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25 poemas aleatorios | |
Un hombre deseaba violentamente a una mujer, a unas cuantas personas no les parecía bien, un hombre deseaba locamente volar, a unas cuantas personas les parecía mal, un hombre deseaba ardientemente la Revolución y contra la opinión de la gendarmería trepó sobre muros ... | |
Vienen las horas, horas de cielo azul, y de verano, sobre la copa verde. Vienen sobre las velas de la mar del sur y luego sobre los hombres vienen. Crujen al paso del timón y saltan, y desde entonces saltan sobre los meses. Y un caracol de manos entre la espuma coge su mes de plata ... | |
V Era entonces de Toledo por el rey, gobernador, el justiciero y valiente don Pedro Ruiz de Alarcón. Muchos años por su patria el buen viejo peleó; cercenado tiene un brazo, mas entero el corazón. La mesa tiene delante, los jueces en derredor, los corchetes a la puerta y en la derecha el bastón. ... | |
Aeri, en la grisor de la pedra, en el vent, entre els crits de les gralles iròniques, t’inclines, abstret damunt de l’arpa, a la música ardent. Però una herba se’t mou sobre les cordes fines. Ara és verda i menuda aquesta arpa, que duu al teu cos mineral una trèmula saba del juny... | |
Mis huesos irradian luz y mi mano se hace transparente El truco... | |
1 Yo te traje este dolor. Ya no pude mantenerlo apartado de ti. A cada instante me persuadía de esto y en mi angustia boyaban las víctimas que fui asfixiando en mi memoria. Era gente sin nombre. Jamás se advirtió la desaparición de una. Lo que me consume es el ansia de no repetirme, ... | |
¡Ave Cesar! Herido voy, herido; no me alienta la muchedumbre que en el circo clama, y entona canto a la verde rama que allí en a sien del vencedor se ostenta. La misma multitud es la que afrenta al que en la lucha desigual, se inflama, y al fin sucumbe, sin honor ni fama, la espada rota y la cerviz ... | |
Mientras penetro en ti Sonámbula Dentro de ti está un yo Penetrando una tú Los veo claramente... | |
Es hermoso este gato de color de paraguas mojado por la lluvia. Miro su desamparo en medio de la calle, miro su islita negra de terror y de asombro. Podría tocar la noche y su silencio si acercase mi mano a su congoja, sentir entre mis dedos la esperanza de alguien o quizás a Dios... | |
En cada esquina esperaré la casualidad de verte entre la gente y extenderé la urgida mano para mendigarte centavos de tu recuerdo o lo que alcance la generosidad de tu memoria... Selección del autor | |
Me da miedo ese chorro, buen recuerdo, señor fuerte, implacable cruel dulzor. Me da miedo. Esta casa me da entero bien, entero lugar para este no saber dónde estar. No entremos. Me da miedo este favor de tornar por minutos, por puentes volados. Yo no avanzo, señor dulce, recuerdo valeroso, ... | |
Desnuda me miro en el espejo perturbable. No tengo rostro mi signo del zodiaco es el desorden. Sola estoy cuando podría ser otra vez el lento obstinado presagio de tus dedos. Este es sólo el exordio del placer. Después vendrá la imagen de tu boca atravesando un claro en la arboleda. . ... | |
Sangro de veras sangro luz que se escapa y es en mí dondelas cabalgaduras se reúnen para arrancar con orlados cascos ancas de piedra atesorada la asesina vegetación del tomillo y las llamas de mayo. También arrastro mi sueño como un vestido manchado sucio y celeste ... | |
Por culpa de nadie habrá llorado esta piedra. Habrá dormido en lo aciago de su madre esta piedra precipicia por unimiento cerebral al ritmo de donde vino llameada y apagada, habrá visto lo no visto con los otros ojos de la música, y así, con mansedumbre, acostándose ... | |
Aturdidos de tanto saber y de no entender nada las cenizas de la memoria se esparcen en el aire Una cucharada más de polvo, tan sólo otra cucharada de nostalgia. Abre la boca, niña, come y calla. Cruel alimento es la nostalgia, naufragio desolado de la vida, ... | |
aHay un toro de tierra extraviado dentro de cada uno de nosotros. A solas, sin descanso, sin manada, recorre el laberinto de las venas. Vaga como un presagio piel adentro y la luna lo asiste en su tristeza. No le teme a Teseo. Va buscando nuestra razón de ser y su... | |
Con ojos que te sieguen huidiza, soy el azor de tus benditos senos: palomas que arrullando inflan el buche, vasos que crecen a un divino fuego. Y en verdad que tu vientre primerizo, ni blanco ni moreno, calladamente se deforma en cantaro a la presion continua del misterio. Ah, si me fuera dado ... | |
Se distraen las penas en los cuartos de hotel con el heterogéneo concurso divertido de yanquis, sacerdotes quincalleros infieles, niñas recién casadas y mozas del partido. Media luz... Copia al huésped la desconchada luna en su azogue sin brillo; y flota en calendarios, en cortinas polvorosas ... | |
Esta mañana de metales mórbidos la brisa duerme. El humo de las fábricas inserta el horizonte de inmensas rosas malvas deshojadas. Pero mi corazón está tranquilo. La noche le rindió sus apagadas distancias, sus luceros iluminaron besos y miradas. Se levantan los ruidos. ... | |
Hoy dejé la ciudad mientras dormía. Sé que no he de volver, y ella lo sabe. Tal vez, pasado el tiempo, todo acabe por ser tan sólo el sueño en donde huía la sombra vertical de un mediodía cuya imagen conservo como un grave ciprés que va a caer. Giré la llave y entonces comenzó la lejanía ... | |
Un día desperté había sobre la tierra enmohecida una serpiente larga del color de las ciénagas, la tomé por la cola: estaba muerta. Esa noche soñé con un campo de trigo que mecía el invierno, con una casa blanca de madera y dos siluetas entre la neblina. Una de ellas se fue, pero la otra, ... | |
un gato atormentado por la luna anillo de sombras gladiolas más allá tú sueñas una isla para mi extravíofinal Selección: Alberto Martínez-Márquez | |
Venga un rasgueo y ahora, con el permiso de ustedes, le estoy cantando, señores, a don Nicanor Paredes. No lo vi rígido y muerto ni siquiera lo vi enfermo; lo veo con paso firme pisar su feudo, Palermo. El bigote un poco gris pero en los ojos el brillo y cerca del corazón el bultito del cuchillo. ... | |
Anoche me acosté con un hombre y su sombra. Las constelaciones nada saben del caso. Sus besos eran balas que yo enseñé a volar. Hubo un paro cardíaco. El joven nadaba como las olas. Era tétrico, suave, me dio con un martillo en las articulaciones. Vivimos ese rato de selva, esa salud ... | |
Oh, tú, que me subyugas. ¿Por qué has llegado tarde? ¿Por qué has venido ahora cuando el alma no arde, cuando rosas no tengo para hacerte con ellas una alegre guirnalda salpicada de estrellas? Oh, tú, de la palabra dulce como el murmullo del agua de la fuente; dulce como el arrullo ... | |
