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palabra virtual

Tres grandes poetas de América    
    Editora del fonograma:    
    Yoyo USA    
por León de Greiff    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

Fantasía cuasi sonata


I

Preludio

Noche, piano de ébano:
pulsan tus teclas negras, como garfios, los dedos rígidos de mi pena,
Noche, Noche Morena,
oh Noche, oh piano en que Beethoven sollozara un airoso dolente
si no un adagio sostenuto!

Pulsan, punzan mis dedos tu teclado impasible,
tu teclado morboso, hipersensible.
—con el deseo absurdo, con el propósito imposible
de trocar en sortílego, inasible
tejido de armonías
perdurables, la haza acerval de trastrocadas fantasías
que se embarullan en el caos diminuto
de mi mente,

Oh piano en que Beethoven sollozara un airoso dolente
si no un adagio sostenuto!

Oh Noche, oh Noche, ¿innúmero, infinito teclado de abenuz, irremisible!
Noche sin Vallas, Selva de Estrellas, Sima de Himnos Errantes!
Y has de vibrar como la tormenta, al choque de mis rígidos dedos lancinantes,
oh Noche, o de extenuarte en pavoroso silencio!

En pavórico silencio:

¿De dónde ese silencio de sílex, y por qué estáticas las esferas bullentes?
¿qué Goetterdaemmerung apocalíptico
—sin estridor de trompas ni de bocinas
ni de tubas— plasmó en quietud y en mudez el agora vasta?

Oh pavoroso silencio de la Noche lívida de tempestades distantes…
Noche, Noche Morena:
pulsan tus teclas negras, como garfios, los dedos rígidos de mi pena.
Noche, Noche sin Lindes, Noche, Selva de Orbes, Piélago de Himnos Errantes:
¡oh piano en que Beethoven martillara un frenético presto agitato de otro Claro de Luna…!


II

TEMA  (EN FORMA DE LIED)  Y VARIACIONES LIBRES

De la noche sin lindes
vagas por el sendero,
oh corazón, y a su beso le rindes,
y en sus brazos te entregas, prisionero...

(Ella cantaba, Loreley endrina…)

Son de vivida lumbre tus estrellas,
oh Noche!

(Ellas, sus ojos...)

Discurre por tus campos —que el zafio o tonto sellas—
la música inasible!

(Canción que Lilith cantaba…)

Un perfume inefable como el perfume de los labios besados en los sueños,
navega a la sordina por tus ondas hondas y quietas,
Noche, Noche sin Lindes:

Y hay todavía el perfume de tu cabellera,
oh Noche, oh Noche Bruna, oh Loreley, Lilith, Budur, Xatlí, Noche Morena!

La canción que ella cantaba,
Lilith,
era una canción así:
          "suéltale velas al leño
          donde se enbarcó tu dueño,
          donde se enbarcó tu ensueño,
          suéltale velas al leño,
          suéltale velas Lilita…"

La canción que ella cantaba,
Xatlí,
era una canción así:
          "suéltale velas al leño
          donde se embarcó tu ensueño,
          donde se asiló tu dueño…
          y al alado clavileño
          que cabalgas —zahareño—,
          suéltale riendas, Xatlí,
          suéltale riendas, Xatlí…"

La canción que ella cantaba,
Xatlí, la misma Xatlí…!

Y ni riendas ni velas les soltaba,
y ni velas ni riendas les soltaron...

Sólo cantaba,
sólo cantaban.
sólo, sólo cantó, sólo cantaron,
Lilith sirena
circe Melusina,
Budur morena,
Bibiana endrina,
Xatlí…: sólo cantaron…!

Y ella cantaba, Loreley trigueña!
y ella cantaba con su voz de acuátil
timbre —de harpa sortílega ...—

Y ella cantaba, circe Melusina!
y ella cantaba con su voz de grácil
timbre —de cristalino surtidor bajo la luna...—

Y ellas cantaban la canción eterna:
y yo no oía la canción eterna...

Y ella cantaba, Loreley, Loreley embaidora:
Y ella cantaba con su voz de argento,
con su voz áurea, y cerca a la batiente
tolda de burda lona, cuya tela
cuán bien hubiera ido asida al mástil
de nuestro esquife, flámula en el vórtice!

De nuestro esquife, Lorelev…

Y ella cantaba, Loreley, Loreley embaidora,
maga, hechicera —con su voz de argento,
con su voz vítrea, y cerca a la batiente
tienda de burda tela, cuya lona
cuán bien hubiera ido asida a un grátil
de nuestro brick, o enarbolada al astil
del gonfalón, de nuestro brick pirata,
y en victorioso asalto o en pávida derrota!

En nuestro brick pirata, Loreley...

Y ella cantaba,
y ellas cantaban y a la vera mía,
y ellas cantaban:
y ella cantaba la canción eterna
y en mis oídos la canción vertía...

De la noche sin lindes
vagas por el sendero
oh corazón!

De este otro viaje traje las manos rojas,
los labios lívidos, y los ojos atónitos:

traje mis sueños patinados de herrumbre,
traje mis sueños carcomidos de podre,
traje mis ópalos pululantes de gusanos,
traje mis zafiros cruentos,
traje mis berilos cruentos,
traje mis topacios cruentos...

Y en mis oídos, el eco de una canción.

Y todas las fantasías naufragan.
las nubes…, las nubes ya no divagan,
ya no discurren las nubes: cada nube dispone de su nicho,
cada onda, cada ola tiene su alberca.
Ya —como las estrellas— están catalogadas y numeradas las ondas y las olas y las nubes…

De este otro viaje traje las manos rojas
y en mis oídos el eco de una canción:

          "la vida es baja,
          la vida es baja…: cuan alta hubiera sido!"

De este otro viaje traje el corazón aterido,
y el espíritu son hojas secas... son hojas secas...

De la noche sin lindes
vagas por el sendero,
oh corazón!

De este otro viaje traje las manos negras
de sangre, los labios cárdenos, los ojos rojos:

traje mis sueños corroídos de lepras
azuleas,
traje mis oros verdeantes de cobre:
y el rojo y el azur y el negro de mi empresa
son hora un solo gris…

Mi luna ofélida…, ya tose, ya tose que da grima...
Mi luna ofélida ya tiene manchas como el grotesco sol...

Y todas las estrellas están exhaustas: lamparillas sin combustible...
y las nubes y las olas y las ondas, quietas, quietas definitivamente...

De este otro viaje traje las manos negras
de sangre, y en mis oídos el eco de una canción:

          "la vida es baja,
          la vida es baja…: cuan bella hubiera sido!"

De este otro viaje traje el corazón aterido,
y el espíritu son hojas secas… son hojas secas…

De la noche sin lindes
vagas por el sendero,
oh corazón, y a su beso te rindes,
y en sus brazos te entregas, prisionero,
oh corazón...!

          "la vida es baja, la vida es baja..."

¿Cuándo será que el mar, que el Mar —un día!—
la sien acerba me granice de sales, me constele de sales?
¿Cuándo será que con su argento lívido
la noche maternal me bruña y aljofare
la sien acerba?

¿Cuándo será que con sus oros rojos
el viejo sol —un día—,
el viejo Sol la acerba sien me queme,
me escalpe el viejo sol la acerba sien sombría?

Oh corazón!

Son de vivida lumbre tus estrellas,
oh Noche!
           (Ellas, tus ojos,
          Lilith morena, Xatlí morena, Loreley endrina!)

Discurre por tus campos —que al zafio o tonto sellas—
la música inasible!
La música inasible:
Viola de amor, canta tu queja,
canta tu queja masculina:
morboso y tenso, el corazón
las cuerdas son:
la cámara sonora
—frágil urna de sándalo— las sienes;
el arco es el Deseo!

El arco es el Deseo:
desposeído Orfeo
que se quedó en rehenes...

Viola de amor!

Canta, canta, resuena
viola de amor de mi pena!
Canta, canta tu pávido susurro
viola de amor de mi desesperanza!
Canta, canta tu cantiga sombría
mi gayo corazón sin alegría!
Canta, canta,
viola de amor, tu grito áspero y torvo!
Canta, canta,
viola de amor: mas no se quiebre tu garganta,
pues tienes de cantar
eternamente, como canta el mar:

No como estride el grillo
su efímero estribillo...

Canta, canta, resuena
viola de amor de mi pena:
Viola de Amor!

Un perfume inefable como el perfume de las bocas besadas en los sueños
navega a la sordina por tus ondas hondas y quietas,
Noche, Noche sin Lindes...

Y hay todavía el perfume de tu cabellera,
y hay todavía el perfume de tu ser estremecido,
oh Noche, oh Noche Bruna, Melusina, Budur, Lilith, oh, Loreley, Xatlí, Noche Morena!


III

FUGUETA PARA DOS VOCES

     He venido del más lontano país lontano
a besar la estrella de cinco puntas de tu mano.

     He venido a besar tu frente, desde donde la fantasía de lanza
—y el alto pensamiento, —y el ensueño, —y el amor, —y la desesperanza.

     He venido a besar tus ojos entrecerrados
y tu nuca —para encender la hoguera de los dulces pecados…

    He venido a besar tu cuello, que sahuma
el aliento de dos tesoros de rósea y láctea espuma...

     He venido a besar tus hombros, y los hoyuelos
de tus codos, y tus brazos —de rasos y de terciopelos...

     Y he venido a besar el prodigio de tu boca y de tus dientes,
—oh Flor de mis Deseos, Fruto de mis Deseos: de mis Deseos Fríos y de mis combustiones latentes!


     Tú me dijiste con esa voz que afelpa la delicia
y que hace áspera la pena y que agudiza el soplo trágico que en nuestro amor se inicia…
Tú me dijiste, oh Mía —y tu voz era un trémulo susurro—
tú me dijiste del pungente dolor y que tu corazón y que mi corazón desgarra...

Tú me dijiste que nuestro amor les dará vuelta a los años:
más imperecedero cuánto más imposible, más real cuánto más restringido a las zonas del ensueño…

     Tú me dijiste con esa voz que afelpa la delicia
y que hace áspera la pena y que agudiza el soplo trágico que en nuestro amor se inicia,
tú me dijiste, oh Mía —y tu voz era un trémulo susurro—
tú me dijiste de nuestra vida trunca, del equívoco enigma que nuestro amor encierra,
del dolor que nos quema los labios y los ojos nos nubla,
las sienes nos aloca y el corazón nos asesina, inexorable...


     Tú me dijiste, oh Mía, palabras muy profundas... ¡Pero efímeras cuánto!

¿Qué pueden nuestros frágiles designios ante el amor turbulento?
¿Qué pueden nuestras débiles voces delante al vocerío
ululador de nuestra sangre que me hace tuyo y te hace mía?
¿Qué pueden nuestros vanos alardes, nuestra pugna
ilusoria, nuestra consigna búdica, delante a la pasión que nos impregna
con los óleos purísimos del amor, del amor ineludible,
del amor que nos quema los labios y los ojos nos nubla,
las sienes nos aloca, y los gemelos corazones nos exalta
y los espíritus amigos y las almas hermanas y la oculta
paridad sensitiva de nuestros seres galardona
con su presencia y su substancia, amor, sortílego veneno?

     Tú me dijiste, oh Mía... Ya me dirás, ya te diré, ya nos diremos:
tuyo soy y eres mía! Eres mío y soy tuya! Nada más que eso somos!
Oh suprema delicia! Deliciosa tortura! Sufrir de amor, maravilloso!

Yo he venido, he venido del más lontano país lontano
a besar la estrella de cinco picos de tu mano
y a embriagarme en tu vino luminoso,
Xatlí…! Xatlí…!


IV

ALEGRO AGITATO

     Esta es la noche, la fraterna noche,
noche fogosa, noche lustral, noche aladínea: oh Noche en Extasis!

     De un viaje absurdo mi sér llega transido:
destrizado mi espíritu señero;
fatigado mi cuerpo que tronchó la borrasca,
me magulló el naufragio contra arrecies y rompientes,
me amorató el cansancio fustigante,
que ensordeció la grita inarmoniosa:
por el aduar sombrío topé encendidas las lumbres temblorosas de tu tienda:
Ya otra ocasión, oh Noche, canté tu amor sin esperanza…!

Canto otra vez al linde de tu tienda,
Noche, Noche Morena…!

     Tú me darás, oh Noche, el tibio asilo
de tu regazo, que perfuman exquisitos aromas:

Yo busco tu refugio, oh Noche, oh dulce Noche,
Noche ligeia —toda sutil encanto—;
oh Noche toda amor, toda supraterrena delicia…!

     has de acoger mi espíritu y mi cuerpo
férvidos, Noche Elegida:

     si a ti me doy, Noche Pura;
si en tus brazos y muslos diamantinos me refugio,
Noche Amorosa;

     si bajo tus constelaciones inextinguibles
—oh nébulas de Andrómeda y Orión—
mi pobre luz humillo, oh Noche Omnisapiente…!

     has de acoger mi espíritu y mi cuerpo,
mi corazón, mi sangre, todo mi sér, oh Noche,
Noche, Noche Elegida!

     Yo te amaré con amor infinito,
Noche Eterna;
     yo te amaré con amor transitorio,
Noche en Fuga;
     yo te amaré con seráfico amor,
Noche Virgen;
     yo te amaré con amor turbulento,
Noche en Ascuas;
     yo te amaré con amor cerebral, inmaterial, fosforescente, irradiante
Noche Metafísica;
     bajo la rósea luz de Venus encendida,
yo te amaré, Noche Insaciable;
     yo te amaré bajo la advocación de la romántica Selene,
Noche Diana;
     pérfido te amaré,
Noche Proclive;
     yo tempestuoso te amaré,
Noche Vortiginosa;
     yo te amaré glacial,
Noche Fría;
     yo te amaré furtivo,
Noche Cauta;
     yo te amaré cantando a gritos mi pasión,
Noche Desafiante;
     tácito te amaré,
Noche Muda.

     Has de acoger mi espíritu y mi cuerpo,
mi sangre, mi corazón, todo mi  sér
—únicos—, Noche Unica,
Noche, Noche Elegida…!

     Yo busco tu refugio, oh Noche, oh pulcra Noche,
Noche ligeia —toda sutil encanto—,
oh Noche toda amor, toda supraterrena delicia…:

Esta es la Noche, la Fraterna Noche,
Noche Amante,  Noche Lustral…: mi Noche en Extasis…!



De: Obra poética



LEÓN DE GREIFF






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