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Veinticinco de abril, tarde

También ellas
                          las ágiles palabras
Que nunca han sido mías
Pero dónde podrían sino a mí decirse
También ella me dan lo que no es suyo
Pero de quien podrían ser sino de ellas

Lo que su paso deja entre mis manos
Y nunca fue su bien
Como lo que nos da con asombro el amor
Y  no sabe de dónde
Es más que lo que puedo hacer con ello

Pero la angustia de avanzar cargado
De este poder en frágil equilibrio
Me cura de otra angustia
Que me haría intocable
Y en el vasto concierto de las ráfagas
Donde se abre mi vela
Soy de amor y coloquio hasta los huesos.


De: Lapso
10 de la serie Pocos días


TOMÁS SEGOVIA




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