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listado de poemas en audio por título letra a

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323 poemas con la letra "a"

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Consejos de un padre a su hija de Poesía náhuatl
Aquí estás, mi hijita, mi collar de piedras finas, mi plumaje de quetzal, mi hechura humana, la nacida de mí. Tú eres mi sangre, mi color, en ti está mi imagen. Ahora recibe, escucha: vives, has nacido, te ha enviado a la tierra el Señor Nuestro, el Dueño del cerca y del junto, ...
Cerro de la estrella de Octavio Paz
Aquí los antiguos recibían al fuego Al mediodía las piedras se abren como frutos El agua abre los párpados La luz resbala por la piel del día Gota inmensa donde el tiempo se refleja y se sacia A la española el día entra pisando fuerte Un rumor de hojas y pájaros avanza...
El cuento de nunca acabar de Carmen Alardín
Aquí me tienes al alcance de tu alma y a merced de tus ojos, protagonista de una historia que no he vivido y que sin embargo se ha eternizado en el tiempo y se ha filtrado dentro de tu piel. He luchado por encontrarte sin darme cuenta que desde hace muchos siglos vivías dentro de mí, ...
hola de A Aa. No Va Aqui
aquí no hay nada que ver ¡verdad¡
Biblioteca de José Luis Martínez de Eduardo Langagne
Aquí no hay muertos. Ramón, a la mitad del foro, lee un poema con sabor a chía y ajonjolí. Rulfo vino a buscar a Juan: un instante de luz en las palabras. Gorostiza envuelve en llamas la soledad de los pasillos por donde José Luis Martínez, bibliófilo celeste, coloca libros detenido...
Límite de Rosario Castellanos
Aquí, bajo esta rama, puedes hablar de amor. Más allá es la ley, es la necesidad, la pista de la fuerza, el coto del terror, el feudo del castigo. Más allá, no. De: Poesía no eres tú
El instante es el camino de Julio César Aguilar
Árbol antiguo visto desde una infancia, el tiempo se deshoja, floreciendo, siempre reintegrándose a sí mismo, firme ante los aires de cualquier viento, ante los vientos de la muerte, el viento iracundo de la nada. Suspiro interminable es caminar el tiempo, ...
Mina 1004 de Jeannette Lozano
Arder, yo vi a mi abuela arder. Agosto. Chihuahua, 1956. Ella ardió, su fuera y su dentro, ardió en la calle Mina 1004. Vi a mi padre envolverla en una sábana, el colchón ardía; las cortinas, la alfombra, su vestido ennegrecieron. Todo lo recogió. No hagan ruido, su madre está cansada . ...
Un pectoral de pavor para el capitán Fiallo de Efraín Huerta
Ardía el caballero con sus ojeras rotas llameaba su piel e iluminaba la ciudad Moría de hambre el capitán Fiallo acostado en su lecho de una bruta piel de toro y un leño por almohada brasa de muerte y soledad rezos y campanadas esquilas como cementerios del aire ...
Área sonante de Rubén Bonifaz Nuño
Área sonante, ovario de la noche carnal; abrevadero insistente y monótono en la arena del oído terrestre. Y tocar, hacia dentro, el oleaje como aquel remotísimo, asilado en lo vacío de las conchas. Urna, seda contigua que despliega en hileras cayendo, una por una, golpes de espuma...
Intervalo de Octavio Paz
Arquitecturas instantáneas sobre una pausa suspendidas, apariciones no llamadas ni pensadas, formas de viento, insubstanciales como tiempo y como tiempo disipadas. Hechas de tiempo, no son tiempos; son la hendedura, el intersticio, el breve vértigo del entre donde se abre...
In memoriam de Balvino Dávalos
Arrasados de lágrimas los ojos, solíame decir: Cuando me muera no vayas presto a mi sepulcro, espera al claro mes de los claveles rojos. Entonces habrá pájaros y flores y brisas olorosas a tomillo, y esplenderán las lápidas con brillo de lucientes cristales de colores. ...
Al río de Cosamaloapan de Manuel Carpio
Arrebatado y caudaloso río que riegas de mi pueblo las praderas, ¡quién pudiera llorar en tus riberas en la redonda luna al rayo frío! De noche en mi agitado desvarío me parece estar viendo tus palmeras, tus naranjos en flor y enredaderas, y tus lirios cubiertos de rocío. ...
Silencio de Octavio Paz
Así como del fondo de la música brota una nota que mientras vibra crece y se adelgaza hasta que en otra música enmudece, brota del fondo del silencio otro silencio, aguda torre, espada, y sube y crece y nos suspende y mientras sube caen recuerdos, esperanzas, las pequeñas mentiras ...
Alusión a los cabellos castaños de Renato Leduc
Así como fui yo, así como eras tú, en la penumbra inocua de nuestra juventud así quisiera ser, mas ya no puede ser. Como ya no seremos como fuimos entonces, cuando límpida el alma trasmutaba en pecado al más leve placer, Cuando el mundo y tú eran sonrosaba sorpresa. ...
Regresión de Marisa Trejo Sirvent
Así como me veo vestida y maquillada, me reconozco como aquel animal que arrastraba. el cavernícola. México, D. F. 1978 (Poema proporcionado por la autora)
La abuela de Maricruz Patiño
Así llegó la madre de mi abuela a la Habana, altiva hija de un continente antiguo y ni el sol de las Antillas pudo arrancar una destello caribea sus mejillas Así llegó la bisabuela a la isla asombrillada. De: Del mundo y otros cielos. 2004
Despedida de Alejandro Aura
Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta, pedir los abrigos y marcharnos, aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo y en las que cada uno pusimos nuestra identidad; se quedarán los demás, que cada vez son otros y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue, también...
Nacimiento de Venus de Gabriel Zaid
Así surges del agua, blanquísima, y tus largos cabellos son del mar todavía, y los vientos te empujan, las olas te conducen, como el amanecer, por olas, serenísima. Así llegas helada como el amanecer. Así la dicha abriga como un manto.
Ciego Dios de Alfredo R. Placencia
Así te ves mejor, crucificado. Bien quisieras herir, pero no puedes. Quien acertó a ponerte en ese estado no hizo cosa mejor. Que así te quedes. Dices que quien tal hizo estaba ciego. No lo digas; eso es un desatino. ¿Cómo es que dio con el camino luego, si los ciegos no dan con el camino?... ...
Al amanecer de Joaquín Arcadio Pagaza
Asoma, Filis, soñoliento el día, y llueve sin cesar, en los cercanos valladares al pie de los bananos, mi grey se escuda de la niebla fría. Las vacas a sus hijos con porfía llaman de los corrales, en pantanos convertidos; y ruedan en los llanos pardas las nubes y en la selva umbría. Oye, se arrastran ...
Bajo el tiempo de Lucero Alanís de Gurrola
Atardece y aún no aprendo a leerme en la palma de mi mano en las venas de una hoja de azucena en el terciopelo botón de lima Cuándo entenderé la palabra de los mares su mensaje evangélico el misterioso rito que hace al tiempo detenerse y contemplarnos Sigue la tarde en su tarde ...
envuélveme de Blanca Mateos
atrápame esta noche con la mirada dueña del paraíso y la espada que se fragua entre los muslos transfórmame quítame esta pena como si fuera un vestido envuélveme esta noche con fiero amor que me pierdo en un cuerpo azotado por el frío
Ni el cielo ni la tierra de Octavio Paz
Atrás el cielo, atrás la luz y su navaja, atrás los muros de salitre, atrás las calles que dan siempre a otras calles. Atrás mi piel de vidrios erizados, atrás mis uñas y mis dientes caídos en el pozo del espejo. Atrás la puerta que se cierra, el cuerpo que se abre. Atrás, amor encarnizado, ...
Atravieso el dolor... de Román Luján
ATRAVIESO EL DOLOR doy vuelta a la ola del espanto a esta página de furia carmesí porque mis venas se cansaron de invocarte porque mi frente ya no apunta sino al ángulo en que ondulas la sonrisa ese pañuelo moribundo a ciegas lo atravieso como si fuera una sustancia gelatinosa ...
Aún no he terminado de llorar por mis muertos... de Eduardo Langagne
Aún no he terminado de llorar por mis muertos; tengo un nudo desnudo en la garganta porque no he terminado de llorar por mis muertos. El pecho acorralado, temblorosas las manos, mi respiración da cuenta de que no he terminado. En mi memoria viven todos ellos. Mi memoria...
Testimonio de Eduardo Langagne
Aun si supiera que el mundo explotará esta noche, hoy...
Penélope de Marco Antonio Montes de Oca
Aún son tus manos Las dulcísimas arañas Que suben y bajan por los hilos del arpa, Y no descansan si antes no vacían de todo fruto El nervioso follaje de la música? No quiero otra cota de mallas Ni más red aérea, Que la tejida por ti como defensa Contra las cuevas encapuchadas Con...
Aunque bien sé que no me extrañas de Rubén Bonifaz Nuño
Aunque bien sé que no me extrañas, aunque tengo la razón, me acuerdo: el cáncer terminó; te ausentas por todo lo mal que supe amarte. Ya fui desventurado cuando estuviste aquí, y en el momento donde te vas, me desventuro. La sola ventaja de estar ciego es acaso ...
Cuartetos de Francisco González Léon
Aunque el uno es insomne, y el otro un somnolente, el gato y el grillo se parecen en que buscan del fogón la ceniza caliente. Ron, ron del gato; del grillo el cri, cri persistente; límpida noche en enero temblando en estrellas. Cruzado de brazos el gato medita; y el grillo parece que está ...
Palabras sin sentido de Francisco González Léon
Aunque la mañana está soleada, tiene algo de una celda abandonada. Habla la casa porque está callada; y en un encogimiento del espíritu, se me forma algo intrínseco... ...por nada. Palabras sin sentido; ecos de quién sabe qué ruido se repiten las cámaras desiertas ...
Sonetos de los cantares - Aunque tu nombre... de Concha Urquiza
Aunque tu nombre es tierno como un beso Y trasciende como óleo derramado, Y tu recuerdo es dulce y deseado, Rica fiesta al sentido y embeleso; Y es gloria y luz, Amor, llevarlo impreso Como un sello en el alma dibujado, No basta al corazón enamorado...
Auschwitz no fue el jardín de mi infancia de Fayad Jamís
Auschwitz no fue el jardín de mi infancia. Yo crecí entre bestias y yerbas y en mi casa la pobreza encendía su candil en las noches. Los árboles se cargaban de nidos y de estrellas, por los caminos pasaba asustándose una yegua muy blanca. Auschwitz no fue el jardín de mi infancia. ...
La Victoria de Samotracia de Rosario Castellanos
Avanza como avanzan los felices: ingrávida, ligera, no tanto por las alas cuanto porque es acéfala. Una cabeza es siempre algo que tiene un peso: la estructura del cráneo que es ósea y el propósito siempre de mantenerla erguida, alerta. Y lo que adentro guarda. ...
Elegía nocturna de Carlos Pellicer
Ay de mi corazón que nadie quiso tomar de entre mis manos desoladas. Tú viniste a mirar sus llamaradas y le miraste arder claro y sumiso. (El pie profundo sobre el negro piso sangró de luces todas las jornadas. Ante los pies geográficos, calladas, tus puertas invisibles, Paraíso.) ...
ayer escuché una canción... de Rogelio Guedea
ayer escuché una canción que se parecía mucho a tu cuerpo. o sea que estuve triste de adioses toda la noche. de ausencias. estuve triste porque la canción no terminaba y era como tu cuerpo. a veces me pregunto cómo pudiste aparecer a tan altas horas de mi dolor. me pregunto ...
Ayer estuve observando a los animales... de Jaime Sabines
Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembras son más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas, enardeciéndote cuando...
Ayer estuve observando a los animales... de Jaime Sabines
Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembras son más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas...
Mudanza de Salvador Díaz Mirón
Ayer, el cielo azul, la mar en calma y el sol ignipotente y cremesino, y muchas ilusiones en mi alma y flores por doquier en mi camino. Mi vida toda júbilos y encantos, mi pecho rebosando de pureza, mi carmen pleno de perfume y cantos y muy lejos, muy lejos, la tristeza. ...
Epitafio en la tumba de... de Juan Díaz Covarrubias
Ayes, suspiros, lágrimas, pasiones, que al pasar por el mundo sollozando, mi existencia fugaz fuisteis llenando de sentidas y amargas decepciones. Dichas, sonrisas, dulces ilusiones, horas de amor en que viví soñando, ¡cuan triste realidad estáis mirando de mi tumba ...
Paisaje de sol de Francisco A. de Icaza
Azul cobalto el cielo, gris la llanura de un blanco tan intenso la carretera, que hiere la retina con la blancura de la plata bruñida que reverbera. Allá lejos, muy lejos, una palmera, tras unas tapias rojas, a grande altura, como el airón flotante de una cimera, levanta su penacho de fronda ...