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Ocaso

Sólo saber que no se sabe nada
y que no se desea saber nada.
(Aunque, sintiendo así, sepamos todo.)
¿El muro como límite absoluto
o lo absoluto circuyendo el alma?

Adiós, adiós, estrella de la tarde,
que en las estrellas vienes a fundirte.
Ya no eres grito, ni dolor, ni eres
el verso que musita el solitario.
Ya no eres esa brisa entre los ojos,
la santa sangre antigua del azahar.
Viene lo negro, espejo de lo blanco.
La luz en luz es música muy negra
y la expande las ondas del estanque.

Adiós, adiós, estrella del ocaso.
Sólo eres el reflejo infinito
de la nada infinita y misteriosa.


ANTONIO COLINAS




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