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listado de poemas en audio por primeros versos letra e

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1790 poemas con la letra "e"

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El infierno después del paraíso de Ibn Sara As-Santarini
El que fue paraíso de la casa se fue, y en su lugar vino el infierno: heme aquí desdichado después de venturoso. Llegó el ocaso del sol y le siguió una negra noche. De:Poemas del fuego y otras casidas Recopilación, edición y traducción de Teresa Garulo
La vieja fotografía de Eduardo Langagne
El que fui hace veinte años me mira en el reposo de su fotografía barbada y expectante. Va subiendo en el bonde del noble corcovado, habrá de retratarse otra vez junto al Cristo que observa a Guanabara con los brazos abiertos y señala los límites del mundo que protege. . ...
Habiendo muerto un Toro el caballo a un Caballero toreador de Sor Juana Inés de la Cruz
El que Hipogrifo de mejor Rugero, Ave de Ganimedes más hermoso, Pegaso de Perseo más airoso, de más dulce Arión, Delfín ligero fue, ya sin vida yace el golpe fiero de transformado Jove, que celoso los rayos disimula, belicoso, sólo en un semicírculo de acero. Rindió el fogoso ...
Nocturno amor de Xavier Villaurrutia
El que nada se oye en esta alberca de sombra no sé cómo mis brazos no se hieren en tu respiración sigo la angustia del crimen y caes en la red que tiende el sueño. Guardas el nombre de tu cómplice en los ojos pero encuentro tus párpados más duros que el silencio y antes que compartirlo ...
El que no aprende nunca de Raúl Gustavo Aguirre
El que no aprende nunca toca el fuego el que no aprende nunca da una mano, el que no aprende nunca vuelve a andar. El que no aprende nunca se golpea contra una pared y con la otra y después con la otra y con la otra y sigue caminando.
La condena de Felipe Benítez Reyes
El que posee el oro añora el barro. El dueño de la luz forja tinieblas. El que adora a su dios teme a su dios. El que no tiene dios tiembla en la noche. Quien encontró el amor no lo buscaba. Quien lo busca se encuentra con su sombra. Quien trazó laberintos pide una rosa blanca. El dueño de la rosa ...
Palabra del que vuelve de Odette Alonso
El que pregona la suerte tendrá que regresar las esquinas esperan líneas que son caminos para la madrugada. Nunca sabe por qué pero regresa riega su desventura la alcohólica muchacha entre los muros con la mano tendida. El descubre la suerte la del otro se echa a llorar en pleno laberinto ...
Comentario al escultor de Rosario Castellanos
El que se lamentaba de hacer su propia estatua con arcilla que pruebe las materias que nosotros usamos. Nosotros, es decir, los marginales: memoria, ensueño, humo, sueño, esperanza. Nada. De: Poesía no eres tú
Nostalgia de por la tarde de Eliseo Diego
El que tenía costumbre de poner las manos sobre la mesa blanca junto al pan y el agua, traje rugoso de fervor y alpaca, y aquella su esperanza filial en los domingos, ya no conmueve nunca el suave pensamiento de la fronda con el doblado consejo de su paso...
E... de Angela Ibáñez
El radar azul que une nuestras parábolas Es nadie, en la estratosfera vagando sin rumbo Centellean las coordenadas de la solar locura. Agónica palabra muerta que nunca nació Ni en los ojos ni en el camino de las manos, Que siempre fue un poema proyecto En la vieja lanzadera verbal. ...
Lady's Journal de Blanca Varela
El ratón te contempla extasiado la araña no se atreve a descender ni unmilímetro más sobre la tierra el café es un espectro azul sobrela hornilla dispuesto a desaparecer siempre oh sí querida mía son las siete de la mañana levántate muchacha recoge tu pelo en la fotografía descubre tu frente ...
El poeta de Eleazar Rivera
El reflejo de los libros me da asco Renuncio a la vida y a mi nombre muerto en el éxodo de mis escombros En mis desvelos habita el llanto de la luna Los ceniceros de Chicho Cuadra no me regalan ninguna profecía Caigo sobre una almohada Sueño gotea de mis ojos
El relámpago de José Acosta
El relámpago nace y no tiene tiempo de recordarse a sí mismo. Rasga el rostro del cielo, y no llega a comprender que es la única herida de la nada. ¡Quién pudiera escalar su esquelética forma de raíz para mirar por sus rendijas el escondite de Dios! ...
Retorno (1907) de Rubén Darío
El retorno a la tierra natal ha sido tan sentimental, y tan mental, y tan divino, que aún las gotas del alba cristalinas están en el jazmín de ensueño, de fragancia y de trino. Por el Anfión antiguo y el prodigio del canto se levanta una gracia de prodigio y encanto que une carne y espíritu, ...
Defensa de la metáfora de Luis Rogelio Nogueras
El revés de la muerte (no la vida) el que clama por agua (no el sediento) el sustento vital (no el alimento) la huella del puñal (nunca la herida) Muchacha antidesnuda (no vestida) el pórtico del beso (no el aliento) el que llega después (jamás el lento) la vuelta del adiós ...
Fábula de César Calvo
El Rey escucha sólo los pasos que se alejan, los disuelve en su sueño, ignora que es un sueño inacabable. Soñando despertarse, un río de oro cruza, corona roja, sobre el mundo. Se despierta entonces y su muerte desencadena el alba, la matanza.
Prisión de Don Alvaro de Luna. Pide ver al Rey, sin conseguirlo de Romancero Español
El rey se sale de misa de Santa María la Blanca; don Alvaro, el Condestable, con otros lo acompañaba. Díjole el rey en llegando, con enojo estas palabras: Partios de aquí, Condestable, que por vos me desacatan: por creer vuestros consejos mal me quieren en España; si por ende hacedes ...
Juglar de Rolando Faget
el río el juglar avanza bajoun cielomacizo sin miedo con su martirioluminoso (amargas uvas) lejos del corazón y de los ojos aquel juglar avanza duros dientes la muerte camina (paisaje de la luna) hacia este dulcepoeta secretamente hoy ...
Del río de María de los Reyes Fuentes
El río es como un brazo de justicia con su sentencia al fin: el tránsito, el ejemplo. Y en todos los rincones de la tierra brotan los ríos y los hombres, que fluyen, y discurren, que abocan en su mar tan sentenciado, definitiva fuente donde hundirse con el desgarramiento de la huida. ...
Baladilla de los tres ríos de Federico García Lorca
El río Guadalquivir va entre naranjos y olivos Los dos ríos de Granada bajan de la nieve al trigo. ¡Ay, amor, que se fue y no vino! El río Guadalquivir tiene las barbas granates. Los dos ríos de Granada uno llanto y otro sangre. ¡Ay, amor, que se fue por el aire! Para los barcos de vela, ...
Los jardines de Afrodita (I) de Francisco Villaespesa
El ritmo, el gran rebelde, me rinde vasallaje, y cuando quiero ríe, y cuando quiero vuela, y he domado a mi estilo como a un potro salvaje, a veces con el látigo y a veces con la espuela. Conozco los secretos del alma del paisaje, y sé lo que entristece, y sé lo que consuela, ...
Sobre las mesas: el destello* de Coral Bracho
El rizoma, como tallo subterráneo (...) tiene, en sí mismo, muy diversas for- mas: desde su extensión superficial ramificada en todos sentidos, hasta su concreción en bulbos y tubérculos. El deseo es un creador de realidad (...) produce y se mueve mediante rizomas, ...
Evocación de la doncella de Oscar Wong
El rostro dúctil de la niña, la sonrisa etérea de la niña, la cadera ansiosa de la niña, el rotundo bramido de las piernas de la niña. Retumba la ternura transparente en esta niña, el Amor transfigura el semblante complacido de la niña, la turbación retrocede ante el vigor minucioso de la niña. ...
El vacío en escena de Pablo Baca
El ruido de la heladera que cesa de pronto y se puede escuchar el murmullo del televisor en el cuarto. También me pareció escuchar la voz de mi hijo. No hay nada más y todo parece estar en orden, pero yo sé por dónde entra el vacío en esta escena. Pienso: yo mismo soy el vacío. ...
El sabio de Poesía náhuatl
El sabio: una luz, una tea, una gruesa tea que no ahuma. Un espejo horadado, un espejo agujereado por ambos lados. Suya es la tinta negra y roja, de él son los códices, de él son los libros de pinturas. El mismo es escritura y sabiduría. Es camino, guía veraz para otros. ...
Carta debajo del sapo de Daniel García Helder
El sapo común, que con la lengua caza los bichos al vuelo y salta, chueco, trillando los yuyos tórridos y espoleando las sombras, pardo, noctámbulo, bufón de la zanja, debe sin duda su aspecto al sapo singular del mundo de los arquetipos, que brinca sin hambre ni sed por la vegetación ...
Bombix mori (Gusano de Seda)-Lección séptima de Dulce María Loynaz
Él se crea su mundo y se lo cierra: (¡Sueña en romperlo pronto con dos alas!) Mas, luego viene el hombre y de aquel hilo -mínimo mundo, vuelo en la promesa-, hace un vestido para su mujer.
Lázaro de Alvaro Urtecho
El seco estrépito de un repentino alzarse de palomas estremeció mis pasos. Fue como si algo se me escapará de la carne, sorprendida su raíz. Como si al muerto que guardo le levantaran la losa y por el mundo caminara ya sin nada entre las manos.
Poemas (7) de Julia Otxoa
El secreto de la poesía pertenece más al náufrago que al navegante. *** Bajo la sandalia un círculo vacío, sobre el sombrero una mariposa. *** La libre posesión del dolor, su dulce sombra, rehaciéndonos de nuevo, diminutos. *** Permanecer en la inquietud, permanecer en la inquietud, ...
Siquiera este refugio (III) de Angel Campos Pámpano
El secreto del aire se cifra en la cal enlucida del muro. Piedra sobre piedra, en el muro reconoces la luz del día, el agua de la lluvia, la sombra vertical de los veranos. Tu nombre, escrito desde hace años sobre el muro, se agrieta por momentos y tiende a desaparecer. ...
Segador de Carlos Pellicer
El segador, con pausas de música, segaba la tarde. Su hoz es tan fina, que siega las dulces espigas y siega la tarde. Segador que en dorados niveles camina con su ruido afilado, derrotando las finas alturas de oro echa abajo también el ocaso. Segaba las claras espigas. Su pausa era música. ...
Sembrador de Carlos Pellicer
El sembrador sembró la aurora; su brazo abarcaba el mar. En su mirada las montañas podían entrar. La tierra pautada de surcos oía los granos caer. De aquel ritmo sencillo y profundo melódicamente los árboles pusieron su danza a mecer. Sembrador silencioso: el sol ha crecido por tus mágicas manos. ...
Exilio de Nicolás Guillén
El Sena discurre circunspecto; civilizada linfa que saluda en silencio sacándose el sombrero. Mi patria en el recuerdo y yo en París clavado como un blando murciélago. ¡Quiero el avión que me lleve, con sus cuatro motores y un solo vuelo! Brilla sangre en el pecho de esa nube que pasa lenta ...
Ser ante los ojos (A mediodía IX) de Gerardo Guinea Diez
El ser anida en el hombre y en el joven; una daga noble con alma de Toledo duerme en la esquina del tiempo; ellos son sueño, vigilia, polvo , atónita hasta el miedo, derrama su destello de oro y plata. Ellos se ven. Permanecen callados, la avara lengua les niega el vínculo. Siguen callados. ...
Ser ante los ojos (Al amanecer IV) de Gerardo Guinea Diez
El ser despojándose de su tintura, de su codicia, de su apetencia; el ser, devorándose a sí mismo; el ser y el hombre ¿el niño? apostilla de la soledad. El ser, anemia que provocó la insipidez de las horas y los días; el niño ¿el hombre? anticipo del ser, pregunta al revés, ...
Ser ante los ojos (Al atardecer XIII) de Gerardo Guinea Diez
El ser ha llegado, por fin, al umbral de los días nuevos, en su rostro se dibuja la ebriedad de la muerte, como la materia profunda de las piedras; ha reescrito a ciegas las señas de identidad de las heridas más profundas. Camina y calma su sed en los jardines desnudos que reflejan unos ojos ...
Ser ante los ojos (Al amanecer II) de Gerardo Guinea Diez
El ser resguardando lo verdadero y falso de nuestros espejos, ánimas desolladas por las hendeduras que nuestras sombras van dejando en los muros de calles de bisbiseos escatológicos, de manchas que testimonian tiempos escindidos, yugos floreados en llantos de olvidos; muros ...
Ser ante los ojos (En el umbral) de Gerardo Guinea Diez
El ser y todo el yo congregado, en la orilla del fin de siglo, en la pupila de un niño que jamás descifrará el cabreo del tiempo. El ser y todo el yo congregado. En la orilla del tiempo, en el margen más lejano, en donde nace el viento que sopla con la fuerza de Hércules. ...
Ser ante los ojos (A mediodía XI) de Gerardo Guinea Diez
El ser y todo yo congregado en un hondo corredor de espejos donde los sueños preceden al canto y al ingenuo entusiasmo de los hombres; el ser y todo el hedor de los prisioneros del tiempo, los que se quedaron en la orilla del reflejo; los que naufragaron y salieron a la playa ...
Ser ante los ojos (Al amanecer VII) de Gerardo Guinea Diez
El ser y un oleaje que sube, desde las paredes de la vieja casa, que sube, hasta las aturdidas torres, sitio de vigías y adormilados hombres que imaginan la ciudad, la de los perros callejeros, la de los muertos, la de las calladas avenidas, la ciudad, la del circo y sus tartamudos payasos, ...
Ser ante los ojos (A mediodía VIII) de Gerardo Guinea Diez
El ser, congregación de nubes en el cielo, níveo desierto que ordena en fila las viejas batallas. Al poniente, los lobos; al oriente, las oxidadas espadas en espera de reinos y fracasadas glorias. El ser, laberinto de tiempo detrás de la errante memoria, como los estoicos, balanza de espadas y cañones, ...
Realidad horizontal de Claudia Herodier
El siglo esta aquí, abierto ante los ojos. Trae consigo la voz alzada, la voz nacida de la profunda América. Esa voz que a veces es borbollón de sangre manando por una grieta, y a veces, tan sólo a veces, es grito abierto en el aire y alarido de parturienta. Mas quién va con ella... Quién... ...
El cisne troquelado (La locura) de Juan Luis Martínez
El signo de los signos / el signo de los cisnes. El troquel con el nombre de cualquiera: el troquel anónimo de alguno que es ninguno: El Anónimo Troquel de la Desdicha :SIGNE CYGNE Le blanc de le MallarméCYGNE SIGNE (Analogía troquelada en anonimia): el no compaginado nombre ...
Catástrofe en la cocina de Luz Méndez De La Vega
El silbato de las hirvientes jarrillas rompe el silencio oloroso a cebolla en las limpias y pacíficas cocinas que se llenan de su música arcaica de viejo ferrocarril en miniatura. Las jarrillas de silbato han sido hechas para aquellos que olvidan siempre apagar la hornilla, como yo, para preocupación tuya. ...
Maldad de Manuel Altolaguirre
El silencio eres tú. Pleno como lo oscuro, incalculable como una gran llanura desierta, desolada, sin palmeras de música, sin flores, sin palabras. Para mi oído atento eres noche profunda sin auroras posibles. No oiré la luz del día, porque tu orgullo terco, rubio y alto, lo impide. ...
Dormir acompañado de Jorge Ortega
El silencio es el arte de la quietud extrema, el voto de autosuficiencia que procura el vigilante de una noche sin sueño. Alguien duerme a mi lado desde hace media hora, alguien cuya respiración es un eco ilimitado en el brocal de mi cuerpo. Prohibido replegarse: ...
Carta para la víbora de Rodrigo Carrillo
El silencio te parece prestado que no es de tu talla nunca te has visto desnuda Hablas de la noche porque está en los relojes eres alérgica al terciopelo y a las estrellas por eso nunca te has vestido de gala Tus pláticas siempre son iguales sabes muy poco te gusta bordar defectos en la piel ...
ch- (de Urca *) de Graciela Cros
El silencio, tormenta del pasado, botín de incertidumbre, expande su contorno al revés de la lluvia queen Urca se retrae Ni sonar de teléfono ni puño que a la puerta golpee ni carta con vistosas estampillas de una ciudad al sur Curiosa caja china de mudez mercenaria:con ojos de muaré alguien ...
El silencio de Francisco Pino
El silencio, ¿un mutismo? ¿Musita el horizonte o tu propio interior? Griterío ese árbol de la caoba, ¿harina o tu propio interior? Lo salvaje, ¿esos tigres en oasis? ¿dormidos? ¿o tu propio interior? Te escuchas... ¡tan lejano!... ¿eres tú lejanía o tu propio interior?
Habaneras (II) de María Elena Blanco
el sillón, el luto eterno, la risa, las uñas metidas en la tierra o el fango señora de traspatio y gallinas, señora del jardín, o en la alquimia de una gastronomía acuosa (sopa de arroz, sopa de pescado) pastosa (tamal en cazuela, harina de maíz) untuosa (buñuelos, torrejas, quimbombó) ...