☰ menú
 


BALDOMERO F. MORENO

 

   Breve elegía

primeros versos

Era la sombra del amor, la sombra del amor: no pudo ser. Ya pasó por mi vida otro dolor, ya pasó otra mujer. No era su pecho mi cabezal, no eran sus manos las guiadoras por el camino triste y fatal. No era el consuelo para mis horas, no era la fuentepara beber, ni el tronco ...

 

   Duermes

primeros versos

La madre ha logrado dormir a su hijito. Una obra maestra de pequeños suspiros, de menudas palabras, de amenazas, de mimos, de dulces cancioncillas, de voluntad, de instinto... No respiremos casi. El niño se ha dormido.

 

   Infancia

primeros versos

Tenía aquel huerto muy altas las tapias muy llenas de broza y escajos las bardas, y todos sabíamos que detrás estaba mi abuelo, el Civil, como lo llamaban, las trentes al hombro, ceñuda la cara, en torno a sus árboles: las ciruelas claudias y las gordas peras de muslo de dama y las garrafales ...

 

   Invitación al hogar

primeros versos

Estoy solo en mi casa, ya lo sabes, y triste como siempre, Me canso de leer y de escribir, y necesito verte. Ayer pasaste con tus hermanitas por mi puerta; tú, seria, ellas alegres. Irías a comprar alguna cosa... Ganas tenía yo de detenerte, tomarte despacito de la mano y decírte después, ...

 

   La Rita

primeros versos

La Rita tiene que tiene tal meneo cuando anda, que arriba mueve los senos y que abajo las enaguas. La nariz tiene picuda y la mejilla picada, y una melena cortita de greñas tristes y lacias en que clava una peineta, cual su boca, desdentada. Azares de su destino la trajeron a esta casa, que es hermana ...

 

   La torre más alta

primeros versos

La torre, madre, más alta es la torre de aquel pueblo, la torre de aquella iglesia hunde su cruz en el cielo. Dime, madre, ¿hay otra torre más alta en el mundo entero? -Esa torre sólo es alta, hijo mío, en tu recuerdo. Tu brazo de siete años alcanzaba sin esfuerzo una piedra a sus campanas - ...

 

   Los amantes

primeros versos

Ved en sombras el cuarto, y en el lecho desnudos, sonrosados, rozagantes, el nudo vivo de los dos amantes boca con boca y pecho contra pecho. Se hace más apretado el nudo estrecho, bailotean los dedos delirantes, suspéndese el aliento unos instantes... y he aquí el nudo sexual ...

 

   Madre, no me digas

primeros versos

Madre, no me digas: - Hijo, quédate..., cena con nosotros y duerme después... Cuando eras pequeño daba gusto ver tu cara redonda, tu rosada tez... Yo a Dios le rogaba una y otra vez: que nunca se enferme que viva años cien; robusto, rosado, gallardo doncel le vean mis ojos allá en la vejez. ...

 

   Presencia

primeros versos

Cómo duermes, pequeña, en tu cunita, cerca del fuego que te abriga y dora. Te contemplo un minuto, media hora, y tú sigues dormida, dormidita. Un carro pasa, un leño azul crepita, sube una voz del aire triunfadora, y tú como si tal, mínima aurora, la pestaña ¡ay de mí! casi infinita. Eres la primordial ...

 

   Ranchos y parvas

primeros versos

¿Quién podría distinguir en el campo, a la distancia si aquel pobre montoncito es un rancho o una parva? El mismo color de tierra, la misma forma aplastada, el mismo aspecto de abrigo de pequeñez resignada. ¡Una parva es un ranchito sin puertas y sin ventanas!

 

   Setenta balcones y ninguna flor

primeros versos

Setenta balcones hay en esta casa, setenta balcones y ninguna flor... A sus habitantes Señor, qué les pasa? ¿Odian el perfume , odian el color? La piedra desnuda de tristeza agobia, ¡dan una tristeza los negros balcones! ¿No hay en esta casa una niña novia? ¿No hay algún poeta lleno de ilusiones? ...

 

   Tormenta

primeros versos

Cuando el agua esperábamos ansiosos, una nube de polvo cubrió el cielo. Fue Inútil cerrar puertas y ventanas: nos invadió los hondos aposentos, cubrió maderas, apagó cristales, cayó sobre mis libros y cuadernos, fue crujido gris entre los dientes y ceniza fugaz en los cabellos. El limpio patio ...

 

   Una estrella

primeros versos

Fue preciso que el sol se ocultara sangriento, que se fueran las nubes, que se calmara el viento. Que se pusiese el cielo tranquilo como un raso para que aquella gota de luz se abriese paso. Era apenas un punto en el cielo amatista, casi menos que un punto, creación de vista. Tuvo aún que esperar ...