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listado de poemas en audio por primeros versos letra e

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1790 poemas con la letra "e"

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El mundo nuestro... de Mariana Bernárdez
El mundo nuestro se fue acumulando en la ceniza Presencia del humoMemoria del cuerpo Los gritos de los borrachos y el mal avenido trío se espantaban con el cacareo del traspatio ambiente sórdido para olvidar los arañazos de las palabras Las fichas sobre la mesa inermes ante mis ojos ...
el mundo nunca fue de nuestra parte... de Rogelio Guedea
el mundo nunca fue de nuestra parte. viejo. o sea que podemos conversar. podemos hacer batallas contra su desgracia. contra el desastre que nos recorrió desde la vez primera. desde la vez primera me doliste. viejo. me dolió que tu verdugo fuera dios. que te quitara la telita ...
Rincones sordos de Vicente Huidobro
El mundo se detiene a medio camino Con su cielo prendido en las montañas Y el alba en ciertas flores que yo conozco Esconde en tus cabellos los secretos de la noche Esconde las mentiras en tu alma de alegres sombras Esconde tus alas bajo tus besos Esconde el collar de suspiros ...
Le clapotement de Rogelio Saunders
El mundo se va a acabar. Dice el niño ante el coro de niños. ¿De dónde le viene esta extraña sabiduría? Esta palabra ajena e inconmensurable Este peso oscuro y aterciopelado con el que él juega ligeramente, como un saltimbanqui con un gran globo transparente, suspendido ...
El mundo ya no habla... de Olvido García Valdés
El mundo ya no habla. Como pueblos de abandonadas minas, la memoria; como chabolas próximas a cercas. Forman red los olivos y circula el tractor entre ellos. Hace falta dulzura para ser. ¿Se desatan los nudos? Todo es ahora plano, tiene blandos los ojos y manchas en la piel. ...
Cementerio de Marianela Corriols
El muro blanco y largo que separa la principal contradicción tiene grietas donde brota la hierba de un verde inacabable.
Una Varsovia de la mente (III) de Ana Wajszczuk
El nacimiento se me partió en la lejanía de un territorio Luego un despliegue de sus tácticasestrategias para sobrevivir Luegovinieron Siberialas cáscaras de papa para el hambreEl LíbanoIránEgiptoPalestinaLondresúltimo el mapa partidoeste país
El jilguero de Alberto Blanco
El natural cansancio del jilguero rinde sus frutos en el crepúsculo: se posa en un alero o en una rama y entra temblando levemente al sueño. Su cuerpo es tan sutil y delicado como la carne de los dioses pueriles o bien como las notas más sedosas que la viola es capaz de sostener ...
Toma y daca de Alvaro Menén Desleal
El negocio es sencillo: toma y daca. Aún me resta un poco que he de dar a vosotros. Después se rinden cuentas, es verdad, El negocio es sencillo: toma y daca. Seguidme quitando el corazón a girones, a mordizcos, a empellones. Después se rinden cuentas, ¿no? El negocio es sencillo: ...
La noche y mi dolor de Dolores Veintimilla de Galindo
El negro manto que la noche umbría tiende en el mundo, a descansar convida. Su cuerpo extiende ya en la tierra fría cansado el pobre y su dolor olvida. También el rico en su mullida cama duerme soñando avaro en sus riquezas; duerme el guerrero y en su ensueño exclama: ...
El Niño Dios, la Virgen ... de Leonor de Ovando
El Niño Dios, la Virgen y parida, el parto virginal, el Padre Eterno, el portalico pobre, y el invierno con que tiembla el auctor de nuestra vida. sienta (señor) vuestra alma, y advertida del fin de aqueste dón y bien superno, absorta esté en aquel, cuyo gobierno la tenga con su gracia guarnecida. ...
De la poesía de José Watanabe
El niño entró en la sombra de su árbol de extramuros donde dejaba diariamente sus quehaceres de intestino. Y si otro niño en árbol vecino se acuclillaba y se aliviaba brotaba entre ambos la honrosa complicidad en la depuración del buen animal. Esta vez, sin embargo, ...
Ser ante los ojos (Al amanecer VI) de Gerardo Guinea Diez
El niño está feliz, las manos de su madre, tibias, calientitas, lo llevan por los rumbos nuevos del país de los espejos, ella se come por él todo el dolor, toda la angustia, toda la nostalgia que ronda por la geografía de cristal. Su felicidad es grande, tanto como el espejo ...
El niño de Pablo Antonio Cuadra
El niño que yo fui no ha muerto queda en el pecho toma el corazón como suyo y navega dentro lo oigo cruzar mis noches o sus viejos mares de llanto remolcándomeal sueño. (Selección: Juana Rosa Pita)
La alondra de Julio Llinás
El niño rompe sus juguetes en busca de la alondra. la oveja con ruedas, el caballo de lechero, el oso negro de la tía Blanca, el tíovivo con música, la locomotora alemana y hasta el fonógrafo infantil con aquella marcha espantosa norteamericana. Lo rompes todo, le dice su padre. ...
El puro no de Oliverio Girondo
El No el no inóvulo el no nonato el noo el no poslodocosmos de impuros ceros noes que noan noan noan y nooan y plurimono noan el morbo amorfo noo no démono no deo sin son sin sexo ni órbita el yerto inóseo noo en unisolo amódulo sin poros ya sin nódulo ni yo ni fosa ni hoyo el macro ...
Que dan el colirio merecido a un soberbio de Sor Juana Inés de la Cruz
El no ser de Padre honrado, fuera defecto, a mi ver, si como recibí el ser de él, se lo hubiera yo dado. Más piadosa fue tu Madre, que hizo que a muchos sucedas: para que, entre tantos, puedas tomar el que más te cuadre.
Rumores de Francisco González Léon
El nocturno abecedario que nos habla en su dialecto del insecto que en las noches y en insomnios acompasa sus rumores en sordina con la ruina de la casa. La puntual destiladera conque ritmos de clepsidra nos hidrata la emoción con la nota de la gota que al caer sobre del agua ...
La balada de mi nombre de Gabriela Mistral
El nombre mío que he perdido, ¿dónde vive, dónde prospera? Nombre de infancia, gota de leche, rama de mirto tan ligera. De no llevarme iba dichoso o de llevar mi adolescencia y con él ya no camino por campos y por praderas. Llanto mío no conoce y no la quemó mi salmuera; ...
Custodia de Octavio Paz
El nombreSus sombras El hombre La hembraEl mazoEl gongLa iLa o La torre El aljibe El índice La hora El hueso La rosa El rocío La huesa El venero La llama El tizónLa noche El río La ciudadLa quilla El anclaEl hembro La hombraEl hombre Su cuerpo de nombres Tu nombre en mi nombre ...
El copista de Ibn Sara As-Santarini
El oficio de copista es un bosque de desdichas cuyas hojas y frutos son la indigencia; comparto a quien lo ejerce con la aguja del sastre que a cuerpo limpio viste a los desnudos. De:Poemas del fuego y otras casidas Recopilación, edición y traducción de Teresa Garulo
El sol de los amantes de Ledo Ivo
El oficio de quien ama es ver un sol oscuro sobre el lecho, y en el frío, nacer al fuego de un verano que no dice su nombre. Es ver, constelación de pétalos, la nieve caer sobre la tierra, algodón del cielo, aire del silencio que nace entre dos espaldas. Es morir claro y secreto cerca de tierras ...
Quietud de Clara Janés
El ojo de la noche descubre el pálido abandono y absorbe hasta el negro su blancura. He aquí un espejo vacío que alcanza la otra cara del vacío. He aquí una apertura sin fin y sin confín. ¡Mira como el amante huido se borra para sí y es una gota de dolor que el veneno alimenta ...
El ojo negro... de Sara Vanegas Coveña
el ojo negro del mar nos sorprende noche a noche afilando las espadas del miedo la arena cruje en los relojes. se congela al filo de la luna tus ojos impenitentes escarban entre mis despojos Selección: Alberto Martínez-Márquez
El ojo se hace fuerte... de Ricardo Hernández Bravo
El ojo se hace fuerte tras la máscara, furtivo en el festín de los escotes. Tienta en el cruce de miradas, puntea los sentidos como cuerdas en la noche de alcohol. Bebe en los pasadizos de la música, en los desagües de la piel enfebrecida por el baile. Busca en el destape la intimidad perdida. ...
El ojo se retrajo... de Eduardo Milán
El ojo se retrajo con trabajo siglos vueltos a ver , surco, hendiduras, heridas, flor de la herida. A ver, a verse a sí mismo, a ver, a herirse de ver. Mientras la mirada miraba el mar retirado en la retina aguas adentro. De: Habla
A media asta de Carmen Berenguer
El ojo vigila y comparte el conjuro de las seminales trompas esculpidas en la frontera: La difama Contra el diáfano suspiro el monte la monta montándola la flamea: A media asta percal
Camden, 1892 de Jorge Luis Borges
El olor del café y de los periódicos. El domingo y su tedio. La mañana y en la entrevista página esa vana publicación de versos alegóricos de un colega feliz. El hombre viejo está postrado y blanco en su decente habitación de pobre. Ociosamente mira su cara en el cansado espejo. . ...
El olor y la mirada de César Moro
El olor fino solitario de tus axilas Un hacinamiento de coronas de paja y heno fresco cortado con dedos y asfódelos y piel fresca y galopes lejanos como perlas Tu olor de cabellera bajo el agua azul con peces negros y estrellas de mar y estrellas de cielo bajo la nieve incalculable de tu mirada ...
Muchacha en Banao de Fayad Jamís
El ómnibus se detuvo. Los viajeros bajaron uno a uno. Tú estabas entre la multitud de muchachas que trabajan esa tierra y el sol de mediodía. Los viajeros se asomaron a los surcos, a los rostros; interrogaron y sudaron, y luego volvían al ómnibus cuando tú te me acercaste y empezaste ...
Casa con olores de Saúl Ibargoyen
El opaco olor de la recámara cocinándose en polvos corporales: en calcetines desorbitados más allá del sótano caído debajo de las camas: en cobijas tronchadas a cuchillazo de insecto: en zapatillas deslenguándose: en faldas contaminadas por viejos almuerzos: en espejos olientes a carnes desgonzadas. Y la fría fetidez del cuarto de aseo su silla de mármoles enverdecidos sus palanganas minerales su pila lustral de plástico rajado sus orinales de burbujas malignas sus cepillos de podrida calvicie...
Filosofía del optimista de Fayad Jamís
El optimista se sentó a la mesa, miró a su alrededor y se sirvió un poco de lo poco que halló. Le dijeron que había demasiado nada (en realidad había pocomucho) pero él devoró su ración sin hacer comentarios, abrió el periódico, se fumó su café y acabó de cenar en paz. Pensó: tengo ...
El otoño deja atrás tantas cosas de Carlos Ardohain
el otoño deja atrás tantas cosas los árboles lo eligen para despojarse y volverse línea, red, circulación pura para llegar al invierno transformados en ríos de fibra que desembocan en la tierra y así unirse con su oscura mitad subterránea el otoño desestima el color verde ...
Marzo de Olga Edith Romero
El otoño está cerca nadie calla las chicharras/ el mediodía se desliza en fuego desde la espuma nacen lágrimas redondas pequeños rubíes encendidos. Ese grano de sal resuelve eternidades/ la pequeñez se derrama diluvio de amanecer cardumen que remonta la vida. (Este poema fue ...
El padre de Pablo Neruda
El padre brusco vuelve de sus trenes: reconocimos en la noche el pito de la locomotora perforando la lluvia con un aullido errante, un lamento nocturno, y luego la puerta que temblaba: el viento en una ráfaga entraba con mi padre y entre las dos pisadas y presiones la casa se sacudía, ...
Santos Lugares de Luisa Futoransky
El país no existe. Después de quince años la calle natal había cambiado de nombre y las casas no sólo eran otras sino que ni siquiera conservaban sus números catastrales. Sólo la ajada fotografía de mamá con trenzas y el abuelo a su lado, existe. Mamá no peina trenzas ...
Paisaje de Sergio Badilla
El paisaje es estático un sarcasmo. Un grupo de viejas canta salmos cristianos hasta que quedan exhaustaslas gotas caen incesantemente sobre la negra indiferencia del pavimento. La canción se desvanece en el ambiente la traga el aire. Una paloma se descuelga desde un inmenso pino. ...
Para ser recitado en la barca de Caronte de Horacio Castillo
El paisaje es más hermoso de lo que habíamos imaginado: Estas murallas que caen a pico sobre nosotros, Aquel sol negro descendiendo sobre la laguna, Allá, a estribor, un arco iris que refracta la niebla. Pero esta moneda de hierro entre los dientes, Este óbolo que debemos morder ...
El palacio de plata de Juan Eduardo Cirlot
El palacio de plata resplandece en medio de las aguas del abismo y las coronas arden con dulzura. Y la dorada rueda de las rosas levanta su cabeza de aire blanco. El árbol infinito de la sangre atraviesa la roca transparente. La noche abre sus ojos de fulgor sus letras de cristales que respiran. ...
El huésped de Raúl Contreras
El pan servido. ¿Y para quién adorno la mesa dulce en el convite huraño? Porfía de aguardar, año tras año, el pan servido y la ceniza en torno. Quemaronse las brasas en el horno y el huésped sin venir: huésped extraño presente y sin presencia. Como antaño mi mesa está esperando ...
El paraguas en el piso... de Héctor Rosales
El paraguas en el piso, desmayado en su estatura negra, me había dicho: lo siento . Advierte el cristal un ave que con ademanes blancos vuela persignando el cielo. Por demolidas parcelas del alma llueven plumas tiznadas de quejas...
Balada de Gabriela Mistral
Él pasó con otra. ¡Yo le vi pasar! Siempre dulce el viento y el camino en paz. ¡Y estos ojos míseros le vieron pasar! Él va amando a otra por la tierra en flor. Ha abierto el espino, pasa una canción. Y él va amando a otra por la tierra en flor! Él besó a la otra a orillas del mar. Resbaló en las olas la luna de azahar ...
El pastor más triste de Baltasar del Alcázar
El pastor más triste, que en el valle y sierra pace su ganado la fragante yerba, con lágrimas dice, a la causa de ellas, sus ansias mortales, que mucho le aquejan: Morena bella tóquete de mi fuego una centella. Del alado dios un rayo te encienda, pues al de tus ojos no hallo defensas, ...
Vesperal de Francisco A. de Icaza
El pastor su rebaño en el redil encierra y del prado brumoso viene una voz lejana: es aguda en la esquila y grave en la campana. . . Una niebla de ensueño se extiende por la tierra. . . El cobre del ocaso se funde en rojo brillo, y luego es amaranto, es pálido violeta, es sombra y es silencio. . ...
Desierto de Atacama de Guillermo Quiñonez Alvear
El pavor de la nada engendró esta latitud de espanto, y el existir de tanta soledad sin párpados para el duelo. Aquí se sucedió el parto antiguo de la muerte. Aquí, el silencio me mira frente a frente. Ahí está el polvo, con su hocico voraz y su estatura de tormenta. Ahí. Ahí, las piedras ...
A un vestido de mujer de Gonzalo Rojas
El peligro está en la sí- laba de la que sale sangre su- cia a medio coagular por descui- do, ¿y la carta arácnida, qué fue de esa tela? Los andaluces dicen tela por arcángel. Me acuerdo de ella, la oigo sollozar. De El alumbrado
Terminal de O. de Aída Elena Párraga
El pequeño demonio, encorvado, flaco y harapiento, con los ojos inyectados de thinner y la mirada perdidaen laberintos únicos, propios e irrepetibles. El pequeño demonio, andrajoso y repugnante, salt?de su pedazo de infierno en la acera para aterrizar frente a un par de zapatos, ...
Un mono de José Juan Tablada
El pequeño mono me mira ¡Quisiera decirme algo que se le olvida!
Conjeturas sobre la sonrisa del pastor de Víctor Rodríguez Núñez
El pequeño pastor que cada sábado toca a mi puerta por Dios ¿a quién sonríe? ¿Qué sentido tendrá la poderosa lumbre de sus dientes? Esa sonrisa suya¿será la que perdí? El pequeño pastor crepuscular en el cielo del rostro ¿qué rara estrella luce? ¿La máscara perfecta la sonrisa de Dios? ...
En Sorgono de Ana Ilce Gómez
El pequeño Sorgono saliendo de entre la maleza de los Gennargentu es triste como el cementerio de Masaya. Su Ristorante Risveglio con su gran N al revés en medio de Sorgono ahumado y frío deja caer su sombra. (¡Ha muerto el Albergo D Italia!) Sólo el pequeño pueblo se levanta frente a los tupidos ...