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CAROLINA CORONADO

 

   A la mariposa A la mariposa de Carolina Coronado   


En la voz de Carmen Feito Maeso    

primeros versos

Bien hayan, mariposa, las bellas alas como el aire leves, que inquieta y vagarosa entre las flores mueves, ostentando tu púrpura preciosa. De blanda primavera bien haya la callada y fiel vecina, la dulce compañera del alba cristalina, perdida entre la flor de la pradera...

 

   Ay! ¡Transportad mi corazón al cielo! Ay! ¡Transportad mi corazón al cielo! de Carolina Coronado   


En la voz de Carmen Feito Maeso    

primeros versos

Ay! ¡Transportad mi corazón al cielo! Ángeles peregrinos que habitáis las moradas divinas del Oriente y que mecidos sobre el claro ambiente por los espacios del mortal vagáis. A vosotros un alma enamorada os pide sin cesar en su lamento alas, para cruzar del firmamento la senda de los aires azulada...

 

   El amor de los amores (I y II) El amor de los amores (I y II) de Carolina Coronado   


En la voz de Nuria Espert    

primeros versos

Cómo te llamaré para que entiendas que me dirijo a ti ¡dulce amor mío! cuando lleguen al mundo las ofrendas que desde oculta soledad te envío?... A ti, sin nombre para mí en la tierra ¿cómo te llamaré con aquel nombre, tan claro, que no pueda ningún hombre confundirlo, al cruzar por esta sierra?...

 

   El amor de los amores (III y IV) El amor de los amores (III y IV) de Carolina Coronado   


En la voz de Carmen Feito Maeso    

primeros versos

Dejaba apenas la inocente cuna cuando una hermosa noche en la pradera los juegos suspendí por ver la luna y en sus rayos te vi, la vez primera. Otra tarde después, cruzando el monte, vi venir la tormenta de repente, y por segunda vez, más vivamente alumbró tu mirada el horizonte...

 

   El amor de mis amores (V y VI) El amor de mis amores (V y VI) de Carolina Coronado   


En la voz de Carmen Feito Maeso    

primeros versos

Aquí tu barca está sobre la arena: desierta miro la extensión marina: te llamo sin censar con tu bocina y no pareces a calmar mi pena. Aquí estoy en la barca triste y sola aguardando a mi amado noche y día; llega a mis pies la espuma de la ola, y huye otra vez, cual la esperanza mía...

 

   El marido verdugo El marido verdugo de Carolina Coronado   


En la voz de Carmen Feito Maeso    

primeros versos

Teméis de ésa que puebla las montañas Turba de brutos fiera el desenfreno?... ¡Más feroces dañinas alimañas La madre sociedad nutre en su seno! Bullen, de humanas formas revestidos, Torpes vivientes entre humanos seres, Que ceban el placer de sus sentidos...

 

   La poetisa en un pueblo (fragmentos)   


Por Carmen Feito Maeso    

primeros versos

Ya viene, mírala! ¿Quién? Ésa que saca las copias. Jesús, qué mujer tan rara. Tiene los ojos de loca. Diga V., don Marcelino, ¿será verdad que ella sola hace versos sin maestro? ¡Qué locura!, no señora; anoche nos convencimos de que es mentira, en la boda: si tiene esa habilidad...

 

   No hay nada más triste que el último adiós No hay nada más triste que el último adiós de Carolina Coronado   


En la voz de Carmen Feito Maeso    

primeros versos

Si dos con el alma se amaron en vida y al fin se separan en vida los dos. ¿Sabéis que es tan grande la pena sentida que nada hay más triste que el último adiós? En esa palabra que breve murmuran, en ese gemido que exhalan los dos, ni verse prometen, ni amarse se juran, que en esa palabra se dicen ¡adiós!...

 

   Rosa blanca Rosa blanca de Carolina Coronado   


En la voz de Gemma Cuervo    

primeros versos

La luz del día se apaga; rosa blanca, sola y muda, entre los álamos vaga de la arboleda desnuda. Y se desliza tan leve que el pájaro, adormecido, toma su andar por ruido de hoja que la brisa mueve. Ni para ver en su ocaso al sol hermoso un instante ha detenido su paso indiferente y...

 

   Rosa blanca   


Por Carmen Feito Maeso    

primeros versos

La luz del día se apaga; rosa blanca, sola y muda, entre los álamos vaga de la arboleda desnuda. Y se desliza tan leve que el pájaro, adormecido, toma su andar por ruido de hoja que la brisa mueve. Ni para ver en su ocaso al sol hermoso un instante ha detenido su paso indiferente y errante...