☰ menú
 


listado de poemas en audio por primeros versos letra l

a-b-c-d-e-f-g-h-i-j-k-l-m-n-o-p-q-r-s-t-u-v-w-x-y-z

1195 poemas con la letra "l"

. < 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 > .

Canción de Gladys Carmagnola
La canción tiene cuchillos que hieren, hoy más que antes -mil puñales asesinos a los que no acusa nadie- cuchillos que desde el viento con el filo de la tarde apuñalan la palabra y entre estertores y sangre dejan una que otra lágrima (¡Eso no me lo arrebaten!) cuchillos que se refugian cobardes, ...
Campos de Diana de Luis Alvarenga
La caravana de los días pasa con sus falsas ocupaciones. Busco otra manera de preguntar por esa facilidad, de decir sencillamente la grandeza del ínfimo equipaje del hombre. Y no hallo más cosa que contar esta historia de una semilla ciega que no subió al carro de Diana. ...
Cuestión de corazón de Roque Dalton
La cárcel hace todo lo posible por doler: es la húmeda tumba de los días más solos; el odio a cuatro muros sin hiedra en que se prenda la sonrisa, es la cruel, muerta mano que introduce sus múltiples dedos azules por los poros para llevarnos sufría suciedad hasta donde estaría el alma; ...
Morena de Santiago Anguizola Delgado
La caricia del sol te hizo morena para darle más gala a tu hermosura, porque en la seda de tu piel oscura se adivina de Dios la gracia plena. El brillo de la casta nazarena de tus ojos relumbra en la negrura y tu boca de ensueño se empurpura con claveles de sangre sarracena. ...
Informe sobre caricias de Mario Benedetti
La caricia es un lenguaje si tus caricias me hablan no quisiera que se callen 2 La caricia no es la copia de otra caricia lejana es una nueva versión casi siempre mejorada 3 Es la fiesta de la piel la caricia mientras dura y cuando se aleja deja sin amparo a la lujuria 4 Las caricias de los ...
Baile de Federico García Lorca
La Carmen está bailando por las calles de Sevilla. Tiene blancos los cabellos y brillantes las pupilas. ¡Niñas, corred las cortinas! En su cabeza se enrosca una serpiente amarilla, y va soñando en el baile con galanes de otros días. ¡Niñas, corred las cortinas! Las calles están desiertas ...
La carne con olor a tierra... de Homero Aridjis
La carne con olor a tierra conoce la plegaria contra los mensajeros de lo irreal sombras sobre lo vivo la despiertan para que no adore la bestia ni los espectros coronados por el odio cuando...
La carta de Ariel Montoya
La carta que te escribo merece la palidez de tu rubor. Entre líneas hallarás la piel de mi voz. Al borde de tus párpados encendidos residirán por un momento mis proposiciones. Tus ojos, gratos gatos roedores de mi mensaje, encontrarán en la multitud de letras fallas geológicas ...
Carta del don de Ana Istarú
La carta, la jadeante, me acuclilló en el charco rosicler del corazón. La carta se humedece las manos, sacude mi frente el lebrel de la agonía. Yo te bendigo, dice y hunde su lengua de papel entre mis belfos helados. Me vuelca sobre el suelo, sudorosa y sopla con letras negras: ...
Casa de Tatiana Oroño
La casa cupo varias veces en cajones. Después se quedó quieta como una orilla embestida, manchada por la resaca. Sin un gesto, como si el sobrante de colchones, ropas de abrigo y cacerolas estuviera refluyendo en nuevas intersecciones de espacios y tiempos. ...
Memoria y Distancia de Roxana Méndez
La casa de los abuelos tiene las paredes blancas, altas paredes antiguas, antiguas paredes altas. En los árboles del patio se da el mango y la campana, abajo, una fuente llora, viejas canciones de agua... Vuelvo al ayer y respiro calor de tejas soleadas y escucho el mar en la calle ...
Villa Cortés de Mayamérica Cortez
La casa donde crecí en Sonsonate. Y al volver la vista el regalo se vislumbra, se toca en su verticalidad palpitante, intraducible. ¡Ah, la luz entre los pliegues de la sombra! Torneces dentro de la rigidez de estas líneas deterioradas abruptas y filosas cortando el antiguo placer de los espacios ...
El fuego de la sombra (1) de Christian Formoso Bavich
La casa en cierta medida como un sepulcro, y todos los muertos sentados a la mesa, las cucharas lentas por el peso del mundo, la comida antes de alimentar a la tierra. Pronto vendrá la noche sin dejar que llegue la tarde, y la violencia del viento me hará pensar en canciones podridas ...
La vecina muerta de Carilda Oliver Labra
La casa era como ella: un pálido juguete, y estaba limpia y triste bajo el número siete. No quiero recordarla...Me hace daño la orilla de su vestido blanco con una vieja hebilla. Allí, inocentemente, cuando abría la puerta, era un sueño borroso, una lámpara incierta: algo que le pedía ...
Ventanas de otros días (13) de John Freddy Galindo
La casa está vacía ya nadie viene a visitarla Las paredes oyen canciones de alabanza Las cortinas vuelan rotas como pájaros heridos en la sala más arriba los espejos La perfecta sincronía del silencio De: Ventanas de otros días
Un mal sueño de Juan Vicente Piqueras
La casa estaba llena de animales muertos. La casa vacía donde vivo ahora estaba llena de animales muertos. Apestaba. Leones, tigres, águilas, camellos, toros, caballos, perros... yacían muertos en el comedor, el pasillo, el aseo, la cocina, mi propia habitación. Y de repente ...
Liquidación de Carlos Drummond de Andrade
La casa fue vendida con todos los recuerdos todos los muebles todas las pesadillas todos los pecados que se cometieron en vida o por cometer. La casa fue vendida con sus golpes en la puerta con su viento acanalado su vista del mundo sus imponderables por veinte, ...
Doña Luz (XXI) de Jaime Sabines
La casa me protege del frío nocturno, del sol del mediodía, de los árboles derribados, del viento de los huracanes, de las asechanzas del rayo, de los ríos desbordados, de los hombres y de las fieras. Pero la casa no me protege de la muerte...
Tres poemas ágiles (I) de Isabel de los Ángeles Ruano
La casa no tiene ni paredes ni puertas pero es mi casa, como mi caballo sin cascos, mi caballo sin silla, como mis sueños duros, como esta palabra dura, como esta garganta dura, mi garganta. Me monto sobre el alba y descuartizo las rosas de la primavera. Mi rosa no tiene pétalos, ...
La casa... de Ada Salas
La casa que abrigó tu corazón será una ruina. Furtivos en la noche la habéis abandonado. Oscura en el jardín la tierra removida. Quise decir traición y dije llanto. (De: La sed)
En el sueño de otros de Lucero Alanís de Gurrola
La casa va callando lentamente en bostezos se reclina al abrigo de lunas con las risas en silencio Sus muros observan mis pasospor el sueño hago mías las horas de otros en sigilo converso con sus hadas y dragonesbajo llave La penumbra en los muebles advierte ...
Mañana de ámbar (9) de MANUEL ORESTES NIETO
La casa ya no está. La ciudad fue masticándola con todos nuestros recuerdos dentro. La derribaron y no lo supe sino mucho tiempo después. El precio que aún debo pagar es demasiado alto: no tengo a dónde volver para reunir los pedazos perdidos, las piezas más queridas del engranaje y el eco ...
La contemplación (III) de Margarita Laso
la catedral de cal desde los muros escupe el frío y apaga el candelero la organista mitiga las pasiones tubulares en l tumbado frescos de tus buenos designios contratalones la cicatriz de caudas y cráneos que fueron arrastrados y rodaron el portón y su chirrido de gallo degollado largas ...
Nanas de la cebolla de Miguel Hernández
La cebolla es escarcha cerrada y pobre. Escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla, hielo negro y escarcha grande y redonda. En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre, escarchada de azúcar, cebolla y hambre. Una mujer ...
Recuerdos de Roque Dalton
La celda es oscura y silenciosa... Ah, la luz de tus ojos; ah, tu voz! La celda es húmeda y fría... Ah, el calor de tu cuerpo entre las sábanas! La celda es dura, hiriente... Ah, tus manos de pájaro y caricia! La celda es maloliente... Ah, el olor de tu paso en la mañana! ...
Entre el diablo y el océano de Enrique Gómez - Correa
La ceniza es un poco el alma Del que ayer cambió de piel Su blancura atrae al blanco de mi ojo Como el sonido que enloquece Y que viene del huevo místico. Estamos en la antesala del vacío Y el color ha perdido su natural palidez Es que llevamos la eternidad en el dorso del abismo Igual...
Río turbio de Gonzalo Rojas
La Cerrazón Amé a una muchacha de vidrio transparente y bestial este verano, adoré su nariz, su largo pelo negro hizo estragos en mi concupiscencia, era, ¿cómo decirlo? Olfato y piel, toda ella era olfato y piel, la envolvía una especie de ...
Casas de agua 1[celimar] de María Elena Blanco
la certeza del mar a sus espaldas diseñó su perfil la niña solitaria tiende un cerco obsesivo a cada esquina la acosa desde el parque o la grama olvida alada el miedo y la hora hasta que la despierta el aire de la tarde veloz como si la espantara un hado pedalea hacia el mar ...
Consejo poético de Alfonso Reyes
La cifra propongo; y ya casi tengo el artificio, cuando se abre el precipicio de la palabra vulgar. Las sirtes del bien y el mal, la torpe melancolía, toda la guardarropía de la vida personal, aléjalas, si procuras atrapar las formas puras. ¿La emoción? Pídela al número que mueve y gobierna al mundo. ...
Perros de Abel G. Fagundo
La ciudad continúa disfrazando sus perros, cruzan como fantasmas que una vez tomaron el silencio de las calles. Erarios que el asfalto condenó al desperdicio vagabundo de la acera. Criaturas enfermas, libertadores del asfalto. sus ladridos se afanan contra el polvo, ...
Proserpina en Madison Avenue de Marita Troiano
La ciudad de Borsippa está muy lejos de sus ojos Mientras va, Fantasma en su lujuria a la busca de un velo que lo cubra y lo salve Mientras va, persiguiéndolo ciego por la senda que ascendía la calle Cuarenta y dos y Broadway /dónde quedó tu agua fluyendo? De dónde tú hechicero ...
La memoria, ese alcázar (VI) de Santos Domínguez Ramos
La ciudad de los ojos en tu recuerdo: el hilo de luz en las callejas, los narradores ciegos de cuentos, los viejos adivinos, los camellos que traen maderas aromáticas. El desertor, las torres, la algarabía del zoco, los mercaderes tristes de marfil y tapices, el azafrán, las cúpulas, ...
Estampilla postal de David Escobar Galindo
La ciudad encendida millares de ojos fijos abiertos en lo oscuro mientras el sol rey de oros se solaza en vajillas y vitrales Una ciudad donde los niños llueven como si Dios soltara las compuertas y empezara el diluvio cuarenta días y cuarenta noches en la celebración del reinado del hambre. ...
El perro sin plumas (Paisaje del Capibaribe-I) de Joao Cabral de Melo Neto
La ciudad es atravesada por el río como una calle es atravesada por un perro; una fruta por una espada. El río a veces parecía la mansa lengua de un perro, a veces el vientre triste de un perro, a veces el otro río de acuoso paño sucio de los ojos de un perro. Aquel río era como un perro ...
Aviso de Gabriel Celaya
La ciudad es de goma lisa y negra pero con boquetes de olor a vaquería, y a almacenes de grano, y a madera mojada, y a guarnicionería, y a achicoria, y a esparto. Hay chirridos que muerden, hay ruidos inhumanos hay bruscos bocinazos que deshinchan ...
El perro sin plumas (Paisaje del Capibaribe III) de Joao Cabral de Melo Neto
La ciudad es fecundada por aquella espada que se derrama, por aquella húmeda encía de espada. En el extremo del río el mar se extendía como camisa o sábana, sobre sus esqueletos de arena lavada. (Como el río era un cachorro, el mar podía ser una bandera azul y blanca desplegada ...
la ciudad de Humberto Mello
la ciudad es más sucia más humana que en la infancia cuando la vida era sueño la vida es impropia para la ducha dice el cartel escrito en los ojos de los humillados mientras me viene el poema un ángel cae fulminado embotellando al Presidente Vargas. ...
De la serie de María José (II) El bar de Maya Islas
La ciudad está vacía. La ciudad no dice a quien pertenece; por lo tanto, esperaré como Godot, por nadie. Detras del vaso está la llave de mi salvación. Mejor que una oración, escapo al toque interminable de las brujas, uniendo el sonido interior de las neuronas que luchan contra el invasor. ...
Nueva York de Margarita Carrera
La ciudad estaba allí monstruosa y gigante, desnuda en su piedra fría. Toqué con mis lirios su insondable aliento. Nada. Nadie. Volaban las almas en su torbellino de dólares y el tiempo -centavo descalzo- se desgranaba en sangre suicida. Nueva York distante y dura. ...
Tango de Cristina Peri Rossi
La ciudad no eras vos No era tu confusión de lenguas ni de sexos No era el cerezo que florecía -blanco- detrás del muro como un mensaje de Oriente No era tu casa de múltiples amantes y frágiles cerraduras La ciudad era esta incertidumbre la eterna pregunta -quién soy- ...
La ciudad... de Sara Vanegas Coveña
la ciudad perdida es hermosa. allí tus más bellos sueños bajan peldaños de espuma. se mezclan con las aguas antiguas y los nombres más remotos pero también está tu memoria: tardes de campanas y miel quemada. la marca dorada de tus tréboles la ciudad perdida es una mancha de luz ...
Facultad de volver de José García Nieto
La ciudad se termina junto a un río sin sueño baja, con su costumbre de muchacha de campo, a mirarse en el agua, a dejar que en el agua desemboquen los ríos más chicos de sus brazos. La ciudad aún se olvida de su actual estatura en estos terraplenes donde el tibio regazo ...
Atardeceres de Jorge Luis Borges
La clara muchedumbre de un poniente ha exaltado la calle, la calle abierta como un ancho sueño hacia cualquier azar. La límpida arboleda pierde el último pájaro, el oro último. La mano jironada de un mendigo agrava la tristeza de la tarde. El silencio que habita los espejos ha formado su cárcel. ...
La claridad presa... de Ricardo Hernández Bravo
La claridad presa. La mosca en su camino. Y la mano que acude, la ventana al fin y ella trazando círculos, rehuyendo la mano, terca, contra su propia sed de luz. De El ojo entornado (1996)
El encanto de la clase media de José Luis Villatoro
La clase media se para en la esquina con sus pancartas fetiches y pudores. Propongo que le subamos el voltaje a los ojos de los cuervos -cada uno queme su efigie en el altar familiar del día lunes-. La clase media tiene blancos los ojos y sólo mira desde el ojo de la llave -sus trapos limpios, ...
Cobra de Vicente Aleixandre
La cobra toda ojos, bulto echado la tarde (baja, nube), bulto entre hojas secas, rodeada de corazones de súbito parados. Relojes como pulsos en los árboles quietos son pájaros cuyas gargantas cuelgan, besos amables a la cobra baja cuya piel es sedosa o fría o estéril. ...
La cojita está embarazada... de Jaime Sabines
La cojita está embarazada. Se mueve trabajosamente, pero qué dulce mirada mira de frente. Se le agrandaron los ojos como si su niño también le creciera en ellos pequeño y limpio. A veces se queda viendo quién sabe qué cosas que sus ojos blancos se le vuelven rosas...
La cólera que quiebra al hombre en niños... de César Vallejo
La cólera que quiebra al hombre en niños, que quiebra al niño en pájaros iguales, y el pájaro, después, en huevecillos; la cólera del pobre tiene un aceite contra dos vinagres. La cólera que al árbol quiebra en hojas, la hoja en botones desiguales y al botón, en ranuras telescópicas; ...
Cantando para nadie de Francisco Cervantes
La cólera, el silencio, Su alta arboladura Te dieron este invierno. Más óyete en tu lengua: Acaso el castellano, No es seguro. Canciones de otros siglos si canciones, Dolores los que tienen todos, aun aquellos -Los más- mejores que tú mismo. Y es bueno todo: el vino, ...
El vuelo luminoso de Raquel Huerta - Nava
La colmena se define por sus sueños de semillas dispersas en las aguas plumas al viento caparazón aéreo el zumbido del enjambre inquietos y vivos resplandores que acompañan el camino de quienes llevan en la frente la marca de la sangre del cordero. ...