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En el siglo XIX se impone en toda Europa una nueva sensibilidad: el descubrimiento y la dimensi n del sentimiento, del valor nico e individual de todo ser humano.
En Espa a, algunos autores ya hab an reaccionado en el siglo XVIII contra los esquemas racionalistas; sin embargo, los avatares de la pol tica interna, el periodo absolutista y represivo de Fernando VII y las subsiguientes emigraciones de los liberales no fueron propicios al desarrollo de un movimiento que propugnaba la libertad en todos los rdenes de la vida. Habr que esperar la vuelta del exilio, a la muerte de Fernando VII, para que triunfen las nuevas ideas, las nuevas formas.
El Romanticismo espa ol carece, as , de grandes obras, y hasta B cquer y Rosal a, ya muy entrado el siglo, no pas de un nivel mediocre. El Romanticismo abandona con estos dos poetas el tono pomposo precedente y se concentra en la expresi n subjetiva del yo. La lirica rom ntica, como expresi n de la persona y de la vida del poeta, est mucho m s pr xima a los gustos del lector contempor neo que la de los periodos anteriores. La evasi n al pasado en los romances del Duque de Rivas, como manifestaci n de su desencanto del presente, o la lucha por la libertad, de Espronceda, revelan la postura de unos hombres comprometidos con un mundo que hab an so ado libre y justo y que, en ltimo t rmino, les defrauda. La conciencia intima del yo, la idealizaci n y la desilusi n de B cquer, la tristeza y el Pesimismo de Rosal a de Castro no hacen sino expresar la decepci n frente a la realidad. De: FONOTECA LITERARIA. Antolog a po tica. Por Pilar Gonz lez de Mendoza. Alhambra Longman S. A., Espa a. 1990. |