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palabra virtual

La voz de William Ospina    
    Editora del fonograma:    
    H.J.C.K.    
por William Ospina    
Colaboración: Álvaro Castaño Castillo, fundador y director de la emisora HJCK    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

Una sonrisa en la oscuridad


De noche, cuando vuelvo de los algodonales,
cuando a pesar del ardor de los latigazos y la ulceración de las muñecas
soy el único rincón de la sombra que se arquea en sonrisas;
cuando miro la estrella nerviosa y solitaria
y entiendo que hay un lazo que une a mi corazón con la estrella,
vuelve de pronto a vivir alguien que nunca ha sido,
unas tierras como hijas de la fiebre
parecen extender sus praderas en torno
y estoy despierto y sueño sin embargo.

Ven un reverberante país de enormes selvas
En donde hasta los dioses son negros.
Sueño con grandes perros de pelaje dorado
Con melenas enormes,
Sueño con recios potros visibles sólo a trechos,
Con bestias imposibles de larguísimos cuellos
Y otras cosas extrañas.

Una legión de hombres majestuosos y negros recorren mis pupilas
y algo ha pasado con los trozos de árboles
que llevan en sus manos.
Siento que son mis padres, que son magos y príncipes,
y que la tierra les ha dado su poder más profundo
para limpiar de males cuerpos y almas,
para saltar como esos ágiles venados esbeltos
de cuernos que se arquean igual que negros trozos de agua,
y que escapan saltando por mi sueño.

No sé si es Dios el que así me consuela
con un alegre sueño sin cadenas
para que olvide el sol de tormentos que hierve sobre el campo,
para que olvide la lívida crueldad de los rostros blancos,
para que olvide el cerco de cuadrillas con rifles
que me separan de mi origen,
o si es verdad que alguna vez mi estirpe
fue reina de una tierra encantada
donde madres magníficas amasaron en barro
dioses capaces de alegría.

Pero tal vez lo que sonríe en mi rostro;
Son los trasnietos de mis nietos
Ya danzando desnudos bajo el tambor sagrado de un cielo de truenos,
despertando a la lluvia con la danza,
amasando a las bestias con el poder de su mirada
y recordando, como al paciente guardián del origen,
a ese hombre encadenado que soñaba hace siglos
en una tierra ajena,
en una tierra ajena poblada por demonios,
donde solo le fueron amigas las estrellas.



De: Poesía Completa



WILLIAM OSPINA






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