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listado de poemas en audio por primeros versos letra f

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131 poemas con la letra "f"

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Amor eterno de Yanira Soundy
Fallezco en el intento de tocarte, amor de tierra, espacio y piel, porque este viento sólo habla de tormentas y sombras que se rompen en pedazos. Soy el beso virgen que prendido de tus ojos hace florecer todos sus campos; soy esa mujer, eternidad que yerra sola por la sombra, ...
Benarés de Jorge Luis Borges
Falsa y tupida como un jardín calcado en un espejo, la imaginada urbe que no han visto nunca mis ojos entreteje distancias y repite casas inalcanzables. El brusco sol, desgarra la compleja oscuridad de templos, muladares, cárceles, patios y escalará los muros y resplandecerá en un río sagrado. ...
Qué nos pasa? de Esteban Charpentier
Falta tiempo para escribir sonetos, para hacer el amor, para esperar en una misma esquina. Falta razón para otro brindis, para una mano más, para una lágrima escondida. Falta espacio para un abrazo tibio, para el silencio de la música, o el misterio burlón de la alegría. ...
Falta una palabra de Jaime Augusto Shelley
Falta, en el desorden, una palabra. Falta una voz, y otra, y otra más, en el valle de la muerte, en la estación de los sofocos rezumados por el fuego y la sombra. Una palabra que no brote de atarjeas, sino silencio que habla, vibrante. Silencio sonoro que toque cuerpos con su luz. ...
La poesía no es lo más de Juan Daniel Perrotta
Faltan diez minutos para la una de la mañana y estás sediento de escritura Te motivas como puedes para escribir un poema porque te resulta no tan simple ahora Ya no más diez poemas por día elegir cuál sobrevive y cuál no Pero es típico a cierta edad se supone que con uno es suficiente ...
Ojo de Griselda Álvarez Ponce de León
Falto de voz usurpas el idioma y es tal la galanura de tu invento que para hablar te basta en el momento el fugaz giro que un segundo toma. Después de muerto, miras. Se te asoma toda la nulidad del pensamiento. Y por el pozo de tu abatimiento el paisaje del mundo se desploma. Pero...
Fantasmas de hielo y sombra... de Concha Méndez
Fantasmas de hielo y sombra animados y sin alma me cercan por todas partes adondequiera que vaya. Me cercan y me persiguen, pero nunca me acobardan, porque al hielo que me oponen, les opongo fuego o llama. ...
Arenga en el espejo de Gonzalo Rojas
Fascinación mortal la del azogue; qué yambos irrisorios, placeres cuáles; yo, yo no soy Epicteto, ni fui esclavo, ni cojo, ni pobre como Iro, ni grato...
Inmóvil de Alberto Rubio
Fatiga despuntar un par de pasos: basta el impulso como heroico avance. Deslumbra agotador el solar trance de perseguir las albas, los ocasos. ¿Correré siendo sol por campos rasos, rayos mis piernas de frugal alcance, si sangro sombra en vesperal percance, rotos sanguíneos y solares vasos? ...
Fatigada del baile... (Rima XVIII) de Gustavo Adolfo Bécquer
Fatigada del baile, encendido el color, breve el aliento, apoyada en mi brazo, del salón se detuvo en un extremo Entre la leve gasa que levantaba el palpitante seno, una flor se mecía en compasado y dulce movimiento. Como cuna de nácar que empuja al mar y que acaricia el céfiro, tal vez allí dormía ...
Fatigar el cuerpo... de Blanca Wiethüchter
Fatigar el cuerpo hasta llegar al silencio ahí está esa otra arrodillada pidiendo la palabra. De: Huesos de un día
Fax con ventolera de Gonzalo Rojas
Fax con ventolera y una rosa, hoy salió de esto Rojas -Gonzalo como le pusieron en el agua-, iba solo, no hay epitafio que escribir en cuanto a su suerte, ni cuerpo que respirar, escasamente se dirá de él que vino rápido y ha salido, que ya no está entonces, que no hay estrellas para él, ...
Felices los normales de Roberto Fernández Retamar
Felices los normales, esos seres extraños. Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente, Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida, Los que no han sido calcinados por un amor devorante, Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa ...
Continúa el asunto y aun le expresa con más viva elegancia de Sor Juana Inés de la Cruz
Feliciano me adora y le aborrezco; Lisardo me aborrece y yo le adoro; por quien no me apetece ingrato, lloro, y al que me llora tierno, no apetezco: a quien más me desdora, el alma ofrezco; a quien me ofrece víctimas, desdoro; desprecio al que enriquece mi decoro y al que le hace ...
La Zarza de Moisés (Aceptación del destino propio) (Sagitario) de Pedro Jesús de la Peña
Felicidad a veces, pero nunca conseguirás la plenitud. Aunque tu flecha alcance el aire abierto, el viento, el sol, el curvo espacio, la infinita carrera, la longitud perdida de la tarde, hay un caballo ilimitado que sin jinete corre más allá. Y tú, loco centauro, has de saberlo ...
Amara yo el olvido de Giovanni Quessep
Felicidad en ruinas Lo que han visto mis ojos Volver al tiempo amado Ya fugitiva música del polvo (Nada tendrá el amor Si en jardines o nieve La Quimera le cuenta Del valle de la muerte) Felicidad en ruinas Lo que ha visto mi alma en el encanto Amara yo el olvido Y el reino de las hojas ...
El romance de la felicidad de José Santos Chocano
Felicidad: yo te he encontrado más de una vez en mi camino; pero al tender hacia ti el ruego de mis dos manos... has huido, dejando en ellas, solamente, cual una dádiva, cautivo algún mechón de tus cabellos o algún jirón de tus vestidos... Tanto mejor fuera no haberte hallado nunca en mi camino. ...
Sally la lunga de María del Carmen Colombo
felino de ceniza en la cimbreante piel de labios revueltos (gimen sus nalgas en el maquillaje) agridulce de los senos desordena la pena mil pedazos frente al espejo liz la pelirroja bailará roc an rol algún vestido de papel glacé y sus pestañas de velludo sexo esa mujer a punto de ...
Feliz amor de David Escobar Galindo
Feliz amor que en todo está presente aunque a la vez en nada se resuma. Sombrío altar de la encendida bruma. Radiante voz de la emoción silente. Feliz amor que nunca se arrepiente del cotidiano azar que lo consuma. Y por eso ausentándose perfuma y por eso arrimándose presiente. ...
Suplicio de amor de Gertrudis Gómez de Avellaneda
Feliz quien junto a ti por ti suspira, quien oye el eco de tu voz sonora, quien el halago de tu risa adora y el blando aroma de tu aliento aspira! Ventura tanta, que envidioso admira el querubín que en el imperio mora, el alma turba, el corazón devora, y el torpe acento, al expresarla, expira. Ante...
El ángel de carbón de Rafael Alberti
Feo, de hollín y fango. ¡No verte! Antes, de nieve, áureo, en trineo por mi alma. Cuajados pinos. Pendientes. Y ahora por las cocheras, de carbón, sucio. ¡Te lleven! Por los desvanes de los sueños rotos. Telarañas. Polillas. Polvo. ¡Te condenen! Tiznados por tus manos, ...
Retrato epigramático de Gerardo Diego
Fernando Villalón, almanaque de sol. Piedra picada y halo de sombrero. Si yo fuera cubista sin dejar de ser Goya, qué retrato. Y rebosando del chaleco, reloj de oro y de oro el corazón. Por la calle...
Post-data de Viviane Nathan
Ferviente en los inmensos templos de la vida, en las calles, bajo los techos, por encima del sol -entre los dedos-. Tierno. Sobre el alma: dulce y silencioso. P.D. Así es mi amor.
Lupe de Regis Iglesias Ramírez
Fiebre...La Lupe en la penumbra descalza camina. Ya no la persigue la blanca luz de luna china (en lo alto, al final de un oscuro cabaret), el rostro recién barnizado... Fiebre... derrama el licor, salta su collar de perlas; ha perdido un pendiente en la caja sonora de macillos y cuerdas metálicas. ...
Un pedazo de hambre, un vaso de agua de Hugo Mujica
Fiel a lo humano, al tamaño de lo que los brazos mecen, a la fiesta de lo que en las manos cabe, a la callada esperanza que es no apretar los labios. Fiel a un vaso de agua y al pedazo de hambre que otro cuerpo nos trae, fiel sorbo a sorbo, hambre a hambre. Fiel al pudor...
Fiera de amor de Delmira Agustini
Fiera de amor, yo sufro hambre de corazones. De palomos, de buitres, de corzos o leones, no hay manjar que más tiente, no hay más grato sabor; había ya estragado mis garras y mi instinto, cuando erguida en la casi ultratierra de un plinto me deslumbró una estatua ...
Signos del arcano de André Cruchaga
Fierros líquidos que se diluyen En ecos subterráneos Para decir que allí Nos reencontramos Con el vestido de otra noche. Ahora, desnudo y solo, Pienso en los trenes En esos fugitivos durmientes Que sorprenden Por su risa esquelética Y por su duro ser De promesa incumplida. ...
La superficie y su imagen de Lourdes Vázquez
Fijo los ojos en esta fotografía nuestra. Yo a tu lado que miro de frente el aparato en cuyo interior la transparencia de la luz nos compromete. Es cuando aprieto bien los latidos e indago por el muro que debo brincar, la planta gigante que debo escalar, la pantalla de proyección ...
El amor errante de Ramón Ortega
Filas de caserones de vieja arquitectura que en el frontón ostentan el signo de la cruz. Sobre la calle hosca pasa la noche oscura como un fúnebre paño. Ni una voz, ni una luz. En esta casa tuya, quizás, en las ojivas, entre el silencio grave de la calleja sola, tejieron un murmullo de pláticas furtivas ...
Filo de luz de Carmen Boullosa
Filo de luz, fruta abierta que a la noche vuelves fuego y que a la llama cambias en fresco sentido: llego a buscar tu aliento: más sedienta: pozo de amor que me asombras, cántaro de día. * Tu cuerpo pulsado por sí mismo es en mis oídos viento claro y fresco, sonido límpido ...
Filo... de María José Flores
Filo la oscuridad filo encendido llama llamarada. Mujeres de carne y verso. Antología poética femenina en lengua española del siglo XX. Edición de Manuel Francisco Reina. La esfera literaria. 2002
Cultura de Tirso Canales
Filosofan pío XII y la edad media en la universidad Los muchachos preparan su corazón de cuero y su cartera A buenos pescozones se convierten En licenciados en algún volado Cultos señores Universitarios la geología estudia El sumun de esta época La nueva cultura ...
Puerta de sacrificio de Roberto Obregón
Fina es la lámina, casi transparente. La lámina de azúcar que separa tus labios. Por allí se fue mi corazón relamiéndose las heridas.
Hora de la ceniza (I) de Roque Dalton
Finaliza Septiembre.Es hora de decirte lo difícil que ha sido no morir. Po ejemplo, esta tarde tengo en las manos grises libros hermosos que no entiendo, no podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia y me cae sin motivo el recuerdo del primer perro a quien amé cuando niño. Desde ayer ...
Polvo para morder (VI) de Jorge Boccanera
Finalmente palabra he de morder el polvo para que tú puedas mover las alas para que yo respire de tu aire sin conocer el aire que respiro. De: Polvo para morder
El vigilante de la nieve (IV) de Antonio Gamoneda
Fingía un rostro en el aire (hambre y marfil de los hospitales andaluces); en la extremi- dad del silencio, él oía la campanilla de los agonizantes. Nos miraba y nosotros sentía- mos la desnudez de la existencia. Velozmente, abría todas las puertas y derramaba ...
Fingiendo realidades... (Rima LXXVIII) de Gustavo Adolfo Bécquer
Fingiendo realidades con sombra vana, delante del Deseo va la Esperanza; y sus mentiras, como el Fénix, renacen...
Viceversa de Eduardo Zambrano
Firman su sentencia de muerte los que publican su vida en algunos versos incipientes que les quitan el amor, los sesos, los días. Pero esto no lo digo yo, sino el idiota esedel espejo. Por eso me da risa. (De: Reincidencias)
Cumbre de José Hierro
Firme, bajo mi pie, cierta y segura, de piedra y música te tengo; no como entonces, cuando a cada instante te levantabas de mi sueño. Ahora puedo tocar tus lomas tiernas, el verde fresco de tus aguas. Ahora estamos, de nuevo, frente a frente como dos viejos camaradas. ...
El perro vagabundo de Carlos Pezoa Véliz
Flaco, lanudo y sucio. Con febriles ansias roe y escarba la basura; a pesar de sus años juveniles, despide cierto olor a sepultura. Cruza siguiendo interminables viajes los paseos, las plazas y las ferias; cruza como una sombra los parajes, recitando un poema de miserias. ...
La montaña de Javier del Granado
Flagela el rayo la erizada cumbre, el huracán en sus aristas choca, y arranca airado con la mano loca su helada barba de encrespado alumbre. Rueda irisado de bermeja lumbre el turbión que en cascada se disloca, y hunde a combazos la ventruda roca, para que el oro en su oquedad relumbre. ...
Mayúscula de Octavio Paz
Flamea el desgañicresterío del alba. ¡Primer huevo, primer picoteo, degollina y alborozo! Vuelan plumas, despliegan alas, hinchan velas, hunden remos en la madrugada. Ah, luz sin brida, encabritada luz primera. Derrumbes de cristales irrumpen el monte, témpanos...
Los días delirantes de Enriqueta Ochoa
Flamea el topacio de tus cabellos. Nunca volverás a los días delirantes en que tensabas disparando al viento mis sueños de muchacha. Y yo siempre lejos de ti revolcando ocho veces al mar en las jibas del tiempo. Ayer, cuando el temblor de tu roce trastornaba...
Charral de Marta Leonor González
Flemática mujer de hermoso pelaje en cintura enmarañado pelo, una araña carga en su pubis ancestral negra hasta los meniscos, perturbadora de la noche calla, arrolla En la esquina ebria de Fresh Point su rostro negra asoma, tartamudea la anciana medusa ...
Flautas de Nancy Morejón
Fllautas, flautas terrestres y el caracol sediento entre la noche. El dios garabato. Flautas amenas, flautas en un enjambre de los poros. Oh flores sobre el mundo, en la vasta quietud. Oh flores redivivas. Oh flautas. Oh flores enjauladas. ¡Al menos cantos, al menos ...
La amenaza de la flor de Alfonso Reyes
Flor de las adormideras: engáñame y no me quieras. ¡Cuánto el aroma exageras, cuánto extremas tu arrebol, flor que te pintas ojeras y exhalas el alma al sol! Flor de las adormideras. Una se te parecía en el rubor con que engañas, y también porque tenía, como tú, negras ...
Presencia numerosa de Gustavo Osorio
Flor Número del día Anillo del cielo Vivo espejo presente Tus ojos Espuma de luz Sueño de estrella Tus cabellos Ala infinita Agua disuelta Brilla en tu llanura interior Claridad Cierta palpitación pasea por tu nombre Una llama azul Sostiene tu dulce rumbo Alrededor de tus sienes ...
Flor Profunda de Walter Morán
Flor profunda perfumada de canela abismo carnoso bebo tu olor. Perplejo en tu creación salto al vacío donde aquietas mis convulsiones. (De: Flor profunda)
Villancico de Juan Del Encina
Floreció tanto mi mal, sin medida, que hizo secar mi vida. Floreció mi desventura y secóse mi esperanza; floreció mi gran tristura con mucha desconfïanza; hizo mi bien tal mudanza sin medida, que hizo secar mi vida. Hase mi vida secado, con sobra de pensamiento, ha florecido...
Escenas renacentistas (III) de Carlota Caulfield
Florencia, siglo XVI Asciendo al centro de la cúpula con el fruto maravilloso entre mis dientes. Tu cabello rubio y rizado es mi punto de partida en este saut du petit cheval, salto musical que esquiva a la raza de los envidiosos. Nuestra risa es un juguete vagabundo y ...