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listado de poemas en audio por primeros versos letra e

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2272 poemas con la letra "e"

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Milagro de Roberto Obregón
El espacio entre los dos resbaló como harina entre los dedos. Ya sólo en el mundo un lugar habitado -tú y yo. Tu cuerpo refugiado en mis manos. Mis ojos disueltos en tu mirada, y la húmeda rama de tu voz palpitando su sombra en el silencio, la última traza de lumbre se extinguió bajo el alero. ...
El espejo de Eliseo Diego
El espejo de óvalo limpio contempla un solo movimiento que hace la rama del álamo, cuando a veces golpea en los cristales. Todo lo demás: el rojo de las cortinas, la mesa y el hombre, hace posible al espejo en su contemplación de la sombra levísima. A veces esto se interrumpe, y sopla...
Siquiera este refugio (V) de Angel Campos Pámpano
El espejo prolonga el enigma inicial de la mirada. La figura reconoce la soledad del que llega, de quien busca adentro una coartada para seguir, de quien sabe que el espejo no es sino la imagen de otra imagen, un espacio irreal, confuso, como la propia vida. Su sombra adopta ...
Love Hill tear us apart de Elena Medel
El estómago de Vladimir Spider Sabich arde como una estrella de azufre. Esta madrugada es el beso de la madre, fugaz en su veneno. El sueño me condena a cadena perpetua, entreteje la dulzura de Claudine con el cordón de mis zapatos rotos. La llaga en su vientre...
El faraón es el pecado de Armando Uribe Arce
El faraón es el pecado. Arráncate del faraón. Rojo el mar los pescados negros son. —¡No eres Moisés! Soy...
Los hombres- XVI- (El fatigado, el huérfano) de Pablo Neruda
El fatigado, el huérfano de las multitudes, el yo, el triturado, el del cemento, el apátrida de los restaurantes repletos, el que quería irse más lejos, siempre, no sabía qué hacer en la isla, quería y no quería quedarse o volver, el vacilante, el híbrido, el enredado en sí mismo ...
El fin de la avenida está en el sable... de Agustín Labrada Aguilera
El fin de la avenida está en el sable de Calixto García, que a caballo se aquieta con la espuma. Yo lo contemplo acostado en el muro, que escinde la ciudad del universo, y alucino el jazz y las mujeres de aquellos trasatlánticos, apenas dibujados por sus luces. Hace dos horas ardió un viñedo ...
De la mano de un dios de Lucero Alanís de Gurrola
El fin es el lugar del que partimosT.S. Eliot De la mano de un dios asistimos a nuestro propio parto en la cuna luminosa del sepulcro Por el azul las aves ofrendarán los cirios en permuta de carroña y desde el coro de plañideras el bautismo del sobreviviente Tan pocas sombras ...
De los cuerpos celestes de Ana Istarú
El firmamento me convoca. Restriega su plácida testuz, su pelusa de argento, su pescuezo de hielo troquelado en las lanas calientes de mi panza de loba. El universo restriega su frágil cornamenta en este globo...
El flautista mágico de Roberto Obregón
El flautista del Parque de la Concordia supura a inmediaciones del país para que Guatemala no se olvide de sí misma. ¡Y de ajuste, que mero enfrente de la Policía! Para que no olvidemos que corre en nuestra Sangre Sangre pura. Que alguien muere arrastrado por las aguas...
El fondo de las cosas no es la vida o la muerte... de Roberto Juarroz
El fondo de las cosas no es la vida o la muerte. Me lo prueban el aire que se descalza en los pájaros, un tejado de ausencias que acomoda el silencio y esta mirada mía que se da vuelta en el fondo, como todas las cosas se dan vuelta cuando acaban. Y también me lo prueba...
En el árbol dorado de Eliseo Diego
El fornido judío, pájaro de pico poderoso y negrísimo lustre. La espesura es de una sequedad espléndida, donde hasta la sombra es la justa, bajo los árboles de quemados nombres: cupey, almácigo, espino del aroma. En la parte dorada de los árboles el judío se ensimisma y...
Nochebuena de Matilde Alba Swann
El fósforo, en la temblorosa manecita sucia, enciende la hoguera de un cohete travieso.Chispas... Chispas...Chispas... conmueven las latas, y agitan y avivan la carne yacida de un suelo de sombras. Una madre mustia de trabajo y miedo, y un padre que fuma, que escupe y blasfema. ...
Impresiones de Nancy Morejón
El frío cala los pies y esta premura de la rosa nos conmueve, al nacer. Estamos en una presa de trentaidós kilómetros y los papeles del universo giran ante esas hojas de flamboyán que dan sombra en verano. Los enamorados se tumban en el sol sobre el suelo de un yate, ...
A Marina Tsvietaieva de Damaris Calderón
El frío de un terrón de azúcar en la lengua de una taza de té de un pan que salta en rebanadas sangrientas. El oficio de lavaplatos, las genuflexiones y las manos que todavía se sumergen con cierta cordura. Los rojos los blancos los cabezas rapadas y los cosacos podrán echar ...
A Francia de Jorge Luis Borges
El frontispicio del castillo advertía: Ya estabas aquí antes de entrar y cuando salgas no sabrás que te quedas. Diderot narra la parábola. En ella están mis días, mis muchos días. Me desviaron otros amores y la erudición vagabunda, pero no dejé nunca de estar en Francia y estaré en Francia ...
El fuego de Humberto Ak´Abal
El fuego acuclillado apaga la tristeza del leño cantándole su ardiente canción. Y el leño lo escucha consumiéndose hasta olvidar que fue árbol.
Lluvia de luz de Raquel Huerta - Nava
El fuego armonioso de los astros sigue las huellas palabras del agua desprendida escritas en el vuelo custodio de la miel y sus placeres. De: Tramontana Poema proporcionado por la autora
Nuevas amistades de Raúl Henao
El fuego hacía presa del marco tallado de las nuevas amistades que siempre caminan del brazo del primer desconocido que pasa bajo un paraguas. Los últimos días de abril tenían la dureza de la reja de arado. Manos enviadas por telégrafo, besos con empaque dentífrico, ...
La salvaja (fragmento) de Carmen Boullosa
El fuego, otra vez fuego, el fuego junto a la lumbre, en el piso, subiendo por los sillones, cruzando las ventanas, y tras él el fuego, solamente el fuego. El fuego otra vez, ¿No lo ven? ¡No lo ven! Es el fuego. Les parezco una mujer sentada. Quiero vestirme. La ropa interior ...
Poema XXIV (El gajo enhiesto y seco...) de Dulce María Loynaz
El gajo enhiesto y seco que aún queda del rosal muerto en una lejana primavera no deja abrirse paso a las semillas de ahora, a los nuevos brotes ahogados por el nudo de raíces que la planta perdida, aún clava en lo más hondo de la tierra. Poco o mucho, no dejes que la muerte ocupe...
Beppo de Jorge Luis Borges
El gato blanco y célibe se mira en la lúcida luna del espejo y no puede saber que esa blancura y esos ojos de oro que no ha visto nunca en la casa son su propia imagen. ¿Quién le dirá que el otro que lo observa es apenas un sueño del espejo? Me digo que esos gatos armoniosos, ...
Con un gesto de Eliseo Diego
El gato mira con sus ojos de oro, pero no dice nada. El perro, en cambio, aúlla incansable. La muerte acaricia al gato y le concede...
Gato en la noche de Alejandro Aura
El gato no se sube a la mesa, ni menos a las siete de la tarde cuando en julio comienza a oscurecer. Ronda por toda la casa, inquieto, buscando el paso entre el día y la noche, asuntos diferentes de tratar. Ha comido, ha bebido, ha dormido su porción de reposo de las horas de luz...
El general a veces nos decía de Eliseo Diego
El general a veces nos decía extendiendo sus manos transparentes: así fue que lo vimo aquel día en la tranquila lluvia indiferente sobre el negro caballo memorable . Suavizaba la sombra del alero su camisa de nieve irreprochable y el arco duro del perfil severo. ...
El girasol de Françoise Roy
El girasol me habita, inocente criatura cuya cara de pétalos sigue sin saber un sol oscuro, mancha gangrenada en el cielo. Cada noche se alza en las rutas estelares la luna negra sobre el erial sembrado de mala hierba donde crece la flor solitaria, descabellada de azafrán, con sus ínfulas...
El gladiolo es una lanza con el costado lleno de claveles... de Marosa di Giorgio
El gladiolo es una lanza con el costado lleno de claveles, es un cuchillo de claveles; ya salta la ventana, se hinca en la mesa; es un fuego errante, nos quema los vestidos, los papeles. Mamá dice que es un muerto que ha resucitado y nombra a su padre y a su madre y empieza...
El gladiolo se enfermó... de Marosa di Giorgio
El gladiolo se enfermó. Desde sus pavorosos cabellos rosados enviaba chispas a mi habitación. En todas sus bocas abiertas tenía lágrimas, rosas y, también huesos y peines. Aterrada clamé a la Virgen “Llévalo”, pero, la Virgen no se separaba de la estampa. Y él ardía como...
El golpeteo de las mesas de Edmundo Retana
El golpeteo de las mesas, las risas, no decían que algo no andaba bien en el fondo del salón donde llegamos ya tarde con la idea de bailar un poco. El escarceo de sus risas nos puso en guardia, era de nosotros que reían, de nuestros torpes gestos de adolescentes, olorosos a alcohol, ...
El fuego de Mercedes Durand
El gozo de la joven panadera Brotó de las caricias matinales Del fuego que convierte a los trigales En panes de morena caballera. El rojo crepitar de la madera Quemó las inclemencias invernales; La lumbre de los soles tropicales Doró la juventud de la pradera. El fuego atardecido ...
Contrapunto del sueño de Jorge Ortega
El grifo mal cerrado es un ejemplo de vigilia sin fisura. Certifica el tambor del fregadero con puntualidad repetitiva. Ya no reloj de arena: clepsidra; estalactita derritiéndose, gotera, abrasión por la que huye el espíritu del hielo. Las doce campanadas ...
Yo soy el gran blasfemo de León Felipe
El grito suena bien en el vientre de la cueva, el salmo bajo el mediodía de los templos y la canción en el crepúsculo... El grito es el primero. Hay un turno de voces: yo grito, tú rezas, él canta... El grito es el primero. Y hay un turno de bridas: él las lleva, tú las llevas, yo las llevo. ...
Poema XXI de Dulce María Loynaz
El guijarro es el guijarro, y la estrella es la estrella. Pero cuando yo cojo el guijarro en mi mano y lo aprieto y lo arrojo y lo vuelvo a coger… Cuando yo lo paso y repaso entre mis dedos…, la estrella...
Poema XXI (El guijarro es el guijarro...) de Dulce María Loynaz
El guijarro es el guijarro, y la estrella es la estrella. Pero cuando yo cojo el guijarro en mi mano y lo aprieto y lo arrojo y lo vuelvo a coger… Cuando yo paso y repaso entre mis dedos…, la estrella es la...
El azotador de Manuel Ponce
El gusano, gusano pequeño, pequeño acordeón de la flor y del tallo, de la rama y la hoja, dueño de su jardín, bajo el cielo cubierto de rosadas mejillas. Bajo el fino temblor de las estrellas, repercutía, hijo de la ignición y el viento, nada interrogaba. ¿Para qué? Dueño de su...
Poemas (II) de Rosalía Vallejo
El hada de las horas dispone suave quedamente sus agujas; el lenguaje de las gemas la obsesión irresistible de aquel rostro el discurrir sangrante mar adentro... Ella encuentra en el olvido la exacta proporción de leche y llanto las semillas necesarias de distancia para gustar la tristeza ...
El hambre ocurre de Ana Istarú
El hambre su alquimia pertinaz transmutación violenta en la costilla tener un hombre vivo entre los dedos tirárselo a la muerte el hambre es una muerte que se hace la olvidada se demora finge buscar su cita en la libreta pero al final te toca y es una brea inarrancable no deja cicatriz...
El renacuajo paseador de Rafael Pombo
El hijo de Rana. Rinrín Renacuajo, Salió esta mañana muy tieso y muy majo Con pantalón corto, corbata a la moda, Sombrero encintado...
El fin de Jorge Luis Borges
El hijo viejo, el hombre sin historia, El huérfano que pudo ser el muerto, Agota en vano el caserón desierto. (Fue de los dos y es hoy de la memoria. Es de los dos.) Bajo la dura suerte Busca perdido el hombre doloroso La voz que fue su voz. Lo milagroso No sería más raro ...
Noche de reyes de Juan Gelman
El hilo de la infancia tiene muchos hilos dentro. Se confunden en los animales grandes, se tejen y destejen una y otra vez. Quién sabe si mirándolos no dejamos de verlos. Ese país nos pertenece tardíamente. Parece algo escuchado cuando el sol cubre el árbol de enfrente, la nube que pasa. ...
Territorio del hombre de Carlos Trujillo
El hombre constituye su propio territorio lo que equivale a decir en buenas cuentas que el territorio del hombre es el hombre multiplicado por todos los seres que habitan el planeta. Pero el hombre debe ser el descubridor de su propio territorio debe abrir los ojos las manos el corazón...
El hombre del mar de Jacobo Fijman
El hombre de los ojos atormentados, que ha mirado mil auroras del mar desde las grandes proas, tiene el secreto de las neblinas, las compactas y húmedas neblinas; tiene el secreto de las claridades, de las muy anchas, de las ilimitadas claridades que estallan como granizadas sobre los barcos ...
Senda de Gustavo Esmoris
El hombre de raza triste que empuja este rostro va quedando vacío de sueños y en sus heridas invisibles se desangra una época en qué momento me volveré prisionero afiche de la derrota o cuando en cambio terminaré...
El hombre es un animal... de Raquel Jodorowsky
El hombre es un animal que ríe o es un animal que llora pero ¿cuándo es un hombre que piensa? Pues así como vamos harán de este mundo la arquitectura del fin. Los partidos políticos que levantan pedestales de un movimiento sí y de otro no. ¡Poetas tuertos! ...
Creación de Alfonso Gumucio Dagron
El hombre es una creación de Dios, un animal que sufre que recuerda en un parque, alimenta palomas huecas, lleva la mano al bolsillo pelusa confirma con las yemas una mancha de cera una carta amarga y el frío oscuro del metal con el que desafiará a Dios creación del hombre. ...
El hombre imaginario de Nicanor Parra
El hombre imaginario vive en una mansión imaginaria rodeada de árboles imaginarios a la orilla de un río imaginario De los muros que son imaginarios penden antiguos cuadros imaginarios irreparables grietas imaginarias que representan hechos imaginarios ocurridos en mundos ...
El Hombre de Gustavo Esmoris
El Hombre prisionero de su sombra se transita a sí mismo se hace cargo de su era se construye unas alas que emigran...
El hombre que despierta y ve su imagen... de Víctor Sandoval
El hombre que despierta y ve su imagen reflejada en el fondo del espejo, retorna de otro mundo; es un resucitado entre los muertos. Resurge de la cama destruyendo los montes de las sábanas; el sueño se desploma de un último aletazo, los elásticos muslos generan nuevamente antiguos ...
Raíces de Julio Llinás
El hombre que habla y devora sus palabras, teje una fábula en su Tierra. Y el aire invade los verbos de su raza. Así cayó esta zarpa en mi inocencia. Así creció mi orgullo en este mundo.
El hombre que resiste de María Sanz
El hombre que resiste es menos infeliz, acusa poco la llegada del mal a sus dominios, ignorando si hay viento de levante o poniente, o si en sus tentaciones ha crecido la hierba. Cuántas veces el cuerpo está llagado hasta el punto de ansiar la sepultura. Pero nada termina por derrotar ...