MIGUEL DE UNAMUNO | |
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En el entierro del niño Yago de Luna muerto de meningitis tuberculosa a los ocho meses de edad y enterrado en el cementerio parisiense de Pantin, el 14 de noviembre de 1924. A un hijo de españoles arropamos hoy en tierra francesa; el inocente se apagó ¡feliz él! sin que su mente se... | |
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Cuál de vosotras, olas de consuelo que rodando venís desde la raya celestial y surcando con la laya espumosa a la mar el leve suelo, cuál de vosotras que aviváis mi anhelo viene del fiero golfo de Vizcaya?. ¿Cuál de vosotras con su lengua ensaya cantos que fueron mi primer desvelo?... | |
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Mira, amigo: cuando libres al mundo tu pensamiento, cuida que sea, ante todo, denso, denso. Y cuando sueltes la espita que cierra tu sentimiento, que en tus cantos éste mane denso, denso. Y el vaso en que vino escancies de tu sentir los anhelos, de tu pensar los cuidados, denso,... | |
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Alarzón, Carrión, Pisuerga, Tormes, Agueda, mi Duero. Lígrimos, lánguidos, íntimos, espejando claros cielos, abrevando pardos campos, susurrando romanceros. Valladolid; le flanqueas, de niebla le das tus besos; le cunabas a Felipe consejas de comuneros. Tordesillas... | |
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En el fondo las risas de mis hijos; yo sentado al amor de la camilla; Herodoto me ofrece rica cilla del eterno saber, y entre acertijos de la Pitia venal, cuentos prolijos, realce de la eterna maravilla de nuestro sino. Frente a mí en... | |
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El armador aquel de casas rústicas habló desde la barca, ellos sobre la grava de la orilla, y él flotando en las aguas. Y la brisa del lago recogía de su boca parábolas, ojos que ven, oídos que gozan de bienaventuranza. Recién nacían por el aire claro las semillas alabadas, el sol las revestía con sus rayos... | |
El Cristo yacente de Santa Clara (Iglesia de la Cruz) de Palencia | |
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Éste es aquel convento de franciscas, de la antigua leyenda; aquí es donde la Virgen toda cielo hizo por largos años de tornera, cuando la pobre Margarita, loca, de eterno amor sedienta, lo iba a buscar donde el amor no vive, en el seco destierro de esta tierra. Éste es aquel... | |
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La quietud sujetó con recia mano al pobre perro inquieto, y para siempre fiel se acostó en su madre piadosa tierra. Sus ojos mansos no clavará en los míos con la tristeza de faltarle el habla; no lamerá mi mano ni en mi regazo su cabeza fina reposará. Y ahora, ¿en qué sueñas? ¿dónde... | |
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Cuando, Señor, nos besas con tu beso que nos quita el aliento, el de la muerte, el corazón bajo el aprieto fuerte de tu mano derecha queda opreso. Y en tu izquierda, rendida por su peso quedando la cabeza, a que revierte el sueño eterno, aun lucha por cogerle al disiparse su angustiado seso... | |
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Olas gigantes de la mar bravía que canta el sueño férreo de Vizcaya, cunada en el sosiego de esta playa, os sueña con morriña el alma mía. Curtió vuestra salina la osadía que traspuso del cielo azul la raya, la que su suerte en el océano ensaya y en él su vida al huracán confía... | |
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Corral de muertos, entre pobres tapias hechas también de barro, pobre corral donde la hoz no siega, sólo una cruz, en el desierto campo señala tu destino. Junto a esas tapias buscan el amparo del hostigo del cierzo las ovejas al pasar trashumantes en rebaño... | |
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Es que se secó la fuente, o es que el agua soterraña, duerme su sueño en la entraña, donde la luz no le miente? Espejo de las tinieblas, calla quieto su muerte en vida, y en hondo reposo olvida espejismos de las nieblas. Agua sin luz, agua pura... | |
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España! ¿A alzar su voz nadie se atreve? Va a arrastrarte el alud de la mentira. Tu amor presta a mi boca ardores de ira... Sacúdete mi España... No se mueve... ¡España, España! Blanca, fría, nieve... Tenebrosos los ojos más no mira... Un espejo a la boca... No respira... | |
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Niño viejo, a mi juguete al romance castellano me di a sacarle las tripas por mejor matar el año. Mas de pronto, estremeciese y se me arrendró la mano pues temblorosas entrañas vertían sonoro llanto. Con el hueso de la lengua de la tradición, badajo, miserere, ave María, tañían en... | |
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Qué claro bebiendo cielo que baja el río a la mar, va soñando en la montaña, que el cielo quiso escalar. Si va soñando en su cuna y en cielos de más allá, qué claro que baja el río con aguas de cristianar. | |
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Qué es tu vida, alma mía? ¿cuál tu pago?, ¡lluvia en el lago! ¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre? ¡viento en la cumbre! ¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva? ¡sombra en la cueva!, ¡lluvia en el lago!, ¡viento en la cumbre!, ¡sombra en la cueva! Lágrimas es la lluvia desde el cielo,... | |
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Ruinas perdidas en campo que lecho de mar fue antes de hombres, tus cubos mordieron el polvo, Madrigal de las Altas Torres. Tú la cuna de Isabel, tumba de don Juan, fatídico brote, cayó en Salamanca dorada y en Ávila fúnebre corte. Medina del Campo sueña cigüeñas, cornejas al borde... | |
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Oh, Señor, tú que sufres del mundo sujeto a tu obra, es tu mal nuestro mal más profundo y nuestra zozobra! Necesitas uncirte al infinito si quieres hablarme, y si quieres te llegue mi grito te es fuerza escucharme... | |
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Tú me levantas, tierra de Castilla, en la rugosa palma de tu mano, al cielo que te enciende y te refresca, al cielo, tu amo. Tierra nervuda, enjuta, despejada, madre de corazones y de brazos, toma el presente en ti viejos colores del noble antaño. Con la pradera cóncava del cielo... |