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Grabación para Palabra Virtual    
    Editora del fonograma:    
    Palabra Virtual    
por Héctor Rosales    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

Decimos: no hay paz


Decimos: no hay paz, no hay descanso
para estas pobres manos,
para estos pies con prisa,
para este pecho solo.
Y tú callas, solemne, en tu grandeza.

Decimos: estas horas suenan a tiempo muerto,
las hojas del verano recuerdan la tristeza,
y no hay un césped nuevo
para echarnos a andar sin marchitar la carne,
sin dolemos los años sobre el cuerpo
desde tantas inútiles cadenas que nos cercan.
Y tú escuchas y callas. Y el silencio es tu reino.

Decimos: estos hombros son débiles, Señor,
se doblan como el junco, irremediablemente,
nuestras fuerzas decaen frente a muros intactos
porque un follaje umbrío nos retiene.
Y tú escuchas y callas. Y la armonía rodea tu hermosura.

Oh, Señor, desde tu límpida noche
mira esta noche triste en que invocamos tu nombre,
mira esta pobre carne en que moramos,
no hay sangre donde puedas posar tu pie libremente,
ni prado donde no exista el principio de la marchitez,
ni espejo donde puedas mirarte como en un pozo cristalino.

Líbranos, Señor, de esta cárcel tejida con tantas redes,
con tantos huesos inútiles, con tantas sangres ciegas,
porque el leño se quema en medio de la soledad
y sólo cenizas recogemos en la desolación del día.

Y tú escuchas y callas. Y el viento solo,
el viento de la tarde, mueve las hojas caídas,
amarillentas, de verano...




De: Texto sobre el tiempo



JOSÉ RAMÓN MEDINA






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