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Del viaje que no pudo ser

A diario
muerdo el pedazo de tierra que pisas
al prevenir mi paso.
Y sé que sos
ese margen de luz
que a medias sombras irrumpe
en el blanquecino de los ojos.
Cómo pudiste congelar las galaxias
que como pájaros rompían mis ventanas,
siendo el parpado que abanica mis vestidos
cuando la tarde cae muerta en mi sofá,
y yo salgo corriendo
a encontrarme con tu rostro.
Entonces me acobardo a la llegada del ocaso
y caigo de rodillas con la boca atada.
Rezo a diario con la esperanza de que no exista Dios,
ni ángel,
ni cábala,
ni madriguera,
ni nodriza
que arremetan contra tu sombra.
me quedo maldita e impúdica todas las tardes
jurando nunca más esperarte.







Seleccionado por la autora


MAYRA OYUELA




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