|
25 poemas aleatorios | |
Dolor, si por acaso a llamar a mi puerta llegas, sé bienvenido; de par en par abierta la dejé para que entres... No turbarás la santa placidez de mi espíritu... Al contemplarte, apenas el juvenil enjambre de mis dichas serenas apartárase un punto con temblorosa planta... ... | |
Hubo un antiguo liceo, unos cuadernos que forraste con las frases que más te protegían. Y hubo invierno en aceras encogidas hacia única puerta de colores reglamentarios. Los ómnibus les hacían transfusiones a las aulas, las asignaturas se barajaban con urgencias cotidianas. ... | |
Nada de nada: es todo. Así te quiero, nada. ¡Del todo!... Para nada. (Fuente: Jorge Carrol) | |
Me he acercado hasta el puerto. Chillan hierros mojados y una grúa resopla. Los obreros trabajan y maldicen a ratos. -¿Un cigarro, buen hombre? Buen hombre me ha escupido su silencio. Buen hombre me ha plantado con unos ojos claros todo su desprecio. Los hombres ... | |
Es la musa que anima a los poetas que van al cafetín de tarde en tarde. Mientras hablan de versos y cometas, la cafeína en sus cerebros arde. Allí Mendoza, Suárez, Castrorrivas, -fumadores, humosos, tabacales- concentrando sus fuerzas volitivas construyen mil cajitas musicales. ... | |
Ejercita su vientre y me convida, casi lateral, a proponer un ciclo en la geometría del movimiento. No tan joven, la muchacha que ejercita su vientre en los salones colectivos, quisiera también una mano deslizada, un masaje en la espalda, una porción de crema en los intersticios... | |
Parada sobre la piedra que aún no puede asir mi planta soporto la tempestad de tus ojos he de caer o miraré para siempre la profundidad de tus aguas | |
Y temes que otro amor mi amor destruya? qué mal conoces lo que pasa en mí; no tengo más que un alma, que es ya tuya, y un solo corazón, que ya te di. ¿Y temes que placeres borrascosos arranquen ¡ay! del corazón la fe? Para mí los placeres son odiosos; en ti pensar es todo mi placer. ... | |
Esta sin arrogancia no ha reclamado nunca mi soledad vencida. Ni esa que extraviada en los jardines puede olvidar el sitio de cada mano, ni la que demorándose en alcoholes puede decir el sitio de cada beso. Ni tan siquiera aquella que en su boca es culpable ... | |
Vengo de mitos desbaratados donde se quiebra el tiempo. Armo en mi ser nuevas estructuras. necesito el mármol de las viejas creencias para apoyarme en algo. Definitiva ha sido mi luz y mi ceguera, ha sido tajante su alucinada escarcha y mi intento triste de huir de cualquier dogma. ... | |
Cuando me pierda en la cuenta de los números desordenados que tu cuerpo sea caricia donde repose el uno y el cero cae la gota de agua y en el tres sucede el asalto a los labios el cuatro y el cinco entre murmullos de pájaros despiertos después ciento mil el río que fluye hasta fundirse ... | |
¡Ah! ¡Mi vida! Te amo, te amo ¿has entendido?. Estoy loco por ti, loco de mil locuras, y aun digo palabras que son siempre las mismas, te amo, como se ama sólo una vez, sólo una ... ¡Te amo ! ¿ Me comprendes? ¿Te ríes? ¿Soy estúpido? pero ¿ que quieres que haga para que al fin me entiendas, ... | |
¡Ay! ¡Juguemos, hijo mío, a la reina con el rey! Este verde campo es tuyo. ¿De quién más podría ser? Las oleadas de la alfalfa para ti se han de mecer. Este valle es todo tuyo. ¿De quién más podría ser? Para que los disfrutemos los pomares se hacen miel. ... | |
Filo la oscuridad filo encendido llama llamarada. Mujeres de carne y verso. Antología poética femenina en lengua española del siglo XX. Edición de Manuel Francisco Reina. La esfera literaria. 2002 | |
Ruge el mar, y se encrespa y se agiganta; la luna, ave de luz, prepara el vuelo y en el momento en que la faz levanta, da un beso al mar, y se remonta al cielo. Y aquel monstruo indomable, que respira tempestades, y sube y baja y crece, al sentir aquel ósculo, suspira... y en su cárcel de rocas... ... | |
La madrugada en que los gallos se volvieron locos y la Torre de Pisa fue mutilada por cantar cantares de Ezra Pound. La noche en que los gatos desollados vivos por el celo arañaban el aire del tejado y el amante de la adúltera abandonaba el lecho tibio para que el engañado ... | |
Mientras te quitas los zapatos piensas en la poesía, sabes que alguna vez escribirás algo parecido a un gran poema, pero sabes que de nada sirve acumular materias primas para cuando llegue la ocasión. Puedes ponerte de pie y gritarle a tu propio fantasma que es hora de poner manos a la obra. ... | |
La dulzura de recordar el sol en la espiral del sueño y el vano poder de haber ido tan lejos. Es tan extraño perdurar, oír aún la lenta letanía de los huesos y el hechizo del mundo. Déjame ver, déjame ver: sin duda, alguien me condujo hasta aquí y se oculta, alguien cubierto de grandes praderas, ... | |
Puntos de luz recorren la grama, el viejo sillón verde que da hacia la ventana está mullido y suave y el viento levanta las ligeras cortinas hasta el cielo. La puerta de la habitación trae sonidos del pasado y casi puedo escuchar el frío de los árboles que chocan entre ellos. ... | |
Me despertó en la noche tremenda pesadilla qué es lo que tengo, me dije, ¿ya no le quiero? Susurraba una lechuza se columpiaba una rama habían dos pescados y una manzana. La noche era callada los pescados no hablaban la noche era estrellada eran las seis moradas. ... | |
Estás hecha de luz y de montaña, de jirones de piedra y ríos que te trenzan al descender. Estás hecha de nombres caídos de barrios desalentados de feos monumentos que buscan tus raíces más allá de toda certidumbre. Eres oscura y constante en tu destierro, ... | |
Queríamos a Brando acá en el bote queríamos recuperar a Brando que llevaba siete años de prenda de guerra encarcelado en la Capilla Sixtina convertida en celda de la conciencia por los disciplinantes milenaristas Pero los milenaristas no lo querían soltar Estaban embelesados con la captura ... | |
Cuatro muros me encierran y animales domésticos y niños. No importas tú. Vivo un mundo que tampoco me importa. Otra vez interrumpes. Voy a estallar. ¡Cuidado! La sombra entre mis sueños, la bestia que me alcanza, las pezuñas ruidosas: todo eso soy yo. | |
No ha muerto. Ha iniciado un viaje atardecido, de azul en azul claro de cielo en cielo ha ido por la senda del sueño con su arcángel de lino. A las tres de la tarde hallará a San Isidro con sus dos bueyes mansos arando el cielo límpido para sembrar luceros y estrellas de racimos. Señor, ... | |
De los cabellos pezuñas endiabladas, corazones configurados por la ausencia de los sonidos en la flor azul sobre el tejado rojo Los moribundos no alcanzaron la altura del disco rayado De los peregrinos sobre las huellas bajo los tallos gigantes en las axilas de la mujer santa. ... | |
