OSCAR CERRUTO | |
1 El Altiplano es inmensurable como un recuerdo. Piel de kirquincho, toca con sus extremos las cuatro puntas del cielo, sopla su densa brisa de bestia. El Altiplano es resplandeciente como un acero. Su soledad de luna, tambor de las sublevaciones, solfatara de las leyendas. ... | |
Es la hora que más odias, cuando la tarde cae como si se desplomara del tejado. Lobregueces rastreras corren bajo tus pies y sientes que eso que pasa enfriándote la cara no es el viento. Comienzas a oír voces que nadie más oye. Crees ver centuriones de niebla entre la niebla, ... | |
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I No es el sonido de mi sangre o el ala de un insecto ni siquiera la luz acercándose oscilante como una mano en la indefensa sombra. Lento rebota un grito en las piedras de la calle - y oyes el sueño de una hoja. La calma corroída repite su amenaza. El ojo ... | |
No eres sólo el fulgor que sin mesura estalla, ni su estrépito previsto. Ni las apelaciones de la esfinge, o la avidez o la otra idolatría. Lúcida sí, flagrante certidumbre, región de transparencia en la que inmerso está el tiempo, zumbando, lo que somos, la boca ... |