|
25 poemas aleatorios | |
Era un caballo rojo galopando sobre el inmenso río. Era un caballo rojo, colorado, colorado como la sangre que corre cuando matan a un venado . Era un caballo rojo con las patas manchadas de angustioso cobalto. Agonizó en el río a los pocos minutos. Murió en el río. La noche fue su tumba. ... | |
Ved en sombras el cuarto, y en el lecho desnudos, sonrosados, rozagantes, el nudo vivo de los dos amantes boca con boca y pecho contra pecho. Se hace más apretado el nudo estrecho, bailotean los dedos delirantes, suspéndese el aliento unos instantes... y he aquí el nudo sexual ... | |
Solo, con mi esqueleto, mi sombra, mis arterias, como un sapo en su cueva, asomado al verano, entre miles de insectos que saltan, retroceden, se atropellan, fallecen; en una delirante actividad sin rumbo, inútil, arbitraria, febril, idéntica a la fiebre que sufren las ciudades. Solo, ... | |
El que fue paraíso de la casa se fue, y en su lugar vino el infierno: heme aquí desdichado después de venturoso. Llegó el ocaso del sol y le siguió una negra noche. (De:Poemas del fuego y otras casidas) Traducción: Teresa Garulo | |
I Hay que destruirse. Incendiarse. Romper con los recuerdos. Asaltar el crepúsculo. Robar la rosa extraña del jardín. Vivir en la violencia y no en el gris. Convertir el tiempo en pasión, hiedra sutil devoradora. No huir jamás de la mujer ni de la poesía, difíciles, pero reconfortantes. ... | |
Yo soy el hombre silencioso, silencioso para cantar. No sé del grito, del sollozo ni del ronco rumor del mar. Mi voz ungida en suavidades, que canta lo triste y lo mío, irá a través de las edades como el rumor de un claro río. No quiero que mi voz herida, ni que mi canción dolorida, ... | |
pertenezco a una raza de mujeres que se destruyen a medianoche insinúan perfiles voces rasgadas son ellas las que poseen el triste prestigio de abandonarse a la caída ellas las que saben de tiempos que no necesitan nombrarse agotarse olvidarse De: A fuerza de ciudad ... | |
Una novia en la playa... Una vela en el mar... Los péndulos de hojas, que cuelgan del cocal, tararean, ean, ean, la Oración del Jamás. Las gaviotas se cimbran en el vuelo fugaz con que las lleva al nido la luz crepuscular. Rojas brasas las rocas queman la flor de sal, que polvoreó sobre ellas la salobre ... | |
Se encumbró entonces el océano y nuestras pupilas miraban el portento sin todavía creerlo Escuchamos de nuevo las rompientes, las infinidades de islas subiendo igual que estrellas sobre el cielo Allí está el Pacífico hombre, allí, encima, de nuestras cabezas y no lo crees ... | |
¡Favor detente en la próxima estación! (Segunda Parte) En cada estación se ha quedado algo nuestro, en las despedidas, en los ojos, en nuestras bocas. Viene el misterio de la ausencia. Los días y las noches, las horas y segundos sumidos en una silla de vagón, mientras pienso en todo ... | |
Hoy recuerdo tu voz ida: como lamento marino azota mis oídos danzando por quebradas de aire, cayendo hacia mis aguas como cascadas interrumpidas.Pero nunca antes recordé voces. Ahora la tuya no me da tregua: es un caudal que me fluye hacia la fuente en la cual tú ya fuiste ... | |
Si al menos me hubieran dicho: afilarás tu espada, bruñirás tu yelmo, levantarás tu peso y sediento, sucio y aterrado, arderás de sal para perderte por mucho tiempo, podría haber elegido quedarme bajo el encino respirando sombra y dejando a otros los sueños de imperio. Sin... | |
Una vez planté un ciprés. De mi tamaño. Verja le dí, no tapia. Agua y luz. Malvarrosa cobijo en las adelfas y sobre el ficus verde compañía. Lo ví crecer llamado a ser más alto que mis generaciones, varón y hembra a la vez capaz de autoengendrarse. Le ví mirarme por las rendijas de la luna ... | |
Dios está aquí, sobre esta mesa mía tan revuelta de sueños y papeles; en esta vieja, azul fotografía de Grindelwald cuajada de claveles. Dios está aquí. O allí: sobre la alfombra, en el hueco sencillo de la almohada; y lo grande es que apenas si me asombra mirarlo compartir mi madrugada. ... | |
Empieza empiezoes el comienzo el albadel día primero del único estáticoinmutable rompe la luzo continúa matiz sonoro de la sombra quiebra desasosiega la cornisa liviana un cuerpo se despereza y otro repliega su fatiga y aún otropenetra en otro o abandonalo que fue penetración ... | |
El mirlo, la gaviota, el tulipán, las tuberosas, la pampa dormida en Argentina, el Mar Negro como después de una muerte, las niñitas, los tiernos niños, las jóvenes, el adolescente, la mujer adulta, el hombre, los ancianos, las pompas fúnebres, van girando lentamente con el mundo; ... | |
Hombro Se te sube el desdén o se te baja, por el pesar te abates y sumisa se te cuelga del frio la camisa cuando el invierno a?la su navaja. Al buscar el refugio y la migaja, tu relieve de ornato y de repisa confunde a la paloma, que improvisa el canto arrullo con que te agasaja. Sitio escogido... | |
aquel mundo espléndido descubierto a los nueve años cuando leído fue un libro cuyos personajes discutían la redacción de sus propias aventuras, escritas por un árabe, nigromante, erudito. 2ª: el pubis de aquella morena adolescente donde apenas asomaba... | |
Por qué persistes, incesante espejo? ¿Por qué duplicas, misterioso hermano, el movimiento de mi mano? ¿Por qué en la sombra el súbito reflejo? Eres el otro yo de que habla el griego y acechas desde siempre. En la tersura del agua incierta o del cristal que dura me buscas y es inútil... | |
La guitarra tiene el alma de una niña de ojos claros. En su caja guarda un nido tembloroso de gorjeos. A jardín por primavera su cordaje yo comparo: la tonada es una fuga de nostálgicos deseos que susurran los ensueños de la niña de ojos claros. Es un alma que ve rojo, ... | |
Tan sencillo este amor, tan luminoso, y tú no aciertas nunca a saber de verdad lo que me pasa. Lo que me pasa, amor, es que te quiero, es que el aire se agrupa de corceles, golondrinas de mar, garzas azules. Lo que te ocurre, amor, es que eres tonto, que mi amor se ha quedado ... | |
Sol negro. De una mar, de una mar muerta, la empujó un mal viento. Carabela negra, cargada, hundida de huesos. Mar negro. De: Marinero en tierra | |
Nací a la orilla del desierto. Hijo de la sal y el vértigo, miembros anquilosados por la lengua de arena que nos forma. Somos todos prófugos del viento. Aquí ocurre que no hay agua, sino estéril sed y sonoro silencio. Ocurre que la falda de una mujer suda la materia de nuestros ruegos. ... | |
Muerte Mírame aquí, de pie, sobre mi muerte, ávida sombra de temblor nacida, compacta soledad que me intimida, carroña en flor que mi intuición advierte. Mañana, sí, mañana estaré inerte. Más hoy marcho de pámpanos vestida al pagano festín que da la vida por cortar... | |
Nunca más vean mis ojos cosas que le den placer hasta tornaros á ver. Si pudiese con la vida recobrarse el bien perdido, yo la doy por bien perdida, que el morir no es á medida del dolor que he padecido; y pues veros apartar fué causa de mis enojos, pues no queda que mirar ni lágrimas ... | |
