacia cuál Ítaca, si toda marcha será la de Ícaro mirado por Narciso en una tarde de lluvia? ¿He de irme hacia dónde, cuál fue el sitio que me vio partir huyendo de la nada? Un ángel sólo es un nuncio y yo quiero ser mucho más ... | |
Pincelada que baja desde el cielo a repartir un bien incomprensible, larga y triste figura que quiere llevar miel entre las manos; rayo de sol que besa los labios de la amada, una amada que a los ojos del mundo está desvanecida. Hebra ambulante intentando quebrar una muralla. ... | |
No aquietaremos la pasión en las aguas frutales ni en los versos triangulares de César Vallejo. Nos han arrastrado a un extremo vulnerable, a la / sospecha. El cebo destroza las vísceras del poema pero el centro teje y teje la cordura aunque las locas del diluvio se aseen en verano. ... | |
Mano, labio, sexo trémulo. Tirano impulso de imposibles. La caricia y el beso -minúsculos prodigios- certeros quiebran la dura soledad que nos circunda. Y, bajo nuestra piel amurallada de silencios hacen nacer un dios de cegadora lumbre que, a su fugaz dulzura, ... | |
Si me dais una estrella, y me la abandonáis, desnuda ella entre la mano, no sabré cerrarla por defender mi nacida alegría. Yo vengo de una tierra donde no se perdía. Si me encontráis la gruta maravillosa, que como una fruta tiene entraña purpúrea y dorada, y hace inmensa... | |
La conciencia de haber gastado todo en un juego de azar. ¿La habéis sentido? Es como andar desnudo con pudor de doncella. Se cubre la palabra bajo un velo de nieve. La luz , desconocida, se manifiesta entonces sin amistad alguna. Acuchilla los ojos que sangran en la hoja. ... | |
Vives en mí, pero te soy ajeno, recóndito ladrón que nunca sacio, a quien suelo ceder, aunque reacio, cuanto suele pedir tu desenfreno. Me quise sobrio, me fingí sereno, me dictaba sus máximas Horacio, dormí velando, festiné despacio, ni muy celeste fui, ni muy ... | |
¡Con qué tenacidad insiste la columna! Serpiente o mármol o marfil en el silencio ovalado de la plaza impone su ascensión: oro o musgo que crece, sal y rumor de luces submarinas. Medallones del sol, a plomo sobre el aire, se fijan en el muro y su estertor calcáreo: arden, mueren, ... | |
Se abre en rueda mi mano y gira el pecho la elevación del agua sus pezones en el sonoro vínculo del ser irse es retornar en el hilo del beso danza el fuego la cera del deseo gota amada de instantes capturados talle el reloj de tu minuto carne ondas de labios al pie rosas germinan tacto violeta ... | |
Este que traigo ahora con mis papeles es un libro recio y sombrío, como un redoble de tambores enlutados. Eugenio D 8242;Ors, Grandeza y servidumbre de la inteligencia. Bajo la tierra estás inerte, pero exorable y compasiva con su beso te dio la Muerte la perfección definitiva. ... | |
Oh, Padrón! ¡Cuán hermosa es tu vega, oh Padrón, oh Iría Flavia! Mas el calor, la vida juvenil y la savia que extraje de tu seno, como el sediento niño el dulce jugo extrae del pecho blanco y lleno, de mi existencia oscura en el torrente amargo pasaron, cual barrida por la inconstancia... | |
Con un trozo de carbón con mi gis roto y mi lápiz rojo dibujar tu nombre el nombre de tu boca el signo de tus piernas en la pared de nadie En la puerta prohibida grabar el nombre de tu cuerpo hasta que la hoja de mi navaja sangre y la piedra grite y el muro respire como un pecho ... | |
¿Hubo n día jamás, un solo día, cuando el amor mil dichas me brindaba, en que la cruda mano del destino la copa del placer no emponzoñara? Tú lo sabes, mi bien: el mismo cielo para amarnos formó nuestras dos almas; mas con doble crueldad, las unió apenas, las quiso dividir, y las desgarra. ... | |
Desde siempre, doble: torbellino, movimiento espiral, helicoide, dinámica del espacio; peregrino, partida y regreso al origen, al centro. ¿Por qué entonces, esta tarde o noche, un palo quemado, alas negras y una red, hija de lo oscuro y hermana del sueño... | |
En un poema leo: conversar es divino. Pero los dioses no hablan. Los dioses, sin palabras, juegan juegos terribles. El espíritu baja y desata las lenguas pero no habla palabras: habla lumbre. El lenguaje, por el dios encendido, es una profecía de llamas y un desplome... | |
El primer día la mujer repitió en voz baja las palabras: «Hágase la luz» al abrir las persianas, descolgó una botella de suero semivacía la puso en el cesto con los algodones, gasas y cinta adhesiva y la luz se hizo en la recámara. Encendió una grabadora, las notas de una... | |
Se hace el almíbar como siempre y así que esté pronto desde lo alto se le añade con displicencia una flor de mantequilla y ya en su punto se le chan huevos con clara y todo todo bien batido y hervir fuerte y en lluvia fina rociarle pasas cacahuetes y poner sobre mamón ... | |
Han pasado los vientos y mirarse a los ojos no es sencillo. Vivir esta ciudad es pisar un jardín de tachaduras, la presencia infectada de lo que ya no existe, de lo que fue recinto del invierno o refugio del sol, teatro de las lluvias y de los conocidos. ... | |
Donde dije te presto mis juguetes debe decir devuélveme mi bici. Donde dije detesto al profe de Ética debe decir no eres más que un soplón. Donde dije flipo por Laura Hernández debe decir que seáis muy felices. Donde... | |
Eti, Etinini Habitaba un país delimitado por la cercana costa de la muerte y el jardín de la infancia, que ella nunca olvidó. Otro mundo más cándido era el suyo. Misterioso, por simple, como un reloj de sol. | |
Yo te hablaba con banderas, hija de la panadera, la que siempre eras de pan entre la grey marinera. Me perdí en la tierra, fuera de la mar. Yo te hablaba, a los luceros, con la luna del espejo de una estrella volandera. Fuera de la mar, me perdí en la tierra. De: Marinero en ... | |
Gente mezquina y triste, que al par sabéis de las rebeldías vergonzantes e incógnitas y de las renunciaciones cobardes y heroicas, escuchad la voz de uno que habla por vosotras. Yo soy el poeta de una casta que se extingue, que lanza sus estertores últimos ahogada... | |
