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Nueva York

La ciudad estaba allí
monstruosa y gigante,
desnuda en su piedra fría.

Toqué con mis lirios
su insondable aliento.

Nada. Nadie.

Volaban las almas
en su torbellino de dólares
y el tiempo
-centavo descalzo-
se desgranaba
en sangre suicida.

Nueva York distante y dura.
Central Park
rascacielos
y profunda soledad.


MARGARITA CARRERA




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