☰ menú
 


listado de poemas en audio por primeros versos letra e

a-b-c-d-e-f-g-h-i-j-k-l-m-n-o-p-q-r-s-t-u-v-w-x-y-z

2272 poemas con la letra "e"

. < 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 > .

La piedra de Saúl Ibargoyen
Es inútil el peso de la piedra —¿de una piedra de todas las piedras? Porque la piedra quiere pesar tal vez: Y eso pues a pesar de su peso y contra las pesanteces que entre polvo suciedad metales óxidos fósiles bacterias secas la oprimen y la envuelven: así convirtiéndola...
Mas allá de la muerte de Federico Barreto
Es invierno, y una noche negra, fría y tempestuosa. En la lúgubre capilla de un asilo monacal, yace el cuerpo inanimado de una joven religiosa que, agobiada por la pena se murió como una rosa arrancada de su tallo por el fiero vendaval. Blanco traje que realza su magnífica belleza, ...
En el templo; a la espalda de los adoradores de Aníbal Núñez
Es la ansiedad cornisa dispensada de aristas por racimos de duda. Peldaño de humo antiguo desde donde se ven los frascos de la sangre, óleo y agua, niveles. La mañana recompondrá el lugar, copas de bronce en las que cabe el río, el mes sin nombre, la luz azul, terrible, mansa. ...
Es la baba de Oliverio Girondo
Es la baba. Su baba. La efervescente baba. La baba hedionda, cáustica; la negra baba rancia que babea esta especie babosa de alimañas por sus rumiantes labios carcomidos, por sus pupilas de ostra putrefacta, por sus turbias vejigas empedradas de cálculos, por sus viejos ombligos ...
La cascada de Dulce María Loynaz
Es la cascada cabellera de agua sobre la espalda de los montes suelta. Tiene un rumor de pájaros en fuga... La peina el viento y la perfuma el bosque. (¡Pero nadie ha podido recogerla!)
La aparición del Coraquenque de Manuel Gonzalez Prada
Es la fiesta del Intip-Raymi. No luce aún el Oriente, Y ya el Inca se apercibe Al holocausto solemne. En pompa regia, descalzo, Con su estirpe y sus mujeres, Deja el regalo del sueño, Deja la paz de su albergue; Y, en la antigua, extensa plaza Bajo emplumados doseles, Aguarda mudo y contrito ...
Abolir la nostalgia de Jorge Riechmann
Es la hermana tullida del deseo. De nada verdadero se predica. Le place avasallar: busca vasallos. No le miréis las manos, perder es imposible. Abolir la nostalgia, esa tenia violenta, esa impotencia desovillada en máscara, mi desdentada enemiga más voraz. Untarle el cuerpo de brea y de vergüenza. ...
Elphistone de Blanca Andreu
Es la hiedra negra, en las raíces, entre las hojas del invierno, caídas hojas bajo la nieve, en las estrellas del invierno, estrellas gastadas. Yo lo recuerdo de la misma manera que el invierno cuando con sus grandes botas pisotea la tierra, como la sombra que divide así yo lo recuerdo ...
Casa tomada de Luis Raúl Calvo
Es la historia de siempre, los intrusos se apoderan hasta de nuestros miedos más infantiles. Nada dejan librado al azar. La consumación del sueño, el asesinato de Trenton deslizado en la silla vacía del primer morador, las constelaciones de los primitivos enamorados ...
La rosa del reloj de Ramón del Valle Inclán
Es la hora de los enigmas, cuando la tarde del verano, de las nubes mandó un milano sobre las palomas benignas. ¡Es la hora de los enigmas! Es la hora de la paloma: sigue los vuelos la mirada de una niña. Tarde rosada, musical y divina coma. ¡Es la hora de la paloma! Es la hora de la culebra: ...
El retorno de José Lupiáñez
Es la hora del regreso: el camino que verde desafiaba a la tarde habrás de desandar en esta hora nocturna. Te alumbrarán las débiles luciérnagas y las cumbres lejanas vigilarán tus pasos. Las mismas ramas, aún cuajadas de trinos, te saldrán al encuentro. Ya encienden las aldeas ...
Calígula de Oscar Cerruto
Es la hora que más odias, cuando la tarde cae como si se desplomara del tejado. Lobregueces rastreras corren bajo tus pies y sientes que eso que pasa enfriándote la cara no es el viento. Comienzas a oír voces que nadie más oye. Crees ver centuriones de niebla entre la niebla, ...
La lluvia de Gerardo Guinea Diez
Es la lluvia, la hormiga que asciende lenta en la hoja intemporal; es la hoja, la lluvia que moja el negro paraguas; es el paraguas, la sombra donde crece el delgado tallo; es el tallo, el fulminante verde que amanece en mis ojos; son mis ojos, los creadores de la página; es la página, el epitafio ...
Es la mañana llena de tempestad... (Poema IV) de Pablo Neruda
Es la mañana llena de tempestad en el corazón del verano. Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes, el viento las sacude con sus viajeras manos. Innumerable corazón del viento latiendo sobre nuestro silencio enamorado. Zumbando entre los árboles, orquestal y divino, como una ...
Vértigo cantando de Samuel Noyola
Es la mujer del hombre lo más buenoLope de Vega Te quiero de golpe, amor, somos el reflejo terrestre de alguna estrella. Para ti la llama espiritual de mis besos y el sol profundo del deseo, déjame a mi la altura y el abismo del corazón, déjame el rascacielos en la sangre. ...
La taza de café de Ricardo Castrorrivas
Es la musa que anima a los poetas que van al cafetín de tarde en tarde. Mientras hablan de versos y cometas, la cafeína en sus cerebros arde. Allí Mendoza, Suárez, Castrorrivas, -fumadores, humosos, tabacales- concentrando sus fuerzas volitivas construyen mil cajitas musicales. ...
El toro de Rafael Morales
Es la noble cabeza negra pena, que en dos furias se encuentra rematada, donde suena un rumor de sangre airada y hay un oscuro llanto que no suena. En su piel poderosa se serena su tormentosa fuerza enamorada que en los amantes huesos va encerrada para tronar volando...
El toro de Rafael Morales
Es la noble cabeza negra pena, que en dos furias se encuentra rematada, donde suena un rumor de sangre airada y hay un oscuro llanto que no suena. En su piel poderosa se serena su tormentosa fuerza enamorada que en los amantes huesos va encerrada para tronar volando...
Destierro de Juan José Domenchina
Es la noche sin fin, la desvelada noche, que con sus filos de cuchilla implacable recorta en amarilla muerte, nuestra silueta enajenada. Vivir, cuando vivir no vale nada, equivale a sembrar, con la semilla infecunda, el dolor, que tanto humilla; de una existencia rota y postergada. ...
Del propio ser de María Sanz
Es la segunda vez. Como temblor de muerte, azul de despedida, sendero para un viento que destierra. Ausencia y abandono del propio ser. Locura sosegada moviendo sus océanos. Como ráfaga eterna, como alas de mármol, final para volver, ya sin principio. Es la segunda vez que nace el cuerpo. ...
Es la sombra del agua... de Jaime Sabines
Es la sombra del agua y el eco de un suspiro, rastro de una mirada, memoria de una ausencia, desnudo de mujer detrás de un vidrio. Está encerrada, muerta dedo del corazón, ella es tu anillo-, distante del misterio, fácil como un niño...
Tu espalda de Aída Elena Párraga
es la tabla de mi único mandamiento, la arena en que se hunden mis manos saladas de deseo, la tierra que espera mis arados y que le llueve a mi semilla. El calendario de amor en el que marco mis orgasmos, la cartilla en que aprendí a leerte, mi único recuerdo en las mañanas, ...
Tarde del Trópico de Rubén Darío
Es la tarde gris y triste. Viste el mar de terciopelo y el cielo profundo viste de duelo. Del abismo se levanta la queja amargo y sonora La onda, cuando el viento canta, llora, Los violines de la bruma saludan al sol que muere. Salmodia la blanca espuma: miserere. La armonía el cielo inunda, ...
El efecto de un paisaje de Concha García
Es la una y treinta medio cuerpo asomado a la vida entera. Desapercibo un raro calambreo que nace en las piernas. Brilla lo que queda de luna. Mis oquedades buscan ritos, mis soledades están sobre los zapatos que he deshebillado porque me ladeaba su presión. ...
Es larga la tarde de Gioconda Belli
Es larga la tarde como el camino curvo hasta tu casa por donde regreso arrastrando los pies hasta mi cama sola a dormir con tu olor engarzado en mi piel, a dormir con tu sombra. Es larga la tarde y el amor redondo como el gatillo de una pistola me rodea de frente, de lado, de perfil. ...
Es lento mi sangrar por lo que hiciste de Roberto Armijo
Es lento mi sangrar, ¿Por lo que Hiciste? Por qué las piedras de tus hondas dieron en los flacos del alma y conmovieron mi corazón, ¿Que en soledad Heriste? Por qué a mis sueños sin querer viniste en inefables olas que cubrieron mi ansiedad de esperanzas que se fueron en la pura amistad, ...
Oyendo un disco de Benny Moré de Roberto Fernández Retamar
Es lo mismo de siempre: ¡Así que este hombre está muerto! ¡Así que esta voz Delgada como el viento, hambrienta y huracanada Como el viento, es la voz de nadie! ¡Así que esta voz vive más que su hombre, Y que ese hombre es ahora discos, retratos, lágrimas, un sombrero ...
La luna de José Juan Tablada
Es mar la noche negra, la nube es una concha, la luna es una perla
Soneto de la granada de Xavier Villaurrutia
Es mi amor como el oscuro panal de sombra encarnada que la hermética granada labra en su cóncavo muro. Silenciosamente apuro mi sed, mi sed no saciada, y la guardo congelada para un alivio futuro. Acaso una boca ajena a mi secreto dolor encuentre mi sangre, plena, y mi carne dura y fría, ...
Una madre habla de su muchacho (Chilca, 1967) de Antonio Cisneros
Es mi hijo el menor. El que tenga ojos de ver no tenga duda. Las pestañas aburridas, la boca de pejerrey, la mismita pelambre del erizo. No es bello, pero camina con suma dignidad y tiene catorce años. Nació en el desierto y ni puede soñar con las caladrias en los cañaverales. ...
Palomas electrónicas de Agustín Labrada Aguilera
Es mi pantalla un puerto, adonde arriban con frutas los mensajes. Ellos traen rumores de amigos que nos dicen sus nudos por la estepa. La estepa tras un sueño suele ser un fulgor o el infinito. En este muelle no atardezco solo. Palomas electrónicas inundan el crepúsculo, y al aletear sus letras: ...
Territorios (Fragmento 1) de Alejandro Oliveros
Es mil novecientos sesenta y nueve, y caminas por la avenida Bolívar de Valencia con un libro de poemas en el bolsillo. Las aceras angostas y los cedros ajenos a la blanca voracidad del acero. El viento del este sacudía, por ultima vez, las ramas de estos árboles. Te detienes bajo una luz y lees: ...
Ella de Miguel D´Ors
Es misteriosa como el tiempo y el mercurio, delirante y exacta, álgebra y fuego. Cuando nadie la espera, coronada de escarcha baja tarareando con pies maravillosos por entre los helechos. Muchos enamorados consagraron su vida a llamarla, elevaron laboriosos palacios para ella ...
Tiempo no es tiempo de André Cruchaga
Es mucho el heroísmo De soportar el tiempo: Esperar a nadie en el río De la ventana y al borde De las estaciones. Esperar Bajo cielo y la nube densa Del destino. Esperar Entre las zarzas del oscuro Anhelo y besar la médula Del fuego, con cierto gozo De ingenua ignorancia. Y es que...
La tierra de Carolina Escobar Sarti
es mujer de cabellera rala y garganta seca. Vieja de piel agrietada lagrimea mientras camina a tientas. La tierra se queda ya sin savia en las venas. Está sentada cansada meciéndose en el balcón. La tierra espra. Tiene nubes grises y cataratas en los ojos. Se ha puesto otra vez su roto vestido ...
Nocturno de Alfonsina Storni
Es muy dulce el silencio de esta hora; hay algo en el jardín que tiembla y llora. Oh, ven, que entre tus manos haré almohada, para apoyar mi testa desolada. Te esperaré en nuestro banco y por gustarte vestiré de blanco. No esperes, al llegar, que yo me mueva de la glorieta que nos finge cueva. ...
El zorro y el perico-ligero (Fábula) de Manuel José Cortes
Es necedad de marca tragarnos el elogio mentido de algún pillo que después dice !tonto! y ríe en nuestras barbas: Vaya al caso un apólogo: A un perico-ligero así le dijo un zorro: Tu agilidad, perico, excita grande asombro: dicen que bien mereces el epíteto honroso de LIGERO; que corres mas que el ...
Es necesario de Raquel Jodorowsky
Es necesario que el día nos contemple los huesos Elevemos el amor desnudo al sol que está naciendo Yo no tengo miedo de mostrar el cuerpo que nos habita a los que pasan y adivinan nuestra miseria Faz a rostro yo te digo que en mí ya no existe ningún maravilloso secreto Porque el día descubre ...
Ventanas de otros días (21) de John Freddy Galindo
es necesario regresar cuando el hambre apremia merendar una o dos tristezas y cerrar la puerta escapar de nuevo sin leer las marcas en la frente y en sus ojos descubrir las huellas...
Apelación al solitario de Rosario Castellanos
Es necesario, a veces, encontrar compañía. Amigo, no es posible ni nacer ni morir sino con otro. Es bueno que la amistad le quite al trabajo esa cara de castigo y a la alegría ese aire ilícito de robo. ¿Cómo podrás estar solo a la hora completa, en que las cosas y tú hablan y hablan, ...
La danza clara de José María Eguren
Es noche de azul oscuro... en la quinta iluminada se ve multicolora la danza clara. Las parejas amantes, juveniles, con música de los sueños, ríen. Hay besos, armonías, lentas escalas; y vuelan los danzarines como fantasmas. La núbil de la belleza brilla como la rosa blanca de la India; ríe danzando ...
El oficio del río de Eduardo Langagne
Es oficio del río descifrar el secreto del agua. A los hombres del mundo, las mujeres, los niños, corresponde también descifrar el oficio del río. Como un río nacemos, sorteamos peligros, nuestro cauce se ensancha. Otras aguas nos hacen crecer: manantiales y lluvias, hilos de agua, nos nutren...
El loco de PuertoCortés de Armando López Muñoz
Es otro el Mar Caribe de los barcos mercantes; insectos venenosos y verdes platanares abatidos enturbian el color del mar casero. Tahúres, vagabundos, marineros varados en noches torrentosas, montañas de ginebra y de sexos estériles, explotan, rugen, pasan... ...
Para llorar de Vicente Huidobro
Es para llorar que buscamos nuestros ojos Para sostener nuestras lágrimas allá arriba En sus sobres nutridos de nuestros fantasmas Es para llorar que apuntamos los fusiles sobre el día Y sobre nuestra memoria de carne Es para llorar que apreciamos nuestros huesos y a la muerte sentada junto ...
Abuelos (I) de José Antonio Cedrón
Es plateada y violenta, suele apagar las luces detrás de los que salen de las piezas. La silla que se inclina y la dama de noche conversan de presagios una voz de comadre sentenciosa sabe darle esa aureola de autoridad doméstica llegar al corazón de las carnes más tiernas ...
El ojo del sabio de Enrique Gómez - Correa
Es por esta luz y sólo por esta luz Que ella inclina la cabeza A menos que el fuego haya devorado todo su cuerpo Su lengua y sus ojos Simplifican el aire. Por otros lados el muro la serpiente El ojo marítimo golpeando la flor Es ojo la llama por la cual se devora el cuerpo Idéntico el peligro...
El nido de Alfredo Espino
Es porque un pajarito de la montaña ha hecho, en el hueco de un árbol, su nido matinal, que el árbol amanece con música en el pecho, como que si tuviera corazón musical. Si el dulce pajarito por entre el hueco asoma, para beber rocío, para beber aroma, el árbol de la sierra me da la sensación...
un poema de Humberto Mello
es preciso un poema un poema solamente para matar la sed de amor del mundo para que cuando la muerte llegue no tengamos miedo un poema simple pero inquietante trayendo en su cuerpo todas las llagas de la vida y que con su lengua de fuego pueda corromper el frío de las almas ...
Es-propios de Isabel Escudero
Es propio de la Realidad ser poca y no ser verdad. Es propio de las Santas que les broten rosas del tajo de la garganta. Es propio de la libertad ser dada y provisional. Es propio de tú y yo querernos sin con-pasión. Es propio de las Culturas firmar en las sepulturas. ...
Nuevo día de Carmen Alardín
Es que alguna mañana despertamos, y ya no padecemos por lo que tanto ha muerto. Nos vamos poco a poco cubriendo en polvo de oro y abotonando el cuerpo. Como si aquella muerte también nos sostuviera, nos vemos hacia adentro desmoronados, pálidos, y no sabiendo cómo darle vuelta al anillo ...