Éstas son todas las herramientas de este mundo.
Las herramientas todas que el hombre hizo
para afianzarse bien en este mundo.
Éstas son las navajas de filo exacto con que se afeita al tiempo.
Y éstas tijeras para cortar los paños,
para cortar los hipogrifos y las flores
y cortar las máscaras y todas las tramas y, en fin,
para cortar la vida misma del hombre, que es un hilo.
Éstas son las sierras y
serruchos también
cuchillos, sin duda,
pero imaginados
de tal modo que los
propios defectos del borde sirvan al propósito.
Y ésta es una cuchara que alude a los principios y a
las postrimerías y en resumen
al incalificable desvalimiento
del hombre.
Éste es un fuella para atizar el fuego
que sirve para animar al hierro
que sirve para hacer el hacha
con que se siega la generosa testa
del hombre.
Éste es un compás que mide la belleza justa
para que no rebose y quiebre y le deshaga
el humilde corazón al hombre.
Y ésta es una paleta de albañil con que
se allegan los materiales necesarios
para que sea feliz y se resguarde de todo daño.
Éstas son unas pesas, llaves, cortaplumas
y anteojos
(si es que lo son, que
no se sabe)
que en realidad no sirven para nada sino para
establecer
de una vez para siempre la sólida posición
del hombre.
Éstas son unas gafas que se han de usar para
mirar
si se ha hecho ya lo imaginable,
lo previsible, simple e imposible
para tratar de asegurar las herramientas
todas del hombre.
Y éste, en fin, es el mortero al que fiamos el menjurje
con que uniremos los pedazos, trizas, minucias y
despojos
si es que a las últimas y a tiempo, si es
que a las tontas y a las locas, si es que
a ciegas y al fin
no aprendemos a usar, amansar, dulcificar y manejar
las herramientas todas del hombre.
De: Poemas escogidos
|