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listado de poemas en audio por primeros versos letra e

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2272 poemas con la letra "e"

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Pequeña crónica de Rosario Castellanos
Entre nosotros hubo lo que hay entre dos cuando se aman: sangre del himen roto. (¿Te das cuenta? Virgen a los treinta años ¡y poetisa! Lagarto.) La hemorragia mensual o sea en la que un niño dice que sí, dice que no a la vida. Y la vena mía o de otra ¿qué más da? en que el tajo suicida ...
Sorbos de luz (Del 1 al 15) de Juana Rosa Pita
Entre nuestras ciudades transita día y noche la caravana de la estrella. 2 Al ver de nuevo el sol hoy quise saludarlo, pero mi voz se había hecho añicos. 3 Ciertos bosques del Norte se han vuelto migratorios como los mitos y los cóndores. 4 Que te diga un pincel el color de nuestra...
Envejecimiento y estrés oxidativo de María Eloy - García
entre otras situaciones parece que la oxidación de las lipoproteínas de baja densidad eledéele juega un papel significativo en la aterogénesis el acúmulo de colesterol en las lesiones ateroscleróticas no se debe a la captación de eledéle por el receptor de eledéele del tipo estándar o brown ...
Mercado persa de Mahfud Massís
Entre pordioseros vestidos de mariposas, y piojos traídos del Himalaya, contemplo el vuelo del vendedor de ensueños y huevos mágicos. Hay una parca rodeada de flores, un asesino, una piedra escarlata, y yo, pobre, cubierto de manchas de resina, compro un pájaro en medio de la tormenta, ...
El escriba de Julio Iraheta Santos
Entre ruidos y signos electrónicos caminaste bajo el talco del tiempo. Tu mascarilla fue teatro sin espectadores, pusiste flores para alegrar la mesa, pero en tu casa había muerto la historia. Solo, terriblemente solo te arrastraste como un robot desorientado, leíste con avidez los símbolos ...
Arte poética de Pablo Neruda
Entre sombra y espacio, entre guarniciones y doncellas dotado de corazón singular y sueños funestos, precipitadamente pálido, marchito en la frente y con luto de viudo furioso por cada día de vida, ay, para cada agua invisible que bebo soñolientamente y de todo sonido que acojo temblando, tengo ...
Poemas que pedí prestados (2) de Carlos Trujillo
Entre sus mismas hojas la muerte juega a perderse Se acerca el día del juicio final, my crazy baby Sus hojas todas fresquitas...
Al Santísimo Sacramento (Fragmento) de Gerardo Diego
Entre tantas dudosas certidumbres que me mienten, halagan los sentidos, Tú, callado y sin nubes, tan desnudo, tan transparente de ternura y trigo ¿qué me quieres decir labios sellados desde tu oculto y cándido presidio? ¿Qué me destellas, ay, qué me insinúas, qué me quieres, Amor, Secreto mío? ...
El mar sigue adelante de José Emilio Pacheco
Entre tanto guijarro de la orilla no sabe el mar en dónde deshacerse ¿Cuándo terminará su infernidad que lo ciñe a la tierra enemiga como instrumento de tortura y no lo deja agonizar no le otorga un minuto de reposo? Tigre entre la olarasca...
El mar sigue adelante de José Emilio Pacheco
Entre tanto guijarro de la orilla no sabe el maren dónde deshacerse ¿Cuándo terminará su infernidad que lo ciñea la tierra enemiga como instrumento de tortura y no lo deja agonizarno le otorga un minuto de reposo? Tigre entre la olarasca de su absoluta impermanencia ...
Arte poética de Juan Gelman
Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío, como un amo implacable me obliga a trabajar de día, de noche, con dolor, con amor, bajo la lluvia, en la catástrofe, cuando se abren los brazos de la ternura o del alma, cuando la enfermedad hunde las manos. A este oficio me obligan los dolores ...
Discurso por las flores de Carlos Pellicer
Entre todas las flores, señoras y señores, es el lirio morado la que mas me alucina. Andando una mañana solo por Palestina, algo de mi conciencia con morados colores tomó forma de flor y careció de espinas. El aire con un pétalo tocaba las colinas que inaugura la piedra...
Las campanadas de l’Horloge de Rogelio Saunders
Entre todo lo que leemos sólo subsiste un oh . Así también en Conrad. He mirado a través de cientos de ventanas y no he visto. Ciego, palpo como una hormiga. Alcanzado el mayor refinamiento la fuerza última es sólo debilidad. Hemos sido derrotados por el saber. ...
Casablanca de Angeles Mora
Entre todos los bares de este mundo he venido a este bar para encontrarte furtiva como siempre para rozar la piel de tus esquinas. Y cómo me hace daño tu cansancio ya sabes que mañana es cada lunes esa vieja, tristísima, memoria de buscarle sentido a algo que bulle ...
Serranilla V de Marqués de Santillana
Entre Torres y Canena, açerca de Salloçar, fallé mora de Bedmar sanct Jullán en buen estrena. Pellote negro vestía, e lienços blancos tocava, a fuer dell Andalucía, e de alcorques se calçava. Si mi voluntad agena no fuera en mejor lugar, no me pudiera escusar de ser preso en su cadena. ...
Entre de Idea Vilariño
Entre tus brazos entre mis brazos entre las blandas sábanas entre la noche tiernos solos feroces entre la sombra entre las horas...
Entre de Idea Vilariño
Entre tus brazos entre mis brazos entre las blandas sábanas entre la noche tiernos solos feroces entre la sombra...
Verdad bronca de Elías Nandino
Entre tus piernas y las mías hay un axioma que no admite teorías.
Entro en la fiebre (XXI) de Lucía Estrada
Entro en la fiebre. Desde mi ventana veo el nacimiento de los mares, colinas que la espuma reviste, novias muertas, sumergidas. Temo ser encontrada con esa visión, que descubran mi deseo de correr tras una legión de ahogados. El cuerpo se precipita, resplandece. Soy una con el todo; ...
Reposo de Blanca Wiethüchter
Entro en mi casa y me alojo en su centro esperando la temperatura que enmudece los ruidos inútiles. En un andar del silencio comienza el mundo en un olor a fuego en una hoja en un cambio de sábanas en una gana de hacer cosas no siempre precisas. Ya no soy la misma y mis pasos ...
El peso de una chispa de David Huerta
Entro en una gasa letárgica hecha de fantasma y Purgatorio. Está detrás de una velocidad de párpado la fractura de una Afirmación. Pero yo nada puedo ya afirmar en esta ensordecedora negociación de bien, mal, política, moralidad. Entro y salgo de vestiduras tensas, la Afirmación ...
Envilece, Devora... de José Martí
Envilece, devora, enferma, embriaga La vida de ciudad: se come el ruido, Como un corcel la yerba, la poesía. Estréchanse en las casas la apretada Gente, como un cadáver en su nicho: Y con penoso paso por las calles Pardas, se arrastran hombres y mujeres Tal como sobre el fango ...
Abuelos (V) de José Antonio Cedrón
Envolvieron su cuerpo en la mantilla blanca manchada con el vino de la frente. Pronto será de noche sobre esa cruz de viento. Nadie sabrá qué hacer con tanto polvo.
Transfiguración-Mañana de Luz Méndez De La Vega
Envuelta. Penetrada. Transfigurada en diáfano olvido. Vuelta universo de claridades sobre la eternidad de un tiempo sin medida. Vencedora de mi propia sombra son presencia triunfal sobre la muerte, por la fértil raíz crecida desde mi semilla de carne y de palabras en transitorio peregrinaje, ...
El faro de Malta de Angel Saavedra, Duque de Rivas
Envuelve al mundo extenso triste noche, ronco huracán y borrascosas nubes confunden y tinieblas impalpables el cielo, el mar, la tierra: Y tú invisible te alzas, en tu frente ostentando de fuego una corona, cual rey del caos, que refleja y arde con luz de paz y vida. En vano ronco el mar alza ...
Libro de buen amor (Enxienplo del lobo...) de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita
ENXIENPLO DEL LOBO E DE LA CABRA E DE LA GRULLA El lobo a la cabra comiala por merienda, atravesosele vn veso, estaua en contienda, afogar se queria, demandava corrienda, físicos e maestros que queria fazer enmienda. Prometio al que lo sacase tesoros e grand riqueza. ...
El INRI de los paisajes de Raúl Zurita
Epílogo Cientos de cuerpos fueron arrojados sobre las montañas, lagos y mar de Chile. Un sueño quizás soñó que habían unas flores, que habían unas rompientes, un océano subiéndolos salvos desde sus tumbas...
Epístola satírica y censoria contra las costumbres presentes de los castellanos... de Francisco de Quevedo
Epístola satírica y censoria contra las costumbres presentes de los castellanos, escrita a Don Gaspar de Guzmán, Conde de Olivares, en su valimiento No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo. ¿No ha de haber...
Epitafio sobre ninguna piedra... de Octavio Paz
Epitafio sobre ninguna piedra: Mixcoac fue mi pueblo: tres sílabas nocturnas, un antifaz de sombra sobre un rostro solar. Vino Nuestra Señora, la...
Silencio de Jaime Siles
Equilibrio de luz en el sosiego. Mínima tromba. Ensoñación. Quietud. Todo: un espacio sin voz hacia lo hondo oculto.
Era apacible el día de Rosalía de Castro
Era apacible el día y templado el ambiente y llovía, llovía, callada y mansamente; y mientras silenciosa lloraba yo y gemía, mi niño, tierna rosa, durmiendo se moría. Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente! Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca la mía!
Era apacible el día de Rosalía de Castro
Era apacible el día y templado el ambiente, y llovía, llovía callada y mansamente; Y mientras silenciosa lloraba y yo gemía, mi niño, tierna rosa durmiendo se moría. Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente! Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía! Tierra sobre...
Era apacible el día de Rosalía de Castro
Era apacible el día y templado el ambiente, y llovía, llovía callada y mansamente; y mientras silenciosa lloraba yo y gemía, mi niño, tierna rosa, durmiendo se moría, Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente! Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía! Tierra sobre el cadáver insepulto...
Era... de Ricardo Quijano
Era como la superficie cubriéndose de niebla; cristalina en secreto, profunda para sí. Ahí perdura el reflejo incógnito. Era como la brisa desparramada por el viento, en brizna alegre al conocer el mundo. Era húmeda la piel, empapada el alma. Era como la canción de ser sin ser, al convertirse ...
Era con mucha noche de Macedonio Fernández
Era con mucha noche y grande soledad. Recuerdo su compañía que hubo y ya no había. Era la sola compañía del solitario en un camino que ante mí quisiera presentir. Alzóse figura que tan tierna me fuera alguien que me viera nacer, y yo vi morir.
Lázaro de Luis Cernuda
Era de madrugada. Después de retirada la piedra con trabajo, Porque no la materia sino el tiempo Pesaba sobre ella, Oyeron una voz tranquila Llamándome, come un amigo llama Cuando atrás queda alguno Fatigado de la jornada y cae la sombra. Hubo un silencio largo. ...
Made in Germany de Jesús Munárriz
Era de precisión su mecanismo: en el instante mismo del placer tibios, cálidos líquidos inundaban feraces su venero regando el gozo en gozo más ardiente, acoplando efusión a la fusión. Exacta sincronía, placentera, sorprendente aspersión, milagro...
El egoista de Manuel Altolaguirre
Era dueño de sí, dueño de nada. Como no era de Dios ni de los hombres, nunca jinete fue de la blancura, ni nadador ni águila. Su tierra estéril nunca los frondosos verdores consintió de una alegría, ni los negros plumajes angustiosos. Era dueño de sí, dueño de nada. ...
Era el abuelo de Miguel D´Ors
Era el abuelo y sus inmensas expediciones mirar qué oruga viva y la caja con sus agujeritos los zapatos lustrosos para los Reyes Magos el séptimo no hurtar las canicas el trompo el adelante mis valientes Supermán con su vista de rayos X pero la kryptonita era estar de vigía en la rama más alta ...
Lied I de José María Eguren
Era el alba, cuando las gotas de sangre en el olmo exhalaban tristísima luz. Los amores de la chinesca tarde fenecieron nublados en la música azul. Vagas rosas ocultan en ensueño blanquecino, señales de muriente dolor. Y tus ojos el fantasma de la noche olvidaron, abiertos a la joven canción. ...
La vida prenatal de Enrique Molina
Era el corazón de mi madre Aquel tam tam de las tinieblas Aquel temblor sobre mi cráneo En las membranas de la tierra (La lenta piragua materna Un ritmo de espumas en viaje Una seda de grandes aguas Donde un suave trópico late) Día y noche su ceremonia -No había día ni había noche- ...
El beso del adiós de Manuel María Flores
Era el instante del adiós: callaban, y sin verse las manos se estrechaban inmóviles los dos. Almas que al separarse se rompían, temblando y sin hablarse se decían: He aquí el instante del postrer adiós . Doliente como el ángel del martirio ella su frente pálida de lirio tristísima dobló; ...
Orillas de Mayra Oyuela
Era el pasado un tren sin rumbo, llevaba por embestida la pólvora que en los ojos de mi padre apuntaba a su propia soledad. “El hombre nace para contemplar la tierra, la cosecha, los hijos y todas las mujeres iniciadas en ese arte llamado amor”. Quizás mi padre, en sus propio afán...
Rueda de fuego sin lágrimas de Winétt de Rokha
Era el tiempo inmóvil de la flor del jacinto; (cuando yo era como las manzanas). Y tú viniste, como todas las cosas, que se encienden en el universo: las tempestades, las sombras de la vida. Y sin embargo... venía tan nueva la composición de caminos debronce que andabas edificando. ...
Rosa mística de Gerardo Diego
Era ella Y nadie lo sabía Pero cuando pasaba los árboles se arrodillaban Anidaba en sus ojosel ave maría y en su cabellera se trenzaban las letanías Era ella Era ella Me desmayé en sus manos como una hoja muertasus manos ojivales que daban de comer a las estrellas Por el aire ...
El labrador avaro de Gonzalo de Berceo
Era en una tierra un omne labrador que usava la reja más que otra lavor; más amava la tierra que non al Crïador, era de muchas guisas omne revolvedor. Fazié una nemiga, suziela por verdat, cambiava los mojones por ganar eredat, façié a todas guisas tuerto e falsedat, avié mal testimonio ...
El vigilante de la nieve (VI) de Antonio Gamoneda
Era incesante en la pasión vacía. Los perros olfateaban su pureza y sus manos heridas por los ácidos. En el amanecer, oculto entre las sebes blancas, agnizaba ante las carre- teras, veía entrar las sombras en la nieve, hervir la niebla en la ciudad profunda.
Barcinos años de Francisco Caro
Era la ciudad de jaime gil era el solsticio, su nocturna impaciencia quien extendía un incendio de hogueras prevenidas por la cima vegetal de las terrazas eran brasa san juan y nuestros cuerpos, era la tarde en que ardían felices multitudes, ríos de cobre, jóvenes de...
Era la historia de un mar... de William Johnston
Era la historia de un mar que arrojaba una y otra vez el movimiento circular de una ola como si no se contentase con el argumento que, por única vez, todos nos bañamos en sus aguas y lo que trae la ola es nada más que el recuerdo de una mujer, en la orilla, que pensaba que el mar...
El príncipe de bruces de Roque Dalton
Era la hora de la injuria la fugaz época de la maldición cuando mi padre recomenzó en mí otra prueba. Yo era el único súbdito que le quedaba a su locura y aunque hasta entonces solía abofetearme de cuando en cuando me hizo el honor de confiarme la marca negra de la ceniza en la frente. ...