I
Pálido de estudiar,
me fui al campo. Sufría
falta de voluntad.
Y qué fatiga en la muy joven frente!
Además,
desencanto infinito de saber...
Y de amar.
II
Un indio de la estancia
me hizo un regalo muy original.
Cinco garzas ¡oh, asombro! que hablaban
después de muchos años de enseñanza tenaz:
una era rosa, otra blanca, otra gris;
otra amarilla más que el oro, y otra verde.
Esto, que os parece fundamental
paradoja científica, es muy cierto.
Quien lo dude, que hable con mi capataz.
El indio me dijo:
La garza rosa será el Amor, la blanca será
la Fe, la gris, la Duda, la de oro, la Ambición,
y la verde , la Esperanza inmortal!
Cuando quieras, amigo enfermo,
con ellas hablarás.
Dicho esto, me entregó las cinco garzas.
Yo las quise interrogar
en seguida, gozoso del prodigio.
Entonces,
la garza rosa dijo: Vuelve a amar!
la garza blanca dijo : Vuelve a creer!
la garza gris me dijo: Vuelve a dudar!
la garza de oro me gritó al oído,
Vuelve a ambicionar!
La garza verde no me dijo nada.
III
Amar Creer Dudar Ambicionar!
¡Palabras crueles y terribles!
Muy pronto alteraréis mi nueva soledad
oh, pajarracos, despertando mi corazón!
pensé, lleno de angustia.
Y me puse a degollar
cuatro de aquellas aves,
la rosa, la blanca, la gris y la de oro,
con mi antiguo puñal.
Sólo he quedado con la garza verde.
La esperanza!
¡Pero esa nunca va a querer hablar!
De: El halconero astral y otros cantos
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