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Nada

Nada. No pegaba nada con tanta lluvia,
esa chaqueta de angorina rosa y botones nácar
que él me regaló.

Tampoco encendimos una velita al apóstol,
porque un niño a nuestro lado acababa de darse un cabezazo
           tremendo contra la pila bautismal,
y hubo que consolarlo hasta que llegaron sus padres.

El museo nos desilusionó.
Yo me puse rara y él venga a mirar el cielo,
y al final un paseo dudosamente conciliador por los
          soportales
-basta que a mí me hicieran gracia los punkies, para que
          a él lo escandalizasen-,
después de mi vaso de leche y su maniática ginebra “MG
don Schweppes de naranja, por favor”.

Ah,
se me olvidaba contaros
que el frío fue la nota, predominante del día
y que la noche, a pesar de todo, la pasamos juntos.

Espalda contra espalda.





De Usted
Ediciones Hiperión


ALMUDENA GUZMÁN




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