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listado de poemas en audio por primeros versos letra l

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1102 poemas con la letra "l"

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Canto teñido de Humberto Ak´Abal
Las hojas de los árboles tiñen la voz Por eso el canto de los pájaros es verde.
Un cuerpo es el mejor amigo del hombre de Jaime Gil de Biedma
Las horas no han pasado, todavía, y esta mañana lejos igual a un arrecife que apenas yo distingo. Tú no sientes cómo el tiempo se adensa en esta habitación con la luz encendida, como está fuera el frío lamiendo los cristales... Qué deprisa, en mi cama esta noche, animalito, ...
Crepúsculos de la ciudad (VI) de Octavio Paz
Las horas, su intangible pesadumbre, su peso que no pesa, su vacío, abigarrado horror, la sed que expío frente al espejo y su glacial vislumbre, mi ser, que multiplica en muchedumbre y luego niega en un reflejo impío, todo, se arrastra, inexorable río, hacia la nada, sola certidumbre. ...
El deseo concluido de José Carlos Becerra
Las imágenes que emergen de tu cuerpo desembocan en esta noche que no eres tú ni soy yo quienes conversan en el cuarto de al lado y a quienes escucho completamente solo. Concibiendo esta noche como algo inmóvil, bien podríamos ser tú y yo los que están al otro lado, ...
El don de la ebriedad (VI) de Claudio Rodríguez
Las imágenes, una que las centra en planetaria rotación, se borran y suben a un lugar por sus impulsos donde al surgir de nuevo toman forma. Por eso yo no sé cuáles son éstas. Yo pregunto qué sol, qué brote de hoja o qué seguridad de la caída llegan a la verdad, si está más próxima la rama ...
Las flores del Mall de Jorge Valdés Díaz - Vélez
Las jóvenes diosas, nocturnas apariciones (ropa oscura, plata quemando sus ombligos) en la cadencia de la pista, comenzarán a despintarse con la premura de los años, los problemas, quizá los hijos que no tienen aún. Ahora miran tus ojos con un claro desprecio (ya tienes cuarenta) ...
Mesa y naranjas de Andrés Sánchez Robayna
las líneas de la mesa interrumpidas por naranjas dispuestas en un plano sobre la luz del cuarto blanco abajo el mar se tiende bajo la mano de los elipses la luz inunda el cuarto y las naranjas se acumulan sobre la luz que entra y que se tiende en la blancura de este cuarto ...
Cuenta regresiva de Gonzalo Osses – Vilches
Las luces se apagan... Valparaíso está oscuro. Los fusiles apuntan hacia la presa de turno, que soy yo, que tuve alma, que amé sin calmas. Las sirenas se encienden, silenciosa esperanza, el domingo se acaba, otro lunes insomne escribiéndole al alba. ¡Siete! El conteo se inicia: ...
Juego amoroso de Blanca Varela
Las manos a la altura del aire a dos o tres centímetros del vacío no se mirará nada preciso la polvareda que pasa el inesperado cortejo de plumas arrancadas al vuelo la nubecilla rosada y tonta que ya no es el cierraojos y el ábrelos en la breve opacidad de una luz que no se ve ...
Manos de Tomás Segovia
Las manos, mientras habla el hombre, no se duermen no se mueren, no se rinden. Melodiosas, al margen, sin dejar de echar una mano cada mano a lo que habla, roban también lo que se dice, lo usan de otro modo, manos desasidas que saben desdecirse y corrompen ...
Una parábola acerca de Scott de Juan Gustavo Cobo Borda
Las mansiones de moda en Long Island están en nuevas manos. Allí Gatsby había muerto, luego de amar una mujer. Quedaba el dolor, tan solo, como una presencia fraternal y los afectos superfluos, aferrándose al cuello. Dilapidé mis esperanzas en las pequeñas carreteras ...
Las maravillas y miserias del amor de Juan Gelman
Las maravillas y miserias del amor. Sus oscuros fulgores, sus catástrofes. Caminar por el filo de la pérdida. Dar lo que no se tiene. Recibir lo que no se da. El amor a la poesía, a la madre, a la mujer, a los hijos, a los compañeros que cayeron por una esperanza, a la belleza todavía de este mundo. ...
Las margaritas abarcaron todo el jardín... de Marosa di Giorgio
Las margaritas abarcaron todo el jardín, primero fueron como un arroz dorado, luego se abrían de verdad, eran como pájaros deformes, circulares, de muchas alas en torno de una sola cabeza de oro o de plata. Las margaritas doradas y plateadas quemaron todo el jardín. ...
Puro asombro de Italo López Vallecillos
Las mariposas rondan el espejo. Tiembla el corazón, tan solitario. En el jardín cercano el perfume rompe distraídamente sus veleros. El aire tiene perfiles raros. La sombra es casi aroma. Y en toda la casa el silencio impone sus brevedades de oro. Dentro de mí hay claridad, ...
Las muchachas que ya no de Esteban Charpentier
Las muchachas que ya no puedo amar llevan enjambres de peces alborotados en sus mochilas, tiñen sus cabellos del color de las hojas del ciruelo, vuelcan collares de almendras en sus camisas, desvirgan sus orejas con setas y caracoles hundidos. Las muchachas que ya no me miran ...
Las muchachas sencillas de Eduardo Llanos
Las muchachas sencillas dudan que el mundo sea un balneario para lograr bronceados excitantes y exhibirse como carne en la parrilla de una hostería al aire libre. Las muchachas sencillas no cultivan el arte de reptar hacia la fama ni confunden a las personas con peldaños ...
La noche es primero de Marco Antonio Valencia Calle
Las mujeres que me gustan se visten de rojo, de colores cálidos y zapatos abiertos. Son las que juegan con la mirada y la sonrisa, con la indiferencia y el olvido. Las que tienen los dedos de los pies limpios, las manos de agua cálida y una estrella escondida en medio de los senos. ...
La hora del amor de Nora Méndez
Las mujeres temerosas del silencio a la hora del amor inventan pequeñas frases diminutas historias Los hombres en cambio callan de su boca imprudente puede emerger seguro el miedo y confesar su angustia en esas horas tan exigentes... Ambos tiemblan se ocultan ...
Las múltiples metamorfosis de la locura... (Poesía Vertical VIII - 41) de Roberto Juarroz
Las múltiples metamorfosis de la locura no se esconden ya en los tristes cajones de los armarios ni en los zurcidos disimulados de los trajes, sino que se pasean como tranquilos animales en equilibrio por las cornisas de los edificios y por las cabelleras que se odian caritativamente ...
Musas de Saúl Ibargoyen
Las musas quizá no existan / pero sin ellas ningún poeta podría cantar...
La noche de Roque Dalton
Las noches son olas orgullosas: olas deoscuro azul y de pesada cresta, cubiertas porclamores de honda destrucción, gravadas decosas improbables, deseadas. Borges I Pausadamente caes con tu densa pureza como el aroma de la miel en los ojos del loco oh noche lenta ...
Para un menú de Manuel Gutiérrez Nájera
Las novias pasadas son copas vacías; en ella pusimos un poco de amor; el néctar tomamos... huyeron los días... ¡Traed otras copas con nuevo licor! Champán son las rubias de cutis de azalia; borgoña los labios de vivo carmín; los ojos oscuros son vino de Italia, los verdes y claros son vino del Rin. ...
Viaje de Rogelio Sinán
Las nubes -escolares de escuela elemental- han tomado sus libros de luz y se van... El caballo del viento las conduce sobre su lomo tierno. ¡Ya se van! ¡Ea! ¡Ea! Y ¡adiós! les van diciendo con sus pañuelos de humo las chimeneas...
La fiesta de Héctor Rosales
las nubes perforan la lámina de la bóveda y raptan algunos objetos de valor con ellos financian a la dama vestuario provisorio simulando alba Hermosa...
Elegía frente al río de Efraín Bartolomé
Las once de la noche y el trópico descansa de un combate feroz contra sí mismo Vuelan nocturnas mariposas torpes Hiende la luz el agua Canta un sapo en la sombra que parte en dos la noche: denso muro de grillos Y estoy aquí sin tus libros a mano...
Pastores de Belén de Lope de Vega
Las pajas del pesebre, niño de Belén, hoy son flores y rosas, mañana serán hiel. Lloráis entre las pajas de frío que tenéis, hermoso niño mío, y de calor también. Dormid, cordero santo; mi vida, no lloréis, que si os escucha el lobo, vedrá por vos, mi bien. Dormid entre las pajas, que aunque frías ...
El poema de Eleazar Rivera
Las palabras hablan de ideas sin cuerpo Tejo y destejo en tus ojos mi mirada Abro los decires del lápiz y siembro mi pensamiento en la nada
Las palabras de Vilma Vargas
Las palabras no son de este mundo sino cuando caen a tierra semejantes a frutos o demonios.. Vivir ha sido convocarlas. Tengo una sola almohada, un solo respaldar, pero cuido mi vaso, mi risa: en la espesura de las hierbas inclino mi cabeza. Y también he llorado, pequeña, ...
El mago de la soledad de Mario Meléndez
Las palabras se recuestan en mi cama a escuchar la extraña historia de esa niña que sacaba agua de sus pechos para bañar a sus muñecas Una vez terminado mi relato y visiblemente afectadas me confiesan en voz baja que es el cuento más hermoso jamás descrito pero no una razón ...
Palafitos de Tatiana Oroño
Las palabras se sostienen en lo que no está dicho todavía, en lo que está dicho a medias y en lo que no se puede decir. Respeto el silencio a que está obligado el significado. Esa templanza que debe conquistar junto con una vida más larga, siempre, que la circunstancia en que nació. ...
El amor de Luis García Montero
Las palabras son barcos y se pierden así, de boca en boca, como de niebla en niebla. Llevan su mercancía por las conversaciones sin encontrar un puerto, la noche que les pese igual que un ancla. Deben acostumbrarse a envejecer y vivir con paciencia de madera usada por las olas, ...
La piedrecita de Roberto Obregón
Las palabras, al tocarlas al aire, crecen como las terneras. Con los años maduran y se ahondan y también pueden nacer muertas. Según. La palabra nos revela la consistencia del espíritu. Es una cosa delicadísima, en boca del mentiroso pone al desnudo el hueso de un alma ingrata. ...
Una muchacha triste de Nora Méndez
Las palmeras enanas el sonido en fuga de los gases los lápices acomodados en bolsas con afán de niño con meticulosidad de legumbres Entonces yo era una muchacha triste Los paseos duraban una hora y la camisa descosida proponía círculos al paisaje eran los asideros de melcocha ...
Palomas de León Felipe
Las palomas de la plaza de San Marcos que el municipio de Venecia cebaba para los turistas se han muerto todas de repente... La paloma de Picasso que yo guardaba como una reliquia en un viejo cartapacio, ha desaparecido... En el Concilio Ecuménico nadie sabe por donde anda la paloma ...
El retorno de Efraín Huerta
Las paredes tienen oídos, vientre y sangre. Pero que no lo sepa el aire, que lo ignoren el invierno y el vendedor de esponjas; que no se enteren mis fotografías que hablan; que mi amor, oh montañas, oh cielos, no levante su voz como raíz dulcísima. Las paredes tienen oídos, dientes, ...
Canción de los fundadores de Tilo Wenner
Las pequeñas atrocidades amantes atraen los cielos sin nubes, cargan de favores imprevistos la boca devoradora de la bestia de los salmos. Ser la vaga inocencia del hombre de una vez, pero es incertidumbre el matrimonio distinto. Es el momento propico. ...
Amada amiga de Cecilia Vicuña
Las personas que me visitan no imaginan lo que desencadenan en mí. C. no sabe que sueño con acariciarla sin que me vea mientras le echa dulce de camote al pan parece que juega con cálices y piedras sagradas, el modo como levanta la mano para llenar el cuchillo de mantequilla ...
Taller de madrigales (29) de David Escobar Galindo
Las piedras con nombre están expuestas al olvido. Los amores sin nombre ni siquiera el olvido los acepta. De: Libro del fiel
Mar de Irlanda de Enzia Verduchi
Las piernas sostenían el galope de animal luchando contra el aire: corre, corre, muchacha. Tanto mar para una isla, laderas por recorrer, tanto cielo sobre la bruma. Desde Dun Laoghaire se escucha ese golpe de agua y se desborda el índigo en las landas de la península de Dingle: ...
Perséfone (Fragmento) de Homero Aridjis
Las piezas de ajedrez están sobre el tablero, esperando no sé qué próximo y exacto movimiento, fijas y creadas para impersonales ceremonias, suspendidas en la vigésima jugada ante el inminente derrumbe de las blancas, cuando el rey de albura ya no puede elegir y las negras deciden ...
Romance de la pena negra de Federico García Lorca
Las piquetas de los gallos cavan buscando la aurora, cuando por el monte oscuro baja Soledad Montoya. Cobre amarillo, su carne, huele a caballo y a sombra. Yunques ahumados sus pechos, gimen canciones redondas. Soledad, ¿por quién preguntas sin compañía y a estas horas...
Romance de la pena negra de Federico García Lorca
Las piquetas de los gallos cavan buscando la aurora, cuando por el monte oscuro baja Soledad Montoya. Cobre amarillo, su carne, huele a caballo y a sombra. Yunques ahumados sus pechos, gimen canciones redondas. Soledad, ¿por quién preguntas sin compañía y a estas horas...
La mano fértil de Luisa Futoransky
las plantas como las palabras crecen en forma inesperada por tanto hay que modelarlas de acuerdo a su naturaleza sin desdeñar el azar yuxtaponer sin empastar, dice mostrando las palmas llagadas de otros brotes, otras podas tras los rigores del invierno, la gracia la rosa de Jericó ...
Un español habla de su tierra de Luis Cernuda
Las playas, parameras Al rubio sol durmiendo, Los oteros, las vegas En paz, a solas, lejos; Los castillos, ermitas, Cortijos y conventos, La vida con la historia, Tan dulces al recuerdo, Ellos, los vencedores Caínes sempiternos, De todo me arrancaron. Me dejan el destierro. Una mano divina ...
Las pompas de jabón... de Fernando Pessoa
Las pomas de jabón que este chiquillo se entretiene en soltar por la pajita son, traslúcidamente, toda una filosofía. Claras, inútiles y pasajeras como la Naturaleza, amigas de los ojos como las cosas, son lo que son con una precisión redondita y aérea, y nadie, ni aun el niño ...
Red de infinitudes de Ana Ilce Gómez
Las premoniciones, los sueños, los augurios La vasta red de los sentidos Eso que desconocemos Aquello que damos por sabido El sabor de la sal El ocre de la tarde Lo fugaz Lo continuo Todo forma una red infinitesimal un íntimo tejido que entrecruza la vida de una espora con nuestras propias vidas. ...
Redes de Rolando Faget
las redes de la lluvia mercantil necesidadlimpieza fuerte necesidad de pazy lluvia reyseñor de la noche raíces pan- profundas seguridad de naves continuidad montaña nunca másmiedoespanto largo grito sin jaula
Las ropas desceñidas... (Rima LXXIV) de Gustavo Adolfo Bécquer
Las ropas desceñidas, desnudas las espadas, en el umbral de oro de la puerta dos ángeles velaban. Me aproximé a los hierros que defienden la entrada, y de las dobles rejas en el fondo la vi confusa y blanca. La vi como la imagen que en leve sueño pasa, como rayo de luz tenue y difuso ...
Jerusalén, una copa de vértigo de Luisa Futoransky
Las rosas de Jerusalén son complicadas Los peregrinos desesperan El camino de las rosas de la verdad es absoluto. Y me duele/s tanto.
Canción final de Jaime Gil de Biedma
Las rosas de papel no son verdad y queman lo mismo que una frente pensativa o el tacto de una lámina de hielo. Las rosas de papel son, en verdad, demasiado encendidas para el pecho.