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Radiograma a don Luis de Góngora

¡No sé verdaderamente cómo imaginarle, claro y enorme amigo!
Le veo en un jardín de orquídeas, Júpiter jovial,
un haz de infinitos en la manro.
Como un laberinto de espejos poblado de sirenas,
como un gran caracol marino,/
como un gigante con temor de niño,/

como una guillotina que cortase rosas,
como un caleidoscopio de ternuras.
¡No sé verdaderamente cómo imaginarle!/

He ahumado mis lentes para verle mejor.
Su verso madrepórico, lleno de miel y alcohol,/
me ciega. Aladino enloquece en su cataclismo de milagros:
usted es el más antiguo ejemplo de movimiento perpetuo
y el más moderno de todos los poetas./

Sus versos: claros peces en globos de cristal,
maravilloso acuario.
Todo es en usted terriblemente oceánico,
oh pulpo con manos de ángel.
Temo al abrir su libro que los versos vuelen;
Mallarmé escribió su vida —simple y maldita—
con plumas de las alas de esos pájaros de sol.
Abrió usted las esclusas del cielo
y el cielo nos diluvia
llanto delicado:
¡qué canto el suyo, capilar y concéntrico, universal,
con el centro en todas partes, como decía Pascal
de los espacios!


De: Quinta estación


LUIS CARDOZA Y ARAGÓN




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