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listado de poemas en audio por primeros versos letra i

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251 poemas con la letra "i"

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Memoria para el año Viento inconstante de Carlos Martínez Rivas
I Sí. Ya sé. Ya sé yo que lo que os gustaría es una Obra Maestra. Pero no la tendréis. De mí no la tendréis. Aunque se vuelva, comentando, algún maestro del humor entre vosotros: -Poco trabajo le costará cumplir... Aunque sepa hasta qué extremo las amáis. Sé cómo amáis la Música. ...
La tierra de Alvargonzález de Antonio Machado
I Siendo mozo Alvargonzález, dueño de mediana hacienda, que en otras tierras se dice bienestar y aquí, opulencia, en la feria de Berlanga prendóse de una doncella, y la tomó por mujer al año de conocerla. Muy ricas las bodas fueron y quien las vio las recuerda; sonadas las tornabodas que hizo ...
Marzo 10, NY de Jeannette Lozano
I Silencio blanco, sin pájaros, y los árboles al soplo (nubes) del ritmo del paisaje. Entre lo que surge y lo que se va, nieve deslíe la roca. Y el sonido del viento: voces inciertas que lejanas hielan nuestras dubitativas acciones. Una leve señal (un disparo) involuntaria se retira de la Idea. ...
Muros de María Eugenia Brito
I Solitaria de tanto hablarme a mí misma me hice muro muro de murmullos ininteligibles me hice guaridame volví eco terminé medio persona medio arista. II En mi cuarto las paredes quieren ajusticiarme pues soy su fragmento desprendido. Sobrevivo sin duda a mis espaldas. ...
Me asomo a la noche de Jeannette Lozano
I Sombra muerta el corazón del mar entre giros de viento hundiéndose al primer asomo. Muerta la sombra. II Vacías barcazas, como si llevaran muertos, se deslíen borrosas. Las recuerdo en las (transparentes) manos que (aún) se buscan. III Brillo sobre ruinas ignora el ojo ...
Blanco y negro de Julian del Casal
I Sonrisas de las vírgenes difuntas En, ataúd de blanco terciopelo Recamado de oro; manos juntas Que os eleváis hacia el azul del cielo Como lirios de carne; tocas blancas De pálidas novicias absorbidas Risas de niños rubios; despedidas Que envían los ancianos moribundos A los seres queridos; ...
Familia de Susana Reyes
I Su hermano se subió a una cisterna que lo llevó al paraíso sus hijos decidieron navegar en botes de vidrio y las hermanas prefieren pasar sin dormir los días. Él no sabe cómo describirse no sabe si es útil, donante negante. II No hay fiesta en esta vía. Los feriados son voces que pasan ...
Suele suceder... de Luis Raúl Calvo
I Suele suceder que el tiempo transforme los recuerdos en otros recuerdos las miradas en otras miradas las sospechas en otras sospechas. Cada familia celebra sus ritos cotidianos, crea de la nada sus propios fantasmas, inventa por las noches monstruos clandestinos. ...
Nostalgias de Julian del Casal
I Suspiro por las regiones donde vuelan los alciones sobre el mar, y el soplo helado del viento parece en su movimiento sollozar; donde la nieve que baja del firmamento, amortaja el verdor de los campos olorosos y de los ríos caudalosos el rumor; donde ostenta siempre el cielo, color gris; ...
Cuatro cantos de mi tierra de Carlos Pellicer
I Tabasco en sangre madura y en mi su poder sangró. Agua y tierra el sol se jura; y en nubarrón de espesura la joven tierra surgió. Tus hidrógenos caminos a toda voz transité y en tu oxígeno silbé mis pulmones campesinos. A puños sembré mi vida de tu fuerza vendaval que azúcar cañaveral ...
Sonetos negros de José Asunción Silva
I Tiene instantes de intensas amarguras la sed de idolatrar que el hombre agita, del supremo Señor la faz bendita ya no ríe del cielo en las alturas. Qué poco logras, Fe, cuando aseguras término a su ansiedad,, que es infinita y otra vida después do resucita y halla, en un mundo mejor, ...
México (El indio) de Rafael Alberti
I Todavía más fino, más fino, casi desvaneciéndose de pura transparencia, de pura delgadez como el aire del Valle. Es como el aire. De pronto, suena a hojas, suena a seco silencio, a terrible protesta de árboles, de ramas que prevén los aguaceros. Es como los aguaceros. ...
Luba de Jacqueline Goldberg
I tomo su herencia de edades en quiebra los oficios tristes del abandono sus muertos II más ebria y más sola sufriendo viajes incompletos distancias que no resisten otra calle su puño agotado su país ardiendo III diálogo de pasillos diurnos raíz memoria que soy IV casi deja su tiempo ...
Dos poemas de Silvia Elena Regalado
I Un buen libro es como tú. Podría pasarme un domingo completo leyéndote la piel y amanecer el lunes con la necesidad de volver detenidamente a leer desde el principio. II Nunca dejes tu cuerpo sobre la madrugada No me tiendas tu sangre como quien deja un lienzo al descuido en la cama ...
Ha muerto un hombre de David Escobar Galindo
I Un hombre ha muerto. ¿Quién? No importa. Ha muerto. Ha muerto ¿en qué lugar? Tampoco importa. ¡Tan sólo importa, pues, eso que corta la vida con su tajo amargo y cierto! Lo cierto es que se ha muerto. Está desierto Por un instante el mundo. Un ala absorta Cruza el azul. El infinito aborta. ...
Un puñado de tierra de Herib Campos Cervera
I Un puñado de tierra de tu profunda latitud; de tu nivel de soledad perenne; de tu frente de greda cargada de sollozos germinales. Un puñado de tierra, con el cariño simple de sus sales y su desamparada dulzura de raíces. Un puñado de tierra que lleve entre sus labios la sonrisa y la sangre ...
Los buzos diamantistas de Renato Leduc
I Una nítida noche, en que la pedrería sideral deslumbrada, los buzos diamantistas, en santa cofradía, descendimos al mar... Puede ser -nos dijimos- puede ser que la luz de Saturno, diluyéndose, forme algún extravagante sulfato, alguna gema nunca vista jamás... ...
Emilio Salgari de Daniel Chirom
I Una sombra improvisa rabiosas aventuras en paisajes ninfomaníacos con hombres a cara o cruz curtidos por el sol y el viento. No hace falta abrir la ventana del cuarto mal iluminado para batirse a duelo con los traficantes de esclavos, sólo se necesita la fiebre por la vida, no dejar caer los brazos. ...
Tiempo de recorrer caminos de Italo López Vallecillos
I Vamos, amor, a recorrer caminos, el tiempo rompe afuera sus relojes. Todo es propicio para iniciar el viaje. Ven, no temas. Tuyo es el día y mía es la noche. Tenemos junto a nosotros a los hijos, la cosecha mayor. Y mi corazón, jamás ha sentido como ahora este llamado. ...
Historia de un día en tres esquelas de Jacinto Benavente
I Vergüenza me cuesta, pero has de perdonarme. Hoy no asistiré a la Junta. El motivo es pecaminoso. Justamente de cinco a siete tengo que ir a probarme unos vestidos a casa de Laura. Ya sabes lo que es ella; si pierdo mi turno, me deja desnuda este invierno. ¿Estoy perdonada? ...
Vienes y te vas... de André Cruchaga
I Vienes y te vas. Te vas. Temprano o tarde Te vas: sangre dilatada. Fugitiva piel, sal o labios, Te vas. Secreta luna interior. Ahora música en la noche. Viento inclemente la tristeza. La garganta vela húmedas noches. Te vas. Te fuiste: Espejo en mis pasos. Ahora luz vencida, desvanecida ...
Mientras me llevan esposado de Italo López Vallecillos
I Vino un hombre y me llevó del brazo, a la fuerza, esposado. Me enseñó una tarjeta, un revólver y su alma. Me enseñó sus ojos y me pidió disculpas. Dijo que cumplía órdenes . Me habló de su mujer y sus pequeños hijos. En medio de la pena pronunció estas palabras: perdone, se tiene que vivir . ...
Libro de Ainakls (Selección) de Carmen Borja
I Yace ahora sombra entre las sombras aquel que esclavizara tu voz y tu sentido e hiciera de tu gesto el de una diosa triste. No queda de su paso otra huella que la arena y la luz de sus ojos ya no brilla entre los vivos: sepulcro amplio que mides con tu sueño, que rodeas y abrazas con tu sueño, ...
De U (1927) de Pablo de Rokha
I Yo agarro la suerte y la muerte, así, por la palabra, por la maquinaria ruidosa de la palabra, las hago canciones sin tiempo. Y voy arando de inmortalidad el día grandioso. Mi carne es guitarra, mi sangre es tonada y mis huesos son cantos parados. Percibo el devenir mundial como imagen, ...
El ama de José María Gabriel y Galán
I Yo aprendí en el hogar en qué se funda la dicha más perfecta, y para hacerla mía quise yo ser como mi padre era y busqué una mujer como mi madre entre las hijas de mi hidalga tierra. Y fui como mi padre, y fue mi esposa viviente imagen de la madre muerta. ¡Un milagro de Dios, ...
El alma de José María Gabriel y Galán
I Yo aprendí en el hogar en qué se funda la dicha más perfecta, y para hacerla mía quise yo ser como mi padre era y busqué una mujer como mi madre entre las hijas de mi hidalga tierra. Y fui como mi padre, y fue mi esposa viviente imagen de la madre muerta. ¡Un milagro de Dios, que ver me hizo ...
Versos sencillos de José Martí
I Yo soy un hombre sincero de donde crece la palma, y antes de morirme quiero echar mis versos del alma. Yo vengo de todas partes, y hacia todas partes voy: arte soy entre las artes, en los montes, monte soy. Yo sé los nombres extraños de las yerbas y las flores, y de mortales engaños, ...
Una lágrima de Antonio Plaza
I Yo, mujer, te adoré con el delirio con que adoran los ángeles a Dios; eras, mujer, el pudoroso lirio que en los jardines del Edén brotó. Eras la estrella que radió en Oriente, argentando mi cielo con su luz; eras divina cual de Dios la frente; eras la virgen de mis sueños, tú. ...
Flor esdrújula de Eunice Odio
I Zulay quiere un teléfono de mano, (monstruo pequeño para la sortija) un teléfono cándido, flor esdrújula, por donde baje el corazón al hilo. Por los teléfonos de mano vienen niños decimales, botecillos en flor, vienen muelles de mano atados a una cuerda de guitarra. Por los teléfonos de mano ...
La canción del otoño de Manuel José Othón
I Zumba ¡oh viento! zumba y ruge dispersando la simiente; que la crútula reviente a la furia de tu empuje. La hojarasca cruje, y cruje el ramaje tristemente; que tu garra prepotente los retuerza y los estruje. Resonando las serojas se estremecen al chasquido que crepita en las panojas, ...
En voz alta de Jairo Guzmán
I ¡Escuchen: un desierto nos llamará a juicio! ¡No olviden las amígdalas en los cestos de basura! ¡Aleluya: la tierra reclamará lo suyo! ¡No se lleven los violonchelos de jade! ¡A trepar el monte del papagayo mudo! ¡Escuchen: las mandarinas se niegan a ser guardadas en la bolsa de valores! ...
Nocturno a Rosario de Manuel Acuña
I ¡Pues bien! yo necesito decirte que te adoro decirte que te quiero con todo el corazón; que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro, que ya no puedo tanto y al grito que te imploro, te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión. II Yo quiero que tú sepas que ya hace muchos días ...
El amor de los amores (I y II) de Carolina Coronado
I ¿Cómo te llamaré para que entiendas que me dirijo a ti ¡dulce amor mío! cuando lleguen al mundo las ofrendas que desde oculta soledad te envío?... A ti, sin nombre para mí en la tierra ¿cómo te llamaré con aquel nombre, tan claro, que no pueda ningún hombre confundirlo, ...
A Sor Juana Inés de la Cruz de Claudia Lars
I ¿Quién soltó de tu pecho la impaciente paloma musical que en fuego sube? ¿Quién puso en los cristales de la nube la misma luz que cae de tu frente? ¿En qué silencio de estupor vehemente te pude descubrir y te retuve? ¿Qué flamígero dardo de querube marcó el instante ...
Tres rosas amarillas de Gonzalo Rojas
I ¿Sabes cómo escribo cuando escribo? Remo en el aire, cierro las cortinas del cráneo-mundo, remo párrafo tras párrafo, repito el número XXI por egipcio, a ver si llego ahí cantando, los pies alzados hacia las estrellas, II Del aire corto tres rosas amarillas bellísimas, ...
Neblilúnea de Thelma Nava
I ¿Sabías que una muchacha desnuda canta como una botella que se arroja al mar? ¿Lo sabías? Escúchame cantar como un árbol lacustre en el centro de Neblilúnea. A la orilla de tu sangre, en tu terrestre compañía. Neblilúnea, la ciudad descubierta por nosotros, conoce tu pasado y el mío. ...
A la muerte del Excelentísimo Señor Duque de Veraguas de Sor Juana Inés de la Cruz
I ¿Ves, caminante? En esta triste pira la potencia de Jove está postrada; aquí Marte rindió la fuerte espada aquí Apolo rompió la dulce lira; aquí Minerva, triste, se retira; y la luz de los astros, eclipsada, toda está en la ceniza venerada del excelso Colón que aquí se mira. Tanto pudo la fama ...
Dos soledades de Antonio Cisneros
I- Hampton Court Y en este patio, solo como un hongo, adónde he de mirar. Los animales de piedra tienen los ojos abiertos sobre la presa enemiga ciudades puntiagudas y católicas ya hundidas en el río hace cien lustros se aprestan a ese ataque. Ni me ven ni me sienten. A mediados ...
A las inmaculadas llanuras (I) de Raúl Zurita
i. Dejemos pasar el infinito del Desierto de Atacama ii. Dejemos pasar la esterilidad de estos desiertos Para que desde las piernas abiertas de mi madre se levante una Plegaria que se cruce con el infinito del Desierto de Atacama y mi madre no sea entonces sino un punto ...
El desierto de Atacama (III) de Raúl Zurita
i. Los desiertos de atacama son azules ii. Los desiertos de atacama no son azules ya ya dime lo que quieras iii.Los desiertos de atacama no son azules porque por allá no voló el espíritu de J.Cristo que era un perdido iv. Y si los desiertos de atacama fueran azules todavía podrían ser ...
A la salida del bosque de Rolando Sánchez Mejías
I. M. St. Mallarmé Habría, a la salida del bosque, algún pensamiento virgen. Cierta sonoridad de plata, o blancura, conseguida, a duras penas, con el esfuerzo del cuerpo (de M. y los demás). Cierta pena, sobrevivencia del alma, por el esfuerzo. Y la Luna, que señala los vestigios de la lucha. ...
Decálogo del artista de Gabriela Mistral
I.Amarás la belleza, que es la sombra de Dios sobre el Universo. II.No hay arte ateo. Aunque no ames al Creador, lo afirmarás creando a su semejanza. III.No darás la belleza como cebo para los sentidos, sino como el natural alimento del alma. IV.No te será pretexto para la lujuria ni para la vanidad, ...
Lunes de Olga Edith Romero
IAmanezco entre nieblas de jabón perfumadoy visito los cuartos.Allí el sueño espía entre dos pétalos pequeñosy una boca perfectasonríe quien sabe a qué duende secreto y misterioso. Y también aquel otro donde la frente pálida esconde sus abismos caminos ...
La bailarina de los pies desnudos de Rubén Darío
Iba en un paso rítmico y felino a avances dulces, ágiles o rudos, con algo de animal y de felino la bailarina de los pies desnudos. Su falda era la falda de las rosas, en sus pechos había dos escudos... Constelada de casos y de cosas... La bailarina de los pies desnudos. Bajaban mil deleites de los ...
Carta a mis amigos pintores de Alejandro Aura
Iba por las calles viendo el esplendoroso andar de las mujeres bellas, compungido por mi azarosa consistencia de venado; a través de la campana de humo, que tarde o temprano tañerá por nuestra retirada, hendía el prepotente sol y nos tocaba con indiferencia las fibras...
La pera verde y podrida de Concepción Arenal
Iba un día con su abuelo paseando un colegial y debajo de un peral halló una pera en el suelo. Mírala, cógela, muerde; mas presto arroja el bocado, que muy podrida de un lado estaba y del otro verde. Abuelo, ¿cómo será decía el chico escupiendo, que esta pera que estoy viendo podrida, ...
El tigre de Jorge Luis Borges
Iba y venía, delicado y fatal, cargado de infinita energía, del otro lado de los firmes barrotes y todos lo mirábamos. Era el tigre de esa mañana, en Palermo, y el tigre del Oriente y el tigre de Blake y de Hugo y Shere Khan, y los tigres que fueron y que serán y asimismo ...
Iba yo por un camino de Nicolás Guillén
Iba yo por un camino cuando con la muerte di. -¡Amigo! -gritó la muerte, pero no le respondí, pero no le respondí; miré no más a la Muerte, pero no le respondí. Llevaba yo un lirio blanco, cuando con la Muerte di. Me pidió el lirio la muerte, pero no le respondí, pero no le respondí; miré no más ...
El amor de Carlos Bousoño
Íbamos de camino. Mi cariño en sus brisas te oreaba. Tu cabello llevado entre los céfiros era también como brisa del alma. Eras también como brisa en la brisa. ¡Qué claridad rumorosa mis ansias! ¡Oh transparencia vital que encendía toda mi vida cual fuego en luz blanca! ...
Días sin madre de Jorge Pimentel
Ibas a comprar al mercado y grandes bolsas caminaban y lloraban. Éramos el lagarto y la osa cubiertos de bistecks y alcachofas flotando entre zanahorias. Tal vez un helado o el encuentro famoso con cebollas, hacían de nuestras vidas grandes apios que los sábados giraban...