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25 poemas aleatorios | |
Yo sé que efectivamente he debido ir aquella tarde, despacio, a mirar mis figuras preferidas viajando, por el aire, — heridas y lentas de aire — en el aire declamatorio de fin de semana. Sé que me hubiera gustado, además, verme allí retratado como al fondo de un grupo de estudiantes... | |
No habrá nunca una puerta. Estás adentro y el alcázar abarca el universo y no tiene ni anverso ni reverso ni externo muro ni secreto centro. No esperes que el rigor de tu camino que tercamente se bifurca en otro, que tercamente se bifurca en otro, tendrá fin. Es de hierro tu destino como tu juez. ... | |
Cuando en la noches pálidas de luna cerca de tu ventana una por una me cuentas tus hermosas ilusiones, cuando de tu mirada soñadora el rayo como lumbre de un aurora ahuyenta mis enjambres de visiones; cuando reclinas blanda la cabeza en mi hombro y disipas mi tristeza ... | |
Cúbrete el rostro y llora. Vomita. ¡Sí! Vomita, largos trozos de vidrio, amargos alfileres, turbios gritos de espanto, vocablos carcomidos; sobre este purulento desborde de inocencia, ante esta nauseabunda iniquidad sin cauce, y esta castrada y fétida sumisión cultivada en flatulentos ... | |
Regresa la palabra de su exilio a dar de vez en cuando lo indecible: lo hermoso de hacer pausa a distancia de beso. La palabra regresa inmersa en el silencio y limpia de banalidades, baila con nuestro sentimiento: la calle paralela ya real. Misiva es tu mirada: detrás de la emoción ... | |
Me dieron a escoger: hogar o gloria, y en mis manos pusieron el mandato seis años nada más que es un buen rato para abrirme las puertas de la historia. No sé si fue una pírrica victoria que ahora reflexiono y aquilato: metí amor y familia en un retrato y fue el poder la línea... | |
Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa, donde nos haces una falta sin fondo! Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá nos... | |
Las tierras, las tierras, las tierras de España, las grandes, las solas, desiertas llanuras. Galopa, caballo cuatralbo, jinete del pueblo, al sol y a la luna. ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar! A corazón suenan, resuenan, resuenan las tierras de España, en las... | |
Tengo 40 años, bueno... 43, pretendo no pasar por un hombre serio He tenido mis fracasos pero no por eso practicaría yoga, soy un bebedor social, lo malo es que casi nunca ando solo y no es que no sea un solitario ...Ud. me entiende ya no voto a nadie, dicen que está mal hacer eso, ... | |
terriblemente tuya acudo noche a noche a la inquietud de tu cama, bric-a-brac, bric-a-brac, bric a brac, los grillos nos espían, un torrente de mariposas cubre la desnudez de nuestros cuerpos... | |
Los mangos en el plato como en desmesurado desierto no se asoman al tiempo. No abren sus fisuras de luz ni vibra la cerrazón de su carne, carne compacta que transcurre para nada, carne de monja. Y en la geometría del cuarto son el planeta inmóvil, la cosa oscura que no sabe ... | |
Hay muchos trenes falsos. Es fácil confundirlos con los trenes auténticos. Casi todos los llaman también trenes: los revisores los ferroviarios los carteristas los viajeros casi sin excepción y hasta yo mismo cuando no quiero dar muchas explicaciones. Trenes sólo son los que parten de noche. ... | |
Oh, mi ciudad querida!, hoy tan lejana y tan inaccesible a mi deseo, que al evocarte en mi memoria creo que fuiste un sueño de mi edad temprana. Te evoco así, como a quimera vana, y al evocarte, sin cesar te veo resplandecer bajo el ardor febeo sobre la gran quietud... | |
desafiamos al tiempo montadas en el arco del triunfo saldado el viejo error lo demás es peaje - la ley de gravedad que hace lo suyo un temblor de violencia al despertar - no habrá estatuas de sal en esta fiesta la cuenta regresiva le oprime el corazón a la piedad nada de palabritas ... | |
De vértices quemados de subsueño de cauces de preausencia de huracanados rostros que trasmigran de complejos de niebla de gris sangre de soterráneas ráfagas de ratas de trasfiebre invadida con su animal doliente cabellera de líbido su satélite angora y sus ramos... | |
En el calor del trópico En el silencio de la noche En el murmullo del mar En el rozar del viento En el sol ardiente En el canto del ave En el rosado amanecer En el apacible ocaso En la turbulencia del huracán En la brisa matinal En la ausencia de nuestra voz En el recuerdo de nuestro tiempo ... | |
El animal totémico con sus uñas de luz, los ojos que junta la oscuridd debajo de la cama, el ritmo misterioso de tu respiración, la sombra que tu sudor dibuja en el olfato, el día ya inminente. Entonces me enderezo, todavía batido por las aguas del sueño, vuelvo de un continente ... | |
¿Con quién habla Virginia caminando hacia el agua? Si tú me vieras caminando a esta hora hacia el río me dirías: mujer ¿en dónde está tu hogar? ¿dónde tus hijos? ¿Dónde los sacos de lana, el tambor de bordar, la sartén en el fuego, el té del atardecer, ... | |
En casa ajena siempre, camino del destierro, al filo de terribles madrugadas, huyendo de lugares y gentes conocidas, rumbo a la incomprensión, de cara a lo imposible, roturar los calveros del silencio y el luto amenazantes, abrir los brazos a lo imprevisible y en vértices y aristas del poliedro ... | |
¿Es que en verdad se vive aquí en la tierra? ¡No para siempre aquí! Un momento en la tierra, si es de jade se hace astillas, si es de oro se destruye, si es plumaje de ketzalli se rasga, ¡No para siempre aquí! Un momento en la tierra. | |
Me quité de en medio para no estorbar, por no gritar más versos quejumbrosos. Me pasé muchos días sin escribir, sin veros, sin comer más que llanto. Me subí a la azotea, y me quité la vida de la pena y me dejé la pena de la vida para evitar aquella muerte lenta, de sufrir a lo loco sin ilusión ... | |
Extranjero, tú que no pudiste ver los ahorcados, abuelos, padres, alucinados alguna vez, constructores, del marfil en Ifé o Benin, príncipes amurallados Tú que no puedes imaginar este mar lleno de muertos Este país como una obscena laguna, como un umbral de maliciosos recuerdos ... | |
Eras en aquel tiempo rubia y grande, sólida espuma ardiente y levantada. Parecías un cuerpo desprendido de los centros del sol, abandonado por un golpe de mar en las arenas. Todo era fuego en aquel tiempo. Ardía la playa en tu contorno. A rutilantes vidrios de voz quedaban reducidos las algas, ... | |
Como un pájaro ciego que vuela en la luminosidad de la imagen mecido por la noche del poeta, una cualquiera entre tantas insondables, vi a Casal arañar un cuerpo liso, bruñido. Arañándolo con tal vehemencia que sus uñas se romían, y a mi pregunta ansiosa respondió que adentro ... | |
Doblo la página del día, escribo lo que me dicta el movimiento de tus pestañas.* Entro en ti, veracidad de la tiniebla. Quiero las evidencias de lo obscuro, beber el vino negro: toma mis ojos y reviéntalos.* Una gota de noche sobre la punta de tus senos: enigmas del clavel.* ... | |
