Nervio de hombre en cuerpo joven,
coraje y valor en cuerpo acerado
ojos profundos y soñadores,
cariño pronto y apasionado.
Era su amistad: amistad sincera.
Su crítica sagaz y profunda,
ideal que no claudica ni doblega
rebeldía que llevara hasta la tumba.
Estaba entre los héroes su destino,
vivió con el honor en su conciencia
fue su camino el del martirio,
rebelde anduvo por la senda estrecha.
Y yo, que lo quise tanto,
con el dolor de su ausencia
siento en mi alma el quebranto
siento mi vida deshecha.
Hermano
¡Hermano mío!
dolor de mis llagas,
alegría de mis sueños,
cuánto te quise a ti
cuánto anhelé siempre darte,
fuiste calor de mis tiempos,
recto censor de mis faltas.
Se hundió mi alma en silencio
cuando te sentí perdido
Era tu rostro tan dulce
que te presentí dormido.
Qué solos nos dejas
viviendo esta vida amarga
No tendré ya el hermano,
no tendré ya el compañero.
Sólo tristezas me esperan
con esta vida a cuestas.
¡Hermano!
Hermano mío,
qué solo me dejas
viviendo esta vida dura
de engaños y desencantos.
Cumpliste tu vida, tus sueños,
moriste peleando y de frente.
A mí, cuánto dolor me espera
de espalda traidor rastrero.
¡Cuánto te quise, cómo lloré
tus penas y tus tristezas,
cuánto siento no haber sido
tu compañero de siempre
no haberte brindado mi vida!
¡Cuánto sufro el no haber sido
el que cayera a tu lado!
Hermano
¡Hermano mío!
Qué sólo me dejas
rumiando mis penas sordas,
llorando tu eterna ausencia.
De: Poesía trunca: Poesía latinoamericana revolucionaria
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