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listado de poemas en audio por primeros versos letra e

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1790 poemas con la letra "e"

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Desvaríos de Angeles Mastretta
Entre nosotros crece la ropa en las mañanas se atraviesan mil veces los oficios nos mueven los deberes el futuro las cosas. Por si no fuera mucho alguien propone la medida para que no te vayas dicen es necesario el regateo. Pero tus manos son mi tiempo y no quiero jugar ...
Pequeña crónica de Rosario Castellanos
Entre nosotros hubo lo que hay entre dos cuando se aman: sangre del himen roto. (¿Te das cuenta? Virgen a los treinta años ¡y poetisa! Lagarto.) La hemorragia mensual o sea en la que un niño dice que sí, dice que no a la vida. Y la vena mía o de otra ¿qué más da? en que el tajo suicida ...
Envejecimiento y estrés oxidativo de María Eloy - García
entre otras situaciones parece que la oxidación de las lipoproteínas de baja densidad eledéele juega un papel significativo en la aterogénesis el acúmulo de colesterol en las lesiones ateroscleróticas no se debe a la captación de eledéle por el receptor de eledéele del tipo estándar o brown ...
Mercado persa de Mahfud Massís
Entre pordioseros vestidos de mariposas, y piojos traídos del Himalaya, contemplo el vuelo del vendedor de ensueños y huevos mágicos. Hay una parca rodeada de flores, un asesino, una piedra escarlata, y yo, pobre, cubierto de manchas de resina, compro un pájaro en medio de la tormenta, ...
El escriba de Julio Iraheta Santos
Entre ruidos y signos electrónicos caminaste bajo el talco del tiempo. Tu mascarilla fue teatro sin espectadores, pusiste flores para alegrar la mesa, pero en tu casa había muerto la historia. Solo, terriblemente solo te arrastraste como un robot desorientado, leíste con avidez los símbolos ...
Al Santísimo Sacramento (Fragmento) de Gerardo Diego
Entre tantas dudosas certidumbres que me mienten, halagan los sentidos, Tú, callado y sin nubes, tan desnudo, tan transparente de ternura y trigo ¿qué me quieres decir labios sellados desde tu oculto y cándido presidio? ¿Qué me destellas, ay, qué me insinúas, qué me quieres, Amor, Secreto mío? ...
El mar sigue adelante de José Emilio Pacheco
Entre tanto guijarro de la orilla no sabe el maren dónde deshacerse ¿Cuándo terminará su infernidad que lo ciñea la tierra enemiga como instrumento de tortura y no lo deja agonizarno le otorga un minuto de reposo? Tigre entre la olarasca de su absoluta impermanencia ...
Arte poética de Juan Gelman
Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío, como un amo implacable me obliga a trabajar de día, de noche, con dolor, con amor, bajo la lluvia, en la catástrofe, cuando se abren los brazos de la ternura o del alma, cuando la enfermedad hunde las manos. A este oficio me obligan los dolores ...
Las campanadas de l’Horloge de Rogelio Saunders
Entre todo lo que leemos sólo subsiste un oh . Así también en Conrad. He mirado a través de cientos de ventanas y no he visto. Ciego, palpo como una hormiga. Alcanzado el mayor refinamiento la fuerza última es sólo debilidad. Hemos sido derrotados por el saber. ...
Casablanca de Angeles Mora
Entre todos los bares de este mundo he venido a este bar para encontrarte furtiva como siempre para rozar la piel de tus esquinas. Y cómo me hace daño tu cansancio ya sabes que mañana es cada lunes esa vieja, tristísima, memoria de buscarle sentido a algo que bulle ...
Serranilla V de Marqués de Santillana
Entre Torres y Canena, açerca de Salloçar, fallé mora de Bedmar sanct Jullán en buen estrena. Pellote negro vestía, e lienços blancos tocava, a fuer dell Andalucía, e de alcorques se calçava. Si mi voluntad agena no fuera en mejor lugar, no me pudiera escusar de ser preso en su cadena. ...
Verdad bronca de Elías Nandino
Entre tus piernas y las mías hay un axioma que no admite teorías.
Entro en la fiebre (XXI) de Lucía Estrada
Entro en la fiebre. Desde mi ventana veo el nacimiento de los mares, colinas que la espuma reviste, novias muertas, sumergidas. Temo ser encontrada con esa visión, que descubran mi deseo de correr tras una legión de ahogados. El cuerpo se precipita, resplandece. Soy una con el todo; ...
Reposo de Blanca Wiethüchter
Entro en mi casa y me alojo en su centro esperando la temperatura que enmudece los ruidos inútiles. En un andar del silencio comienza el mundo en un olor a fuego en una hoja en un cambio de sábanas en una gana de hacer cosas no siempre precisas. Ya no soy la misma y mis pasos ...
El peso de una chispa de David Huerta
Entro en una gasa letárgica hecha de fantasma y Purgatorio. Está detrás de una velocidad de párpado la fractura de una Afirmación. Pero yo nada puedo ya afirmar en esta ensordecedora negociación de bien, mal, política, moralidad. Entro y salgo de vestiduras tensas, la Afirmación ...
Envilece, Devora... de José Martí
Envilece, devora, enferma, embriaga La vida de ciudad: se come el ruido, Como un corcel la yerba, la poesía. Estréchanse en las casas la apretada Gente, como un cadáver en su nicho: Y con penoso paso por las calles Pardas, se arrastran hombres y mujeres Tal como sobre el fango ...
Abuelos (V) de José Antonio Cedrón
Envolvieron su cuerpo en la mantilla blanca manchada con el vino de la frente. Pronto será de noche sobre esa cruz de viento. Nadie sabrá qué hacer con tanto polvo.
Transfiguración-Mañana de Luz Méndez De La Vega
Envuelta. Penetrada. Transfigurada en diáfano olvido. Vuelta universo de claridades sobre la eternidad de un tiempo sin medida. Vencedora de mi propia sombra son presencia triunfal sobre la muerte, por la fértil raíz crecida desde mi semilla de carne y de palabras en transitorio peregrinaje, ...
El faro de Malta de Angel Saavedra, Duque de Rivas
Envuelve al mundo extenso triste noche, ronco huracán y borrascosas nubes confunden y tinieblas impalpables el cielo, el mar, la tierra: Y tú invisible te alzas, en tu frente ostentando de fuego una corona, cual rey del caos, que refleja y arde con luz de paz y vida. En vano ronco el mar alza ...
Libro de buen amor (Enxienplo del lobo...) de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita
ENXIENPLO DEL LOBO E DE LA CABRA E DE LA GRULLA El lobo a la cabra comiala por merienda, atravesosele vn veso, estaua en contienda, afogar se queria, demandava corrienda, físicos e maestros que queria fazer enmienda. Prometio al que lo sacase tesoros e grand riqueza. ...
Silencio de Jaime Siles
Equilibrio de luz en el sosiego. Mínima tromba. Ensoñación. Quietud. Todo: un espacio sin voz hacia lo hondo oculto.
Era apacible el día de Rosalía de Castro
Era apacible el día y templado el ambiente y llovía, llovía, callada y mansamente; y mientras silenciosa lloraba yo y gemía, mi niño, tierna rosa, durmiendo se moría. Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente! Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca la mía!
Era... de Ricardo Quijano
Era como la superficie cubriéndose de niebla; cristalina en secreto, profunda para sí. Ahí perdura el reflejo incógnito. Era como la brisa desparramada por el viento, en brizna alegre al conocer el mundo. Era húmeda la piel, empapada el alma. Era como la canción de ser sin ser, al convertirse ...
Era con mucha noche de Macedonio Fernández
Era con mucha noche y grande soledad. Recuerdo su compañía que hubo y ya no había. Era la sola compañía del solitario en un camino que ante mí quisiera presentir. Alzóse figura que tan tierna me fuera alguien que me viera nacer, y yo vi morir.
Lázaro de Luis Cernuda
Era de madrugada. Después de retirada la piedra con trabajo, Porque no la materia sino el tiempo Pesaba sobre ella, Oyeron una voz tranquila Llamándome, come un amigo llama Cuando atrás queda alguno Fatigado de la jornada y cae la sombra. Hubo un silencio largo. ...
El egoista de Manuel Altolaguirre
Era dueño de sí, dueño de nada. Como no era de Dios ni de los hombres, nunca jinete fue de la blancura, ni nadador ni águila. Su tierra estéril nunca los frondosos verdores consintió de una alegría, ni los negros plumajes angustiosos. Era dueño de sí, dueño de nada. ...
Era el abuelo de Miguel D´Ors
Era el abuelo y sus inmensas expediciones mirar qué oruga viva y la caja con sus agujeritos los zapatos lustrosos para los Reyes Magos el séptimo no hurtar las canicas el trompo el adelante mis valientes Supermán con su vista de rayos X pero la kryptonita era estar de vigía en la rama más alta ...
Lied I de José María Eguren
Era el alba, cuando las gotas de sangre en el olmo exhalaban tristísima luz. Los amores de la chinesca tarde fenecieron nublados en la música azul. Vagas rosas ocultan en ensueño blanquecino, señales de muriente dolor. Y tus ojos el fantasma de la noche olvidaron, abiertos a la joven canción. ...
La vida prenatal de Enrique Molina
Era el corazón de mi madre Aquel tam tam de las tinieblas Aquel temblor sobre mi cráneo En las membranas de la tierra (La lenta piragua materna Un ritmo de espumas en viaje Una seda de grandes aguas Donde un suave trópico late) Día y noche su ceremonia -No había día ni había noche- ...
El beso del adiós de Manuel María Flores
Era el instante del adiós: callaban, y sin verse las manos se estrechaban inmóviles los dos. Almas que al separarse se rompían, temblando y sin hablarse se decían: He aquí el instante del postrer adiós . Doliente como el ángel del martirio ella su frente pálida de lirio tristísima dobló; ...
Rueda de fuego sin lágrimas de Winétt de Rokha
Era el tiempo inmóvil de la flor del jacinto; (cuando yo era como las manzanas). Y tú viniste, como todas las cosas, que se encienden en el universo: las tempestades, las sombras de la vida. Y sin embargo... venía tan nueva la composición de caminos debronce que andabas edificando. ...
Rosa mística de Gerardo Diego
Era ella Y nadie lo sabía Pero cuando pasaba los árboles se arrodillaban Anidaba en sus ojosel ave maría y en su cabellera se trenzaban las letanías Era ella Era ella Me desmayé en sus manos como una hoja muertasus manos ojivales que daban de comer a las estrellas Por el aire ...
El labrador avaro de Gonzalo de Berceo
Era en una tierra un omne labrador que usava la reja más que otra lavor; más amava la tierra que non al Crïador, era de muchas guisas omne revolvedor. Fazié una nemiga, suziela por verdat, cambiava los mojones por ganar eredat, façié a todas guisas tuerto e falsedat, avié mal testimonio ...
El vigilante de la nieve (VI) de Antonio Gamoneda
Era incesante en la pasión vacía. Los perros olfateaban su pureza y sus manos heridas por los ácidos. En el amanecer, oculto entre las sebes blancas, agnizaba ante las carre- teras, veía entrar las sombras en la nieve, hervir la niebla en la ciudad profunda.
El príncipe de bruces de Roque Dalton
Era la hora de la injuria la fugaz época de la maldición cuando mi padre recomenzó en mí otra prueba. Yo era el único súbdito que le quedaba a su locura y aunque hasta entonces solía abofetearme de cuando en cuando me hizo el honor de confiarme la marca negra de la ceniza en la frente. ...
Era la noche de mi casamiento... de Marosa di Giorgio
Era la noche de mi casamiento. Aunque, asombrosamente, los preparativos hubieran empezado años antes; antes de que yo naciese, antes de las bodas de mis padres. Pero, esa noche, bajo los dorados soles, y entre las berenjenas, que de tan azules, daban resplandores rojos, ...
La siesta de María Eugenia Caseiro
Era la siesta en el verano a la hora sublime el claro para huir, la mansedumbre. En el jardín los lirios y un dulzor de medio día brotando del laurel en la vereda. Era en el transcurso la callada voz del centro que pugnaba en la cocina un tiempo de parálisis y en el sueño el laberinto con viejas ciudadelas sin reloj. ...
Breve elegía de Baldomero F. Moreno
Era la sombra del amor, la sombra del amor: no pudo ser. Ya pasó por mi vida otro dolor, ya pasó otra mujer. No era su pecho mi cabezal, no eran sus manos las guiadoras por el camino triste y fatal. No era el consuelo para mis horas, no era la fuentepara beber, ni el tronco ...
Quesia de Antonio Martínez Sarrión
Era mansa, algo necia y se aovillaba casi reciennacida en la caja de dulces con un retal de fieltro a guisa de colchón. Luego exploró la casa miedo a miedo hasta imponer su ley a las butacas. Acabó en trapecista y más de dos estores hubo que desechar. Su estilo dio en precioso ...
Mutis de Leopoldo María Panero
Era más romántico quizá cuando arañaba la piedra y decía por ejemplo, cantando desde la sombra a las sombras, asombrado de mi propio silencio, por ejemplo: hay que arar el invierno y hay surcos, y hombres en la nieve Hoy las arañas me hacen cálidas señas desde las esquinas ...
Era mi amiga de José Angel Buesa
Era mi amiga, pero yo la amaba yo la amaba en silencio puramente, y mientras sus amores me contaba yo escuchaba sus frases tristemente. Era mi amiga, pero me gustaba y mi afán era verla a cada instante. Nunca supo el amor que yo albergaba porque siempre me hablaba de su amante. ...
Soneto III de Carlos Pellicer
Era mi corazón piedra de río que sin saber por qué daba remanso, era el niño del agua, era el descanso de hojas y nubes y brillante frío. Alguien algo movió, y se alzó el río. ¡Lástima de aquel hondo siempre manso! Y la piedra lavada y el remanso liáronse en sombras de esplendor sombrío. ...
Era mi dolor tan alto de Manuel Altolaguirre
Era mi dolor tan alto, que la puerta de la casa de donde salí llorando me llegaba a la cintura. ¡Qué pequeños resultaban los hombres que iban conmigo! Crecí como una alta llama de tela blanca y cabellos. Si derribaran mi frente los toros bravos saldrían, luto en desorden, dementes, ...
Ya se por que es Dolora a Elmira de Manuel Acuña
Era muy niña María, todavía, cuando me dijo una vez: -Oye, por que se sonríen las flores tan dulcemente, cuando las besa el ambiente sobre su aromada tez? -Ya lo sabrás mas delante niña amante, le contesté yo, y una mañana, la niña pura y hermosa, al entreabrir una rosa me dijo: ...
Plátanos en el Main de Enzia Verduchi
Era otoño en Francfort y la primera visión del río fue un cuerpo ahogado en su sed. Juraste que los árboles aledaños al Main se llamaban plátanos y eran sus hojas las que se arremolinaban en ese cuerpo. Y a espaldas de esa premonición recorrimos los adoquines del Römer insensibles ...
El vigilante de la nieve (XI) de Antonio Gamoneda
Era sagaz en la prisión del frío. Vio los presagios en la mañana azul: los ga- vilanes hendían el invierno y los arroyos eran lentos entre las flores de la nieve. Venían cuerpos femeninos y él advertía su fertilidad. Luego llegaron manos invisibles. Con exacta dulzura, asió la mano de su ...
La bella de los lunares (Poema arabigoandaluz) de Abu Ahmad ben Hayyun
Era tan blanca, que la juzgarías una perla que se fundía, o estaba a punto de fundirse, con sólo nombrarla. Pero tenía las dos mejillas blancas como el alcanfor- puntuadas de almizcle. ¡Encerraba toda la beldad y aun algo más! Una vez que sus lunares se hubieron metido en mi corazón ...
Todo se deja, así (fragmentos) de Carmen Alardín
Era todo tan leve como el punto más liviano del sol cuando amanece. Era todo tan suave como el higo picoteado de pájaros con sueño. Era luz que se quiebra en tu sonrisa suspendiendo sus frutos en la sombra. Era todo tan tenue que cabía en un adiós o en una bienvenida. Era todo tan tuyo ...
Era un aire suave... de Rubén Darío
Era un aire suave, de pausados giros; El hada Harmonía ritmaba sus vuelos; É iban frases vagas y tenues suspiros Entre los sollozos de los violoncelos. Sobre la terraza, junto á los ramajes Diríase un trémolo de liras eolias Cuando acariciaban los sedosos trajes Sobre el tallo erguidas ...
El caballo rojo de Efraín Huerta
Era un caballo rojo galopando sobre el inmenso río. Era un caballo rojo, colorado, colorado como la sangre que corre cuando matan a un venado . Era un caballo rojo con las patas manchadas de angustioso cobalto. Agonizó en el río a los pocos minutos. Murió en el río. La noche fue su tumba. ...