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listado de poemas en audio por primeros versos letra l

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1102 poemas con la letra "l"

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Nos acordaremos todos de Ana Istarú
lo que duele es aquí y es de maíz cascado pienso en mi madre que tenía una banderita pasó por esta casa fulgurante pasó por esta espléndida casa fulgurante flamante refulgente con maldita sea los ramos de heliotropo la pascuita árboles bordados pájaros varios peces pericos ...
La edad de oro de Felipe Benítez Reyes
Lo que el tiempo se lleve que sea tanto como aquello que el tiempo nos dio, regalo inmerecido, dejando la memoria en la inocencia de la vida cumplida, porque nada hiere más y más hondo que el recuerdo: mientras dure una noche en la memoria, esa noche es la Noche y esa intensa ...
A la poesía entendida como una manera de organzar la realidad, no de representarla de Alberto Girri
Lo que en ella place place a la índole de las cosas, inicialmente dirigidas a nadie, y en esencia visiones,y la reflexión determinando que impulsos, ideas oscuras, cobren análogo peso, homologadas en sentencias que otras sentencias transforman, apremiadas por lo que la poesía exige, ...
Aporte de Carmen Alardín
Lo que la mar arroja no son únicamente iniquidades. De cuando en cuando el tiempo se amotina para corporeizar nuestros ensueños... y entonces llega a nuestras playas un gigante dormido, un desmayado cuerpo de profeta por el que todos claman, que casi todos esperaban, que cada hombre ...
Ignorancias de Juan Gelman
Lo que mi infancia no sabe yo tampoco lo sé. Las calles de mi ciudad parecen un signo de interrogación sobre mi corazón mudo. La taza de leche, la vaca en el fulgor del barro, el padre que existe, los rezongos y crepúsculos tristes donde me sentaba como anticipaciones. La rueda del tiempo ...
Lázaro se sacude las ortigas de Amalia Iglesias Serna
Lo que no dice la sombra de mis labios medita alrededor de su espesura. Intimidad, poema, profecía del principio, periferias o puertas de horizonte. Cuando voy a soñar el viento habita las tumbas, erosiona la casa de todas las edades. La memoria, acostumbrada a su barbecho, ...
Y se sabe lo otro de Belén Reyes
lo que nunca se dice. Que Dios tiene un amante, que mi amante, varices. Que Hussein es guapo. Que el dolor es un chicle, que se mastica a solas (menta que pica y tiñe). La Pitita Riduejo se lió con la Virgen, a cambio de un milagro publicable y vendible. ...
Al norte de Juan Gelman
Lo que pasó se muere en su muerte. Hay un silencio de vecinos alrededor. Pasan dos cosas al mismo tiempo: el entierro de lo que vendrá. La mirada aleja a la mirada y cansa lo que sucede como si la ciudad nada lavara. Me pregunto cuánto mata la comparación. ¿Qué lavará esta mañana de joyas ...
Y antes que el olvido nos de Antonio Cisneros
Lo que quiero recordar es una calle. Calle que nombro por no nombrar el tambo de Gabriel y el pampón de los perros y el pozo seco de Clara Vallarino y la higuera del diablo. Y quiero recordarla antes que se hunda en todas las memorias así como se hundió bajo la arena del gobierno de Odría ...
Lo que siento en mi sangre como un reloj de arena... de Vicente Gerbasi
Lo que siento en mi sangre como un reloj de arena, cerca de algún retrato, del hilo y del salero; lo que escucho en mi sangre como un rumor del día, cuando una mariposa de la noche viene a besar la sombra de nuestro corazón; lo que escucho en mi sangre como acordes de luto, ...
Lo que siento por ti de Idea Vilariño
Lo que siento por ti es tan difícil. No es de rosas abriéndose en el aire, es de rosas abriéndose en el agua. Lo que siento por ti. Esto que rueda o se quiebra con tantos gestos tuyos o que con tus palabras despedazas y que luego incorporas en un gesto y me invade en las horas amarillas ...
Mujer de muerte de José Agustín Goytisolo
Lo que tu hubieras sido ha quedado en el aire perdido para el tiempo. Las cosas que no hiciste las canciones que nunca cantarás los días nuevos que te correspondían los deseos la rueda de las voces abiertas aen tu oido toda tu larga sombra proyectada al futuro. Porque escucho el sonido ...
Lo que Vos queráis, Señor de Juan Ramón Jiménez
Lo que Vos queráis, Señor, sea lo que Vos queráis. Si queréis que entre las rosas ría hacia los matinales resplandores de la vida, que sea lo que Vos queráis. Si queréis que, entre los cardos, sangre hacia las insondables sombras de la noche eterna, que sea lo que Vos queráis. ...
Lo que yo quisiera hacer de Fernando Gril
lo que yo quisiera hacer contigo ya no es un amor convencional y despampanante no es siquiera esa foto para que nos envidien las abuelas ajenas lo que quisiera hacer es tan atroz y sencillo tan de mí y de mis demencias que supongo te escandalizaría tanto como cuando te propongo ...
Como una sola flor desesperada de Juana de Ibarbourou
Lo quiero con la sangre, con el hueso, con el ojo que mira y el aliento, con la frente que inclina el pensamiento, con este corazón caliente y preso, y con el sueño fatalmente obseso de este amor que me copa el sentimiento, desde la breve risa hasta el lamento, ...
El Muro de Jorge Galán
Lo quitaron tan tarde, que todos habían olvidado que estaba allí y nadie recordaba quiénes eran los otros los del otro lado por eso no hubo abrazos de bienvenida ni llantos ni vociferaciones salvo de asombro días más tarde, quizá meses más tarde, cuando, serpenteando en los follajes genealógicos ...
Primera evasión de Franklin Mieses Burgos
Lo redondo es un ángel caído en el vacío de su propio universo, donde la oscura voz de su verdad resuena llena de eternidad cerrada y de infinito. Lo redondo es un río que sale y que torna de nuevo hacia sí mismo, hacia la hueca nada donde su ser gravita. Por su forma la lengua de Dios ...
Ein Traum* de Jorge Luis Borges
Lo sabían los tres. Ella era la compañera de Kafka. Kafka lo había soñado. Lo sabían los tres. Él era el amigo de Kafka. Kafka lo había soñado. Lo sabían los tres. La mujer le dijo al amigo: Quiero que esta noche me quieras. Lo sabían los tres. El hombre contestó: Si pecamos, Kafk ...
Hijos de Marilina Rébora
Lo sabréis desde ahora -para eso sois mi vida-: cuando un día me vaya, no será que lo quiera, así lo habrá dispuesto, en lugar y medida, el Señor que en lo alto a todos nos espera. No habrá de serme fácil la última partida, aunque habré de esforzarme en parecer entera; pensaré, para el caso, ...
Así fue de Luis G. Urbina
Lo sentí; no fue una separación, sino un desgarramiento; quedó atónita el alma, y sin ninguna luz, se durmió en la sombra el pensamiento. Así fue; como un gran golpe de viento en la serenidad del aire. Ufano, en la noche tremenda, llevaba yo en la mano una antorcha con que alumbraba la senda, ...
El zenzontle de Alberto Blanco
Lo sostiene el camino: El mundo está en llamas, ¡y tú estás riendo! Y la ceniza de la imagen desciende lentamente del agua del cielo. En tiempos de la luna gris se asoma a los espejos de cola blanca y negra. Su reflejo es una leyenda que habla de otro tiempo: de largos días sin sombra ...
Que la ciudad espera de Odette Alonso
Lo supe desde ayer o desde siempre alguien estaba esperando la salida y caminar sería una esperanza alegre bajo los pies que la ciudad espera. Por eso demoré menos que de costumbre y bajé sospechando que la incredulidad era sólo un fantasma persiguiendo. ...
Lo terrible de Belén Reyes
Lo terrible.... lo más terrible de todo Mientras Dios nos mira y calla. Es... que todo el mundo puede decir misa (inclusive el Papa)
Lo único que tenemos es el cuerpo... de Juan Antonio Masoliver Ródenas
Lo único que tenemos es el cuerpo descendemos o caemos por los pozos del alma y allí están las orillas y la arena, las casas de madera abandonadas, el recuerdo del aro y las canicas, la luz en las paredes de las calles, allí están los gemidos de los muertos que estaban en el patio de la casa, ...
Lejos de casa de Graciela Cros
Lo verdadero ocurre en aguas profundas y las palabras poco pueden con eso Los pescadores han traído un lobo de mar que por error o azar cayó en la red de congrios y jureles Su cabeza ladeada hacia el este cuelga de un escalón del muelle No respira Tiene un fulgor lechoso en la mirada ...
El suicida de Consuelo Tomas
Lo ví caer de siete pisos y quebrarse las piernas atónito asombrado incrédulo llorar lamala jugada retorcerse de ira en su cama del hospital. Alguien dijo: lo que pasa es que tampoco la muerte acepta a los cobardes De: Mujer Prensa y Poesía
Quien era de León Felipe
Lo vi muy bien, aquel niño judío que estaba allí esperando a que se abriesen los hornos crematorios de Auschwitz Lo vi muy bien, llevaba una túnica ligera ceñida con un cordón de esparto. Tenía doce años, la misma edad de Cristo cuando se escapa de su casa a discutir con los doctores del Templo. ...
Un mañana de Jorge Luis Borges
Loada sea la misericordia De Quien, ya cumplidos mis setenta años Y sellados mis ojos, Me salva de la venerada vejez Y de las galerías de precisos espejos De los días iguales Y de los protocolos, marcos y cátedras Y de la firma de incansables planillas Para archivos del polvo ...
Don Sebastián- Rey de Portugal de Fernando Pessoa
Loco, sí, loco, por querer grandeza cual la Suerte no da. En mí no cupo toda mi certeza; por eso donde el arenal está quedó aquel ser que tuve, no el que hay. De mi locura, que otros se apoderen con lo que en ella había. ¿Qué es sin locura el hombre más que un animal sano, ...
Locuramor (Del I al V) de Carmen González Huguet
Locuramor gritando su batalla, nbsp; nbsp; nbsp; nbsp; nbsp; nbsp; nbsp; nbsp; nbsp; nbsp;desde un cielo sin luz, inexpresado. nbsp; nbsp; nbsp; nbsp; nbsp; nbsp; nbsp; nbsp; nbsp; nbsp;Me creciste de pronto en el costado . ...
El loro de José Juan Tablada
Loro idéntico al de mi abuela funambulesca voz de la cocina, del comedor y de la azotehuela. No bien el sol ilumina, lanza el loro su grito y su áspera canción con el asombro del gorrión que sólo canta El Josefito ... De la cocinera se mofa colérico y gutural, y de paso apostrofa a la olla ...
Tríptico sentimental de José Juan Tablada
Loro idéntico al de mi abuela, funambulesca voz de la cocina del corredor y de la azotehuela. No bien el sol ilumina, lanza el loro su grito y su áspera canción con el asombro del gorrión que sólo canta El josefito... De la cocinera se mofa colérico y gutural, y de paso apostrofa ...
Los adivinos en la asamblea del aire de Jairo Guzmán
los adivinos en la asamblea del aire se van con las canciones que rebotan en hombros de mármol o en platos de bronce donde reposa la estatua de una uva o el piélago de vino la rada de sangre de una virgen que dejara sus menstruos en el cuenco de un sabio muerto ...
Advenedizos de Sergio Badilla
Los advenedizos copiaron las Tablas de la Ley a mano diestra a puño alzado con faltas de ortografía falsificaron mal los patronímicos y los sobrenombres Así fue posible que lo sumo se hizo vulgar y manifiesto el unicornio minucioso en la polvareda y de la cañada a un paso ...
Flores de Juan Gelman
Los agujeros de la palabra tienen alma. Nadie la ve, ni el alma de los agujeros se ve a sí misma, ni la palabra la ve. La veleta sigue al viento en esta casa donde lo que fue dolor es dolor. La cantante se fue a París para encontrarse con su canto, el dolor se va al dolor mientras el viento gira ...
La aljaba del viajero (IV) de Santos Domínguez Ramos
Los almuédanos ciegos con sus cinco llamadas, como cinco punzantes aguijones de sombra, te recuerdan hirientes y certeros los cinco años de lanzas negras y estandartes de muerte, de sueños intranquilos, nómada de las cuevas, con el perro acezante del hambre en el costado. ...
Poema encontrado en un rincón de Eduardo Langagne
Los amantes fueron un día adolescentes se arrancaron con furia el cordón umbilical para entrar en algún cálido lugar de la mañana Se cubrieron con sábanas oscuras dolorosas y limpias y empezaron a odiar quiero decirse amaron
Profilaxis de Eduardo Lizalde
Los amantes se aman, en la noche, en el día. Dan a los sexos labios y a los labios sexos. Chupan, besan y lamen, cometen con sus cuerpos las indiscreciones de amoroso rigor, mojan, lubrican, enmielan, reconocen. Pero al concluir el asalto, los dos lavan sus dientes con distintos cepillos. ...
Confesiones de un tahur profesional, viejo y cansado de Rodolfo Serrano
Los amigos no me llaman hace tiempo. Ni para alguna partidita ya amañada. Parece que ya no hay primos en el mundo. Paso las tardes sólo. Oigo pisadas que nunca se detienen en mi puerta. Donde me ve, yo fui... A qué contarle. Pero las cosas pasan. Tuve amores. Y una mujer me hirió. ...
Los amorosos de Jaime Sabines
Los amorosos callan. El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable. Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan. Su corazón les dice que nunca han de encontrar, no encuentran...
Los amorosos (primera página) de Jaime Sabines
Los amorosos callan. El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable. Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan. Su corazón les dice que nunca han de...
Los amorosos (segunda página) de Jaime Sabines
Los amorosos son la hidra del cuento. Tienen serpientes en lugar de brazos. Las venas del cuello se les hinchan también como serpientes para asfixiarlos. Los amorosos no pueden dormir porque si se duermen se los comen los gusanos. En la oscuridad abren los ojos...
Los ángeles del mar de Antonio Porpetta
Los ángeles del mar, cuando llega la noche, arrastran suavemente a los ahogados hasta playas amigas, y allí limpian sus cuerpos de algas y medusas y peinan sus cabellos con esmero para que no parezcan tan difuntos y sus madres, al verlos, no piensen en la muerte. ...
El rostro de Amparo Amorós
Los años han dejado este paisaje a la medida exacta de mis dedos y amor es recorrer sus calles hondas que anegara una noche la llovizna tenaz del corazon, cuando el viento trizó en nubes los sueños encapotando el alma. Transeúntes las yemas con su savia de cera por el muro salobre ...
Memoria de Veruela de María Sanz
Los árboles entonan su nostalgia al compás de la brisa, mientras Gustavo Adolfo se pregunta por qué marchar, si nadie, excepto aquellos muros, le reclama. Armonía y retiro son sagrados para él, de manera que todo justifica lo dudable. Sin embargo, alguna vez recibe noticias de ese mundo ...
Canción asesinato de Luis García Montero
Los árboles miran su puerta cerrada. Un motor que cruza, una luz que se apaga. Dos ojos vigilan inyectando miedo desde la ventana. Pasan los silencios de la madrugada. Un hombre, dos faros, alguna muchacha. Pasan las cadenas del tiempo que pasa, porque mide un siglo el dolor ...
En la noche de Francisco A. de Icaza
Los árboles negros, la vereda blanca, un pedazo de luna rojiza con rastros de sangre manchando las aguas. Los dos, cabizbajos, prosiguen la marcha con el mismo paso, en la misma línea, y siempre en silencio y siempre a distancia. Pero en la revuelta de la encrucijada, frente a la taberna, ...
La memoria, ese alcázar (III) de Santos Domínguez Ramos
Los arcángeles tristes de la memoria bajan hasta los arrabales con hogueras y estanques. Has sentido su vuelo de niebla por las torres cuando la luz delgada te clavaba en los ojos la herida de la aurora, las almenas, la vega leve como las túnicas azules de Ifriqiya. ...
El sermón de la montaña de Rosa Amelia Alvarado Roca
Los austeros templos aquejados de severidad absoluta vestidos de estuco, pan de oro y mármol con sus ángeles enanosimpúdicos y asexos cantando en extrañoconcierto barroco y las imágenes adustas desnudas de sonrisas de ojos severos cual gárgolas siniestras ...
Los automóviles de Luis García Montero
Los automóviles llegaron aquí un año de repente, y con ellos el tiempo, hacia mil novecientos cincuenta y ocho entonces. Están los mismos tilos al borde del jardín, los mismos ojos detrás de la ventana, siempre conventual a las fuentes vacías del invierno. Nos fue dado el amor ...