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listado de poemas en audio por primeros versos letra e

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1790 poemas con la letra "e"

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Metamorfosis de Luis G. Urbina
Era un cautivo beso enamorado de una mano de nieve que tenía la apariencia de un lirio desmayado y el palpitar de una ave en agonía. Y sucedió que un día, aquella mano suave de palidez de cirio, de languidez de lirio, de palpitar de ave, se acercó tanto a la prisión del beso, que ya no pudo más ...
Enumeraciones de Luis Eduardo Rivera
era un cuarto desnudo cuarto de rato con sus cuatro paredes pringadas de gemidos eran cuatro paredes impasiblesy sucias de tanto ocultar el amor a hurtadillas era una fría mesa sin sentido un banco un rollo de toilet ya prostituido y un gasneón insolente era una cama ocupaba ...
Del mancebo que se quería casar con tres mujeres de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita
Era un garçón loco, mançebo bien valiente, non quería cassarse con una solamente, sinon con tres mugeres: tal era su talente; porfiaron en cabo con él toda la gente. Su padre e su madre e su hermano mayor afincáronle mucho que ya, por su amor, con dos, que se cassase: primero con la menor ...
La rosa del jardinero de Hermanos Álvarez Quintero
Era un jardín sonriente; era una tranquila fuente de cristal; era, a su borde asomada una rosa inmaculada de un rosal. Era un viejo jardinero que cuidaba con esmero del vergel, y era la rosa un tesoro de más quilates que el oro para él. A la orilla de la fuente un caballero pasó, y la rosa dulcemente ...
Era un jardín sonriente de Hermanos Álvarez Quintero
Era un jardín sonriente; era una tranquila fuente de cristal; era, a su borde asomada, una rosa inmaculada de un rosal Era un viejo jardinero que cuidaba con esmero del vergel, y era la rosa un tesoro de más quilates que el oro para él. A la orilla de la fuente un caballero pasó, y la rosa dulcemente ...
El ladrón devoto de Gonzalo de Berceo
Era un ladrón malo que más querié furtar que ir a la eglesia nin a puentes alzar; sabié de mal porcalzo su casa governar, uso malo que priso, no lo podié dexar. Si facia otros males, esto no lo leemos, serié mal condempnarlo por lo que non savemos, mas abóndenos esto que dicho vos a vemos, ...
Nada de Carlos Pezoa Véliz
Era un pobre diablo que siempre venía cerca de un gran pueblo donde yo vivía; joven rubio y flaco, sucio y mal vestido, siempre cabizbajo... ¡Tal vez un perdido! Un día de invierno lo encontramos muerto dentro de un arroyo próximo a mi huerto, varios cazadores que con sus lebreles ...
Ocaso de Manuel Machado
Era un suspiro lánguido y sonoro la voz del mar aquella tarde... El día, no queriendo morir, con garras de oro de los acantilados se prendía. Pero su seno el mar alzó potente, y el sol, al fin, como en soberbio lecho, hundió en las olas la dorada frente, en una brasa cárdena deshecho. ...
casa de niebla de Blanca Mateos
era una casa de niebla en la cima de la nada con sus muros de basalto y al dintel la madrugada cuántos placeres nos daba reír con la luna blanca jugando a las escondidas con las horas que danzaban era una casa de niebla ahí en la cima y en la nada casa niña de inocencia ...
Sin llaves y a oscuras de Fabián Casas
Era uno de esos días en que todo sale bien. Había limpiado la casa y escrito dos o tres poemas que me gustaban. No pedía más. Entonces salí al pasillo para tirar la basura y detrás de mí, por una correntada, la puerta se cerró. Quedé sin llaves y a oscuras sintiendo las voces de mis vecinos ...
El vigilante de la nieve (X) de Antonio Gamoneda
Era veloz sobre la yerba blanca. Un día sintió alas y se detuvo para escuchar en otra edad. Ciertamente, latían pétalos negros, pero en vano: vio a los duros zorza- les alejarse hacia ramas afiladas por el in- vierno y volvió a ser veloz sin destino.
Oración por el hijo que nunca va a nacer de Luis Rogelio Nogueras
Éramos tan pobres, oh hijo mío, tan pobres que hasta las ratas nos tenían compasión. Cada mañana tu padre iba a la ciudad para ver si algún poderoso lo empleaba -aunque tan sólo fuera para limpiar los establos a cambio de un poco de arroz-. Pero los poderosos pasaban de largo ...
Eran dos hermanas de Enrique González Martínez
Eran dos hermanas, eran dos hermanas tristes y pálidas Venía una de ellas de tierras lejanas trayendo en sus hombros un fardo de nostalgias, siempre pensativa, callada, con los ojos vueltos hacia el infinito, los ojos azules de pupilas vagas por los que en momentos hasta parecía salírsele el alma. . . ...
Destrucciones de Yolanda Pantin
Eran las siete y media de la noche cuando la selección de España goleaba por quinta vez a Dinamarca En realidad no era muy importante sólo que mi hijo/ de nueve años estaba felíz Ya habíamos apostado/ en mi contra tres puntos a uno Entonces sonó el teléfono No sé qué decir/ perdóname ...
Cañal en flor de Alfredo Espino
Eran mares los cañales que yo contemplaba un día (mi barca de fantasía bogaba sobre esos mares). El cañal no se enguirnalda como los mares, de espumas; sus flores más bien son plumas sobre espadas de esmeralda... Los vientos-niños perversos- bajan desde las montañas, y se oyen ...
De cómo Robert Schumann fue vencido por los demonios (XIX) de Francisco Hernández
Eras dos, Robert Schumann, dos gemelos distintos en un solo cerebro verdadero. Uno quería que tu corazón se enterrara dentro de un violín y el otro que se sembrara en una maceta. Uno quería que tu mano derecha se sepultara dentro de un clavicordio y el otro que se guardara ...
Retornos del amor tal como era de Rafael Alberti
Eras en aquel tiempo rubia y grande, sólida espuma ardiente y levantada. Parecías un cuerpo desprendido de los centros del sol, abandonado por un golpe de mar en las arenas. Todo era fuego en aquel tiempo. Ardía la playa en tu contorno. A rutilantes vidrios de voz quedaban reducidos las algas, ...
Toro en el mar (Elegía sobre un mapa perdido) (3) de Rafael Alberti
Eras jardín de naranjas. Huerta de mares abiertos. Tiemblo de olivas y de pámpanos, los verdes cuernos. Con pólvora te regaron. Y fuiste toro de fuego. De: Entre el clavel y la espada
Niño de ayer de Claudia Lars
Eras niño de niebla casi en la nada; nombre de mi sonrisa detrás del alma. Y era un barco dichoso de tanto viaje y un ángel marinero bajo mi sangre. Subías como el lirio, como las algas; en tu peso crecía la madrugada. Y alzando el aire joven sus ademanes ya marcaba tu fuerza ...
Susto en el comedor de Federico García Lorca
Eras rosa. Te pusiste alimonada. ¿Qué intención viste en mi mano que casi te amenazaba? Quise las manzanas verdes. No las manzanas rosadas... alimonada... (Grulla dormida la tarde, puso en tierra la otra pata.) De: Canciones
Eras una flor que ocupaba toda la sala de Carlos Ardohain
Eras una flor que ocupaba toda la sala eras un melón que pretendía suplantar al sol exhalabas un aroma que prometía jugos dulcísimos pero una vez ya no estuviste más y cuando pienso en eso pienso que el sol quemó la flor y evaporó el jugo y lo único dulce que existe hoy es tu recuerdo. ...
Eras, instante, tan claro. de Luis Cernuda
Eras, instante, tan claro. Perdidamente te alejas, dejando erguido al deseo con sus vagas ansias tercas. Siento huir bajo el otoño pálidas aguas sin fuerza, mientras se olvidan los árboles de las hojas que desertan. La llama tuerce su hastío, sola su viva presencia, y la lámpara ya duerme ...
A una nariz de Francisco de Quevedo
Erase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una nariz sayón y escriba, érase un peje espada muy barbado. Era un reloj de sol mal encarado, érase una alquitara pensativa, érase un elefante boca arriba, era Ovidio Nasón más narizado. Erase un espolón de ...
La ruptura de Delmira Agustini
Érase una cadena fuerte como un destino, Sacra como una vida, sensible como un alma; La corté con un lirio y sigo mi camino Con la frialdad magnífica de la Muerte...Con calma Curiosidad mi espíritu se asoma a su laguna Interior, y el cristal de las aguas dormidas, Refleja un dios ...
Belleza de Saúl Ibargoyen
Eres como el amor: naces de la destrucción que tu ausencia ha provocado. Mencioné tu nombre muchas veces, y muchas veces hablé de ti largamente con los pájaros. Siempre anduve cerca de aquellos caminos por donde iba tu voz, sin encontrarte; y siempre dispuse de seguras señales...
Imagen casi perdida de Eduardo Carranza
Eres como la luz alta y delgada. Como el viento eres clara sin saberlo. Vacila tu actitud como la tarde suavemente inclinada sobre el mundo. Eres hecha de sueños olvidados y te olvido de pronto, como a un sueño; mi corazón te busca como el humo busca la altura y hacia ella muere. ...
Eunicianas (III) de Lil Picado
Eres como uno de esos aguaceros soleados del trópico húmedo cayendo grecolatinamente sobre el verbo. Eunice. Suma poética, poesía multiplicada. Hirsuta de colibríes nutricios. Exégeta de asombros. Altiva, leal, bravía, sensualera y dulcísima. Asceta dispendiosa. , ...
La última luz de Luis Rosales
Eres de cielo hacia la tarde, tienes ya dorada la luz en las pupilas, como un poco de nieve atardeciendo que sabe que atardece,y yo querría cegar del corazón, cegar de verte cayendo hacia ti misma, cayendo hacia avanzar, como la noche ciega de amor el bosque en que camina de copa en copa, ...
Con abismada transparencia de Coral Bracho
Eres el fuego del inicio. Eres la luz en el instante sabio de hacinarse en el agua. Eres la voz, la transparencia que penetra, que engendra; la nota viva y diáfana que cae, con el candor de una certeza en el centro del alma.
Crónica del forastero (XVII) de Jorge Teillier
Eres el peso profundo y secreto de los granos de trigo en la balanza de mi mano. El frescor del sorbo de cielo que bebe el pájaro marino. Por el verano corren los claros esteros de tu espalda desnuda. Eres un puente entre los marjales de las pesadillas. Las madejas de nuestros sueños ...
A un niño en un árbol de Jorge Teillier
Eres el único habitante de una isla que sólo tú conoces, rodeada del oleaje del viento y del silencio rozado apenas por las alas de una lechuza. Ves un arado roto y una trilladora cuyo esqueleto permite un último relumbre del sol. Ves al verano convertido en un espantapájaros cuyas pesadillas ...
Eres feliz de Carlos Bousoño
Eres feliz. Saber no quieras lo que brilla en los ojos humanos. Sonríe tú como mañana fresca, como tarde colmada en su ocaso. Porque eres eso, sí: la tarde pura en que a veces yo mojo mis manos, en que a veces yo hundo mi rostro. ¡La tarde pura en su placer dorado! La savia dulce ...
A quien está leyéndome de Jorge Luis Borges
Eres invulnerable. ¿No te han dado los números que rigen tu destino certidumbre de polvo? ¿No es acaso tu irreversible tiempo el de aquel río en cuyo espejo Heráclito vio el símbolo de su fugacidad? Te espera el mármol que no leerás. En él ya están escritos la fecha, la ciudad y el epitafio. ...
Poesía de Xavier Villaurrutia
Eres la compañía con quien hablo de pronto, a solas. Te forman las palabras que salen del silencio y del tanque de sueño en que me ahogo libre hasta despertar. Tu mano metálica endurece la prisa de mi mano y conduce la pluma que traza en el papel su litoral. Tu voz, ...
Yo hice el cable submarino de Yolanda Pantin
Eres mi criatura yo hice tus ojos tus manos tus dientes montados unos encima de los otros Yo puse tu mirada sobre el mundo tus dos piernas Yo hice al mundo ávido y mojado sin palabras hice tu perfil entrar al agua tus brazadas en el mar en la piscina Yo hice tu barbilla tu cansancio tus aletas ...
Intimo espejo de Carmen Alardín
Eres sólo el reflejo del reflejo de otro espejo que está dentro de ti. Y el más oculto de tus espejos, viene a ser esa lágrima que el tiempo congeló para mí. De: Entreacto
Canción para los dos de Rafael Alcides Pérez
Eres tan frágil que me gustaría darte la comida yo mismo, lavarte la cabeza yo mismo, con una mano muy limpia peinarte yo mismo y de ser posible (si se pudiera), morirme en tu lugar. Oh extraña flor desvalida, criatura que hasta el viento de una tarde azul pudiera arrastrar, ...
Teresita de Porfirio Barba Jacob
Eres tierna y lozana como un capullo abierto que guardase el aroma de mis campos nativos, eres la galanura del jardín de mi huerto donde juegan las auras en los verdes olivos. Y la música suave de tu labio entreabierto que atesora los himnos breves y dejativos, de la sorda tiniebla ...
Dulce rapiña de Roberto Obregón
Eres un sarcófago viviente, sepulcro que en la oscuridad abre sus ramos lechosos, agitas tus remos y crujes devorando mi carne y mis huesos. Fuera de ti sólo queda mi rastro y nada que valga la pena.
La pantera de barro de Santiago Azar
Eres una pantera de barro fresco, ansiosa de carnes rojas, hambrienta de vapores. Morena mía, me has rasguñado tantas veces los deseos que contigo la noche se prolonga como un verano, una estación de sudores que se hacen ríos, y allí nadamos y te tomo de las piernas, ...
Bienvenido al club de Jorge Riechmann
Eres uno de los pocos que podían aspirar a esto, en realidad te estábamos esperando sólo a ti. Hemos sabido siempre que eras diferente, ahora ya has llegado: relájate y disfruta. Nota cómo te crecen los músculos viriles y pliegues cerebrales bajo las yemas de los dedos. ...
Al final de la montaña de Alan Mills
Erguido. Parapetado a ras del cielo. Las piedras rojas de la cumbre encaminan pequeñas misericordias. Un racimo de lluvia pretendió rebelarse, sus compañeras en marabunta lo condujeron con gravedad hacia abajo. Mojó piedras negras. Rapiña, carroña, qué más da; en la cima se ve igual, ...
Desiertos y ángeles (1) de Belkys Arredondo Olivo
ERICA no es el nombre de una flor no creas que es un ángel intencionalmente se a puesto en las mejillas y en la forma de plegar sus labios lo que empiezas a necesitar no le interesa en lo más mínimo la sombra de tu sueñote mira lasciva en un hiperbólico primer plano en la altura de su autopista. ...
Nada te detenga de Pablo Mora
ermitaño augusto vigoroso camarada esquiva naufragios y centellas vuele libre tu alma centinela Armémonos de nuevo contra la injusticia Demos por sagrado el desorden de nuestro espíritu por ineludible el insomnio y la noche que nos cruzan Indispensable llegar a lo desconocido ...
Y el amigo común de dos que se han separado de Almudena Guzmán
Ernesto, moreno de luz y luna argentina, cigarrillo entre los dedos, sonrisa de niño en los naranjales del alba. Ernesto, amigo fiel de espejos y cafés, padre confidencial con aire triste de gorrión, páramo de salina y dulce de leche. Ernesto, aire de tocayo guerrillero, espuma que se desborda ...
Otra estirpe de Delmira Agustini
Eros, yo quiero guiarte, Padre ciego... pido a tus manos todopoderosas ¡su cuerpo excelso derramado en fuego sobre mi cuerpo desmayado en rosas! La eléctrica corola que hoy despliego brinda el nectario de un jardín de Esposas; para sus buitres en mi carne entrego todo un enjambre de palomas rosas. ...
Erótica de Saúl Ibargoyen
Erótica mía: escribiré en tu espalda con un trazo de dientes una sola historia: no puedo mirarte sin sangre en los ojos no puedo amarte fuera del incendio. Besar es oficio que a veces nos pierde en bocas de bestias oscuras en grietas dolorosas que el sudor ilumina. Erótica mía: tendremos silencio en estas palabras...
Errabundos de Pablo Mora
Errabundos, soñamos con la Paz. Mientras la creación entera gime y siente dolores de parto. Mientras el Espíritu aboga por nosotros con gemidos inefables. Confiamos en la esperanza desconocida. A pesar del invasor, de la destrucción, del fuego, del asolamiento; del desarraigo, ...
Expiación de Julio Herrera y Reissig
Errando en la heredad yerma y desnuda, donde añoramos horas tan distintas, bajo el ciprés, nos remordió una aguda crisis de cosas para siempre extintas... Vistió la tarde soñadoras tintas, a modo de romántica viuda; ¡y al grito de un -piano entre las quintas, rompimos a llorar, ebrios de duda! ...
La Plaza Mercurio (I) de Luis Eduardo Rendón
Errante huérfano ciclamenencuentro la Lavandería Suprema:SERVICIO EXTRA-RÁPIDODE DESMANCHADA ASPIRADA, BRILLADAY VAPORIZADA e imagino un cielo detergente donde los muertos son lavados en JORNADA CONTINUA mediante un MODERNO SISTEMA que los deja como nuevos ...