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listado de poemas en audio por primeros versos letra i

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251 poemas con la letra "i"

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Himno de los bosques de Manuel José Othón
I En este sosegado apartamiento lejos de cortesanas ambiciones, libre curso dejando al pensamiento, quiero escuchar suspiros y canciones. ¡El himno de los bosques! Lo acompaña con su apacible susurrar el viento, el coro de las aves con su acento, con su rumor eterno la montaña. El torrente caudal ...
El cóndor de los Andes, víctima de sueños de Francisco Azuela
I En la sombra de la vida, que es una sola, alta, profunda y misteriosa cae un eco de destinos imposibles. La humanidad anda sin aliento, cautiva, rompiendo sus silencios. Llega el viento, trae su rostro, su espejo, ánimo de flor en tierra. El alba nace en la comisura de sus labios, ...
Leves palabras de Maruja Vieira
I En las hojas del libro y en las horas insomnes todavía tu nombre conduce mis canciones. Miro serenamente mi cielo gris de ausencia y pienso en ti sonriendo cuando la tarde llega. Ya no espero ni sueño. Pienso en ti solamente. Era tu voz. Tu frente. Tu paso en el silencio apenas un sonido, ...
Ajedrez de Jorge Luis Borges
I En su grave rincón, los jugadores Rigen las lentas piezas. El tablero Los demora hasta el alba en su severo Ámbito en que se odian dos colores. Adentro irradian mágicos rigores Las formas: torre homérica, ligero Caballo, armada reina, rey postrero, Oblicuo alfil y peones agresores. ...
El pájaro ciego de Manuel Gonzalez Prada
I Era un Pájaro de nieve: Con su inefable cantar, Derramaba en tristes pechos Alegría sin igual. - Pájaro, el Inca murmura, Tu canción me atedia ya: Siempre cantas alegrías, Nunca lloras el pesar. Lanza quejas doloridas, Porque sufro negro afán, Porque siento una amargura Melancólica y mortal. ...
Antes del reino de Homero Aridjis
I Es tu nombre y es también octubre es el diván y tus ungüentos es ella túla joven de las turbaciones y son las palomas en vuelos secretos y el último escalón de la torre y es la amada acechando el amor en antemuros y es lo dable en cada movimiento y los objetos y son los pabellones y el no estar ...
Doscientos cuatro (204) de Alvaro Mutis
I Escucha Escucha Escucha la voz de los hoteles, de los cuartos aún sin arreglar, los diálogos en los oscuros pasillos que adornan una raída alfombra escarlata, por donde se apresuran los sirvientes que salen al amanecer como espantados murciélagos. Escucha Escucha Escucha los murmullos ...
Eso ya lo sabes de Marisa Trejo Sirvent
I Eso ya lo sabes Estás en todos En los pequeños ruidos de la calle En cada esquina de este cuarto Y en los miles de años de mi vida Pero hoy Te busco en las intimidades de mi cuerpo En cada impulso de mi sangres En los papeles atesorados En esa música lejana ...
Crepúsculo: de José Domingo Gómez Rojas
I Frívolos madrigales de las sutiles rosas ritman en los jardines las musas de belleza y comulga en los ritos del alma de las cosas como una ofrenda triste mi llanto: voz que reza. En las gamas exóticas de la tarde doliente finge la luz un iris -raro florecimiento crepuscular-. ...
Los amancaes de Manuel Gonzalez Prada
I Fuimos siete adolescentes, Siete Vírgenes del Sol, Que manchamos la inocencia Con la culpa del amor. Siete Príncipes hermanos De invencible y dulce voz, Cautivaron con su hechizo Nuestro frágil corazón. Perecimos en las llamas, Y el benéfico Hacedor En humildes, tiernas flores ...
Los espacios azules de Homero Aridjis
I Hay frutos que suben intensamente por la luz que los toca y en el aire se encienden cayendo hacia el arriba hay que maduros se derraman a izquierda y a derecha en un borbotear ardiente de brillos en el árbol hay que se cierran para que la luz no los abra y se entregan al aire ligeros de sentidos ...
Tríptico azul de Alberto Blanco
I Hay mañanas en que bajas al río y te detienes a escuchar en la corriente la voz amorosa del mar. Quisieras volar, seguir el cauce de su pelo suelto, y tal esperanza te sostiene sobre los juncos de la ribera. II Una paloma cruza los maizales quebrando en violetas y grises la certeza de las miradas ...
Ars Vivendi de Italo López Vallecillos
I Hay que destruirse. Incendiarse. Romper con los recuerdos. Asaltar el crepúsculo. Robar la rosa extraña del jardín. Vivir en la violencia y no en el gris. Convertir el tiempo en pasión, hiedra sutil devoradora. No huir jamás de la mujer ni de la poesía, difíciles, pero reconfortantes. ...
Los pastores de mi abuelo de José María Gabriel y Galán
I He dormido en la majada sobre un lecho de lentiscos embriagado por el vaho de los húmedos apriscos y arrullado por murmullos de mansísimo rumiar; he comido pan sabroso con entrañas de carnero que guisaron los pastores en blanquísimo caldero suspendido de las llares sobre el fuego ...
Agnus Dei de Francisco Andrés Escobar
I Hermoso lobo blanco, Ángel viejo, Mi padre: Ahora que los días están idos Y que un rubio verano me acompaña, Es tiempo de una carta. ¡Hay tantas cosas que no quedan dichas! ¡Hay tanto amor que siempre nos negamos por humanos y débiles, por hombres confundidos! ...
Elegías del amado fantasma (Primera elegía) de Rosario Castellanos
I Inclinada, en tu orilla, siento como te alejas. Trémula como un sauce contemplo tu corriente formada de cristales transparentes y fríos. Huyen contigo todas las nítidas imágenes, el hondo y alto cielo, los astros inventados, la vehemencia ingrávida del canto. Con un afán inútil mis ramas se despliegan, ...
Pensamientos de otoño de María Monvel
I Inquietud de Otoño, soledad de los parques, tristeza de las cosas, languidez de los árboles, cielos de esmaltes grises... Otoño, oro y blancura, ¡tu sol es blanco y frío como la luna!... Nacen en ti los vientos, hijos son del Ogro, y roban a los parques sus tapices de oro. ...
Noche rústica de Walpurgis de Manuel José Othón
I INVITACIÓN AL POETA Coge la lira de oro y abandona el tabardo, descálzate la espuela, deja las armas que para esta vela no has menester ni daga, ni tizona. Si tu voz melancólica no entona ya sus himnos de amor, conmigo vuela a esta región que asombra y que consuela; ...
Para la abuela, que hablaba con pájaros creyéndolos ángeles de Hugo Gutiérrez Vega
I La abuela abría las puertas de la mañana; entraba el sol por el balcón cerrado y un rayo se pegaba a sus gafas solares. El día andaba ya por los corredores abrillantando las plumas del pájaro ciego, jugando un rato con los peces anhelantes en un marecito engañoso, ...
La insurrección solitaria de Carlos Martínez Rivas
I La Juventud no tiene donde reclinar la cabeza. Su pecho es como el mar. Como el mar que no duerme de día ni de noche. Lo que está en formación y no agrupado como la madurez. Como el mar que en la noche cuando la tierra duerme como un tronco da vueltas en su lecho. ...
Petición y ofrenda de Francisco Andrés Escobar
I La media noche Detuvo sus andares Junto a un leve murmullo de pupilas. Después Un buceo lentísimo, Un sondeo profundo en aguas verdes, En verde clorofila Poseedora de una luz magnífica. Un viaje lento, de canoa suave, Hacia las luminosas oquedades del espíritu ...
Tres imágenes de Alvaro Mutis
I La noche del cuartel fría y señera vigila a sus hijos prodigiosos. La arena de los patios se arremolina y desaparece en el fondo del cielo. En su pieza el Capitán reza las oraciones y olvida sus antiguas culpas, mientras su perro orina contra la tensa piel de los tambores. En la sala de armas ...
Canto malabar (fragmentos) de Elsa Cross
I La tarde entera se vencía al paso del viento. Como arcos se doblaban los árboles y una flecha imprevista me daba al corazón. Deambulé por aquellas calzadas donde tanta vida cimentaron tus pasos. El viento alzaba tolvaneras en medio de los campos, trastornando a esos pájaros rojos, ...
De espaldas un domingo de Lídice Alemán
I Las tardes no son precisamente mi punto de partida Pierdoclaudico Voy a ponerlas de rodillas que pisoteen el ramaje sobre el fuego espanten la traición del teléfono y el cuervo que habita mis ojos Las dejaré de espaldas un domingo inútilesinciertas En las tardes cae la flecha ...
Muerte sin fin (fragmentos) de José Gorostiza
I Lleno de mí, sitiado en mi epidermis por un dios inasible que me ahoga, mentido acaso por su radiante atmósfera de luces que oculta mi conciencia derramada, mis alas rotas en esquirlas de aire, mi torpe andar a tientas por el lodo; lleno de mí ahito me descubro en la imagen atónita del agua, ...
El rey del mar de Rafael Alberti
I Los marineros lo han visto llorar por la borda, fiero. ¡Por las sirenas malditas, matádmelo, marineros! Que él quiere ser rey del mar y yo también quiero serlo. II ¡Mis hombros de hombre de mar! (Un manto de agua salada, para vosotros, mis hombros.) ¡Mi frente de rey del mar! ...
Hansel y Gretel en medio de la fiesta (I) de Odette Alonso
I Madre se muere no vamos a salvarla del disparo común segura escapatoria al final del recodo. De cartón es la casa se derrumba el camino es tan largo y tan borroso que me siento a llorar en la primera piedra. Va sonando el tambor sonando en el cerebro como un dardo. ...
El mar muerto de Rafael Alberti
I Mañanita fría. ¡Se habrá muerto el mar! La nave que yo tenía ya no podrá navegar. Mañanita fría, ¿lo amortajarán? Los pueblos de tu ribera naranja del mediodía , entre laureles y olivas. Mañanita fría, ¿quién lo enterrará? Marinero, tres estrellas muy dulces: las Tres Marías. ...
Epístola a Manuel Felipe Rugeles de Pablo Mora
I Manuel Felipe, hermano de la harina, permanente juglar de nuestra aldea, testigo fiel de toda la odisea de esta sufrida tierra campesina. Manuel Felipe, acaso la neblina tu dulce amante solamente sea tenue sombra que apenas señorea en este valle de tristeza andina. Manuel Felipe, ...
Pequeñeces dichas a veces de Rafael Mendoza
I Marcia, Te digo, Que tenemos diez años de amarnos Y ver la mesa en el hogar Servida; Que muchos Por no tener mesa Han perdido la fe en el amor... (Parque Cuscatlán, 1967) II Marcia, te digo: Tú jamás entenderás Por qué comparto el corazón entre Marcia Y los demás ...
Raíz del hombre de Octavio Paz
I Más acá de la música y de la danza, aquí, en la inmovilidad, sitio de la música tensa, bajo el gran árbol de mi sangre, tú reposas. Yo estoy desnudo y en mis venas golpea la fuerza, hija de la inmovilidad. Éste es el cielo más inmóvil, y ésta la más pura desnudez. Tú, muerta ...
Me llamo Ezequiel Martínez Urízar, de Rafael Gutiérrez
I Me llamo Ezequiel y soy / como ve / este péndulo oscilando agrio frente a usted: ayer ebrio / hoy ebrio. Ni izquierda ni derecha / advierto / sino centro: el punto exacto donde caigo después de tanta volandera diaria. Lo siento / joven. Sé que mi aliento le ofende:marchita las floresde su corbata ...
Palabra de diosa (del I al XII) de Carmen González Huguet
I Mi delicada flor se abre. Tu luz penetra: Gozo. II Soy la aguja, Tú el hilo: Borda. III Este es mi cuerpo. Este El río de mi sangre. Te envuelvo en él, sumerges Tu propio río oculto. Naces de nuevo, Sales hacia el mundo. En mí Crece la dicha. IV Todo sale de mí. Doy a luz a este mundo ...
Estatua de sal de Nohemí Sosa
I Mi flama no alcanzó tu fuego para despertar en espejo de sal. Batí palmas, destrenzé mi pelo y el amanecer fue tal como otros, sólo escuché el diálogo de la fuente sosiega en contraste con mi interior. II Pusé en tu mano un cuarzo, retorné sola, te dejé el tiempo para que volvieras. ...
Los desastres de Virgilio Piñera
I Nadie medita la murena. Un tema de la romanidad: yo no sugiero los esclavos, no digo la voracidad. Entre la cabeza y la cola, en ese espacio sin salida la murena se desola. No es un problema de comida. Todo el mundo pontificaba que la murena resolvía un punto de gastronomía. ...
Duración de Octavio Paz
I Negro el cielo Amarilla la tierra El gallo desgarra la noche El agua se levanta y pregunta la hora El viento se levanta y pregunta por ti Pasa un caballo blanco II Como el bosque en su lecho de hojas tú duermes en tu lecho de lluvia tú cantas en tu lecho de viento tú besas en tu lecho de chispas ...
Elegía de José María Gabriel y Galán
I No fue una reina de las Españas, fue la alegría de una majada. Trece años cumple para la Pascua la cabrerilla de Casablanca. Su pobre madre sola la manda todas las tardes a la majada. Lleva ropillas, lleva viandas y trae jugosa leche de cabras. Vuelve de noche, porque es muy larga, porque es muy ...
Elogio de las cosas de Jesús J. Barquet
I No me preguntéis por las cosas. No ven mis ojos sino lo blanco, la hoja en que transcribo una turgencia. No ven sino lo que adivino, una cándida luz, una esperanza. Y de nada de esto me dan razón las cosas. II Sólo un silencio nos llega de las cosas que una vez nos colmaron. ...
De la vigilia estéril de Rosario Castellanos
I No voy a repetir las antiguas palabras de la desolación y la amargura ni a derretir mi pecho en el pomo del llanto. El pudor es la cima más alta de la angustia y el silencio la estrella más fúlgida en la noche. Diré una vez, sin lágrimas, como si fuera ajeno el tema exasperado de mi sangre. ...
Cuarteto de Pompeya de Fabio Morábito
I Nos desnudamos tanto hasta perder el sexo debajo de la cama, nos desnudamos tanto que las moscas juraban que habíamos muerto. Te desnudé por dentro, te desquicié tan hondo que se extravió mi orgasmo. Nos desnudamos tanto que olíamos a quemado, ...
Movimientos para fijar el escenario (I, III, V, VII) de José Carlos Becerra
I Para que el Paraíso Perdido pueda salir del sombrero, y la Historia se desprenda como una máscara de los rostros de los muertos, es necesario tomar este escenario por asalto. Consideremos, por principio, la trama que nos rodea. Más allá de la lluvia, los árboles del parque ...
El llora - muerto de Manuel Gonzalez Prada
I Pierde a su Amada el Inca, Y ya, de aquel momento, No hay en su alma reposo, En sus párpados sueño. - No cantes, oh Poeta: Voces lúgubres quiero Que de pena y angustia Despedacen mi pecho - Hay, Rey, en tus dominios Un pájaro siniestro: Su voz quebranta peñas, Se llama el Llora-muerto ...
Preceptiva poética de León Felipe
I Poesía..., tristeza honda y ambición del alma... ¡cuándo te darás a todos... a todos, al príncipe y al paria, a todos... sin ritmo y sin palabras!... II Deshaced ese verso, quitadle los caireles de la rima, el metro, la cadencia y hasta la idea misma... Aventad las palabras... ...
Ilusión de Rafael Alberti
I Por el alba, una verde aspidistra clara. ¡Si me escapara de casa y fuera al mar por retama...! Retama para el florero mío, que no tiene agua; para el altar ultramar de mi traje marinero, para... ¡A la playa, por las retamas saladas! II Al alba me fui, volví con el alba. Vuelvo, chorreando mar, a mi casa. ...
La anunciación de Rosario Castellanos
I Porque desde el principio me estabas destinado. Antes de las edades del trigo y de la alondra y aun antes de los peces. Cuando Dios no tenía más que horizontes de ilimitado azul y el universo era una voluntad no pronunciada. Cuando todo yacía en el regazo divino, entremezclado y confundido, ...
Canto llano (I, X, XII, XIII, XX, XXIII) de Cintio Vitier
I Puedo ser polvo en el polvo y alzarme como la luz con esto me bastaría si no me miraras tú. Puedo estar vivo en una tarde, muerto por la eternidad. ¡Ah, que feliz yo sería si no fuera tu mirar! Si no fuera tu pedir a mi puerta una limosna que oculta fiesta en mi casa, que lecho dulce de sombras. ...
Angelus Domini de Manuel José Othón
I Rompe el alba el botón de la mañana con sus dedos de niebla luminosa y en el declive del alcor se posa una nube de aerea porcelana. Abajo se despierta la sabana, el valle tiembla, yerguese la rosa, canta el madrugador y rumorosa ríe cuchicheando la fontana. Desde el redil hasta la loma albean, ...
Destiempo de Blanca Varela
I Se fue el día, las escamas del sueño giran. Todo desciende, la noche es el tedio. En el desierto, a oscuras, temerosa del amor la ostra llora a solas. Caen las lívidas hojas de tu frente, Te alejas, negra burbuja sin destino. Se abren súbitamente mil calles, arrecifes en llamas retienen tu cuerpo ...
Hipótesis de tu cuerpo de José Coronel Urtecho
I Se que no me creeran como a espejo sin fondo que el movimiento clava tu vórtice de armadas donde momentos miles primeros segundos en roca a pique ya me esperaban en ti girando. Aunque dijera que no tenias mar ni que toda tu espuma en tu interior de piedra habita m por sangre espumosa ...
Música de cámara de Antonio Gamoneda
I Si pudiera tener su nacimiento en los ojos la música, sería en los tuyos. El tiempo sonaría a tensa oscuridad, a mundo lento. Mezclas la luz en el cristal sediento a intensidad y amor y sombra fría. Todavía silencio, todavía el sonido no tiene movimiento. Pero llega un relámpago; ...