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listado de poemas en audio por primeros versos letra m

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789 poemas con la letra "m"

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Mi deseo... de Angela Leite de Souza
Mi deseo ahora: no tener ningún deseo o mejor, sentir gula del canto de un gallo fuera de hora sólo por el gusto de despertar en este pecho ajado alguna aurora (Traducción: Julia Calzadilla Núñez)
Al idioma alemán de Jorge Luis Borges
Mi destino es la lengua castellana, el bronce de Francisco de Quevedo, pero en la lenta noche caminada me exaltan otras músicas más íntimas. Alguna me fue dada por la sangre- oh voz de Shakespeare y de la Escritura-, otras por el azar, que es dadivoso, pero a ti, dulce lengua de Alemania, ...
Hora de la ceniza (IV) de Roque Dalton
Mi dolor Conozco perfectamente mi dolor: viene conmigo disfrazado en la sangre y se ha construido una risa especial para que no pregunten por su sombra. Mi dolor, ah queridos, mi dolor, ah querida, mi dolor es capaz de inventaros un pájaro, un cubo de madera de esos donde los niños ...
El pequeño dolor de José Angel Buesa
Mi dolor es pequeño, pero aun así bendigo este dolor, que es como no soñar después de un sueño, o es como abrir un libro y encontrar una flor. Déjame que bendiga mi pequeño dolor, que no sabe crecer como la espiga, porque la espiga crece sin amor. Y déjame cuidar como una rosa este dolor ...
El espejo de agua de Vicente Huidobro
Mi espejo, corriente por las noches, se hace arroyo y se aleja de mi cuarto. Mi espejo, más profundo que el orbe donde todos los cisnes se ahogaron. Es un estanque verde en la muralla y en medio duerme tu desnudez anclada. Sobre sus olas, bajo cielos sonámbulos, mis ensueños ...
Sueño de Orfila Bardesio
Mi estirpe es un jardín de hojas profundas que bajaron a besarse la sombra, con ternura. Mi antepasado, un elefante de escandalosa piedra y de roca animal. — Mi antepasado fue un espacio ensordecido por el peso—. Mis abuelos paternos fueron robles. Mis abuelos maternos, dos...
Poema trágico con dudosos logros cómicos de José Watanabe
Mi familia no tiene médico ni sacerdote ni visitas y todos se tienden en la playa saludables bajo el sol del verano. Algunas yerbas nos curan los males del estómago y la religión sólo entra con las campanas alborotando los canarios. Aquí todos se han muerto con una modestia conmovedora, ...
Mi forma inerte de Manuel Altolaguirre
Mi forma inerte, grande como un mundo, no tiene noche alrededor ni día; pero tiniebla y claridad por dentro hacen que yo, que tú, vivamos. Mares y cielos de mi sangre tuya navegamos los dos. No me despiertes. No te despiertes, no, sueña la vida. Yo también pienso en mí cuando te sueño ...
En la playa de Giovanna Pollarolo
Mi hermana y yo jugamos paleta. Pelota azul, raqueta de madera en la arena, a la hora del crepúsculo. Queremos tener calor para el obligado baño de la tarde cuando la tarde es ya muy tarde. Si no nos bañamos a esa hora lo sabemos desde niñas tendremos calor durante la comida ...
Mi hijo de Cira Andrés
Mi hijo, digo, es el tesoro más grande de mi vida, y saltan estrepitosos los animales que mi madre descuartizaba feliz para que nosotros dijéramos éste es el vino seco y el comino, la hoja de laurel victoriosa que entrará a los canales de la sangre. Allí están las tardes con su olor a plumas mojadas, ...
Ánima de José Kozer
Mi hogar es este espacio que media entre la coronilla y los pies (es) el hogar la mano (diestra) de Guadalupe (abierta) ante mi atónita mirada el brazo (siniestro) extendido a todo lo largo de su efímera corpulencia...
Mi hogar es este espacio… (Ánima) de José Kozer
Mi hogar es este espacio que media entre la coronilla y los pies (es) el hogar la mano (diestra) de Guadalupe (abierta) ante mi atónita mirada el brazo (siniestro) extendido a todo lo largo de su efímera corpulencia (vegetativa) (ganga) (veta) el cardenillo cayendo...
Nocturno de invierno de José Juan Tablada
Mi inconsolable soledad se asombra, pues no sé en la ansiedad con que deliro si no te puedo ver por tanta sombra o si es de noche porque no te miro... ¡Pues siempre que tú llegas, la tiniebla disipas, ya tu voz ya tu mirada el silencio de músicas se puebla y cae sobre la noche la alborada! ...
ríos de Luis Alberto Angulo
mi infancia saltaba de piedra en piedra las ágiles corrientes del pueblo así ha ido mi vida desde entonces resbalando cayendo saltando de nuevo ahora que atónito contemplo los cauces secos de tantos ríos saltar o caer ya no tiene importancia....
Retrato de Antonio Machado
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero. Ni un seductor Mañara, ni un Bradominhe sido ya conocéis mi torpe aliño indumentario , ...
Mi lengua micénica quemándose... de Blanca Andreu
Mi lengua micénica quemándose dotada de sombra. Tal materia se muestra para no marchar nunca oscura como el fondo oscuro de mayo mi lengua morada micénica dotada de sombra por mi voluntad por mi reposo acribillado de malas estrellas prevalencias de altura ...
Mi lumía de Oliverio Girondo
Mi Lu mi lubidulia mi golocidalove mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma y descentratelura y venusafrodea y me nirvana el suyo la crucis los desalmes con sus melimeleos sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y gormullos...
Mi madre... de José Luis Rivas
Mi madre algo tiene de maga y de palmera Se arrodilla ante mí Me unge los párpados Entre los senos Asoma su amuleto Gotas de púrpura Deslíe Por un doble desfiladero Hacia el fragante valle Con su fuente de espíritus Su corza herida Y su lecho de malva Entre dos sauces ...
Lo Inevitable de Jorge Galán
Mi madre dijo mañana va a haber viento , pero su mañana ya es hoy: es más de media noche. El viento hace de los follajes un mar que va y que viene como el mar mismo. Hay aves que están muriendo en su propio resguardo. Algunas ramas se inclinan hasta el suelo y se quiebran igual ...
Mi madre de Carilda Oliver Labra
Mi madre es esa niña sin padre y sin muñeca que nos hizo la carne y el alma del verano. Usa vestidos serios y ya no toca el piano, pero aquí en nuestra casa ha sembrado una areca. Propietaria de todos los pañales del mundo, por jugar con nosotros se olvidó de ir a misa; y ya veis: ...
Barquitos de papel de Cira Andrés
Mi madre hace barquitos de papel y me recuerda que de niña los poníamos sobre la zanja para verlos perderse. Mientras dobla los papeles me comenta parecen de verdad y los va colocando en las aguas ¿tranquilas, tumultuosas? de la repisa donde el polvo a su voz resplandece. ...
Del mito de Jaime Sabines
Mi madre me contó que yo lloré en su vientre. A ella le dijeron: tendrá suerte. Alguien me habló todos los días de mi vida al oído, despacio, lentamente. Me dijo: ¡vive, vive, vive! Era...
Del mito de Jaime Sabines
Mi madre me contó que yo lloré en su vientre. A ella le dijeron: tendrá suerte. Alguien me habló todos los días de mi vida...
Aquello en lo que te fijas cuando salimos por las noches de Elena Medel
Mi madre me enseñó que la mejor forma de pasar por la vida era renunciando a la propiedad particular. Ella me convenció de que podría transformar los balbuceos en música de cámara, con mis zapatos. Tus zapatos son mágicos, me dijo. Pierde uno y ganarás un marido...
Retrato: Historia de mi Madre de André Cruchaga
Mi madre no fue una mujer de pomposas ciudades, Sino de ardiente pueblo y nobles árboles: Todo un río que marcha callando entre las sombras , Flotando, bajo el sol, en la superficie, Su íntima sencillez de juventud erguida. No tuvo, pese a su mocedad sencilla, una rama de sosiego En su alma, ...
Madre de Nancy Morejón
Mi madre no tuvo jardín sino islas acantiladas flotando, bajo el sol, en sus corales delicados. No hubo una rama limpia en su pupila sino muchos garrotes. Qué tiempo aquel cuando corría, descalza, sobre la cal de los orfelinatos y no sabía reir y podía siquiera mirar el horizonte. ...
Conjuros de Víctor Rodríguez Núñez
Mi madre recoge flores silvestres entre los árboles de Selva Negra El pico del tucán las plumas de la lapa el canto del chorlito que no la embrujen Y no se quede atrás en el sendero ni se vaya a perder entre tantos colores El dantola guardatinaje el armadillo que se aparten de ella ...
Mi madre sola... de Jaime Sabines
Mi madre sola, en su vejez hundida, sin dolor y sin lástima, herida de tu muerte y de tu vida. Esto dejaste. Su pasión enhiesta, su celo firme, su labor sombría. Árbol frutal a un paso de la leña, su curvo sueño que te resucita. Esto dejaste. Esto dejaste y no querías. Pasó el viento. Quedaron...
El pecho blanco, el pecho negro de Horacio Castillo
Mi madre tenía un pecho blanco y un pecho negro. Al despertar tomaba el pecho blanco en su mano y acercándolo a mis labios decía: Bebe, hijo mío, y yo bebía una leche blanca, espesa, dulcísima. Luego apretaba entre sus dedos el pezón negro y colocándolo en mi boca repetía: ...
Mi madre tiene una tina... de Orlando González Esteva
Mi madre tiene una tina donde se baña una moza. La moza tiene una rosa y la rosa una cortina. No se sabe, se adivina un cuerpo desorientado, una ración de pecado, un frío como de muerte, un golpe de mala suerte y luego el cielo estrellado. ...
La espada de Edipo de Juan Vicente Piqueras
Mi madre un día me compró una espada para que yo pudiera defenderme en vano de su amor. Blandía al aire mi futuro, luchaba ya sin mundo, y me batía en duelo contra mí. Mi padre me ayudó en tan impar lucha. Me compró un rifle. Disparaba al aire ...
Mi madre ya no ha ido al mar de Fabio Morábito
Mi madre ya no ha ido al mar lleva una buena cantidad de años tierra adentro, un siglo de interioridad cumpliéndose. Se ha resecado de sus hijos y vive lejos en toros consanguíneos. Es como una escultura de sí misma y sólo el mar que quita el fárrago acumulado en la ciudad puede acercarla ...
Mi prima Agueda de Ramón López Velarde
Mi madrina invitaba a mi prima Agueda a que pasara el día con nosotros, y mi prima llegaba con un contradictorio prestigio de almidón y de temible luto ceremonioso. Agueda aparecía, resonante de almidón, y sus ojos verdes y sus mejillas rubicundas me protegían...
No hay que pasar (II) de José Lezama Lima
Mi mano de mármol gris mis olvidos o mi sola alma la navegación a medianoche hasta abrirse las tijeras y destruirse la rosa para dar cinco campanadas destruirse la rosa al pulsar el pájaro sin destruirse ni hundirse si resbalan violines o perros al septentrión o lo que ya cae ...
Cánción de la muervida de Vicente Huidobro
Mi mano derecha es una golondrina Mi mano izquierda es un ciprés Mi cabeza por delante es un señor vivo Y por detrás es un señor muerto Los muertos han perdido toda confianza En los cimientos de nuestras casa y de nuestras lenguas Y aun de nuestros relojes enrollados en el infinito ...
Azogue de Carmen Alardín
Mi mano en el espejo es algo más que un paso derrotándome la carne. Brillan sus cinco dagas temerosas como excavando letras vírgenes en la cera imantada del silencio. Viene buscando tierras prometidas de más allá del nilo de su llanto. Mi mano en el espejo se diluye, ...
Vienes en la noche de Cuzco con el humo fabuloso de tu cabellera de César Antonio Molina
Mi mano está sobre el desnudo papel de la mesa y yo a kilómetros de distancia en tu túnica de tela real finísima, transparentes ambos cuando al estar mojados de tinta o mar se dejan ver preformes, voluptuosos por la oblicuidad del oleaje. Mis días están plenos en el resollar fatídico ...
Crónica del forastero (VIII) de Jorge Teillier
Mi mano pasa a través del espejo de la tarde para hallar al adolescente que iba a la capilla de madera anclada frente a la plaza, bajo el rosario de la lluvia repasado por todas las estaciones. Es la hora en que hasta las casas se arrodillan. Las moscas se refugian de los primeros fríos ...
Los descuidos de Francisco Urondo
Mi mano se desliza en busca de los pechos expertos: el agua es tibia y generosa. Bajo la tela prevenida de su prenda nocturna, han bajado los cielos para dejar caer el primer movimiento del agua. Parece que va a llover; todo está quieto y solo. Ella puede demorar las cosas; ...
Mi memoria es verdor... de María José Flores
Mi memoria es verdor y hojas y espesura Mi memoria se yergue frente a mí y me contempla Brota en la palidez de mi desnudo como ángel doliente una rama de agua Mi memoria es un árbol Mujeres de carne y verso. Antología poética femenina en lengua española del siglo XX. ...
Otra naturaleza de Reina María Rodríguez
mi mensajero puso girasoles para el vértigo de las abejas en la jarra violetapuso girasoles de luz amarilla. se los robó a Van Gogha la vírgenesa las sombras puso girasoles para bañar por las noches mi cuerpo y las flores son cosas extrañas seres turbulentosentran como finas agujas a hincar ...
El maestro de Virgilio Dávila
Mi mentor era un viejo de ojos claros y vivos que al llegar los exámenes a su terminación, pronunciaba un discurso de muchos adjetivos, y alcanzaba del pueblo una gran ovación. Mientras cura y alcalde cobraban sin retrasos y en duros relucientes la nómina mensual, el maestro ...
La mantis religiosa de José Watanabe
Mi mirada cansada retrocedió desde el bosque azulado por el sol hasta la mantis religiosa que permanecía inmóvil a 50 cm. de mis ojos. Yo estaba tendido sobre las piedras calientes de la orilla del Chanchamayo y ella seguía allí, inclinada, las manos contritas, ...
La lucha con el ángel (5) de Amable Sánchez Torres
Mi muerte es lo único vivo que llevo conmigo: sin ella ¿qué haría yo solo por los caminos? Mi muerte es mi única certeza verdadera: solo así comprendo el idioma de las estrellas. Mi muerte es tierna y dura como la escarcha: en ella soy más nuevo cada mañana. Mi muerte tiene los ojos claros ...
Mi muerte son las cosas de Walmir Ayala
Mi muerte son las cosas y no poder asirlas, la materia que existe y resiste a mi suerte, como las estrellas. Mi muerte es la mañana que se extiende clarísima sin temor, y este amor de mi desesperanza sola, como un clamor. Mi muerte es esta voz que la garganta ansía y no cabe, entera...
Soy lo que soy de Raúl Contreras
Mi mundo es irreal. Cumplo mi suerte. Y soy uno de tantos tejedores Que, por ir separando los colores, La tela dura del dolor no advierte. Débil acaso, pero acaso fuerte, Le pido hilos de plata a los albores. La luna vio mis claros bastidores Bordar un traje azul para la muerte. ...
Mi niña se fue a la mar... de Federico García Lorca
Mi niña se fue a la mar, a contar olas y chinas, pero se encontró, de pronto, con el río de Sevilla. Entre adelfas y campanas cinco barcos se mecían, con los remos en el agua y las velas en la brisa. ¿Quién mira dentro la torre enjaezada, de Sevilla? Cinco voces contestaban redondas como sortijas. ...
Nocturno de Piedad Bonnet
Mi noche es como un valle reluciente de huesos. La piel arena, sílice. Los labios agrietados. Una cruz de ceniza sobre el vientre desnudo. Heme aquí entre malezas, entre ortigas, muerta de cara al techo de mi alcoba, con la luna bailando en mi pupila y el corazón como una liebre herida ...
Dirario inconcluso de Roque Dalton
Mi nueva habitación es agradable: grande, soleada y con una terraza que termina sin avisar en la copa de un gran árbol. Lo más terrible en ella (digo, en mi habitación agradable) es un armario enorme, de color blanco-sucio que casi llega al techo y que muestra un espejo gigantesco . ...
Los pasos lejanos de César Vallejo
Mi padre duerme. Su semblante augusto figura un apacible corazón; está ahora tan dulce... si hay algo en él de amargo, seré yo. Hay soledad en el hogar; se reza; y no hay noticias de los hijos hoy. Mi padre se despierta, ausculta la huida a Egipto, el restañante adiós. ...