¿A quién debo yo llamar
vida mía,
sino a tí, Virgen María?
Todos te deben servir,
virgen y madre de Dios,
que siempre ruegas por nos
y tú nos haces vivir.
Nunca me verán decir
vida mía,
sino a ti, Virgen María.
Duélete, Virgen, de mí,
mira bien nuestro dolor,
que este mundo pecador
no puede vivir sin ti.
No llamo desque nací
vida mía,
sino a ti, Virgen María.
¡Oh clara virginidad,
fuente de toda virtud,
no ceses de dar salud
a toda la cristiandad!
No pedimos piedad,
vida mía,
sino a ti, Virgen María.
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