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Nacimiento

Estuvo aquí. Ninguno (y él menos que ninguno)
supo quién era, cómo, por qué, adónde.

Decía las palabras que los otros entienden
—las suyas no llegó a escucharlas nunca -;
se escondía en el lugar en que los otros buscan,
en su casa, en su cuerpo, en sus edades,
y sin embargo ausente siempre y mudo.

Como todos fue dueño de su vida
una hora o más y luego abrió las manos.

Entonces preguntaron: ¿era hermoso?
Ya nadie recordaba aquella superficie
que la luz disputó por alumbrar
y le fue arrebatada tantas veces.

Le inventaron acciones, intenciones. Y tuvo
una historia, un destino, un epitafio.

Y fue, por fin, un hombre.



De: Poesía no eres tú


ROSARIO CASTELLANOS




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