MARÍA ELENA BLANCO | |
la certeza del mar a sus espaldas diseñó su perfil la niña solitaria tiende un cerco obsesivo a cada esquina la acosa desde el parque o la grama olvida alada el miedo y la hora hasta que la despierta el aire de la tarde veloz como si la espantara un hado pedalea hacia el mar ... | |
en esos climas los baños de azulejos son un témpano verde una pesadilla gótica la loca fantasía tirita entre el pudor y el champú en los ojos por la ventana alta la flor del flamboyán seduce a los insectos que vienen a morir entre los dedos de mis pies bajo la ducha y reaparecen ... | |
el sillón, el luto eterno, la risa, las uñas metidas en la tierra o el fango señora de traspatio y gallinas, señora del jardín, o en la alquimia de una gastronomía acuosa (sopa de arroz, sopa de pescado) pastosa (tamal en cazuela, harina de maíz) untuosa (buñuelos, torrejas, quimbombó) ... | |
The summer demands and takes away too much, But night, the reserved, the reticent, gives more tran it takes.John Ashbery La noche habanera huele a nupcias, a líquenes. La tierra húmeda se chupa los tacones y hace chirriar las suelas. Copa de índigo, el mar invade el aire ... | |
No se habló nunca más de la ciudad el padre la enterró viva lustros antes de que desfallecieran todas su casas al unísono y un polvillo de cal y de pigmentos acres entró por el ojo taladrado haciendo estragos en la imagen añicos las palabras alguna vez de pronto resurgía trocando ... |