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listado de poemas en audio por primeros versos letra g

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54 poemas con la letra "g"

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Galán... de Federico García Lorca
Galán, galancillo. En tu casa queman tomillo. Ni que vayas, ni que vengas, con llave cierro la puerta. Con llave de plata fina. Atada con una cinta. En la cinta hay un letrero: Mi corazón está lejos. No des vueltas en mi calle. ¡Déjasela toda al aire! Galán, galancillo. En tu casa queman tomillo. ...
A unos álamos blancos de Luis de Góngora y Argote
Gallardas plantas, que con voz doliente Al osado Faetón llorastes vivas, Y ya sin invidiar palmas ni olivas, Muertas podéis ceñir cualquiera frente, Así del Sol estivo al rayo ardiente Blanco coro de Náyades lascivas Precie más vuestras sombras fugitivas Que verde margen de escondida fuente, ...
Veneno de serpiente cascabel de Raúl Gómez Jattin
Gallo de ónix y oros y marfiles rutilantes quédate en el ramaje con tus putas mujeres Hazte el perdido El robado Hazte el loco Anoche le oí a mi padre llegó tu hora Mañana afílame la tijera para motilar al talisayo Me ofrecieron una pelea para él en Valledupar Levántate temprano ...
Flashback de Eduardo Langagne
Galopaba mi padre en su enorme alazán. De súbito frenaba y volvía hacia mí, Sorprendido testigo a la sombra del árbol. Un hermoso caballo era aquel: ejemplar: Orgullosa la crin y convencido el trote. El mejor animal que había en esos parajes. —Pero mi padre...
Galanteo de Pilar Adón
Garantízame una melodía polaca fabricada de nieve y barro con gotas de marginalidad. Ofréceme un viaje de madera por las vías de un tren en desuso con verdes mareas y guaridas habitables. Cántame como Piaf rota y luego ocúltame. No vendas más planos de pinturas ...
Romance de nuestra señora de Guadalupe sumergida en Caleta de Manuel Ponce
Gaviota Guadalupana submarina y marinera, Los ángeles te bajaron de tu almanaque de piedra. Y descendiste hasta el fondo a tocar las entretelas del mar que, todo amargura, es un corazón que tiembla. Tus camarines de vidrio cantan una pastorela de rebaños escamosos...
La sombra dolorosa de Julio Herrera y Reissig
Gemían los rebaños. Los caminos llenábanse de lúgubres cortejos; una congoja de holocaustos viejos ahogaba los silencios campesinos. Bajo el misterio de los velos finos, evocabas los símbolos perplejos, hierática, perdiéndote a lo lejos con tus húmedos ojos mortecinos. Mientras ...
Diario cómplice-Libro segundo (IV) de Luis García Montero
Generaciones últimas de muchachas difíciles, muchachos obligados al orgullo y tocadiscos viejos, me recuerdan que en alguna terraza junto al mar, bajo el calor de un mundo, estuve yo también, con esa misma falta de existencia. (La arena en el sostén y los vaqueros, el muslo hundido, ...
General de Manuel José Arce Leal
General no importa cuál, da lo mismo, es igual : Para ser General, como usted, General, se necesita haber sido nombrado General. Y para ser nombrado General, como usted, General, se necesita lo que usted no le falta, General. Usted merece bien ser General, llena los requisitos, ...
Don Luis de Ulloa, que enamorado se ausentó de toro de Luis de Góngora y Argote
Generoso esplendor, sino luciente, No sólo es ya de cuanto el Duero baña Toro, mas del Zodíaco de España, Y gloria vos de su murada frente. ¿Quién, pues, región os hizo diferente Pisar amante? Mal la fuga engaña Mortal saeta, dura en la montaña, Y en las ondas más dura de la fuente: ...
A una dama que limpia los dientes de Lope de Vega
Gente llama la caja belicosa cuando se dora y limpia la jineta, y cuando la ballesta o la saeta, señal es de la caza codiciosa: cuando desnuda de la vaina ociosa la espada el cortesano, honor le aprieta; cuando se limpia el tiro o la escopeta, señal es de la guerra sanguinosa; y cuando el arco de marfil ...
Proclama de José Zacarías Tallet
Gente mezquina y triste, que al par sabéis de las rebeldías vergonzantes e incógnitas y de las renunciaciones cobardes y heroicas, escuchad la voz de uno que habla por vosotras. Yo soy el poeta de una casta que se extingue, que lanza sus estertores últimos ahogada...
Lucas, XXIII de Jorge Luis Borges
Gentil o hebreo o simplemente un hombre cuya cara en el tiempo se ha perdido; ya no rescataremos del olvido las silenciosas letras de su nombre. Supo de la clemencia lo que puede saber un bandolero que Judea clava a una cruz. Del tiempo que antecede nada alcanzamos...
Franklin Delano Roosevelt de Efraín Huerta
Gentil, justo y resuelto Duerme bajo las rosas. Rosas de Hyde Park: las rosas de su sueño. Gentil, justo y resuelto, varón de noble vida. Rosas de Hyde Park sobre su tumba, en vuelo.
De Lidia de Enrique Fernández Granados
Gimes, y en vano a la cerrada puerta llamas de Cloe, que al divino ruego de amor nunca ha cedido. Duerme, y no la despierta ni el más vehemente ruego, ni el más hondo gemido. Vete: cual Cloe fría está la noche; y en la niebla bruna, ya su disco de plata tiende a ocultar la luna. ...
Gimiendo por ver el mar... de Rafael Alberti
Gimiendo por ver el mar, un marinerito en tierra iza al aire este lamento: ¡Ay mi blusa marinera! Siempre me la inflaba el viento al divisar la escollera. De: Marinero en tierra
La Giralda de Gerardo Diego
Giralda es prisma puro de Sevilla nivelada del plomo y de la estrella, molde en engaste azul, torre sin mella, palma de arquitectura sin semilla. Si su espejo la brisa en frente brilla no te contemples -¡ay, Narcisa!- en ella; que no se mude esa tu piel doncella, toda naranja al sol ...
Giralda, madre de artistas de Fernando Villalón
Giralda, madre de artistas, molde de fundir toreros, dile al giraldillo tuyo que se vista un traje negro. Malhaya sea Perdigón, el torillo traicionero. Negras gualdrapas llevaban los ocho caballos negros: negros son sus atalajes y negros son sus plumeros. De negro los mayorales...
Celebración de la memoria (XIII) de Jorge Ruiz Dueñas
Giras los brazos denuncias el final del día Entre nosotros la ribera del canalserpiente en lodos A sotavento un eco Sobre antiguos pecios espuma en la garganta de la barra en flor olas sin playa Allá otra isla despunta- acaso Malta - Despuéslentamente tú y la soledad penetran por mis ...
Erótica de Homero Aridjis
Globos El deseo perfora en la clara dureza de su cuerpo, delgadeces empujan en su vientre un temblor que si se agita salta, ritmos balancean bajo su pecho viva abundancia que el deseo persigue con una sombra flaca. Deseo Dos llamas que apagan su calor cuando están más fundidas, ...
En tierra de Quisqueya de Fabio Fiallo
Gloriosos argonautas que en el 9 de Julio desplegáis a los vientos un blanco pabellón, cuando en el lar nativo pregunten vuestras damas cómo son en Quisqueya campos y cielo y sol, Responded que los campos son montes de esmeralda y se oye en cada rama un pájaro cantor; que mil variadas ...
Golpe al corazón de Marita Troiano
golpe de corazón adiamantado pregón que rasga el celofán contumaz eco de resentida arteria bulle la sangrehierve sin límite o clemencia por el placerla pena cautiva sangre de lujuria y réproba violencia con la suntuosidad del gozo con la estocada impía ...
Por la calle Galeana de Octavio Paz
Golpean martillos allá arriba voces pulverizadas Desde la punta de la tarde bajan verticalmente los albañiles Estamos entre azul y buenas noches aquí comienzan los baldíos Un charco anémico de pronto llamea la sombra de un colibrí...
Gota a gota... de Salvador Novo
Gota a gota acendró —hiel y ambrosía— su vino el Tiempo. Trémula sorpresa depara al labio férvido que besa —crátera de oro— milagroso día. Espumas elevó con alegría embriagador minuto de belleza. Apuramos, extinta su pavesa, la desazón de la melancolía. Áurea...
Las bodas de Canaán de Rogelio Sinán
Goza la tarde nupcias de estirpe salinera donde céfiro y brisa trasiegan arrebol. Mas la encendida savia de la vid deja apenas un vaivén de palmeras y una sed en clamor. Medusas y corales dipsómanos de néctar festinan el prodigio. ¡Venid a ver! El Sol iVerted dice a las nubes la sangre ...
Declaraciones apócrifas (III) de Raúl Orozco
Gozo de los sexos prometidos, Tiernas ostras Abiertas Que goloso devoro.
Cristo de La Habana de Juana Rosa Pita
Gozo es la poesía compartida y el unísono, música: melodía de cuello largo que expande el corazón. Mira el Cristo, dijimos a la vez dejando atrás la terminal de barcos, el café de helados frutales, la plaza de leones franciscanos. Será que Él nos miró, presiente, irrumpir ...
A un fraile Franciscano, en agradecimiento de una caja de jalea de Luis de Góngora y Argote
Gracias os quiero dar sin cumplimiento, Dulce fray Diego, por la dulce caja; Tal sea el ataúd de mi mortaja, Y de mis guerras tal el instrumento. Consagrad, Musas, hoy vuestro talento A la monja que almíbar tal le baja, Pues quien acabar suele en una paja Sella ahora el estómago contento. ...
Credo de José Coronel Urtecho
Gracias porque abro los ojos y veo la salida del sol, el cielo, el río en la mañana diáfana de estío que llena hasta los bordes mi deseo. Gracias, Señor, por esto que poseo que siendo sólo tuyo es todo mío aunque hasta una gota del rocío para saber que es cierto lo que creo. Creo que la belleza ...
Poema en el que se da gracias a Dios de Francisco Nájera
Gracias Señor -dice en voz baja- por haberme dado todo lo que de ti puede esperar un hombre en la tierra: la angustia y el dolor, el horror y la risa, la locura... y la voluntad. Y por haberme prometido, además, la muerte.
Gracias te doy de Mario Meléndez
Gracias te doy por tan poco y por tanto a la vez gracias te quiero dar por esta boca que no olvida por este abecedario de pechos que se tocan y que arden cuando besas Tú solamente me conoces tú solamente sabes quien soy hacia donde van mis manos y mis pasos tú solamente llegas ...
La roca viva de Margarita Carrera
Gracias, Amor, por esta dulce herida y la blandura de mi sufrimiento. Por la risa y el gozo y el lamento, en tanta plenitud desconocida. Bendito siempre, Amor, porque te siento crecer en la ternura compartida y por las aguas de tu mar sediento que arrasa las orillas de mi vida. ...
Si acaso es tiempo, ay ingratitud tan iracunda, para darte las gracias hoy de Rafael Gutiérrez
Gracias, compañera, por haber rescatado mi corazón cautivo en la maldita región de la bruma, acaso solitario vicio de mirar por el ojo de una caverna, gracias por esta ventana abierta al viento, por esta victoriosa amapola, por esta palabra ahora cobijada y ayer apenas flotando, sin tregua ...
Gracias, Señor, porque me diste un año... de Salvador Novo
Gracias, Señor, porque me diste un año en que abrí a tu luz mis ojos ciegos; gracias porque la fragua de tus fuegos templó en acero el corazón de estaño. Gracias por la ventura y por el daño, por la espina y la flor; porque tus ruegos redujeron mis pasos andariegos a la dulce...
Gracias, Señor de Salvador Novo
Gracias, Señor, porque me diste un año en que abrir a tu luz mis ojos ciegos; gracias porque la fragua de tus fuegos templó en acero el corazón de estaño. Gracias por la ventura y por el daño por la espina y la flor; porque tus ruegos redujeron mis pasos andariegos a la dulce quietud de tu rebaño. ...
Amor de Stella Sierra
Grácil volar de leves ruiseñores, núbil campaña de cristal tallado; el ensueño del sueño de mi Amado es el prístino amor de mis amores... Rosal de amor que da sus rojas flores en un desvelo reposado; y cuanto más amor, más desvelado abrirá el corazón los surtidores. Desnuda, amor, con júbilo me ...
Gran Cambalache: Poema fallido o rap falso o tango fracasado de Saúl Ibargoyen
Gran Cambalache, corazón, mirá no mirés para atrás ni pal costado, el futuro ya no está el porvenir de todos lo han hipotecado, o por ahí quedó es un billete de muerta lotería. Y el tiempo nuestro se nos va, y ya se fue como un gorrión en la neblina. Mirá si es que podés, ...
Grande es el odio (I) de Eduardo Lizalde
Grande y dorado, amigos, es el odio. Todo lo grande y lo dorado viene del odio. El tiempo es odio. Dicen que Dios se odiaba en acto, que se odiaba con fuerza de los infinitos leones azules del cosmos; que se odiaba para existir. Nacen del odio, mundos, óleos perfectísimos, ...
A una rosa de Alfonsina Storni
Grata flor que te destacas sobre el verde de las hojas, cual la sangre de una herida, roja... roja... Tú parodias esos labios purpurinos, que entreabiertos se dirían de caricias do sedientos han copiado de tus hojas el color de su bandera los campeones avanzados de la idea. Y por eso yo te adoro, ...
Alhambra de Jorge Luis Borges
Grata la voz del agua A quien abrumaron negras arenas, Grato a la mano cóncava El mármol circular de la columna, Gratos los finos laberintos del agua Entre los limoneros, Grata la música del zéjel, Grato de amor y grata la plegaria Dirigida a un Dios que está solo, Grato el jazmín. ...
Música de José Saramago
Grave son de alegría, el violonchelo Pasa lento en el alma, y en ella vibra: Murmuremos entonces al cuerpo doble, A las bocas y manos, a los desmayos, A las secretas búsquedas que no temen Ni vergüenza, ni dolor, ni la verdad: Esto es amor, un arco de alegría Sobre la cuerda ...
Hombres descalzos de Ana Inés Bonnin
Grávida luz, me hiere tu silencio; quéjate, grita, rómpeme la sangre con un feroz escalofrío. Será la muerte, sí, pero no importa. ¡Morir hasta que el mundo resucite! Morir hasta que sean en el mundo los hombres recorriéndolo descalzos: ¡la humanidad por fin enriquecida! ...
Molto lento (II) de León de Greiff
Grazna su pávida carcajada romántica, sonámbula, macabra, grazna su pávida carcajada romántica, sonámbula, macabra, mi soledad! Mi soledad: en el silencio, en la penumbra de la alcoba. Grazna su pávida carcajada romántica como en las estepas la loba urla: como en las largas estepas- ...
Visión de Panamá de Demetrio Korsi
Gringos, gringos, gringos... Negros, negros, negros... Tiendas y almacenes, cien razas al sol. Cholitas cuadradas y zafias mulatas llenan los zaguanes de prostitución. Un coche decrépito pasa con turistas. Soldados, marinos, que vienen y van, y, empantalonadas, las caberetistas que aquí han descubierto. ...
Este sabor de lágrimas (15) de Julia Prilutzky
Gris y más gris. No estás, y yo estoy triste De una tristeza apenas explicable Con palabras, y de una imperturbable Soledad, que por ti nace y existe. Siempre de gris, mi corazón se viste: Polvo y humo, ceniza abominable Y la envolvente bruma irrenunciable Que estaba ayer. ...
La garganta con pláticos venenos de Ramón Fernández - Larrea
grité el nombre de mi madre y me acusaron me subía mi amor por los orificios y tres viejas sospecharon de mis intenciones aullé bajo la luna y nadie sabía que nunca levantaría la mano delante de la hoguera grité llamando a mi hermano y me pusieron grilletes en la memoria tenía un padre ...
Profecía de Néstor Martínez
Gritos y lamentos llegan al cielo ya no hay dioses ni palabras sagradas cuyo conjuro detenga la pestilencia. Vientos feroces azotan la desvalida Tierra huracanes furiosos ahora arrasan el suelo fértil lluvias pertinaces limpian la superficie de la Tierra ríos desbocados inundan las aldeas ...
El último huayño de Franz Tamayo
Guarda la tierra larvas y el aire giros. Pasan leves suspiros y sombras parvas. Así al destino canto el último huayño el cierzo andino!
Jardín de Colva de José Lupiáñez
Guarda mi corazón el balanceo de las altas palmeras, que un aire azul agita en la noche benigna. Siento en mí sus raíces nutrirse de mi sangre y que sus altos troncos, ingrávidos, insomnes, llevan las cicatrices, las marcas cenicientas de mi alma, que un día tatuaron los dioses. ...
Lamentación de Dido de Rosario Castellanos
Guardiana de las tumbas; botín para mi hermano, el de la corva garra de gavilán; nave de airosas velas, nave graciosa, sacrificada al rayo de las tempestades; mujer que asienta por primera vez la planta del pie en tierras desoladas y es más tarde nodriza de naciones, ...