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Por fin!


Y al final, después de dormir durante tanto años,
desperté.

Comprendí que ya no tenía corazón de quinceañera
y que iba a estra condenada a la lucidez para siempre.
¡Qué tedio!

Desperté, y como el mundo no era como yo me lo
había imaginado,
me suicidé con una pistola de agua.

Y nunca más volví a ver el conejo.





Selección: Adriano Corrales Arias


MÍA GALLEGOS




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