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palabra virtual

La flor de lis    
    Editora del fonograma:    
    El cuenco de plata    
por Marosa Di Giorgio    
Página web de El Cuenco de Plata    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

Hacía tiempo que estaban esperando el Alma...


Hacía tiempo que estaban esperando el Alma. Y el Alma nunca venía. Mamá hizo golosinas de colores y las guardó en cajas negras, y en un plato colocaba velas de diversos tamaño y forma. ¿Y cómo sería el alma? ¿Los pies de oro y plata? ¿Coronas de cristal? ¿Tejida en hilo blanco igual a un tul? ¿Jazmines en vez de huesos?

Para aguardarla pusieron rosales en toda la pradera y gladiolos como un mar. Había una nave entre la hierba, y las ratas reinaban sobre el mar (rosado y breve de las huertas).

Pero el alma se negaba a aparecer.

¡Hasta que quedó sentada entre nosotros súbitamente en un atardecer!

Las estrellas caían, a tontas y locas, como arvejas y maíz; la nave campesina llegó junto a la ventana y su velamen ensombreció todo; los gladiolos quisieron salvarse y huían hacia el sur; pero en mitad, ya fríos, murieron y crujieron.

Cada uno de los habitantes de la casa se puso a gritar; pero, no, juntos, (esto fue lo raro), sino por turno.

Yo fui la última en gritar y sin querer toqué una mano del Alma, que tenía muchísimos dedos, muchísimos, como pistilos, como cien.

El Alma me miró y se fue.


De: La falena



MAROSA DI GIORGIO






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