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Toro de tierra


                                                                     a Edel





Hay un toro de tierra extraviado
dentro de cada uno de nosotros.
A solas, sin descanso, sin manada,
recorre el laberinto de las venas.
Vaga como un presagio piel adentro
y la luna lo asiste en su tristeza.
No le teme a Teseo. Va buscando
nuestra razón de ser y su destino,
el albero central de todo miedo.

Hay un toro de tierra y una tarde
de sol y edad. Aguardan
nuestro arrojo final, nuestra elegancia,
el momento de oro en que la muerte
nos citará de frente, al natural.

Entretanto nosotros, de tierra, extraviados,
vagamos por sus venas. No sabemos
quién teme a quién. Las tardes
pasan como bandadas de vencejos.






De: La latitud de los caballos


JUAN VICENTE PIQUERAS




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