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listado de poemas en audio por primeros versos letra a

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323 poemas con la letra "a"

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Décimas de la angustia de Fernando Sánchez Mayans
Angustia de amor callada dentro del cuerpo presente que se sabe y que se siente como la sangre obstinada. Yo sé que estás apresada dentro de mí, cárcel viva. Prisionera ya cautiva que tenaz entre las venas me las vas dejando llenas de una ansiedad fugitiva. II Febril me vas consumiendo lento amor...
Principio del señorío chichimeca de Poesía náhuatl
Año I-Pedernal (804 d. c). Cuando comenzó el Señorío de los chichimecas una mujer noble, llamada Itzpapálotl los llamó, les dijo: Tenéis que establecer como señor vuestro a aquél que se llama Huactli. Marchad hacia allá, a Nequameyocan. Estableced allí la casa de los cactus...
Anoche cuando dormía... de Antonio Machado
Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!, que una fontana fluía dentro de mi corazón. Di, ¿por qué acequia escondida, agua, vienes hasta mí, manantial de nueva vida de donde nunca bebí? Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!, que una colmena tenía dentro de mi corazón...
Más alto de Floridor Pérez
Anoche Dios soñó conmigo. Fui la paja en su ojo zumbé en sus santas narices o pulga en el oído. Y Dios con bendita paciencia dormía el sueño de los justos mientras yo me desvelaba por despertar, antes que Él pestañara mueva un dedo o de un solo soplido...
Anoche, llegaron murciélagos... de Marosa Di Giorgio
Anoche llegaron murciélagos. Si no los llamo, ellos, igual, vienen. Venían con las alas negras y el racimo. Cayeron adentro de mi vestido blanco. De todas las rosa y camelias que he reunido en estos años. Y en la canasta de claveles y de fresias. La Virgen María dio un grito y atravesó todas las salas...
Anoche de Carilda Oliver Labra
Anoche me acosté con un hombre y su sombra. Las constelaciones nada saben del caso. Sus besos eran balas que yo enseñé a volar. Hubo un paro cardíaco. El joven nadaba como las olas. Era tétrico, suave, me dio con un martillo en las articulaciones. Vivimos ese rato de selva...
Del regreso imposible de William Ospina
Años de soledad, años de prisa. La pirámide, el ala y el desgaste. Después de aquellos años regresaste, iguales la belleza y la sonrisa. Algo sentí, no sé por qué, desierto, y era por eso, al fin, que había llorado. Algo en tu corazón había cambiado, imperceptible casi, pero cierto...
Romance poblano de Manuel Ponce
Ante la urna que guarda los restos de Fray Sebastián de Aparicio. Aquí yace, de aquí sube en su calesa de vidrio, pues era de sal y nieve, Fray Sebastián de Aparicio. Alivio de caminantes y confesor de los lirios, príncipe de carreteros y emperador del silbido. Su cuerpo cristalizado se hace más y más chiquito...
Ante las viñas abrasadas por el invierno... de Antonio Gamoneda
Ante las viñas abrasadas por el invierno, pienso en el miedo y en la luz (una sola sustancia dentro de mis ojos), pienso en la lluvia y en las distancias atravesadas por la ira...
Aldaba de Oscar Oliva
Anteayer sin tino, hoy cantata de estrofa sanguínea; albardela de potros resonantes, mañana gutural...
La libertad inútil de Carmen Alardín
Antes de morir, la vida se te vuelve fácil como cuando en un empleo aprendes la estrategia y a la hora siguiente te despiden. Algunas horas antes de morir te sientes libre. Perdiste ya los brazos entre máquinas. Impregnaste tus penas en los muros antiguos. Te quitaste la capa en que escondías los abrazos...
Una estación en Amorgós de Hugo Gutiérrez Vega
Antes de partir A la izquierda está el mar. La alta montaña con su ermita y su senda entre los pinos se recorta en lo azul y las gaviotas van hablando de viajes, llegadas o naufragios. Recuerdo los primeros días en la isla, el verano de fuego y, en la alta madrugada, el olor de la sal...
Carpe diem de Manuel Ponce
Antes de que la vida se consuma sumando en islas de verdor los años, contad uno por uno sus escaños: porque el tiempo nomás es una suma. Antes de que la rosa infiel asuma descoloridos síntomas extraños, lo efímero gozad de sus engaños: porque la rosa es nada más espuma...
Y ahora, qué de Jaime Augusto Shelley
Antes lo creí pero ya no. El amor no es asunto de dos ni de tres; esto nos concierne a todos. Si beso tus labios, si nos decimos, adiós, mi vida, habrá siempre una voz arremetida, a empeñones un grito como trueno, un lamento, que diga que no. Toma tiempo, lo sé...
Estancias a la Virgen de Miguel de Cervantes
Antes que de la mente eterna fuera saliesen los espíritus alados, y antes que la veloz o tarda esfera tuviese movimientos señalados, y antes que aquella oscuridad primera los cabellos del sol viese dorados, fabricó para sí Dios una casa de santísima, y limpia y pura masa...
Poema de amorosa raíz de Alí Chumacero
Antes que el viento fuera mar volcado, que la noche se unciera su vestido de luto y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo la albura de sus cuerpos. Antes que luz, que sombra y que montaña miraran levantarse las almas de sus cúspides; primero que algo fuera flotando bajo el aire...
Antes que tú me moriré... (Rima XXXVII) de Gustavo Adolfo Bécquer
Antes que tú me moriré: escondido en las entrañas ya el hierro llevo con que abrió tu mano la ancha herida mortal. Antes que tú me moriré: y mi espíritu, en su empeño tenaz, sentándose a las puertas de la muerte, allí te esperará. Con las horas los días, con los días los años volarán...
Canción antigua de Odette Alonso
Antiguos poderíos reinos donde brillaron el alcohol y los sudores. La hierba se ha secado se apagaron las luces de eternos escenarios donde los amuletos se volvieron tatuajes y cayeron los puentesnbsplas nubes sin color. Antiguos poderíos cubiertos por la sombra...
Prendimiento de Antoñito El Camborio en el camino de Sevilla de Federico García Lorca
Antonio Torres Heredia hijo y nieto de Camborios, con una vara de mimbre va a Sevilla a ver los toros. Moreno de verde luna, anda despacio y garboso. Sus empavonados bucles le brillan entre los ojos. A la mitad del camino cortó limones redondos, y los fue tirando al agua hasta que la puso de oro...
Prendimiento de Antoñito el Camborio de Federico García Lorca
Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborios, con una vara de mimbre va a Sevilla a ver los toros. Moreno de verde luna anda despacio y garboso. Sus empavonados bucles le brillan entre los ojos. A la mitad del camino cortó limones redondos, y los fue tirando al agua hasta que la puso de oro...
Anuarí de Teresa Wilms Montt
Anuarí! ¡Anuarí! Espíritu profundo, vuelve del caos. Torna en misteriosa envoltura, huésped de mis noches glaciales. Que tus dedos de sueño posen sobre mis párpados desvelados. Ciérralos, Anuarí. Veneno sublime, da muerte a mi cerebro aterrado. Quédate sobre mi fosa sonriendo enigmático...
Siestas dogmáticas de Francisco González Léon
Apagado y rescoldo aroma del profuso jazmín del corredor; siesta cálida en que es pálida la emanación de la flor. Llave del agua que tintinea su gota pertinaz; grifo de cobre, donde a beber la gota de agua disfrazada de monjita se aproxima la torcaz. Siestas dogmáticas de canónigo en el coro...
La máscara desnuda de Aurora Reyes
Apareces de golpe dentro de mí, dorada por un oro manchado de musgo verdinegro. Ola petrificada del agua de la vida creciendo y apretando la sal del esqueleto. En lo más entrañable de mi ser ejecutas las invisibles líneas del rostro verdadero, entregando al proyecto sin límite del polvo...
Entrega de Nuria Parés
Apartaos de mí, que me he arrancado esa mitad de sombra a manos llenas para arrojarla al sol con la alegría con que se iza al viento una bandera. Apartaos de mí, porque he lanzado los caballos del sueño a la carrera y un galopar de potros se desboca como un golpe de sangre por mis venas...
Autoabandono de Lauren Mendinueta
Apenas ayer tenía cuarenta y nueve años. Hoy, primera mañana de abril de 1977, Busqué mi rostro en el espejo, mi rostro aún más roto en el espejo roto del baño. Cuerpo mío inasequible ¡¿por qué sigues terco reflejándote?! Soy culpable de vivir. Puedo verte derruido...
Habitante amoroso de Juan Bañuelos
Apenas la noche ha cerrado su sombra completa. Lo que suena después no es el río Ni las hojas del aire ni el pez de la niebla. Es la hambrienta distancia que llega rompiendo las aguas y el monte que cede al recuerdo y te nombra. Lo que el tiempo nos niega, lo que arranca el deseo...
Paréntesis (2) de Jaime Sabines
Apenas mayordomo de mis penas, capitán de fantasmas, me extravío, me pido entre mis canas y mis venas, y me ahogo de mí, a pesar mío. En punto de la hora en que me suenas, tiempo de estar, estoy y me confío, y me llenas de arena y me rellenas de amor y de odio el corazón baldío...
Dicciones de Amanda Berenguer
Apenas puedo explicar esto que he hecho. Lo llamaremos dicciones . Sé que lo hice buscando la insoslayable comunicación como otra manera de arribar al contacto profundo con los demás. La Gran necesidad. Tú y yo, nosotros. ¿Lees? ¿Escuchas? ¿Conversas? ¿Cantas?...
Apoyando mi frente calurosa... de Gustavo Adolfo Bécquer
Apoyando mi frente calurosa en el frío cristal de la ventana, en el silencio de la oscura noche de su balcón mis ojos no apartaba. En medio de la sombra misteriosa su vidriera lucía iluminada, dejando que mi vista penetrase en el puro santuario de su estancia. Pálido como el mármol el semblante...
Apariciones de José Carlos Becerra
Aquel árbol, al atardecer, el aleteo apresurado de un pájaro, el crujido de una rama, la luz sobre la yerba como una obsesión sagrada, la penumbra de un cuarto, la ventana entreabierta, sobre la mesa un rayo del poniente como la mano de una niña inmóvil...
Evocación de Pilar de Valderrama
Aquel café de barrio, destartalado y frío, testigo silencioso de nuestras confidencias, extremo de rigores, conjunto de inclemencias, que sólo caldeaban tu corazón y el mío. Viejo café de barrio, a donde yo acudía, donde tú me esperabas con el alma impaciente...
Tercer mundo de Saúl Ibargoyen
Aquel hombre sostenido por su rostro de ciego completo sufridamente iluminándose en la carnal oscuridad: ¿le adjudicamos estos versos un cuenco de arroz unas monedas pálidas? Aquella sirvienta o costurera de a sesenta centavos o hembra leprosa pariendo o negra nada más...
Un hombre de Elvio Romero
Aquel muchacho andaba por el húmedo imán de los esteros, pisando las taperas acechantes con mustios pasos y ojos cenicientos, con humildad y tierna vocación de recodos estrelleros. Tuvo una vida simple, sed inmensa de asomarse al idioma de los vientos, de acariciar los belfos de un caballo perdido...
Cuádruple raíz del principio de razón suficiente de Washington Benavides
aquel mundo espléndido descubierto a los nueve años cuando leído fue un libro cuyos personajes discutían la redacción de sus propias aventuras, escritas por un árabe, nigromante, erudito. 2 : el pubis de aquella morena adolescente donde apenas asomaba la cabellera menor...
Aquellos animales de Saúl Ibargoyen
Aquel perro se burla de nuestros dramáticos ladridos Aquel pájaro no puede traducir lo que silbamos Aquella lombriz desprecia la oscuridad de nuestra ánima Aquel delfín no tolera nuestros desafinados cánticos Aquel tigre no admite nuestras caricias brutales y solas...
Sitio perpetuo de Juan Ramón Jiménez
Aquel purpúreo monte, que tenía la formación más viva hacia el ocaso, desviado secreto de espesura , vuelve hacia mí, se instala ante mi fe, lo mismo que un dios, una inmortal mujer dorada. ¿El sabe que es bastante, sabe que lo esperaba yo cantando, que es deseado para plenitud...
Abrigo de Francisco Urondo
Aquel tapado de armiño, esta situación que vivimos, mi amiga, estos recuerdos que siempre tendremos y esta vida que juntos vamos haciendo. Algún día, y digo por decirlo, tendremos ese tapado de armiño; será un tiempo más justo, forrado en lamé, como el tapado del tango...
Por una bufanda perdida de Fayad Jamís
Aquella bufanda color de oro viejo que me había acompañado a vivir durante tres años la miseria la gloria de la luz el amor la soledad de las calles estrechas como ataúdes y todos los instantes que el agua va grabando con líneas verdosas en la frente de las estatuas...
La flor del llanto de Orfila Bardesio
Aquella flor con la que hablaba sola de niña, ¿no eras Tú?, ¿no era la corola de tu oído? Aquella flor que nada me decía, pero que con seguridad me conocía sin reproche, ¿quién era?, ¿la Reina, la Señora de todo lo creado, la Pudorosa, envuelta en un instante...
Procesional de Francisco González Léon
Aquella Hermana de la Caridad: aquella Sor Asunción, que bajo la toca lleva una boca de forma de corazón. Corazón que es dilución de una escala cromática: (el color del labio superior es sonrosado, y rojo ultrasanguíneo el inferior). Aquella monja que se parece a una artista de cine...
Los flamencos de Alberto Blanco
Aquella larga noche mi sueño me llevó a la alberca de las luces profundas y los flamencos prendidos como rosas eléctricas en el interior de una aguamarina. Y en la soledad de aquel paraje comprendí dentro del sueño que eran otros pájaros los que soñaban...
El milagro pequeño de Alejandro Casona
Aquella pobre niña que aún no tenía senos... Y la niña lloraba: Yo quiero tener senos. Señor, haz un milagro: un milagro pequeño. Pero Dios no la oía, allá arriba, tan lejos... Y cogió dos palomas, se las puso en el pecho... Pero las dos palomas levantaron el vuelo...
Aquella tarde... de Juan Ramón Jiménez
Aquella tarde, al decirle que me alejaba del pueblo, me miró triste, muy triste, vagamente sonriendo. Me dijo: ¿Por qué te vas? Le dije: Porque el silencio de estos valles me amortaja como si estuviera muerto. ¿Por qué te vas? He sentido que quiere gritar mi pecho...
Destinación de las gaviotas de Armando Tejada Gómez
Aquella tarde, el mar se parecía, enormemente azul, a lo lejano: al azul que de niño se perdía adentro de los ojos, de mirarlo. No es fácil penetrar un continente con la esperanza atada a los pañuelos. Armado de la propia artesanía y la ausencia alojada en el silencio. Un hombre es un país...
Y el Buda de basalto sonreía de Amado Nervo
Aquella tarde, en la Alameda, loca de amor, la dulce idolatrada mía me ofreció la eglantina de su boca. Y el Buda de basalto sonreía... Otro vino después, y sus hechizos me robó la di cita, y en la umbría nos trocamos epístolas y rizos. Y el Buda de basalto sonreía...
Cero de Saúl Ibargoyen
Aquello sucedió rápidamente. Tan de pronto ocurrió que no hubo tiempo de cerrar los ojos de mirar de tener miedo. Quedaron manos detenidas en actos de amor de piedad de furia los gritos fueron rígidas flechas absorbidas por el viento el sol un diente helado comiéndonos los nervios...
Canto (VIII) de Mario Bojórquez
Aquellos tus amigos Extenderán sus manos Como quien tiende un recibo por cobrar Una minuta detallada de todas tus traiciones Pero nunca sabrán Que tú has pagado ya todas las deudas Que no hay nada que valgas Ni siquiera el resuello que te mantiene erguido...
De algún tiempo a esta parte de José Emilio Pacheco
Aquí está el sol con su único ojo, la boca escupe fuego que no se hastía de calcinar la eternidad. Aquí está como un rey derrotado que mira desde el trono la dispersión de sus vasallos. Algunas veces, el pobre sol, el heraldo del día que te afrenta y vulnera, se posaba en su cuerpo...
El largo Angelus de José Lupiáñez
Aquí aguardo sentado cerca del sol, sin prisa, contra el muro de luz que es parte de mi casa. Aguardo a que termine lo terminable un día; mi sombrero me cubre, apenas si levanto los ojos hacia el cielo: prefiero la victoria mil veces de la cabeza baja, y el corazón quebrado en un sinfín de partes...
Al finao de Rockha de Floridor Pérez
Aquí donde usted me ve, en medio del potrero y en mitad del camino de la vida, veinte o más años antes de pegarme como usted un tiro, emberrado, enrabiado gritándoles ¡carajo! a los pájaros que me arrancan el trigo, cojo un grano pensando en la espiga, en las trillas de antaño...