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listado de poemas en audio por primeros versos letra n

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38 poemas con la letra "n"

1

Pleamar de Oliverio Girondo
Nada ansío de nada, mientras dura el instante de eternidad que es todo, cuando no quiero nada...
Nada comparable a tus manos... de Frida Kahlo
Nada comparable a tus manos ni nada igual al oro-verde de tus ojos. Mi cuerpo se llena de ti por días y días, eres el espejo de la noche, la luz violenta del relámpago, la humedad de la Tierra. El hueco de tus axilas es mi refugio, mis yemas tocan tu sangre...
Gacela del amor imprevisto de Federico García Lorca
Nadie comprendía el perfume de la oscura magnolia de tu vientre. Nadie sabía que martirizabas un colibrí de amor entre los dientes. Mil caballitos persas se dormían en la plaza con luna de tu frente, mientras que yo enlazaba cuatro noches tu cintura, enemiga de la nieve...
El grito de Nuria Parés
Nadie eligió su herencia. Ni tú ni yo. Nosotros no elegimos. Fue un desigual reparto. Fue un trallazo, un tajo doloroso y dolorido, un cuchillo de sombras, una herida derramada en hondura y sin alivio... Y aquí estoy, aquí estamos con nuestra herencia en alto...
Poema de los dones de Jorge Luis Borges
Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dió a la vez los libros y la noche. De esta ciudad de libros hizo dueños a unos ojos sin luz, que sólo pueden leer en las bibliotecas...
El Despertar de Samoilo (fragmento) de Daniel Samoilovich
Ni la mala maleza sobrevive ni la piedra ni la breña son inmunes a la vida terrible. ¿Cómo se sabe que a la puerta de aquella gruta una boka se abre del infierno? ¿Acaso no se ve agostarse los árboles allí y hasta palidecer el pedernal?...
Madres del pueblo de Augusto Roa Bastos
No cayeron tumbadas por las balas, se inclinaron tan sólo hasta la tierra.Madres adolescentes, centenarias abuelas, toscas mujeres, madres suaves, piedra humana doliente, leve corteza germinal. Madres de estibadores, rugosas campesinas...
No deseo otro prestigio… de Raúl Zurita
No deseo otro prestigio que aquel que me da el amarte, hijo de mi pueblo que tienes un nombre (te pongo los nombres que yo quiero en esta noche) y si no sabes nada de poesía mucho mejor. Yo que no soy ni Neruda, ni Huidobro y que aspiro sin embargo al honor...
La creación del mundo de Thiago de Mello
No desfloré a nadie. La primera mujer que vi desnuda (era adulta de alma y de cabellos) fue la primera que me mostró los astros, pero no fui el primero a quien se los mostró. Vi el resplandor de sus nalgas de espaldas a mí: era morena, mas al darse vuelta quedó dorada...
A Pablo Neruda, en el corazón de Rafael Alberti
No dormireis, malditos de la espada, cuervos nocturnos de sangrientas uñas, tristes cobardes de las sombras tristes, violadores de muertos. No dormireis. Su noble canto, su pasión abierta, su estatura más alta que las cumbres, con el cántico libre de su pueblo...
No es el vino, mujer... de Francisco Caro
No es el vino, mujer, ni su música blanda, simplemente no visito los bares de tu cuerpo y hoy no puedo beber, hoy no puedo escribir. Yo sé que ya no somos lo que antes fuimos: dos que viven un solo calendario hoy crecen mis poemas sin tus labios tangibles, sin tus labios de venas oscurísimas...
No es nada de tu cuerpo de Jaime Sabines
No es nada de tu cuerpo, ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre, ni ese lugar secreto que los dos conocemos, fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro. No es tu boca tu boca que es igual que tu sexo , ni la reunión exacta de tus pechos, ni tu espalda dulcísima y suave, ni tu ombligo, en que bebo...
Costumbres de Juan Gelman
no es para quedarnos en casa que hacemos una casa no es para quedarnos en el amor que amamos y no morimos para morir tenemos sed y paciencias de animal...
No es que muera de amor de Jaime Sabines
No es que muera de amor, muero de ti. Muero de ti, amor, de amor de ti, de urgencia mía de mi piel de ti, de mi alma de ti y de mi boca y del insoportable que yo soy sin ti. Muero de ti y de mí, muero de ambos, de nosotros, de ese, desgarrado, partido, me muero, te muero, lo morimos...
Primavera de Eliseo Diego
No es una delicada primavera quien bulle en el jardín haciendo flores, negra de arcilla y manchas de colores y de toda sustancia verdadera. No es una frágil niña pinturera quien le prende a la tierra mil amores y con la nada borda los primores en que se mira la creación austera...
No es una pregunta... de Eduardo Milán
No es una pregunta. No tiene respuesta. O es una pregunta que entraña su respuesta. Entonces me digo: buey, da la vuelta, retorna a donde venías, lo que le falta al círculo complétalo -sin sentido, sin sentido: deja en paz esos pétalos-, libérate, vuelve a ella. En el trabajo del buey bajo las estrellas...
Sorbos venecianos (selección) de Juana Rosa Pita
No hay ruido alguno: cada noche se escucha la sonata para voz, agua y remo. Juega a los escondidos la música, fugándose por calles, ríos y placitas. El cielo es imposible de resistir cuando nos llama asomándose al agua. Quizás en el futuro alguien se apiade del planeta...
No he probado ningún vino... de Antonio Porchia
No he probado ningún vino superior a mi sangre...
No invento para ti un miserable paraíso... de Olga Orozco
No invento para ti un miserable paraíso de momias de ratones, tan ajeno a tus huesos como el fósil del último invierno en el desván; ni absurdas metamorfosis, ni vanos espejeos de leyendas doradas. Sé que preferirías ser tú misma, esa protagonista de menudos sucesos archivados...
No me canso... de Cintio Vitier
No me canso dice Ernesto de estas soledades: tienen algo como divino. Ahora estamos en el río San Juan (San Juan de la Cruz, así llamado averiguó Coronel antes que existiera el santo), navegando en la panga hacia la hacienda Las Brisas, y todavía no se borran de nuestros ojos las palabras...
Encargo de Julio Cortázar
No me des tregua, no me perdones nunca. Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que vuelves. ¡No me dejes dormir, no me des paz! Entonces ganaré mi reino, naceré lentamente. No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni guante...
El son del ángel de la ciudad (fragmento) de Carmen Boullosa
No oigo lo que tengo que decirles. La voz que saca de las palabras la chispa del frote, la antesala del fuego, no se presenta. Estoy sorda. Siento en la carne el dardo del llanto de la triste langosta canadiense: chilla cuando han de matarla. El animal ha venido aquí sólo a perseguir su muerte...
Carta de Natasha (2) de Floridor Pérez
No puedo vivir sin ti, cariño ¿Y por qué vas a vivir sin mí, carajo? me tienes y te tengo y es lo único que tengo no se lo pedí a Frei no se lo pedía a Allende no me lo quitará la Junta Militar...
El suicida de Jorge Luis Borges
No quedará en la noche una estrella. No quedará la noche. Moriré y conmigo la suma del intolerable universo. Borraré las pirámides, las medallas, los continentes y las caras. Borraré las pirámides, las medallas, los continentes y las caras. Borraré la acumulación del pasado. Haré polvo la historia…
No sé por qué piensas tú... de Nicolás Guillén
No sé por qué piensas tú, soldado, que te odio yo, si somos la misma cosa yo, tú. Tú eres pobre, lo soy yo; soy de abajo, lo eres tú; ¿de dónde has sacado tú, soldado, que te odio yo? Me duele que a veces tú te olvides de quién soy yo...
Espantapájaros 1 (fragmento) de Oliverio Girondo
No sé, me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de...
No soy nadie… (fragmento) de Alfredo Fressia
No soy nadie. Estoy tendido en la cama, finjo leer mientras Alfredo escribe frente a la computadora. Hace casi dos horas que está escribiendo. Se ha ido encorvando con los años y, para ver mejor, o por ansiedad frente al texto, aproxima la cabeza a la pantalla. Hace pensar en un insecto gigantesco...
No te salves de Mario Benedetti
No te quedes inmóvil al borde del camino no congeles el júbilo no quieras con desgana no te salves ahora ni nunca no te salves no te llenes de calma no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo no dejes caer los párpados pesados como juicios...
No te salves de Mario Benedetti
No te quedes inmóvil al borde del camino no congeles el júbilo no quieras con desgana no te salves ahora ni nunca no te salves no te llenes de calma no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo no dejes caer los párpados pesados como juicios...
No te salves de Mario Benedetti
No te quedes inmóvil al borde del camino no congeles el júbilo no quieras con desgana no te salves ahora ni nuncano te salves no te llenes de calma no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo no dejes caer los párpados pesados como juicios no te quedes sin labios no te duermas sin sueño...
Cielo blanco de Hamlet Lima Quintana
No veo el cielo madre, sólo un pañuelo blanco no sé si aquella noche yo te estaba pensando o si un perfil de sombras me acunaba en sus brazos pero entré en otra historia con el cielo cambiado. No me duele la carne que se fue desgarrando...
Acción de gracias de Carlos Germán Belli
No, no sé bien si me veré en los altos de una farmacia frente al Mar del Sur, en una noche de Setiembre tibio; en cambio amanecido a las orillas de una laguna en medio del desierto, exactamente nueve meses antes (que Huacachina así se llama el punto); no se cual será la visión postrera...
Nombra el poeta... de Eduardo Lizalde
Nombra el poeta con un silencio ante la cosa oscura, con un grito ante el objeto luminoso. Pero ¿qué cosa dicen de las cosas los nombres? ¿Se conoce al gallo por la cresta guerrera de su nombre, gallo? ¿Dice mi nombre, Eduardo, algo de mí?...
El otro (enero 1, 1959) de Roberto Fernández Retamar
Nosotros, los sobrevivientes, ¿a quiénes debemos la sobrevida? ¿quién se murió por mí en la ergástula, quién recibió la bala mía, la para mí, en su corazón? ¿sobre qué muerto estoy yo vivo, sus huesos quedando en los míos, los ojos que le arrancaron...
Las aves que te llevan de Julio Torres Recinos
Noviembre llega y con él tiemblan las primeras nieves en el cielo. Los pájaros preparan su salida rumbo sur dicen que con la magia del viento pueden estar en el Golfo en un día . Yo había pensado mandarte una carta con ellos, los pájaros...
Confesión de mirlo de Jorge Pimentel
nubes que son síntomas de huir relojes detenidos absorbiendo la carne relojes absorbiendo la carne gangrenando la luz aposentando tibiezas granuladas insufladas en el desaire más denso en el ardor cómplice de huir de alejarse nubes que son síntomas del verso de la verdad...
Nunca puedo saber... de Pedro Piccatto
Nunca puedo saber cómo con la sonrisa de dos amaneceres crea una rosa mi jardín...
Where is my man? de Ana Rossetti
Nunca te tengo tanto como cuando te busco sabiendo de antemano que no puedo encontrarte. Sólo entonces consiento estar enamorada. Sólo entonces me pierdo en la esmaltada jungla de coches o tiovivos, cafés abarrotados, lunas de escaparates...