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listado de poemas en audio por primeros versos letra l

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1352 poemas con la letra "l"

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La enemiga de Carmen González Huguet
La sierva. Nunca amante, ni amada, ni la amorosa compañera, ni la amiga. Nunca la igual, sino la subalterna. La mejilla ofendida. La carne doblegada. La humillación servil. Las manos y la voz encarceladas por el miedo. La que dibuja sumisión disfrazando de amor el cruel despecho. ...
El silencio de José Emilio Pacheco
La silenciosa noche. Aquí en el bosque no distingo rumores, no, de ninguna especie. Los gusanos trabajan. Los pájaros de presa hacen lo suyo (seguramente). Pero no escucho nada. Sólo el silencio que da miedo. Tan raro, tan raro, tan escaso se ha vuelto en este mundo ...
Composición: La primavera de Saúl Ibargoyen
La silla blanca con sus huesos descansa en el jardín. Los pinares se encienden cerca de otras playas. Ningún árbol camina hasta las raíces de aquí. Una mujer y un hombre con cada pie traspasan el asfalto las piedras y tocan un terregal de costras coaguladas. ...
Yo llevo el nombre... de Efraín Bartolomé
La soberbia montaña y su verde esplendor Los follajes magníficos donde las aves pulen su primor encendido y los monos aúllan y braman y reinan a cien metros del suelo donde jaguares beben en aguas transparentes y los diez mil arroyos van conformando el río...
Brandy please de Jorge Carrol
La Soledad (mi soledad) comienza en este bar del Hotel San Juan. Comienza por la ausencia de mis hijos y en la que se fue con otro. La Soledad comienza en mi. Desmantelada. En los días de ser y no ser Superman. En el brandy que naufragará en mi agujero interior En la puta sonrisa ...
Creación de Gioconda Belli
La soledad del escritor La fragua lenta, íngrima, de la palabra -el pelilgro y sus chispas- El enfrentamiento cotidiano con el cansancio y las distracciones -el país que ando siempre colgado en la garganta con sus campanarios- Soledad del alma que añora ruidos lejanos ...
Canto primero de Teófilo Cid
La soledad es un reflejo de las horas dichosas Por su espiral las zonas blancas Que aparecen como causa de las negras Vierten en la hondura su compacto mecanismo Y los recuerdos calzan zapatos puntiagudos Sobre el cojín de las sienes apagadas. La soledad es un estanque con faunas ...
Índices del enfado de Jorge Ortega
La soledad es una cápsula centrada en la palestra de la tarde, bóveda empotrada en la meseta que es el altiplano del hastío. Nadie se encuentra en casa, por ende no hay voz que cisme el tedio como un cubo de hielo. Sólo de pronto se oye crujir el dorso de una puerta como un barniz ansioso. ...
Mirada final (Muerte y reconocimiento) de Vicente Aleixandre
La soledad, en que hemos abierto los ojos. La soledad en que una mañana nos hemos despertado, caídos, derribados de alguna parte, casi no pudiendo reconocernos. Como un cuerpo que ha rodado por un terraplén y, revuelto, con la tierra súbita, se levanta y casi...
Acrópolis de Domingo F. Faílde
La soledad, las calles, tus pupilas. El alba, vistiéndose de tul, bajo la lluvia levísima, imprevista, que arrecia desde el Sur. Amanece despacio, va encendiéndose el valle que desciende de tu mirada al mar. Porque eres tú la lámpara que hace arder el paisaje y asciende por los fustes ...
La danza de los astros de Alfonso Cortés
La sombra azul y vasta es un perpetuo vuelo que estremece el inmóvil movimiento del cielo; la distancia es silencio, la visión es sonido; el alma se nos vuelve como un místico oído en que tienen las formas propia sonoridad: luz antigua en sollozos estremece el Abismo, y el Silencio Nocturno...
Abismo de David Rosenmann - Taub
La sombra de la muerte en el umbral se para. Oh dandún, oh dandún, no le mires la cara. Cerca, una madrugada te aguardaba con hambre de tus miembros apenas palpados por el mundo, y te daba el arrullo dulcísimo del sueño desde dentro de un sueño borroso, inacabable. ...
Nube de Néstor Martínez
La sombra de la nube Nos cubrió Delicada, suave, tibia, Se pegó a nuestros pasos Se entretuvo con nuestras sombras Oyó nuestros susurros Oyó nuestros secretos Juguetona, Se alejaba y regresaba La sombra de la nube... Selección del autor
Amantes (I) de José Antonio Cedrón
La sombra de las torres suele verlos correr en otra piel, ensuciarse la boca con el viento esa mancha que busca empeñada en el aire de una mujer y un hombre volteados al pasado abraza soledades de cuando ellos soñaban el año de Dragón en su equinoccio. ...
La sombra de mi mano derecha de Daniel Samoilovich
La sombra de mi mano derecha es una mano izquierda - lo que escribo alguien lo escribe desde adentro del papel, la punta de su lápiz contra el mío. Me gustaría saber si ése es feliz. Me gustaría saber cómo suenan esos versos que corren al revés rumbo al Oeste de un mundo ...
La sombra de tu boca de Sara Vanegas Coveña
la sombra de tu boca toca mi sombra mientras voy construyendo gota a gota mi eternidad y sólo sueño tras tus ojos el largo insomnio de los astros -bajará la espuma? -no. la quiero infinita en mi recuerdo y en tus manos lejos del sol y de la noche amor crece una flor sin mancha y sin nombre ...
Miedo de Andrés Eloy Blanco
La sombra de una duda sobre mí se levanta cuando llega el arrullo de tu voz a mi oído; miedo de conocerte; pero en el miedo hay tanta pasión, que me parece que ya te he conocido. Yo adiviné el misterio cantor de tu garganta. ¿Será que lo he soñado? Tal vez lo he presentido: ...
Elecciones democráticas de Juan Gelman
La sombra del sol en mi mano no habló por televisión, ni la de mi mano en el sol, ni el niño que pide en la calle habló por televisión. Toca un acordeón roto con su hueso constante. De: Valer la pena Volumen CDLXXVIII de la colección Visor de poesía VISOR LIBROS 2002
El innombrable de Thelma Nava
La sombra fue siempre la sombra el halo que tu imagen me dejaba. Desterrado de mi paraíso libre por fin de tí de tus congéneres emerge finalmente tu verdadero rostro. ¡Cuánto afecto, mi Dios, desperdiciado! De: Los pasos circulares
Sed de Sara Vanegas Coveña
la sombra inclinada sus alas sobre mi vaso fresca y salada el calendario se escapa entre los dedos días de sol y niebla nuestra casa el polvo en esfinges neuróticas nostalgias de no perecer los pies en la arena...
Penal mariona de Mario Noel Rodríguez
La sombra patea al más valiente, sea blanco, negro, azul o rojo. Quema los huesos en salsa de hastío y el cielo es una ventana nublada de suspiros. Una cuchillada a la fantasía del homosexual, el llanto cae al plato vacío, los zopilotes llegan a investigar. Putiadas y picassos en la pared son la vida ...
Actas de medianoche (Siete) de Víctor Rodríguez Núñez
La sombra sigue dentro agazapada en ti La nieve redundante no deja de caer El pasado se aquieta bajo esa sal que crece sin sentido A punto de saltar sobre la luz me borra la razón Solo la piel se inflama con tu dulce ceniza Y me llevo la sombra lejos de todo fuego Al despertar ...
Lectura del I Ching de Raúl Henao
La sombraluz en la celda de la prisión ¿Qué dice? ¿cuál sentido que la palabra no descifra por anticipado? Ha acaecido el aguaviento. Cambia la piel del tigre cuando el hombre de niebla apenas muda su rostro a la sombra de la picota. Que el jardinero persiga la cizaña hasta el aposento de rey. ...
Los hilos dorados de la imaginación colectiva de Noni Benegas
La sospecha (era lo último que podíamos generar) nos empujaba a bautizar cada cosa con dos nombres De: La balsa de la Medusa Poema seleccionado por la autora
La suavidad del pan de Ana Istarú
La suavidad del pan que no ha nacido sostienen sus caderas, un lomo terso de venado, la curvatura del melón, altas mejillas donde escribió su adiós final la espalda. Cómo no amar a este varón sentado en sus dos lunas, volcado como un río sobre el lecho. Amo su boca tocada ...
Una avispa sobre el agua de Coral Bracho
La superficie del agua es tensa para una avispa, es un sendero múltiple fluyendo siempre como el tacto del tiempo sobre la hondura quieta de un corto espacio. Corto es el tiempo en que flota; corta la distancia en que gira por incesantes laberintos, remolinos inciertos, llamas, y transparencia ...
Perfumes de Haba Tonka de Francisco González Léon
La tabaquera de mi tío Jacinto: de aquel mi tío abuelo a quien yo conocí de rapazuelo... Tabaquera que encontrarme suelo junto al estuche de peluche y broche que enmarca una belleza de mujer, en el azogue viejo de un primitivo Daguer grabado sobre un espejo. Tabaquera de negra goma ...
La muchacha del balcón de Juan Gelman
La tarde bajaba por esa calle junto al puerto Con paso lento, balanceándose, llena de olor, Las viejas casas palidecen en tardes como ésta, Nunca es mayor su harapienta melancolía Ni andan más tristes de paredes, En las profundas ...
Trilce (Poema XLVI) de César Vallejo
La tarde cocinera se detiene ante la mesa donde tú comiste; y muerta de hambre tu memoria viene sin probar ni agua, de lo puro triste. Mas, como siempre, tu humildad se aviene a que le brinden la bondad más triste. Y no quieres gustar, que ves quien viene filialmente a la mesa en que comiste. ...
Dragones de cartón (I) de Susana Reyes
La tarde es azul como su rostro. El día se despinta sin pompa de las paredes y la fiebre de sol hace crujir los huesos de los edificios el único abrigo (sus abrigos) son el ruido y la esperanza de no despertar.
La tarde es un amigo de Armando Uribe Arce
La tarde es un amigo Que no existe, una novia A que seguir diciendo que no existe La moza está desnuda en la ventana Soy yo quien no la mira Y todo está llorando por verla o por oírla. Selección: Guido Ferrer
Capricho de la tarde de Juan José Alcolea
La tarde está sentada en una silla cosiendo la mortaja de su entierro y el gato de la noche va enjaezando su red por la montura de las tejas. Nada es igual cuando el silencio aguarda como el cadáver roto de un geranio la injuria del gusano y de la ameba, cuando...
Intimidad de Jorge Boccanera
La tarde giraba como un barco con voluntad de pan y empuñadura de juguete nuevo él llegó con su ración de pájaro en la frente y aquella vieja moto ella traía un sol empecinado en su cintura y una canción de pólvora en los brazos se encontraron en el instante justo en que los pueblos arrojan ...
Primera visión de marzo (II) de Pere Gimferrer
La tarde me asaltaba como una primavera en Arezzo, y yo cedía al repertorio de emociones y usos de poeta: deidades se materializaban a mi voz, faunos ígneos amenazaban cada gruta, sombras de mí mismo me esperaban bajo el tapial de álamos. ...
Versos a una plaza de Norah Lange
La tarde muere como una eremita. Sobre la espalda de la noche el cielo se estremece apretado de estrellas. La noche crispada y lenta se apega a los faroles, pequeños y suaves como una luna nueva. Plaza: sobre tu umbral de sombras su voz sube como una letanía al silencio verde ...
La tarde pidiendo amor de Nicolás Guillén
La tarde pidiendo amor. Aire frío, cielo gris. Muerto sol. La tarde pidiendo amor. Pienso en sus ojos cerrados, la tarde pidiendo amor, y en sus rodillas sin sangre, la tarde pidiendo amor, y en sus manos de uñas verdes, y en su frente sin color, y en su garganta sellada. . . La tarde pidiendo amor, ...
Pájaros de Delia Quiñónez
La tarde se tiñó de pájaros, fue preñándose de plumas... La vi alzarse profunda como una campanada. Pero fue quedándose quieta, tornándose lejana: se borraron las plumas, su tintura de pájaros fue muriéndose toda... (Selección: Francisco Morales Santos)
La tarde se va de Norah Lange
La tarde se va de la mano del sol. La noche es un largo silencio negro. La luna es el alma de la noche. ¡Si yo fuese tan sólo tu corazón por dentro!
Ayer vendrá de Luis Rosales
La tarde va a morir. En el camino la flor de las acacias se deshace al impulso del viento. Entre las ramas, mortal, casi vibrante, queda el último sol. La tierra huele, comienza a oler, no cabe ya dentro de sí misma y se levanta: ahora hay tierra en la tierra y en el aire. Y hay un bardal con sol; ...
Ayer vendrá de Luis Rosales
La tarde va a morir; en los caminos se ciega triste o se detiene un aire bajo y sin luz; entre las ramas altas, mortal, casi vibrante, queda el último sol; la tierra huele, empieza a oler; las aves van rompiendo un espejo con su vuelo; la sombra es el silencio de la tarde. Te he sentido llorar: ...
La tarde va cayendo en su gris de Harold Alvarado Tenorio
La tarde va cayendo en su gris y uno que otro disparo de fusil o revólver recuerda que estás en tu país de muertos. Alguien volverá a llamar esta tarde, alguien sin esperanza. Que la tarde muera como mueres hoy en el silencio del primer día de un año como tantos otros del ...
Delectación amorosa de Leopoldo Lugones
La tarde, con ligera pincelada que iluminó la paz de nuestro asilo, apuntó en su matiz crisoberilo una sutil decoración morada. Surgió enorme la luna en la enramada; las hojas agravaban su sigilo, y una araña en la punta de su hilo, tejía sobre el astro, hipnotizada. Poblóse de murciélagos el combo ...
La tardecita mansa... de Norah Lange
La tardecita mansa pisoteada por tinieblas. Las hojas son corazones sobre el lago y los arbolitos de la mano como un cortejo de niños.
La tarde de Francisco Rodríguez Barrientos
La tardede arena que agoniza la lluviacesa los pájaros largoen vuelo y youn desterrado la constante sombra de la muerte Selección: Adriano Corrales Arias
Pompeya de José Emilio Pacheco
La tempestad de fuego nos sorprendió en el acto de la copulación. No fuimos muertos por el río de lava. Nos ahogaron los gases; la ceniza nos sirvió de sudario. Nuestros cuerpos continuaron unidos en la roca: petrificado...
Trozos de sol de Efraín Bartolomé
La tempestad ha comenzado a grabar su nombre sobre el polvo. Tengo hambre, tengo dolor, tengo tristeza, tengo un deseo profundo de confundirme con el mar, de integrarme a la piedra, de perderme en el aire podrido de la ciudad. Quiero tocar la fuente del rayo. He visto la luz postrada...
El arlequín de Picasso de Elena Andrés
La ternura de carne azul. Los ojos dos gotas del Vacío, concretas, implorantes que cayeron, vivieron en un rostro y se quedaron. Aureola malva de tristeza tierna, el desamparo añil. Arriba hay una estrella plativerde que se diluye entre la brisa dura, violácea y táctil de la compasión. ...
Tragaluz inédito (5) de David Escobar Galindo
La ternura desangra, el miedo reconforta. Estas no son las paradojas de un desmemoriado. Son las memorias de un conspirador. (De: El jardín sumergido)
Bienvenido sea (II) de Alfredo R. Placencia
La tibia luz de la luna la está besando en la sien. No os acerquéis a su cuna, idos yendo, leves auras, una a una; dejadla que duerma bien. Dejad que no más la luna la esté besando en la sien. Que no canten las palomas. Que la cerquen con aromas las manzanas y las pomas de Salen. ...
El Mundo al Revés de Marta Brunet
La tienda El Mundo al Revés compra a cuatro y vende a tres. Consigue así tal clientela que vende que se las pela, por eso cuesta un horror llegar hasta el mostrador, y el parroquiano apurado compra todo equivocado. La tortuga, siempre quieta, lleva una motocicleta ...