☰ menú
 



Nada parece igual al que se queda...

Nada parece igual al que se queda
asido al maderamen de la vida
en la agenda postrera del naufragio,
porque las horas,
hambrientas del sabor de la ceniza,
acaban de cegarnos los vitrales
que el tiempo nos abrió para una historia.

Era silencio y tiempo de llorar.

Todas las bocas
dibujan un adiós de despedida
y muerde la sospecha inapelable
de haber callado amor a quien nos deja
en el otoño intacto de su vida.


II de Aquel tiempo agraz que comenzaba


JUAN JOSÉ ALCOLEA




regresar