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25 poemas aleatorios | |
Escribir un ovillo si me guiase fuera del laberinto intestinal donde masivamente agonizo | |
Anticanto de amor, quién te beberá, quién pondrá la boca en esta espuma prohibida. Quién, qué dios, qué enloquecidas alas podrán venir, amar aquí. Donde no hay nada. De: Sublevación inmóvil | |
De la Virgen sin par, santa y bendita (digo, de sus loores), justamente haces el rico, sin igual presente a la sin par cristiana Margarita. Dándole, quedas rico, y queda escrita tu fama en hojas de metal luciente, que, a despecho y pesar del diligente tiempo, será en sus fines infinita: ¡felice ... | |
Te quiero porque tienes las partes de la mujer en el lugar preciso y estás completa. No te falta ni un pétalo, ni un olor, ni una sombra. Colocada en tu alma, dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo, leche de luna en las oscuras hojas. Quizás me ves, tal vez... | |
Los recuerdo turgentes y temblones, tu grandes, densos pechos juveniles, tímidos y procaces, pastoriles, frescos como aromáticos melones. Eran el más solemne de tus dones cuando al fin liberabas sus perfiles en cuartos cursis de moteles viles, deliciosa de susto y decisiones. ... | |
En estos precisos momentos todo momento es bello. Por ejemplo: que los jóvenes negros se amen a la orilla del río, bajo elruinoso techo del Heads Bridge, y que su risa sea del color de la carne y de su espesa piel. Que se amen larga y estrechamente al amparo del cielo, ... | |
¡Jueces, justicia! , sin cesar repito. Ronca, impotente, voy por los juzgados, peores que sepulcros bien sellados que me cortan la voz cuando les grito. Libres, impunes de su gran delito, una mujer y un hombre, dos malvados, mancharon con peritos sobornados mi limpio nombre ... | |
La hoja de papel donde escribo este poema es una blanca mujer que me lee el pensamiento. En su espalda desnuda el cuerpo que grabo se convierte en pensamiento insensible. Tan sólo un pequeño gesto intentando ser. Y, con todo, ese cuerpo es un lugar donde nada muere: tanto silencio ... | |
He hecho los mayores esvuerzos por salir de lamultitud y hacerme notar por alguna cualidad:¿qué he hecho sino ofrecerme como un blanco ymostrar a la malevolencia dónde podía morderme? Lucio Anneo Séneca Cuánto rumor innecesario para una vida tan pequeña, ... | |
La tierra es la misma el cielo es otro. El cielo es el mismo la tierra es otra. De lago en lago de bosque en bosque: ¿cuál es mi tribu? —me pregunto— ¿cuál es mi lugar? Tal vez pertenezco a la tribu de los que no tienen tribu; o a la tribu de las ovejas negras; o a una tribu cuyos... | |
La diferencia entre poeta y comediante consiste en que el primero no se inclina para recibir el aplauso Selección del autor | |
Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán; pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha al contemplar; aquellas que aprendieron nuestros nombres ésas... ¡no volverán! Volverán las tupidas madreselvas ... | |
Respira la noche, bate sus claros espacios, sus criaturas en menudos ruidos, en el crujido leve de las maderas, se traicionan. Renueva la noche cierta semilla oculta en la mina feroz que nos sostiene. Con su leche letal nos alimenta una vida que se prolonga más allá ... | |
signos hieráticos resbalan de tu frente antigua a mi frente quién osará despertar tus incólumes recuerdos? aún no vivida... | |
Enfermó Adán el primer invierno después de su salida del paraíso y asustado con los síntomas, la tos, la fiebre, el dolor de cabeza, se echó a llorar igual que años más tarde lo haría María Magdalena, y dirigiéndose a Eva, no sé qué me ocurre gritó, tengo miedoamor mío, ven aquí, ... | |
Ven amado Te probaré con alegría. Tú soñarás conmigo esta noche. Tu cuerpo acabará donde comience para mí la hora de tu fertilidad y tu agonía; y porque somos llenos de congoja mi amor por ti ha nacido con tu pecho, es que te amo en principio por tu boca. Ven Comeremos en el sitio ... | |
Cerca que véote la mi muerte, cerca que te oigo por entre las tablas urgentes, que te palpo y olfatéote con los gallos, cuadernas y sogas para la embarcación, cerca nerviosa mía que me aleteas y me andas desnuda ... | |
Ejercita su vientre y me convida, casi lateral, a proponer un ciclo en la geometría del movimiento. No tan joven, la muchacha que ejercita su vientre en los salones colectivos, quisiera también una mano deslizada, un masaje en la espalda, una porción de crema en los intersticios... | |
Camino de ti, en este breve instante de tu hora, voy siendo apenas esta hoja desprendida, donde una ilusión su nido encuantra agonizando. Esta hoja fugaz, pálida vena del destino. Hiel. Carroña innecesaria. Veinteavo deseo de ser un soplo vivo. Qué lenguaje usar para decirte que te quiero. ... | |
Ha venido la muerte: era una furgoneta o un gorrión. Un sudor blanco ha encendido la piel donde se resquebrajaban las horas, la barba constelada de silencio, los cuchillos con que inscribía mi desaparición en la corteza del sueño. Le he chupado la lengua a la muerte: es áspera y morada. ... | |
Leona soy, pero no me agradaron jamás los cubiles de los otros; pero si hubiese de elegir alguno, no escucharía a un perro, cuando ha hecho oídos sordos a los leones Selección: María de Jesús Rubiera Mata. | |
Y tomados por barcos somos islas. Desiertas, intrincadas, ¿qué tesoros podemos ofrecer a quien no llega? Nuestra costa es difícil. Nuestro faro de voz en vez de luz asusta más que atrae y ningún marinero perdido en cualquier noche llegará a nuestras playas donde aún duelen las huellas... | |
En dulce charla de sobremesa, mientras devoro fresa tras fresa y abajo ronca tu perro Bob, te haré el retrato de la duquesa que adora a veces el Duque Job. No es la condesa que Villasana caricatura, ni la poblana de enagua roja, que Prieto amó; no es la criadita de pies nudosos, ni la que sueña ... | |
Allá va el equilibrista, imaginando las venturas y prodigios del aire. No es como nosotros, el equilibrista, sino que más bien su naturalidad comienza donde termina la naturalidad del aire: allí es donde su imaginación inaugura los festejos el otro espacio en que se vive de milagro... | |
Sobre la falda tenía el libro abierto; en mi mejilla tocaban sus rizos negros; no veíamos las letras ninguno, creo; mas guardábamos entrambos hondo silencio. ¿Cuánto duró? Ni aun entonces pude saberlo; sólo sé que no se oía más que el aliento, que apresurado escapaba del labio seco. ... | |
