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listado de poemas en audio por primeros versos letra l

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1102 poemas con la letra "l"

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El martillo de Manuel Bandeira
Las ruedas rechinan en la curva de los rieles Implacablemente. Pero yo salvé de mi naufragio Los elementos más cotidianos. Mi cuarto resume el pasado de todas las casas que habité. En la noche En el duro corazón de la ciudad Me siento protegido. Desde el jardín del convento Viene el trinar ...
Altri tempi de Ana Emilia Lahitte
Las salas enfundadas como inmensas corolas. Y un secreto soleado: el país de los patios. (Se decía glicina, heliotropo, diamela, como hoy se dice ADN, sidaico). Aquel cielo privado, con chicos y canarios y huertos y murales de macetas pintadas, era de veras cielo. ...
Flores lívidas de Rubén Darío
Las sonrisas sin encías, y las miradas sin ojos, las visiones de los sueños de los pálidos neuróticos, invisibles enemigos, implacables odios póstumos, hacen que dé la flor lívida del rosal del manicomio -que crece y que tiene savia- con la sangre de los locos. ...
La tarde de Jorge Luis Borges
Las tardes que serán y las que han sido son una sola, inconcebiblemente. Son un claro cristal, solo y doliente, inaccesible al tiempo y al olvido. Son los espejos de esa tarde eterna que en un cielo secreto se atesora. En aquel cielo están el pez, la aurora, la balanza, la espada y la cisterna. ...
Las tensiones primordiales de Carlos Ardohain
Las tensiones primordiales forman a menudo una cruz es decir, se resuelven en un punto y punto con punto con punto construyen el núcleo de la red donde los vacíos intermedios sostienen el curso y el devenir del mundo como se sostiene desde siempre el telón endeble que simula el cielo. ...
Las teticas de la monja de Cancionero y Romancero Tradicionales I (siglo XI a siglo XV)
LAS TETICAS DE LA MONJA No me las enseñes más, que me matarás. Estábase la monja en el monesterio, sus teticas blancas de so el velo negro. Más, que me matarás. (Otero, Torregrosa: Antología de la lírica amorosa. Barcelona, Vincens Vives, 1990)
Spinoza de Jorge Luis Borges
Las traslúcidas manos del judío Labran en la penumbra los cristales Y la tarde que muere es miedo y frío. (Las tardes a las tardes son iguales.) Las manos y el espacio de jacinto Que palidece en el confín del Ghetto Casi no existen para el hombre quieto Que está soñando un claro laberinto. ...
transbordamiento de Humberto Mello
las tres de la tarde de un día de mayo en Río de Janeiro la luz sin vivacidad el aire denso pesa sobre la tarde rumor de invierno que en el otoño se propaga con los pasos firmes como si el suelo fuera sólido y la vida real y palpable mi cuerpo se solidariza con la luz casi muerta enciendo ...
A buen juez, mejor testigo (Conclusión) de José Zorrilla
Las vanidades del mundo renunció allí mismo Inés, y espantado de sí propio Diego Martínez también. Los escribanos, temblando dieron de esta escena fe, firmando como testigos cuantos hubieron poder. Fundóse un aniversario y una capilla con él, y don Pedro de Alarcón el altar ordenó hacer, ...
Saint-Jean de Luz de Eduardo Mitre
Las velas de las barcas atadas a los mástiles como vírgenes mártires en la hoguera del día. Transcurren desfallecidas, estatuas de sal, exánimes, ajenas a las sucesivas voces de las suplicantes. Invisible sobre las aguas, por donde nadie parecía, verbo puro, sin estampa, el viento ...
Las voces van formando de Sara Vanegas Coveña
las voces van formando un círculo azulado. más allá la sombra se engulle el horizonte y el cielo y la mirada de pronto te encuentras tiritando sobre el acan- tilado manos antiguas rodean tu talle y muy dentro de ti esa música sumergida. ...
Un escéptico Noé de Alberto Blanco
Las voces, oigo las voces cantando en medio del diluvio canciones dulces con el crujir de las vigas que se mecen. Es la lluvia que da sueño, la alabanza del mar cuya paciencia levanta barcos. El canto es bello, pero la violencia que el oro y las ricas maderas suscitan ...
Latíamos distantes de Walter Morán
Latíamos distantes A veces la luna alumbraba los callejones por donde aullábamos Ocultábamos las alas y ronroneos de gatos Detuvimos el paso Los árboles callaron Nos vimos y se quebraron los vidrios de todas las ventanas
El ejecutado de Elías Letelier
Latió el metal y luego cayó muerto: cedió su voluntad al ejercicio del crimen y se marchó como el óxido, sangrando por los andamios de la tierra. Su grácil sombra quedó enterrada, como un cuchillo roto sobre una callada loma verde, en el lozano ábaco del bosque. ...
Mañana de ámbar (12) de MANUEL ORESTES NIETO
Lavábamos carros por diez centavos. A veces no nos pagaban y estaba bien, era parte del negocio. No teníamos ninguna pena; era la combinación perfecta de los meses de invierno y el derecho ganado en una calle propia para divertirnos y, de paso, cobrar. ...
El callado de Jorge Boccanera
Le advirtieron que hablara. Lo intimaron. Dijo: Lo que callo es de arena. Lo que yo nunca digo es un aroma que ha podido tatuarme. Sin mucho esfuerzo puedo callar una estación entera, un modo de nevar. Mi boca guarda el humo de un disparo en una noche de 1976. Soy un hombre que vive de callar. ...
Ropa limpia de Rafael Arévalo Martínez
Le besé la mano y olía a jabón: yo llevé la mía contra el corazón. Le besé la mano breve y delicada y la boca mía quedó perfumada. muchachita limpia, quien a ti se atreva, que como tus manos huela a ropa nueva. ¡Besé sus cabellos de crencha ondulada: si también olían ...
Delirios (Cuatro) de Giovanna Pollarolo
Le cuenta que pintó el cuarto: se ha transformado, dice sonriente, antes, con el verde cancha de tenis de Vencedor lucía asfixiante, opresivo, oscuro. Ahora, ahora, si lo vieras verías cómo irradia luz cómo parece amplio, alegre. Serena el alma. Invita al amor, iba a decirle. Pero no se atrevió. ...
Los limpiones de Margarito Ledesma
Le dije a don Epitacio: Si la cara va a limpiarse, hágalo sin apurarse, con cuidado y muy despacio. Saque el paño poco a poco, o como quiera sacarlo, pero, cuando vaya a usarlo, no lo haga usted a lo loco. Revíselo cuidadoso antes de ir a proceder, para que así pueda ver ...
Toro en el mar (4) de Rafael Alberti
Le están dando a ese toro pastos amargos, yerba con sustancia de muertos, negra hiel y clara sangre ingenua de soldado. ¡Ay, qué mala comida para este toro verde acostumbrado a las liebre dehesas y a los ríos, para este toro a quien la mar y el cielo eran aún pequeños como establo! ...
Natacha de Floridor Pérez
Le han dicho Con este hombre no tendrán dónde caerse muertos. Le he dicho tendremos todo el mundo donde pararnos vivos. Selección: Carlos Trujillo Villanova University, Estados Unidos
El encuentro de Gabriela Mistral
Le he encontrado en el sendero. No turbó su ensueño el agua ni se abrieron más las rosas. Abrió el asombro mi alma. ¡Y una pobre mujer tiene su cara llena de lágrimas! Llevaba un canto ligero en la boca descuidada y al mirarme se le ha vuelto grave el canto que entonaba. Miré la senda, ...
El encuentro de Gabriela Mistral
Le he encontrado en el sendero. No turbó su ensueño el agua ni se abrieron más las rosas. Abrió el asombro mi alma. ¡Y una pobre mujer tiene su cara llena de lágrimas! Llevaba un canto ligero en la boca descuidada y al mirarme se le ha vuelto grave el canto que entonaba. ...
Oraciones (Pasado) de José Hierro
Le mendiant s 8242;assied sur le bord du chemin. Lamartine Ahora que vuelve a ser la tarde de plata y gris, ahora que tengo ante mis ojos, en mi lengua, el color, el sabor del tiempo, ahora, por fin, ¡qué dolorosa- mente, qué claro y fiel lo veo! Parece que ando por la tierra ...
Esta silla de Federico Hernández Aguilar
Le pedí a esta silla que te esperara. Disculpa si permanece fiel a mi desgracia, si la encuentras firme como un soldado. Ella no quiso dejarme solo. Le hablé de ti con más pasión que la polilla. Tuvo a bien agradecer con calma, con resignada paciencia y con fricciones -la casi inaudible ...
Soberbia de Porfirio Barba Jacob
Le pedí un sublime canto que endulzara mi rudo, monótono y áspero vivir. El me dio una alondra de rima encantada... ¡Yo quería mil! Le pedí un ejemplo del ritmo seguro con que yo pudiera gobernar mi afán. Me dio un arroyuelo, murmullo nocturno... ¡Yo quería un mar! Le pedí una hoguera de ardor ...
Le pido al ángel ... de Juan Carlos Suñén
Le pido al ángel que te traiga aquí a rastras. Quemo esa vela virgen. La noche flota fuera floja como un enfermo. Las chicharras alisan el reposo, parece como si hubiera esperanza. Salgo aunque no sé adonde. Llevo la boca llena de letanías. Algún rostro está a punto de aparecerse en el aire. ...
One way (Fragmento) de José de Jesús Martínez
Lector del mundo y de estos versos, de tu mujer, tus hijos, entendiéndolo todo, orientándote, desperdiéndote, yéndote a toda prisa, en pánico, encaramándote en todo cuanto viaja, en taxi, en días, en negocios, en amores, en recuerdos, en objetos rápidamente pudriéndose..., piensas que Dios ...
Flores del cielo de José Martí
Leí estos versos de Ronsard: Je vous envoie un bouquet que ma main Vient de trier de ces fleurs épanouies , y escribí esto: Flores? No quiero flores! Las del cielo Quisiera yo segar! Cruja, cual falda De monte roto, esta cansada veste Que me encinta y engrilla con sus miembros ...
El camino de Damasco de Julian del Casal
Lejos brilla el Jordán de azules ondas que esmalta el Sol de lentejuelas de oro, atravesando las tupidas frondas, pabellón verde del bronceado toro. Del majestuoso Líbano en la cumbre erige su ramaje el cedro altivo, y del día estival bajo la lumbre desmaya en los senderos el olivo. ...
Era una de Nora Méndez
Lejos de Habita la que se quedó sin En su viaje de Por la miga de pan que En un año fue Cuando nada ya Y en la verja la Con listones de Caramelos no Donde la Sihuanaba se Y su aliento te Ahí distancia es Y desde entonces tu Con señales te Pues la muerte ...
Era una de Nora Méndez
Lejos de Habita la que se quedó sin En su viaje de Por la miga de pan que En un año fue Cuando nada ya Y en la verja la Con listones de Caramelos no Donde la Sihuanaba se Y su aliento te Ahí distancia es Y desde entonces tu Con señales te Pues la muerte ya A la orilla ...
La brusca poesía de la mujer amada de Vinicius De Moraes
Lejos de los pescadores los ríos interminables van muriendo de sed lentamente... Fueron vistos caminando de noche hacia el amor-¡oh, la mujer amada es como una fuente! La mujer amada es como el pensamiento del filósofoque sufre La mujer amada es como el lago que duerme ...
El poeta de Orfila Bardesio
Lejos de ocios y telares un espejo ardiente recibe caras que no ha pedido. Con vuelo, no corona las cosas: dentro del agua que lo recuerda besa a todos los seres en el caracol marino correspondiente a su turno
Jardín de Antonio Machado
Lejos de tu jardín quema la tarde inciensos de oro en purpurinas llamas, tras el bosque de cobre y de ceniza. En tu jardín hay dalias. ¡Malhaya tu jardín!... Hoy me parece la obra de un peluquero, con esa pobre palmerilla enana, y ese cuadro de mirtos recortados... y el naranjito en su tonel... ...
Evasión de Néstor Martínez
Lejos viajó mi sueño sobre espaldas de mariposa atravesó la casa saltó al jardín besó las flores para dejar su amor libre, ya de su peso veloz, buscó el horizonte cabalgó sobre la brisa con el sol de la mañana sus irisados reflejos se perdieron en la bruma. Lejos viajó mi sueño ...
Desdoblamiento en máscara de todos de Olga Orozco
Lejos, de corazón en corazón, más allá de la copa de niebla que me aspira desde el fondodel vértigo, siento el redoble con que me convocan a la tierra de nadie. (¿Quién se levanta en mí? ¿Quién se alza del sitial de su agonía, de su estera de zarzas,y camina con la memoria de mi pie?) ...
A volar de Rafael Alberti
Leñador, no tales el pino, que un hogar hay dormido en su copa. Señora abubilla, señor gorrión, hermana mía calandria, sobrina del ruiseñor; ave sin cola, martín-pescador, parado y triste alcaraván: ¡a volar, pajaritos, al mar! De: Marinero en tierra
El ángel envidioso de Rafael Alberti
Leñadoras son, ¡defiéndete!, esas silbadoras hachas que mueven mi lengua. Hoces de los vientos malos, ¡alerta!, que muerden mi alma. Torre de desconfianza, tú. Tú, torre del oro, avara. Ciega las ventanas. O no, mira. Hombres arrasados, fijos por las ciudades taladas. Pregúntales. O no, ...
El ángel envidioso de Rafael Alberti
Leñadoras son, ¡defiéndete!, esas silbadoras hachas que mueven mi lengua. Hoces de los vientos malos, ¡alerta!, que muerden mi alma. Torre de desconfianza, tú. Tú, torre del oro, avara. Ciega las ventanas. O no, mira. Hombres arrasados, fijos, por las ciudades taladas. Pregúntales. ...
Invocación de Efraín Bartolomé
Lengua de mis abuelos habla por mí No me dejes mentir No me permitas nunca ofrecer gato por liebre sobre los movimientos de mi sangre sobre las variaciones de mi corazón En ti confío En tu sabiduría pulida por el tiempo como el oro en pepita bajo el agua paciente del claro río...
Lenta... de María José Flores
Lenta abierta y dolorosa sobre mi pecho rosa sangrante rosa fría Mujeres de carne y verso. Antología poética femenina en lengua española del siglo XX. Edición de Manuel Francisco Reina. La esfera literaria. 2002
Marca de agua de Alan Mills
Lenta es la luz cuando quiere alumbrar los pozos de lo olvidado. A Brodsky lo encerraron por huevón, por parasitismo social y nadie supo entonces, nadie sabe ahora que muchos más quedaron saludando muros eternamente. Hay quienes esperan, hay los que confían. ...
Pedida luz de Isabel Abad
Lenta, mordida torpemente inclino la fresa violeta de mis sueños. Salgo al dolor de abrirme a mi tormenta, de regresarme al pozo de estos dedos por donde vierto ciega tanta vida. Me llama el viejo oficio de aturdirme los delicados nudos de mi sangre, la paz de hundirme ...
Una paloma en los ferries de Efraín Huerta
Lentamente, la paloma violenta anidó en el hombro derecho de la muchacha negra. Lentamente, una sonrisa de oro se hizo luz en los labios de la muchacha negra.
El alquimista de Jorge Luis Borges
Lento en el alba un joven que han gastado la larga reflexión y las avaras vigilias considera ensimismado los insomnes braseros y alquitaras. Sabe que el oro, ese Proteo, acecha bajo cualquier azar, como el destino; sabe que está en el polvo del camino, en el arco, en el brazo y en la flecha. ...
Lento pero viene de Mario Benedetti
Lento viene el futuro lento pero viene ahora está más allá de las nubes ramplonas y de unas cimas ágiles que aún no se distinguen y mas allá del trueno y de la araña demorándose viene como una flor porfiada que vigilara al sol a lo mejor es eso la vida cotidiana prepara bienvenidas ...
Lento, amargo animal de Jaime Sabines
Lento, amargo animal que soy, que he sido, amargo desde el nudo de polvo y agua y viento que en la primera generación del hombre pedía a Dios. Amargo como esos minerales amargos que en las noches de exacta soledad maldita y arruinada soledad...
Lentos pasan... de Nora Méndez
Lentos pasan sombríos con máscara azul con masacre de sol en los poros vagones de cartón latas vencidas estantes de un territorio sin convivencia trenes fantasmas con su retrovisor de árboles en tutú alacranes y plywood anchos trenes vagando necios en la circunferencia estéril ...
Guante perdido con erecciones de Helio Gallardo
Leo cansado en un suplemento del domingo a un poeta oficial de un poeta oficial se dice cuando ronca o eructa es lírico bueno el hombre escribió sobre un guante extraviado abandonado dejado sin mano un guante negro de mujer pero esto no quiere decir nada pudo ser ...