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Ultimos dias de una casa (Parte 5 y final)

He dormido y despierto...O no despierto
y es todavía el sueño lacerante,
la angustia sin orillas y la muerte a pedazos.
He dormido y despiértome al revés,
del otro lado de la pesadilla,
donde la pesadilla es ya inmutable,
inconmovible realidad.

He dormido y despierto. ¿Quién despierta?
Me siento despegada de mí misma,
embebida por un
espejo cóncavo y monstruoso.
Me siento sin sentirme y sin saberme,
entrañas removidas, desgonzado esqueleto,
tundido el otro sueño que soñaba.

Algo hormiguea sobre mí,
algo me duele terriblemente,
y no sé dónde.
¿Qué buitres picotean mi cabeza?
¿De qué fiera el colmillo que me clavan?
¿Qué pez luna se hunde en mi costado?

¡Ahora es que trago la verdad de golpe!
¡Son los hombres, los hombres,
los que me hieren con sus armas!
Los hombres de quienes fui madre
sin ley de sangre, esposa sin hartura
de carne, hermana sin hermanos,
hija sin rebeldía.

Los hombres son y sólo ellos,
los de mejor arcilla que la mía,
cuya codicia pudo más
que la necesidad de retenerme.
Y fui vendida al fin,
porque llegué a valer tanto en sus cuentas,
que no valía nada en su ternura...
Y si no valgo en ella, nada valgo...
Y es hora de morir.


DULCE MARÍA LOYNAZ




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