Sin ninguna
urgencia caen, como losas
ingraves caen, son blancas
aves tristes,
pedazos de la piel que me creciera
en los días de espuma
y caen,
calmada como está
al fin su rebeldía
son el vuelo,
son lo ceremonioso, caen
y en su liturgia fingen
la verticalidad
o la desidia fingen.
Quiero decir que nievo
desordenadamente
que desde una habitada
leprosería, nieva
este nueve de enero.
Hay un pecado inmóvil,
una mujer oculta tras columnas,
y una casa de vientos junto a un río
que lo contemplan todo,
todo
todo lo que creció ya roto,
todo lo que vivió ya roto,
y que sólo al caer, en el suelo posado,
busca recomponerse.
Quiero decir que nieva
solamente de mí, de cuanto fui inocencia
que nievo
desde este cuerpo azul
que todavía escribe.
Desde mi tiempo hoy,
sobre un tiempo que busca o que persigo,
nieva:
verdad que me deshace.
Copos, copos, copos, copos
De: Cuerpo, casa partida
|