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listado de poemas en audio por primeros versos letra i

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249 poemas con la letra "i"

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Ojos verdes de Rafael de León
I Apoyá en er quisio de la mansebía miraba ensenderse la noche de mayo; pasaban los hombres y yo sonreía hasta que a mi puerta paraste el caballo. quotSerrana, ¿me das candela? Y yo te dije: quotGaché, ven y tómala en mis labios que yo fuego te daré . Dejaste er caballo y lumbre te di, ...
Ambas de Héctor Burke
I (Carolina) Taller de Grabado. Artes Plásticas. Universidad de Costa Rica. Ella: _ No te vayás. (a México). II (Elsa) Calle Moneda. El Zócalo. México, D.F. Ella: _ No te vayas.(a Costa Rica).
A Federico García Lorca, poeta de Granada de Rafael Alberti
I (Otoño) En esta noche en que el puñal del viento acuchilla el cadáver del verano, yo he visto dibujarse en mi aposento tu rostro oscuro de perfil gitano. Vega florida. Alfanjes de los ríos, tintos en sangre pura de las flores. Adelfares. Cabañas. Praderíos. Por la sierra, cuarenta salteadores. ...
El bosque de la hormiga de Enzia Verduchi
I (Regreso de Lisboa) Izela en breve desembarcará proveniente de Lisboa. Querrá contarme de la juntura de las aguas, los remolinos del Tajo, los colores del herrumbre lusitano en barcos y ventanas, la suavidad del idioma en el paladar. ¿Esperabas, madre, que el conejillo de Indias, ...
Cómo destruir? de Gloria Fuertes
I ...Pero ¿cómo destruir aquello que no podemos crear? que es lo que hacen los inseguros los fracasados los vengativos los malhumanos. II Mis métodos para defenderme del atacante son diferentes al rencor. Son métodos lentucios: Siéntate en el sofá de tu casa enangelado ...
Los ataudes de Armando Uribe Arce
I /1/ Sic transit gloria mundi, y las miserias también son transitorias -las frecuentes desgracias y la muerte de las fuentes que se secan -el pasto de las eras se estraga -y en las ferias de los vivientes danzan calaveras. /2/ Los muertos sufren calambres, pruritos y otros males. ...
Casa sobre tu pecho de Claudia Lars
I A medio otoño, casi del olvido volviendo con la rosa del verano; el mar del corazón bajo tu mano y el camino de ayer para el oído. No es golondrina, no, la que ha venido al cielo de este cielo cotidiano; porque llega del frío más lejano sabe escoger la tarde de su nido. Así, con simples nombres ...
Décimas de nuestro amor de Xavier Villaurrutia
I A mí mismo me prohibo revelar nuestro secreto decir tu nombre completo o escribirlo cuando escribo. Prisionero de ti, vivo buscándote en la sombría caverna de mi agonía. Y cuando a solas te invoco, en la oscura piedra toco tu impasible compañía. II Si nuestro amor está hecho de silencios ...
Ciego afán de Italo López Vallecillos
I Adiós digo al vecino, al hermano, al dios que me empuja, al aire, a la tormenta. Adiós a la muchacha que se quedó perdida en mis poemas y nadie pudo borrar, ni el tiempo, ni los viajes, ni las lluvias. Y está en mí a pesar de la oración que nunca dije. Adiós a las corbatas, ...
Berceuse blanca de Julio Herrera y Reissig
I Adorad a la Virgen en su amable santuario, junto al lecho en que velan devociones azules: una forma imprecisa bate el sordo incensario, y es el humo de encajes, la cortina y los tules. ¡Cómo va y viene el rítmico plenamar de su seno! Es la luna que ondea en un lago que expira. ...
Lázaro no nacido (I) de Juan Vicente Piqueras
I Ahora sé que se puede morir de madre sin salir de ella. Vivir viendo las nubes pasar por la ventana velada de tus ojos, madre, he vuelto cada vez que tu voz me lo ha pedido -tu voz en mí, se entiende, tu voz mía- a tus brazos tendidos hacia mí que soy nadie. Vuelvo a una casa donde no he vivido. ...
Sin tregua de Almafuerte (Pedro B. Palacios)
I Al clásico del compás establecido para cantar las cosas soberanas: invocando al amor y al buen sentido, musas que deben ser hermanas: sin temer ni a la crítica del ruido ni a la pereza y cobardía humanas: voy a cantar mis versos al trabajo ¡al sin tregua, al feroz, al a destajo! ...
Libro de la Torre (Selección) de Carmen Borja
I Al principio, el verbo: un indefinido. Tu lengua fue una sucesión de aoristos, ése era el tiempo de los tuyos. Algunos cantan las cosas, pero a mí me corresponde ahora cantar la ausencia de las cosas, el surco de la nieve en la ceniza. II Estás desnuda ante el tiempo y no te sirve la canción ...
Espejos incendiarios (I a X) de Carmen González Huguet
I Amor que desazonas lo que tocas y que al fuego le das color de olvido, al gozo lo traduces en gemido y la alegría en aflicción trastocas. ¿Por qué la reciedumbre de las rocas no traduces en suave y tibio nido, y del profundo mar enardecido la furia entre tus brazos no sofocas? ...
Dos sonetos a un místico de Claudia Lars
I Amor que se cruzó por mi camino y me encontró en la sombra, abandonada. Amor que fuera luz en la callada y sombría espesura del destino. Esencia de lo noble y de lo fino: le sorprendí brillando en su mirada. Mas no quiso hacer caso a mi llamada y transformó lo humano en lo divino. . ...
La difícil ceremonia de Homero Aridjis
I Ánfora para la fluidez implacable del origen para la libertad de los cuerpos yo te escribo sin nombre así abro mi jaula de pájaros siniestros así prefiguro la seguridad de las manos así comprometo mi tiempo en tu tiempo así me descubro entero en ti compacta Éste es mi incendio de cauces ...
Ante la crisis de autenticidad de Víctor Corcoba Herrero
I Ante tanta crisis de autenticidad, registremos la poesía como signo de identidad y señal de amor. II La educación hace al hombre. Le ayuda a hacerse a la vida. Y a vivir más humanamente. Y a penetrar en el corazón. Y a ser más de la poesía que del poder. Como ésto no es así, ...
Búsqueda espacial de Elías Nandino
I Antes de haber nacido, cuando apenas en las galaxias era calofrío, o sed en rotación por el vacío, o sangre sin la cárcel de las venas; antes de ser en túnica de arenas un angustiado palpitar sombrío, antes, mucho antes que este cuerpo mío supiera de esperanzas y de penas: ...
Exilio de María Eugenia Brito
I Ayer te llamé y mi propia sombra respondió en el teléfono. II Adiós te dije dulcemente y la calle creció creció como la noche. III Tu cuerpo lucha en la pared. Mi cuarto no puede dejarte ir sin herirme. IV Fantasma trasnochado del amanecer Cantando tu propio tango De pie llorando ...
Llamas húmedas (I-IIX) de Yanira Soundy
I Bésame hondo y agudo, con un amor de viva llama; con sed, intensa, fuerte. Bésame en la rasgada noche, mientras tiemblan las aves del cielo. Cíñeme a la rosa más leve, al silencio total, a la última estrella. II Quiero la trémula sombra de un ave, para oírte en el vuelo del silencio, ...
Llamas húmedas (I-III) de Yanira Soundy
I Bésame hondo y agudo, con un amor de viva llama; con sed, intensa, fuerte. Bésame en la rasgada noche, mientras tiemblan las aves del cielo. Cíñeme a la rosa más leve, al silencio total, a la última estrella. II Quiero la trémula sombra de un ave, para oírte en el vuelo del silencio, ...
De la poesía de Hugo Lindo
I Bien: es lo que decíamos ahora. Encenderse de lámparas sin motivo aparente. Alzar copas maduras y beber los colores de la nieve como quien bebe alas de paloma o brinda con angélicas especies. II Claro: lo que decíamos ahora. ¿Para qué detener en las palabras lo que se va por ellas, ...
Noche de resurrecciones de Octavio Paz
I Blanda invasión de alas es la noche. Laten bajo su pecho las criaturas. Ensimismadas laten y latiendo de sí mismas se olvidan y comulgan, al fluir de las horas entregadas. Viento parado en una apenas rama; aguas mudas, sonámbulas, sin freno; ...
Señales de María Eugenia Brito
I Caer en la locura como la blanca virgen cegada en los altares. Tocar la realidad: los pies heridos grieta por grieta. Ser desollada en el límite exacto de la piel para evitar el desvarío que su perfil obstinadamente diseña. II Inversión del rostro en esa conversa. Cifra del nombre. Piedad de ...
Islandia (fragmento) de María Negroni
I can sing of myself a true song, of my voyages tellingThe Seafarer Life is an affair of people, not of places. But for me, life is an affair of placesand that is the trouble Wallace StevensPensó que si no volvía a escuchar el chirrido de loscarros sobre las piedras de Fleet Street, ...
El muro frontal de Fabricio Estrada
I Cierta suciedad en el ambiente. La basura desordenada entre las vísceras del aire. Los amigos viéndome distinto, muy cambiado; verme una vez por cada uno que se casa no es para menos... Las distancias se alargan cuanto pueden, como la edad y el olvido. Pasan las circunstancias, ...
Cirabel de Homero Aridjis
I Cirabel llego siempre a tu aposento con una confusión de bocas y una zozobra de hombre a traerte la ofrenda cotidiana de mis manos huecas Más o menos cuando la ceniza de la noche se derrama sobre tus pupilas igual que ante una ciudad inerme Anudado tu grito de silencio ...
Elegías del amado fantasma (Tercera elegía) de Rosario Castellanos
I Como la cera blanda, consumida por una llama pálida, mis días se consumen ardiendo en tu recuerdo. Apenas iluminas el túnel de silencio y el espanto impreciso hacia el que paso a paso voy entrando. Algo vibra en mi ser que aún protesta contra el alud de olvido que arrastra en pos de sí ...
Canción del pirata de José de Espronceda
I Con diez cañones por banda viento en popa a toda vela no corta el mar, sino vuela un velero bergantín; bajel pirata que llaman por su bravura, el Temido, en todo mar conocido del uno al otro confín. La luna en el mar riela, en la lona gime el viento, y alza en blando movimiento olas de plata y azul; ...
La tempestad de Manuel Gonzalez Prada
I Con el cántaro a los hombros, Entre nubes y destellos, La Ñusta pisa las cumbres Más vecinas de los cielos. Risueña, el cántaro inclina Y derrama suave riego En las ceibas de los bosques Y en los cactos del desierto. De gozo, entonces, henchido, Alza un himno el Universo Con la voz ...
Donde habla la ceniza de Efraín Bartolomé
I Con regusto de ciervo entre las fauces el puma tiene sed Su pupila apuñala el corazón del aire Todo futuro es verde Entrar ahí Dejar en las espinas la piel y la memoria Ser sobre el humus sol que se arrastra y trastorna su espina dorsal como los gatos ...
Elegías del amado fantasma (Segunda elegía) de Rosario Castellanos
I Convaleciente de tu amor y débil como el que ha aposentado largamente en sí mismo agonías y fiebres, salgo, purificada y tambaleante, al reclamo de calles y de patios. ¡Qué algarabía de ruidos confusos y de olores mezclado! ¡Qué agresivo desorden de colores esparcidos! ...
La pedrada de José María Gabriel y Galán
I Cuando pasa el Nazareno de la túnica morada, con la frente ensangrentada, la mirada del Dios bueno y la soga al cuello echada, el pecado me tortura, las entrañas se me anegan en torrentes de amargura, y las lágrimas me ciegan, y me hiere la ternura... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Yo he nacido ...
Dos canciones de amor para el otoño de José Coronel Urtecho
I Cuando ya nada pido y casi nada espero y apenas puedo nada es cuando más te quiero II Basta que estés, que seas que te pueda llamar, que te llame María para saber quién soy y conocer quién eres para saberme tuyo y conocerte mía mi mujer entre todas las mujeres.
Dos canciones de José Coronel Urtecho
I Cuando ya nada pido y casi nada espero y apenas puedo nada es cuando más te quiero. II Basta que estés, que seas que te pueda llamar, que te llame María para saber quién soy y conocer quién eres para saberme tuyo y conocerte mía mi mujer entre todas las mujeres.
Canción de amor para el otoño de José Coronel Urtecho
I Cuando ya nada pido Y casi nada espero Y apenas puedo nada Es cuanto más te quiero.* II Te quiero en Diciembre, en Enero. Te quiero día a día, el año entero. Te quiero bajo el naranjo y bajo el limonero.** *De: Dos canciones de amor para el otoño **De: Idilio en cuatro ...
Tríptico de Nora Méndez
I Cuelgas de tus vértices cual ángel delicado Que con volar se espanta Se te olvida que volar No es ascender Es derramarse dejarse caer sujetándose a la nada. II Tengo un manuscrito De tu pelo Monosílabos enhebrados De tu garganta Un cancel del tamaño de tu sombra ...
Poemas desde la cama de Rafael Mendoza
I Cuesta mucho esta forma de instalarse. Parecemos bandidos de TV Que deben cuidarse de la policía. Dentro de unos años, Cuando mis confesiones sean leídas públicamente En las Academias Naturalistas, Nadie querrá creer lo que luchamos por incendiar Estos momentos. ...
Idilio en cuatro endechas de José Coronel Urtecho
I De nuevo. Sí De nuevo siento que voy, que llevo. En el tren, en los trenes, siento que vas, que vienes. Inútil preguntar a la tierra, a la mar, a la estrella polar. Ni la arena, ni la espuma, ni la estrella darán razón de ti. De ella. Pero te esperaré. Te espero en las esquinas, a ver si vas, si ves, ...
Invocación de Jairo Guzmán
I De plomo el cielo es el pecho de una momia molida a manotazos De plomo el cielo colmado de puños que apagan el sol en ojos de niños II Niño que destrozas la flor con gestos que te abominan en el vértigo de la luz tu pasión se desvanece Niño de manos cortadas desde la azotea ...
Sonetos a la Virgen de José Lezama Lima
I Deípara, paridora de Dios. Suave la giba del engañado para ser tuvo que aislar el trigo del ave, el ave de la flor, no ser del querer. El molino, Deípara, sea el que acabe la malacrianza del ser que es el romper. Retuércese la sombra, nadie alabe la fealdad, giba o millón de su poder. ...
Los sonetos de la muerte de Gabriela Mistral
I Del nicho helado en que los hombres te pusieron, te bajaré a la tierra humilde y soleada. Que he de morirme en ella los hombres no supieron, y que hemos de soñar sobre la misma almohada. Te acostaré en la tierra soleada con una dulcedumbre de madre para el hijo dormido, ...
Glosa incompleta en tres tiempos sobre un tema de amor de Salvador Novo
I Dentro de estos cuatro muros pretendí ocultar mi dicha: Pero el fruto, pero el aire ¿cómo me los guardaría? Hora mejor que pospuse, camino que no elegí, voces que eran para mí, destino que no dispuse; ¡cómo os volvisteis oscuros! ¡qué amargo vuestro sabor cuando nos encerró ...
Dos paisajes de José María Gabriel y Galán
I Dos paisajes: el uno soñado y el otro vivido. ¡Cuán amarga, sin sueños, me fuera la vida que vivo! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Era un trozo de tierra jurdana sin una alquería; era un trozo de mundo sin ruido, de mundo sin vida. Era un campo tan solo, tan solo como un cementerio, ...
Omphalos de Rodolfo Häsler
I El alba me sorprende leyendo a Thomas Hardy en un camino libérrimo trazado en la imaginación donde gozoso te busco en dirección al cielo, masticando cálidos nenúfares, cálidas flores de ciruelo, las turquesas derramadas en tus brazos, tu placer, tu costado, el estío ...
El aliento es el dios... de Homero Aridjis
I El aliento es el dios que la penetra e insuflada da a luz habla un instante y su voz queda en el aire aun cuando ha partido II Por el día que se mueve la sabiduría erige templos quien ama el sol siente en su corazón el fuego las palabras tocan el aire y arden el ser viaja hacia la luz ...
Como el mar que regresa de Juan Domingo Argüelles
I El mar siempre regresa; sus montañas saladas se alejan, pero vuelven; abren las cicatrices de la arena; rebosan de infinito los ojos que lo miran. El mar regresa siempre porque siempre está solo; vuelve a buscar las playas. Regresa. Sabe que te hallará porque los que están solos ...
La flor del espino de José María Gabriel y Galán
I El padre es un tosco labriego fornido, áspero y velludo gigante broncíneo. ¡La madre, una hembra con hombrunos bríos, desgarradas formas, groseros aliños! ¡Y ved el misterio!... La niña ha nacido pequeñita y blanca como flor de espino. ¡La teta es tan grande como el angelito! Parecen el bronce ...
Origen del Rímac de Manuel Gonzalez Prada
I El viejo Rey de la Costa Atribulado camina, Que desoló sus regiones Interminable sequía. Con su prole y sus mujeres, Domeñando la fatiga, Va de ardientes arenales A nevadas serranías. - No los Andes trasmontemos, Que en las nieves de sus cimas, A mi pecho falta el aire, Falta el calor a mi vida. ...
La loca de Susana Reyes
I Ella sólo quiso otorgarle a la vida el estremecimiento de sus entrañas liberar de los hombros los cabellos marchitos internarse en el cotidiano ardor de las hojas en el agua. II Se liberó de las culpas desnuda y feliz regaló su risa al naranjo de la tarde no le interesó más que tenderse ...