25 poemas aleatorios en audio
Alí Chumacero En la voz de Alí Chumacero | |
Como el fúnebre aire desciende por las noches sobre los árboles, irrumpes fiel, devastadora y ciega; pueblas así de nubes y de dolientes rosas la soledad ardida del deseo y esa callada tierra de mis ojos mirando la quietud, lívida arena donde el pensamiento yace sosegado... | |
José Cadalso En la voz de Fernando Guillén | |
Amor, con flores ligas nuestros brazos; los míos te ofrecí lleno de penas, me echaste tus guirnaldas más amenas, secáronse las flores, vi los lazos, y vi que eran cadenas. Nos guías por la senda placentera al templo del placer ciego y propicio; yo te seguí... | |
Vilma Vargas En la voz de Vilma Vargas | |
Todo nos falta, un cigarrillo, tiempo para escribir, una excusa para los acreedores. El último fósforo está empapado. La humedad de la casa nos hace temblar. Llueve. Dame un mendrugo para el alma, para el gesto huraño, para el hambre y buen tiempo para los que se marchan. Poema... | |
Julio Barrenechea En la voz de Héctor Rosales | |
Tocan las sombras del ciego y sale luz de la flauta. Brilla el filo de la esquina gracias a la luz que canta. Para la pena se fuma y el ciego fuma en la flauta. Su canción es en la noche, una lucecilla blanca. Música triste, encendida en el final de la flauta. (Por la noche de los cielos se enciende la luna blanca... | |
Marosa Di Giorgio En la voz de Marosa Di Giorgio | |
Venía otra tormenta... después de todo no iba a ser gran cosa, era una nube negra por el aire y por la tierra con la boca redonda en el centro rodeada de grandes dientes picudos y plateados se oía a un tremendo rugido y un rumor de campanitas. La gallina gris parda corrió por la sombra... | |
Hjalmar Flax En la voz de Hjalmar Flax | |
Quiero pensar que alguna vez pudiere abrir la ostra hermética donde mi alma duerme. Rociarla con el jugo agrio de la tarde. Comérmela, y sacar una perla de mi boca. De: 44 POEMAS (1969) Poema proporcionado por el... | |
Clementina Arderíu En la voz de Núria Espert | |
Aire de maig, no diguis res, que el sorprendrem tot d una; la meva m li obre el balcó: Oh, quina olor de lluna! Tota la saba del jardí s ha tornat flor i espera; l infant no ho gosa destriar ni sap que és primavera. Mare, quin és aquest ocell que tan bonic refila? Cap altre al món n hi pot haver!... | |
Javier Heraud En la voz de Alejandro Romualdo | |
No derrumben mi casa vieja, había dicho. No derrumben mí casa. Teníamos nuestra pérgola, y dos puertas a la calle, un jardín a la entrada, pequeño pero grande, un manzano que yace seco ahora por el grito y el cemento. El durazno y el naranjo habían muerto anteriormente... | |
Enriqueta Ochoa En la voz de Enriqueta Ochoa | |
Pienso en la fecha de mi suicidio y creo que fue en el vientre de mi madre; aún así, hubo días en que Dios me caía igual que gota clara entre las manos. Porque yo estuve loca por Dios, anduve trastornada por él, arrojando el anzuelo de mi lengua para alcanzar... | |
Eliseo Diego En la voz de Eliseo Diego | |
La hierba es siempre una donde quiera vas a encontrar a la humilde agradecida tanto a un trozo de tierra corroída como a la esplendidez de una pradera la de mi calle nunca desespera cuando el sol es el sol y decidida se abriga en nieve a defender su vida la del terrible norte en primavera yo la vi renacer en Leningrado junto a los muros de un antiguo fuerte como el verdor se le estrechaba al día y al sentirla tan cerca y a mi lado vi que la tierra es una, una la suerte de aquel lugar y de la calle mía. | |
Antonio Porchia En la voz de Antonio Porchia Colaboración: Alejandra Correa | |
Los méritos de una cosa no vienen de ella: van a ella. De: Voces | |
Tomás Segovia En la voz de Tomás Segovia | |
De algo estamos confesándonos emocionadamente hijos si en un agua tan limpiamente fraternal bogamos. Nunca se cierra del todo nuestra diferencia, una ironía de nuestra igualdad la tiene siempre en vilo, y hasta cuando estamos sometiendo al otro nunca hemos olvidado nuestra lengua común... | |
Xavier Villaurrutia En la voz de Alberto Dallal | |
Cuando los hombres alzan los hombros y pasan o cuando dejan caer sus nombres hasta que la sombra se asombra cuando un polvo más fino aún que el humo se adhiere a los cristales de la voz y a la piel de los rostros y las cosas cuando los ojos cierran sus ventanas al rayo del sol... | |
Gabriela Mistral En la voz de Gabriela Mistral | |
Cajita mía de Olinalá palo-rosa jacaranda. Cuando la abro de golpe da su olor de Reina de Sabá. ¡Ay, bocanada tropical clavo, caoba y el copal! La pongo aquí la dejo allá por corredores viene y va. Hierve de grecas como un país nopal, venado Codorniz. Los volcanes de gran cerviz... | |
Eduardo Langagne En la voz de Eduardo Langagne | |
He emblanquecido mi pelo en busca de una virtud; no perdí la juventud, pues la invertí en ese anhelo. Supe de amor y desvelo cuando nacieron mis hijos, mantuve los ojos fijos al descubrir la Belleza y ha podido mi cabeza descifrar sus acertijos... | |
Pedro Garfias En la voz de Pedro Garfias | |
Yo he conocido a un árbol que me quería bien. Jamás supe su nombre, no se lo pregunté y él nunca me lo dijo: cuestión de timidez. Nunca vio mi silueta, era ciego al nacer, por eso a mí me quiso lo mismo que yo a él. Le dije muchas cosas que a nadie más diré, más que a la vieja estrella que alguna vez hablé... | |
Jaime Augusto Shelley En la voz de Jaime Augusto Shelley | |
Falta, en el desorden, una palabra. Falta una voz, y otra, y otra más, en el valle de la muerte, en la estación de los sofocos rezumados por el fuego y la sombra. Una palabra que no brote de atarjeas, sino silencio que habla, vibrante. Silencio sonoro que toque cuerpos con su luz... | |
Gioconda Belli En la voz de Conchita Fernández | |
Hoy quisiera tus dedos escribiéndome historias en el pelo y quisiera besos en la espalda acurrucos que me dijeras las más grandes verdades o las más grandes mentiras que me dijeras por ejemplo que soy la mujer más linda del mundo que me querés mucho cosas así tan sencillas... | |
Marco Antonio Montes de Oca En la voz de Marco Antonio Montes de Oca | |
Encadenado a mi sangre libre Con grilletes de campanas Entro a mi siglo Por la puerta palpitante de mí mismo Y camino descalzo Por un archipiélago de almohadas Hacia la radiante oscurana del origen. Atrasa la lluvia sus relojes Y la dínamo salvaje retatúa su eje la pura turbulencia... | |
Alberto Blanco En la voz de Alberto Blanco Música de Armando Contreras. | |
Los espejos no cantan como antaño y el espacio no es más que una lágrima corriendo desde los ojos hasta el sueño cuando nos dan una mala noticia Como cuando se embarca la tristeza en una discusión sin más razón de ser que una súbita parvada de reflejos a un cambio en la dirección... | |
Juan Domingo Argüelles En la voz de Juan Domingo Argüelles | |
Tiembla el hielo del sol y la calle se llena con su rojez. El aire se congela y es piedra. En la mitad del día el corazón se agolpa y la sangre levanta su torrente de espuma. Caen, lentas, las nubes calcinadas y comienzan a rodar en la vereda. El mundo aquí es el principio del mundo,... | |
Rubén Darío En la voz de Carmen Montejo | |
Mar armonioso, mar maravilloso, tu salada fragancia, tus colores y músicas sonoras me dan la sensación divina de mi infancia en que suaves las horas venían en un paso de danza reposada a dejarme un ensueño o regalo de hada. Mar armonioso, mar maravilloso, de arcadas de diamante que... | |
Armando Uribe Arce En la voz de Armando Uribe Arce Colaboración: Rodrigo Gonçalves | |
La muerte despiadada no hace excepciones: uno por uno nos recoge del suelo en que vagamos como hormigones negros -cuando menos pensamos pero en nada pensamos- cuando nos llega el turno despiadada nos coge con sus pinzas de fierro nos traslada al lugar de nuestro entierro. La... | |
Juan Bañuelos En la voz de Juan Bañuelos | |
Hija del campo y de la luz/ vientre de piedra sollamada/ nunca se elevó tan bajo tu hambre/ tu sombra sin su cuerpo/ la impostura/ la ceniza de tus trojes quemadas/ el látigo/los nadies de la sed... -qué sé yo qué!- Y a punto de salpicar está la sangre estando fraternal estaba y... | |
Rosario Castellanos En la voz de Rosario Castellanos | |
Se deslizaba por las galerías. No la vi. Llegué tarde, como todos, y alcancé nada más la lentitud púrpura de la cauda; la atmósfera vibrante de aria recién cantada. Ella no. Y era más que plenitud su ausencia y era más que esponsales y era más que semilla en que madura el tiempo:... |