JOSÉ GARCÍA NIETO | |
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Tengo algunos antiguos compromisos de los que quisiera liberarme ahora recordando. Por ejemplo aquel con el niño pobre y no sé si mi amigo de Covaleda solo y rubio y ralo de pelo atento ante la nieve y nuestra puerta haciéndome envidiar su rueda fresca con la llanta de corteza... | |
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Como cuando era niño, Dios parece que es el sol que enrojece ahora la tapia y que extiende su aliento hacia nosotros y que temblamos en su vaharada. Si pudiera poner en esta tarde mi corazón tendido a la ventana, y pudiera apresar ese sol último hasta que entre mi sangre se quedara... | |
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Entra en la playa de oro el mar y llena la cárcava que un hombre antes, tendido, hizo con su sosiego. El mar se ha ido y se ha quedado, niño, entre la arena. Así es este eslabón de tu cadena que como el mar me has dado. Y te has partido luego, Señor. Mi huella te ha servido para... | |
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Mi abuelo estaba ciego. ¿Era noviembre...? Pensaba yo en el árbol que él oía en una contemplación desorbitada, cuando alteraban los pájaros las ramas chirriantes, había sido árbol en su vida, árbol en su juventud. Salíamos siempre juntos. Sube , decía yo, al llegar a los escalones... | |
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Qué solo estás! La tarde, fuera, tiene una lejana música. Yo paso vacilante, hijo tuyo en el ocaso, sombra que con tu muerte se sostiene. Herida está tu casa y tan vacía como mi corazón, también deshecho. Como Tú en esta nave de mi pecho tengo un lugar donde la cera ardía.... | |
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Estas manos que tienen aún memoria, que alojan la pasión y han provocado un bosque, un fuego, un viento arrebatado ¿que són sino temblor, cárcel y escoria...? Una tierra adelantan, una orilla del arrabal, del terraplén oscuro; arañan azucenas en un muro de cal donde se asoma ya la... | |
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Contigo mano a mano. Y no retiro la postura, Señor. Jugamos fuerte. Empeñada partida en que la muerte será baza final. Apuesto. Miro tus cartas, y me ganas siempre. Tiro las mías. Das de nuevo. Quiero hacerte trampas. Y no es posible. Clara suerte tienes... | |
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Si miro el mar ahora está tu pura mirada en ese rostro amplio y sombrío; plata y azul, y niebla sobre un rio que alcanza ya su desembocadura. Plata y azul. Y niebla que perdura sobre mi corazón muerto de frio, extraño a los rigores del estío, sin más calor ni luz que su amargura. Si... | |
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Donde no se podía llegar, donde el cuarto no podía abrir sus puertas tentadoras, ante el fondo mismo del mar donde los ojos eran más tierra que nunca, más allá de la levísima trama que encarcelaba... | |
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No sé si soy así, ni si me llamo así como me llaman diariamente; sé que de amor me lleno dulcemente y en voz a borbotones me derramo. Lluvia sin ocasión, huerto sin amo donde el fruto se cae sobradamente y donde miel y tierra, juntamente, suben a mi garganta, tramo a tramo. Suben y... | |
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Primer recuerdo de Soria) Por Soria está ya la sierra pura enseñando su azul entre la nieve, y entre el bajo pinar el cielo breve tendrá otro azul: aquel de mi ventura. Sala de la niñez, fresca hermosura que abril a levantar en mí se atreve; aire de ayer que al pecho de hoy conmueve... | |
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Esto son mis memorias, mis afanes, mis confesiones hasta donde puedo, lances de mucho amor y de algún miedo, esfuerzos de pigmeo entre titanes. Me dieron unos peces y unos panes: unas palabras. Y alguien con el dedo pronto me amenazó. Estaba en el ruedo mi carne entre los dientes de... | |
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Te han nacido los ojos con preguntas, y sin cesar me asedias preguntando. Y yo sin contestar... Hija ¿ hasta cuando mudos tú y yo: dos ignorancias juntas? ¿ Hasta cuándo en silencio irán las yuntas de tu asombro y mi amor; de mí, temblando, y de tí, poco a poco, asegurando música sin... |
Antología. Selección poética (1940-1991) | |